Eugenio García Gascón informaba en Público del pasado viernes 9 de abril de la huelga de hambre que han iniciado los 7 mil (¡7.000!) presos palestinos que están recluidos en cárceles del democrático y liberal Estado de Israel. Su objetivo: mejorar sus condiciones de vida. Son cinco sus demandas básicas. La cuarta de ellas solicita […]
Eugenio García Gascón informaba en Público del pasado viernes 9 de abril de la huelga de hambre que han iniciado los 7 mil (¡7.000!) presos palestinos que están recluidos en cárceles del democrático y liberal Estado de Israel. Su objetivo: mejorar sus condiciones de vida. Son cinco sus demandas básicas. La cuarta de ellas solicita poder ver el canal de televisión árabe Al-Yazira, prohibido en las cárceles de Israel sin que, claro está, se haya dado ninguna explicación.
En una columna incluida en la información y cuya autoría no logro ver que pueda ser atribuida a García Gascón, se apunta que la «demanda tiene algo de esquizofrénica». Insisto, la demanda de los presos políticos palestinos al estado atómico de Israel.
Aparte del mal uso y abuso de un término derivado de una enfermedad mental de contornos bastante precisos, las supuestas razones de la inconsistencia de la demanda -«algo esquizofrénica»- son las siguientes según el autor o autora de la columna: por un lado, la clase política israelí se deja los huesos por salir en un canal que es con diferencia el más visto en todo Oriente Próximo, incluido en las filas de los aspirantes a ese político sin escrúpulos, premio Nobel de la Paz, llamado Simon Peres, y, por otra parte, los israelíes no toleran bien «la orientación neutral», no pro-palestina, de Al Yazira. ¿Por qué no la toleran? Porque su independencia del control gubernamental lo hace muy creíble.
¿Dónde reside entonces la inconsistencia, la esquizofrenia, de la demanda palestina? No se ve por parte alguna.
Eso sí, puede verse una inconsistencia aléfica en el comentario del periodista que atribuye incoherencias a unas demandas no sólo justas sino razonables y coherentes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.