El candidato a 1° Senador por el Frente Justicialista de la Provincia de La Rioja, Don Carlos Saúl Menem, en conferencia de prensa se quebró al recordar la primera vez que escuchó a Juan Domingo Perón por la radio. La secuencia de poco más de un minuto se transformó en el spot de campaña electoral […]
El candidato a 1° Senador por el Frente Justicialista de la Provincia de La Rioja, Don Carlos Saúl Menem, en conferencia de prensa se quebró al recordar la primera vez que escuchó a Juan Domingo Perón por la radio. La secuencia de poco más de un minuto se transformó en el spot de campaña electoral en curso: Menem 2017. (Ver)
El neoliberalismo en la argentina tuvo en él a uno de sus mejores gobernantes. Elegido Presidente de la Nación en representación del Partido Justicialista en dos oportunidades, cumpliendo una década al frente del Poder Ejecutivo Nacional (1989-1999) se encargó de endeudar impúdicamente al país; abrió descaradamente las importaciones con el fin de terminar de hacer añicos la industria nacional; privatizó el Estado; nos puso de rodillas, como Nación, ante EEUU; regaló soberanía en Malvinas y entregó nuestros recursos naturales, entre tantas otras cosas. Cada una de estas medidas dejó graves consecuencias sociales: la desocupación, la miseria, el hambre y la pérdida de soberanía nacional e independencia económica, que aún hoy seguimos padeciendo.
El hombre encaprichado en hacer trizas nuestra patria -post 2001- reapareció en la escena política presentándose nuevamente como candidato a presidente. El 27 de abril del 2003, la formula Menem-Romero se impone con el 24,45 % (4.741.202 votos) contra el 22,25% (4.313.131 votos) de la formula Kirchner-Scioli. El resultado implicó segunda vuelta. Antes del ballotage del 18 de mayo, el ex presidente Carlos Menem retiró su candidatura y automáticamente Néstor Kirchner pasó a ser el Presidente de los argentinos, asumiendo el mando el 25 de mayo de 2003.
Dos años después, en la coyuntura electoral de octubre de 2005 y a pesar de su historia presidencial, fue electo por la minoría como Senador Nacional por la provincia de La Rioja, para luego volver a ser reelecto en el 2011 por el Frente Popular Riojano venciendo al Frente para la Victoria por 2500 votos.
Y, a excepción de un milagro, el 10 de diciembre de este año, a sus 87 años de edad, asumirá por tercera vez consecutiva el cargo de Senador de la Nación (2017 – 2023). Cargo que lo seguirá amparando de cumplir la condena a 7 años de prisión y 14 años de inhabilitación para ocupar cargos públicos por el delito -cometido en el ejercicio de la presidencia- de contrabando de armas a Croacia y Ecuador.
Este repaso por el recorrido político del riojano nos debe aguijonear el debate sobre la democracia, y es necesario -para los intereses de las mayorías- decidirse a cuestionarla. ¿Es un pecado político hacer esto en plena coyuntura electoral? ¿Sería hacerle el juego a la derecha? Dos veces, no. Es debatir políticamente. Y aunque suene redundante lo central en la política es debatir ideas.
Democracia vs Democracia
En los países que hemos sufrido dictaduras sangrientas, la democracia es un bien sagrado. Los uniformados hundieron sus garras para asesinar a los mejores hijos del campo popular y apropiarse de las riquezas nacionales en beneficio de los grandes poderes económicos. Han pasado 34 años de la conquista democrática (Diciembre de 1983), y como balance podemos decir que las líneas estratégicas del proyecto político, económico y social del neoliberalismo -instaurado en 1976- ha transitado todos estos años de democracia en forma implacable e imparable, manejando los destinos de la Nación. Solo hubo algunas excepciones: el intento del primer año alfonsinismo (1984) y el proyecto Kirchnerista (de parciales rupturas con el modelo neoliberal).
Es decir que la democracia ha privilegiado a los poderosos brindándole el marco legal para el saqueo constante de nuestra Nación, para la explotación de la clase trabajadora y para llevar adelante la opresión del conjunto de nuestro pueblo. La democracia garantiza la gobernabilidad y la seguridad jurídica para las grandes corporaciones económicas mundiales, para el capital financiero y para la oligarquía nativa.
Estas líneas no implican restarle importancia a la táctica electoral. En esta etapa histórica la pelea electoral es, por ahora, la única forma de llegar al poder político.
Ahora bien, la caracterización correcta de la democracia debiera dar discusiones, miradas y acciones políticas determinadas.
Si entendemos que, en definitiva, esta democracia lo que hace es presentarnos como algo lógico la acumulación capitalista y la conservación de los privilegios de los mismos de siempre; nuestra democracia debe parirse desde otra lógica antagónica a la acumulación capitalista y la conservación de sus intereses.
Y esto es así, porque el nivel de dependencia de nuestra Nación irá siempre de la mano de la capacidad que esa democracia neoliberal tenga de convencernos que este es el único sistema político posible.
Los Menem no son un rosario de anécdotas, son frutos de una democracia hipócrita que debemos desmantelar.
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