El debate sobre WikiLeaks ha descubierto el interés creciente en las «darknets» que venía madurando en sectores de la blogsfera durante el último año y puesto en valor una alternativa de largo aliento: Freenet. Freedom (TM) es la secuela de «Daemon» el primer «New York Times’ Best Seller» de Daniel Suárez. Elevado a los altares […]
El debate sobre WikiLeaks ha descubierto el interés creciente en las «darknets» que venía madurando en sectores de la blogsfera durante el último año y puesto en valor una alternativa de largo aliento: Freenet.
Freedom (TM) es la secuela de «Daemon» el primer «New York Times’ Best Seller» de Daniel Suárez. Elevado a los altares del underground digital por figuras tan relevantes como John Robb el mismo concepto de darknet sobre el que se articula la novela, se va imponiendo en la conversación como parte del vocabulario establecido.
Una darknet es una red completamente distribuida y segura, invisible a buscadores e inasequible a cualquier nodo (ordenador) que no haya sido invitado por los miembros, con sus comunicaciones cifradas y basada no en servidores sino en el ordenador que llevamos todos encima. ¿Una nueva utopía digital? En realidad existe hace tiempo: es simplemente una opción de uso de Freenet, la web puramente distribuida que ya en 2002 presentábamos como «la próxima frontera» y a la que el debate sobre WikiLeaks está convirtiendo rápidamente en tema en el «mainstream»
La idea de la cada vez más popular corriente robbiana y su entorno es crear herramientas partiendo de las actuales darknets de Freenet que permitan, siguiendo la utopía de Daniel Suárez, crear economías virtuales completas comenzando por metadivisas alternativas y siguiendo por un sistema completo de comercio virtual intercomunitario similar en muchos planteamientos a «Bazar», el software libre desarrollado por Garum Fundatio.
Freenet hoy
Hoy Freenet todavía está lejos de la darknet descrita en «Freedom TM» accesible mediante gafas de realidad aumentada. Recuerda más bien a la web de mediados de los noventa: aunque mucho más rápida que hace tan sólo cinco años, actualizar un sitio web sigue llevando su tiempo; los flogs (freenet blogs) siguen escribiéndose directamente con el bloc de notas en la mayoría de los casos y no mediante programas como WordPress y los buscadores siguen siendo bastante lentos y tan poco efectivos como eran los primeros ancestros de Altavista y Google.
Pero Freenet tiene atractivos insuperables. En primer lugar no se depende de ningún servicio. Ni siquiera de los de hosting. Cada ordenador es un nodo y es la red en su conjunto la que mantiene los contenidos disponibles. Ese mismo tipo de arquitectura en red distribuida -Freenet nació en 1.999 como una derivación del mítico gnutella- asegura la resiliencia y robustez del conjunto a un punto que hace imposible realmente la censura y el control. En su modo darknet podemos además crear una auténtica web privada de sitios y nodos que se comunican y comparten archivos entre si sin poder ser trazados, vigilados o atacados. Hasta que uno no vuelve por Freenet no se da cuenta de cuánta privacidad hemos sacrificado en la web actual.
En pocas palabras: Freenet empieza, tras casi once años de desarrollo, a convertirse en tema porque la privacidad de los contenidos forma parte de su arquitectura en un momento en que la idea misma de neutralidad de la red está bajo ataque y porque es una herramienta pensada para optimizar la comunicación en comunidades -y no en alcanzar grandes escalas comerciales- en un momento en que las comunidades reales y virtuales empiezan a poner en cuestión el modelo de recentralización auspiciado bajo la marca web 2.0 y se plantean economías comunitarias de nuevo tipo.
Conclusiones
Hasta hace poco Freenet parecía ajustarse a la famosa frase de Stefan Zweig sobre Brasil: «es el país del futuro… y siempre lo será». Pero en un tiempo donde el futuro se rompe y su imagen se fragmenta, en el que la descomposición pone por delante la necesidad de construir desde lo real, concreto y diverso, pocas tecnologías responden tan bien y llegan tan preparadas para responder al nuevo tipo de demandas que empiezan a emerger.
Estamos entrando en una época donde cada vez está más fuera de lugar pensar en las tecnologías como productos que se juzgan en función de su posible universalización inmediata. Ya pasó el tiempo de la tecnología como entretenimiento productivo. La crisis y la descomposición comienzan a cambiar las reglas de juego: lo que refuerce a las comunidades reales, permita generar nuevas estructuras de bienestar y mantenga los lazos de cohesión en una comunidad tiene prioridad sobre cualquier otra cosa. La tecnología vuelve a ser herramienta. Y las darknets son una magnífica herramienta para un mundo que ya no pide una solución sino miríadas de ellas… y todas diferentes.
http://lasindias.coop/darknets-mas-alla-de-la-frontera-del-control/