Argentina celebró este sábado la revolución de 1810 que dio origen a la independencia del país. Precisamente otro 25 de mayo, pero de hace diez años, llegaba al poder el ex presidente Néstor Kirchner. En esta década de kirchnerismo, que hoy representa al frente del Gobierno la que fuera su esposa, Cristina Fernández, se ha […]
Argentina celebró este sábado la revolución de 1810 que dio origen a la independencia del país. Precisamente otro 25 de mayo, pero de hace diez años, llegaba al poder el ex presidente Néstor Kirchner. En esta década de kirchnerismo, que hoy representa al frente del Gobierno la que fuera su esposa, Cristina Fernández, se ha consolidado un modelo político que se autodefine como peronista, el movimiento que surgió entre 1943 y 1946 y que encabezó una de las figuras más trascendentes de la historia argentina, el general Juan Domingo Perón.
Leonardo Grosso, diputado nacional del oficialista Frente para la Victoria (FPV), es uno de los que afirma que kirchnerismo y peronismo son en esencia lo mismo: movimientos populares que encaran grandes transformaciones en Argentina.
«El peronismo significó el momento de mayor avance de los sectores humildes y trabajadores en cuanto a derechos y conquistas sociales», expone a Público. «Después del peronismo hubo dictaduras y falsos peronismos que eran en realidad Gobiernos neoliberales. Con el kirchnerismo se ha vuelto a construir el espíritu del peronismo, es decir, un movimiento que devuelve la dignidad a las mayorías populares.»
Como ejemplo de esa reconstrucción, Grosso menciona alguna de las políticas que Kirchner y Fernández han implementado a lo largo de estos años: «la reconstrucción del empleo con cinco millones de puestos de trabajo ; las paritarias, que obligan al Estado a intervenir entre empresarios y trabajadores para que suban los salarios mes a mes; la asignación universal por hijo, la cobertura social argentina, donde todos los niños argentinos hoy tienen el mismo derecho gracias al Estado; la política de jubilaciones, la decisión de abrazarse a América Latina y decir no al ALCA y apostar por la UNASUR; la política del matrimonio igualitario, y la ley de identidad de género».
Todas ellas son iniciativas que tienen que ver con el espíritu del peronismo de incorporar a los sectores sociales excluidos , según el diputado. «El peronismo es un movimiento histórico, no un partido, que cambió la Argentina», aduce. «Y eso se está haciendo ahora. Los protagonistas hoy son los que hace diez años no tenían ni siquiera para comer; los famosos piqueteros, como por ejemplo yo, que nos incorporamos a la política gracias a la voluntad de Néstor y de Cristina».
Peronismo versus kirchnerismo
Pero no todos los que se identifican con el peronismo se identifican con los Kirchner. Grosso, hijo de un militante montonero que además es el máximo referente de la rama juvenil del Movimiento Evita, explica que ello se debe a una estrategia de sectores poderosos para utilizar a los movimientos populares a su favor. «Así pasó en Argentina con el Gobierno de Carlos Ménem, que se decía peronista pero llevó adelante reformas neoliberales que excluyeron a millones de personas», alega el político. «Lo mismo pasó en Bolivia con el Movimiento Nacional Reformista (MNR) de Gonzalo Sánchez de Lozada, que apenas hablaba casi en inglés y defendía a las corporaciones transnacionales, y así se vivió también en Perú con la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) de Alan García».
El diputado insiste en que no debe confundirse al peronismo con un partido o con una ficha de afiliación. «Uno de los que estuvo con Perón fue su ministro José López Rega, que armó los comandos civiles para asesinar trabajadores», recuerda.
Grosso admite, no obstante, que el peronismo incorpora muchas de las contradicciones que existen en Argentina. «El peronismo tiene también distintas etapas, porque no es lo mismo empezar de cero con la industrialización o que recuperarla, o que ir a una etapa donde necesitamos bienes de capital», indica. «Pero en suma, viene a construir un proyecto industrial. Nosotros nos debatimos toda nuestra historia con esta disyuntiva de si construimos un modelo agroexportador, que le sirva a los europeos y norteamericanos, o uno que nos sirva a los latinoamericanos. Ésto es lo que el kirchnerismo también decidió enfrentar a favor de los argentinos».
A juicio de Eduardo Murúa, dirigente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, el kirchnerismo ha desvirtuado la razón de ser del peronismo. «A partir de 1989 [cuando Ménem fue elegido presidente], el peronismo dejó de ser expresión de un movimiento revolucionario y se integró totalmente al sistema en sus prácticas y formas como un partido burgués «, precisa. «El kirchnerismo es la continuidad de ese peronismo. No hay un cambio sustancial en estos diez años».
Como representante de la cooperativa IMPA, una empresa metalúrgica que fue recuperada por sus trabajadores en 1998, Murúa denuncia que la estructura de Argentina sigue sostenida a base de la sojización de la economía, de la extracción minerales y de la energía, y que no hay ningún desarrollo en tecnología, ni en plantas industriales ni en industria pesada. «Si caminás por la provincia de Buenos Aires podés comprobar cómo vive la gente», observa. «El 40% del empleo es precario, y el promedio del salario es de 4.500 pesos [645 euros al cambio oficial], que no alcanza para nada».
Para este referente social, lo único que queda de peronismo «está en la memoria de que el pueblo vivió feliz de 1946 a 1955 [durante el primer Gobierno de Perón] y en la lucha de las organizaciones peronistas que fueron las que resistieron, aunque luego perdieran ante la estructura neoliberal que se desarrolló a partir de los años 70». Desde entonces se ha consolidado una sociedad dual «por más planes sociales que haga el Gobierno, que son focalizados y no sacan de la miseria al 50% de la población».
Murúa entiende el kichnerismo como un peronismo adaptado al sistema y que va generando los cuadros para administrar los recursos del Estado sin poner en discusión el modelo capitalista, «ahora con un planteo de desarrollismo, en algún otro momento con neoliberalismo, pero siempre dentro de la lógica de la división internacional del trabajo y del dominio mundial».
Peronismo vaciado de significado
La prueba de que kirchnerismo no es peronista, según el dirigente, es que el peronismo expresaba alternativas al poder mundial, se declaraba anticapitalista, y ponía al ser humano en el corazón de su proyecto, mientras que los sectores que el Gobierno dice haber integrado siguen tratando de sobrevivir de manera precaria.
Murúa pone de ejemplo a los jubilados, cuya pensión mínima apenas supera los 2.000 pesos [menos de 300 euros al cambio oficial]. «En diez años sí se pueden cambiar cosas, el peronismo fue ejemplo de ello. Y un país normal con una década de crecimiento económico extraordinario podría haberse transformado», reflexiona. «Pero en este tiempo se han fugado casi 400.000 millones de dólares entre las transnacionales y las grandes empresas. Imagina lo que podrían haber hecho con ese dinero en vez de dejar que haya una manguera para afuera de trabajo argentino que se va en fuga de capitales».
¿Dónde está, entonces, la esencia peronista del actual proyecto político? «El kirchnerismo no representa un cambio real si en diez años no se ha transformado la estructura establecida desde los años 70», sentencia Murúa. «Seguramente no sea fácil. Hay que enfrentarse al poder mundial y tener una decisión política clara. Y no la tienen».
Fuente original: http://www.publico.es/internacional/456027/argentina-diez-anos-entre-kirchnerismo-y-peronismo