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La música no sabe de clases (aunque el discurso hegemónico se empeñe en convencernos de lo contrario)

Cuando se burlan las trabas del sistema

Fuentes: Punto Púrpura

«Las cosas más malas no se ven precisamente en un barrio humilde, es un barrio de gente que trabaja. Yo me he criado en el barrio, y soy consciente de que lo que hagamos nosotros, los papás, es lo que vale. El Estado, la Nación, la Ciudad pueden abrirnos una ventanita, pero queda en mi […]

«Las cosas más malas no se ven precisamente en un barrio humilde, es un barrio de gente que trabaja. Yo me he criado en el barrio, y soy consciente de que lo que hagamos nosotros, los papás, es lo que vale. El Estado, la Nación, la Ciudad pueden abrirnos una ventanita, pero queda en mi criterio. Yo, sociedad, me tengo que comprometer y como mamá tengo que decirle eso a mis hijos: se puede elegir una vida un poquito mejor. Pero si no les enseñamos a crecer de esa manera, vamos a seguir viendo chicas en la prostitución, en la droga, o muriendo.» (…)

«No sé si mis hijos serán grandes concertistas o verduleros, pero no interesa. Es la sabiduría que ellos tomaron, lo que ellos tomaron de vida, no solamente aprender una partitura. Es sentir. Cada vez que los escucho en un concierto lloro como en el primer día, es muy tonta la comparación, pero es como parirlos de nuevo. Ellos están dando vida, no están tocando un instrumento.» (…)

«Si estoy segura de que la decisión que tomen en la vida va a ser la segura. Porque les di las armas. Tengo hace 4 años un Plan Jefas, a mi no me lo regalan, y después me la rebusco; pero tengo una hija en la Facultad y otro en la secundaria. No es ‘no se puede’, mi criterio. Yo no les di una casa de material, mi casa se inunda cuando llueve mucho, pero no importa yo les di algo que para mi vale mucho más: les di una forma de vida, les di una posibilidad de vida, les di estudio. Aunque no tenga bife de lomo, aunque no tengan zapatillas Adidas. Pero tienen algo que nadie les va a quitar, sabiduría. Eso te va a permitir el día de mañana luchar, ser alguien, aunque tengas un sueldo de 300 pesos; pero te vas a sentar con un periodista o con un simple peón de albañil y vas a saber respetar; y te vas a saber defender en la vida. Eso es lo que yo digo que va a quedar a mis hijos el día de mañana.». Testimonio de Beatriz, mamá de dos violinistas de la Orquesta Infanto-Juvenil de Lugano.

El talento no está distribuido socialmente, lo que está distribuido socialmente es la oportunidad de demostrarlo. Quizás, más allá de la formación musical y salida laboral que han encontrado las chicas y chicos de la Orquesta Infanto Juvenil de Lugano, éste sea un espacio donde los talentos afloran, donde puedan burlarse los modelos de éxito que imponen los medios.

Tal vez estos instrumentos, al igual que la música clásica, estén más asociados a ciertas clases sociales. Y con ellos, la posibilidad de acceso a una orquesta sinfónica. Tal vez. Pero eso no impidió que estos pequeños y pequeñas concertistas del barrio de Lugano le demostraran a la sociedad que ellos también pueden apropiarse de los espacios y transformarlos en nuevos ámbitos de trabajo. Tal es así, que dentro de la orquesta coexisten una integridad social y una dinámica comunitaria -desde la red de padres y madres que conforman la cooperadora hasta las mamás que limpian el comedor de la escuela entre ensayo y ensayo-, además un nene o una nena que toca el violín en casa, anima el barrio.«Cuando tocamos somos todos iguales», dicen los pibes.

Orígenes

La orquesta comenzó a funcionar en octubre de 1998 con 30 niños. Hoy, ya son dos orquestas de las que participan 180 niños y niñas de entre 7 y 18 años. La iniciativa se dio en el marco de Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a partir del Programa Zonas de Acción Prioritaria (ZAP), un Programa que se propuso disminuir la problemática del fracaso escolar tomando como modelo la medida implementada por José Antonio Abreu desde hace 25 años en Venezuela.

Y según los docentes, a los pibes les va mejor en las materias. «Uno los ve salir de un concierto y los ves paraditos de otro modo, tiene que ver con el modo de verse a sí mismo, después de mucho ensayo y esperar que algo suena bien, les da una confianza en sí mismos que también se demuestra en otras áreas de su vida.» Testimonio de Silvia Mendoza, coordinadora del Plan ZAP.

En la actualidad, funcionan cinco orquestas infanto juveniles: dos en Lugano, una en el Bajo Flores y dos en Retiro. Desde su conformación, la agenda de estos pequeños y pequeñas concertistas ha estado harto ocupada con presentaciones en todo el país, a saber: Concierto por el 25 de mayo en Plaza de Mayo; Festival internacional de Cine independiente; Televisión: Cultura Cero (canal siete) y A juego limpio (TN); Congreso Odontología Pediátrica; Festival internacional junto a Martha Argerich en el Teatro Colón; Concierto junto a León Gieco por el Día del Voluntario, en el Teatro Coliseo, entre otras actividades.

Aún resta una federalización del Programa que incluya a chicas y chicos de otras provincias; los casos de deserción escolar no disminuyen con los años y las exigencias para integrarse a la sociedad parecieran volverse cada vez más pretenciosas. Sin embargo, rellenar una fractura del sistema con música es un primer paso para seguir ahondando en ese quiebre, que se profundice y que destruya, por fin, viejos paradigmas. Para construir nuevos.