La supuesta algarabía generada por el triunfo de Cambiemos en las últimas elecciones presidenciales y la catarata demagógica de promesas a cumplir se imposta de lleno con la realidad de su gestión. El sumun parangón del marketing político quizás pudo tapar el cielo con la mano pero la gestión del actual presidente Macri dista de […]
La supuesta algarabía generada por el triunfo de Cambiemos en las últimas elecciones presidenciales y la catarata demagógica de promesas a cumplir se imposta de lleno con la realidad de su gestión.
El sumun parangón del marketing político quizás pudo tapar el cielo con la mano pero la gestión del actual presidente Macri dista de lleno entre esas promesas y las consecuencias de una gesta cada vez más restrictiva a un porcentaje de privilegio de la población.
Quizás la paradoja es cómo fue posible la reconversión de sectores populares y medios con orientación hacia el voto conservador y aquí podemos entablar relaciones entre campañas mediáticas y falencias que ha tenido la gestión estatal anterior o per se la falta de reconocimiento público a una serie de políticas que permitieron vigorizar a la Argentina.
Es por eso un desafío no menor recuperar en su cauce casi natural a dichos sectores para conformar una alternativa propositiva dentro de un Frente político intersectorial y poli clasista donde aún el Peronismo no allana por falta de consenso los interlocutores válidos ante dicha gesta.
Con dicha o con desdén estos sectores son los principales afectados por el avance brutal de una nueva versión del Neoliberalismo a la «Argentina «donde sector privado y sector público se entrecruzan en negocios que libran hacia la re confirmación de una economía monopólica y concentrada donde los consumidores son rehenes de los precios y las ganancias empresarias son extraordinarias por ende.
El reordenamiento regresivo del ingreso en favor de los sectores de poder se manifiesta casi diariamente desde las impuestas pautas salariales primero a los trabajadores de la educación y luego al conjunto de la clase trabajadora hasta los continuos aumentos en los servicios públicos esenciales que van cercenando el poder adquisitivo de la población.
Una de las banderas de Cambiemos fue su denuncia a la corrupción kirchnerista pero desde que han asumido el gobierno no para de suscitarse escándalos que corroen esa imagen de reconstrucción de la republica que ellos mismos quieren propiciar.
Pero vayamos al plano internacional, ¿cual ha sido la estrategia argentina?
Por lo visto aliarse al sector demócrata de los EEUU via la visita de Obama y los lazos con la frustrada candidata Clinton y de tenues vinculaciones con la nueva administración de Donald Trump cuya primera medida fue la prohibición del ingreso del limón tucumano a su territorio.
En orden regional, asimilarse a la irregular administración Temer en Brasil cuyo ciclo recesivo impacta de lleno en nuestro país.
España, con condecoraciones patrias al Rey, para la reafirmación de nuestro carácter de colonia ante nuestro ex imperio y quizás como un puente de apertura hacia la Unión Europea.
Sr. Macri, le falta Geopolítica a su gestión pues no visualiza los cambios en la llamada Eurasia donde Rusia, Iran y China formarán un nuevo conglomerado que será el futuro porvenir mundial.
Occidente está en decadencia y Oriente toma la apuesta mientras que en la Argentina las prioridades son bajar el Consumo para bajar la Inflación – eso sí, de los verdaderos generadores no se habla ni se tocan -, estigmatizar a los distintos estamentos de la clase trabajadora y continuar con las transferencias de ingreso bajo un descomunal proceso de Endeudamiento y Fuga de Capitales vía la ya conocida y fallida bicicleta financiera donde el dólar pierde valor ante un peso artificialmente re valuado.
Sin gesta altiva pero con experiencia histórica, los argentinos sabemos cómo termina esta historia y será la próxima administración gubernamental la que tendrá que resolver los múltiples dilemas sesgados por Uds claudicando en la posibilidad de re establecer las bases para un potencial estadio de desarrollo.
No son errores ni desaciertos, es una política certera.
Ezequiel Beer, Geografo UBA. Analista Politico
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