El primero de mayo hace mucho que perdió su razón de ser. El movimiento obrero ha sido atacado en las últimas décadas en nuestro país y ese ataque desde diferentes centros y con distintas metodologías hizo que parte de su conciencia de clase retrocediera. Sin embargo en la memoria de miles y miles de trabajadores […]
El primero de mayo hace mucho que perdió su razón de ser. El movimiento obrero ha sido atacado en las últimas décadas en nuestro país y ese ataque desde diferentes centros y con distintas metodologías hizo que parte de su conciencia de clase retrocediera. Sin embargo en la memoria de miles y miles de trabajadores persiste el recuerdo de los años 70 en nuestro país. Eran años donde la lucha y la reflexión sobre las condiciones laborales, no se discutían solamente un primero de mayo, sino que el movimiento obrero en su conjunto estaba en una especia de asamblea permanente, con debates dentro y fueras de las fábricas, donde se discutía de igual a igual con la patronal las mejoras en las condiciones laborales y salariales y donde además había un compromiso solidario de todos los trabajadores hacia y por la clase.
Hoy, cuando vemos un domingo primero de mayo las calles de algunas ciudades semidesiertas, volvemos a preguntarnos qué fue de aquel movimiento obrero capaz de voltear el mundo de cabeza, qué fue de aquella lucha en la que no importaban los feriados sino la lucha en sí y donde todos los trabajadores se comprometían con proyectos de clase. Tras el paso del huracán denominado «neoliberalismo» y con los coletazos de las políticas salvajes capitalistas de los últimos 40 años, urge reconstruir el tejido del movimiento obrero, urge recuperar la calle y saber que un desocupado, un trabajador en negro, un trabajador mal pago, es un compañero que nos pide atención, solidaridad y lucha. Solo en el conjunto, por el conjunto y desde el conjunto, será posible volver a recuperar la memoria clasista de aquellos trabajadores que se jugaron el pellejo por todos, solidariamente, con la conciencia de saber que todos los trabajadores y todas las trabajadoras merecen la misma reivindicación.
Algunos indicios de una lenta y progresiva recuperación pudieron verse las últimas semanas en Argentina. La salida de los trabajadores de la salud en Tucumán, desde un movimiento de autoconvocados que viene poniendo en jaque al gobierno provincial, desnudando los déficit del sistema sanitario local, los trabajadores del petróleo en el sur de nuestro país, la lucha de los trabajadores tercerizados del ferrocarril en Buenos Aires, son alguno de los ejemplos que debajo de la epidermis de la burocracia sindical, otra conciencia trabajadora se mueve. Pero todavía estamos lejos de las luchas de otras épocas y solo en la unidad de todos estos sectores será posible volver a poner sobre la mesa la cuestión del trabajo digno, la cuestión salarial y la cuestión de los derechos laborales. Pero además, lejos del aparato estatal burgués que sustenta al gran capital mientras aporrea al trabajador, sobre todo al combativo y donde el asesinato de Mariano Ferreira a fines de 2010 es solo la punta del iceberg de un Estado que solo piensa en la represión mientras procura arrebatarle al movimiento obrero las históricas banderas de lucha.
Que el ejemplo del SiTraC y el SiTraM cundan. Para eso tenemos los registros de sus archivos, para eso debe servirnos la historia. Para recuperar la memoria que nos permita recuperar la calle. Y que el próximo primero de mayo nos encuentre con las banderas del movimiento obrero unificado en las calles exigiendo lo imposible para hacer verdad el sueño de los trabajadores setentistas. Esos que con la conciencia en el alma tomaban las calles y luchaban por sus derechos. Nuestros derechos.
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