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Discretas reflexiones sobre una jornada electoral

Fuentes: Rebelión

Entraremos en la vorágine ajena de la cuenta regresiva. Una enorme sala de espera, un devenir incierto. Caminaremos en el presente nebuloso, buscando divisar la puerta de salida. Nos detendremos a reflexionar. Concluiremos que no habrá futuro auspicioso para nuestros destinos. Seguiremos reflexionando… Veremos a los mismos de siempre, pero con máscaras diferentes. También a […]

Entraremos en la vorágine ajena de la cuenta regresiva. Una enorme sala de espera, un devenir incierto. Caminaremos en el presente nebuloso, buscando divisar la puerta de salida.

Nos detendremos a reflexionar. Concluiremos que no habrá futuro auspicioso para nuestros destinos.

Seguiremos reflexionando…

Veremos a los mismos de siempre, pero con máscaras diferentes. También a los principiantes que, ensimismados en su estrategia individual, lucirán máscaras nuevas, descartables…

Seremos actores semiconscientes, partes aisladas en un gran teatro montado para una obra sin final feliz. Un acto inicial invocará nuestra participación; un acto intermedio mostrará lo más cruel del entorno: la injusticia, el saqueo, la desigualdad, la miseria, la violencia, la explotación (en ese momento probablemente nos parecerá que actuamos en una obra repetida). Y en el acto final, ya desilusionados, nos sacudiremos y apostaremos por continuar viviendo, a pesar de todo.

Tendremos expectativas, los eternos optimistas que, continuamente desencantados, volvemos al ruedo de la fe. Una fe proveniente de una amarga e incomprendida insatisfacción.

Consentiremos nuestro automatismo optando por el mal menor. Nos inclinaremos por los que harán el mal, pero que, llegado el caso y la conveniencia, favorecerán algunos de nuestros intereses menos esenciales.

Nos equivocaremos, una y otra vez…

Pero podremos opinar que los pasos en falso se cuentan después de bajar del escenario; y que esa marcha despojada se transformará en un camino cuesta arriba, pero coherente y digno.

Conviviremos con las máscaras, o con las personas que se encuentran detrás de aquellas. Intrigados, admiraremos en los medios, día tras día, el show de antifaces danzando melodías alegres, aunque densas y monótonas.

Nos codearemos con aquellos que nos tildan de tibios. Dirán que nuestro pensamiento es cómodo, egoísta y poco retrospectivo con las atrocidades pasadas; que nuestra forma de ver la realidad ayuda en nada, o peor aún, ayuda a los malos malos, a los malísimos, en sus macabros planes. Nos dirán indefinidos, generación X o generación Y, inmaduros, idealistas…

Pero finalmente levantaremos la mano y responderemos que no nos conformamos, que lejos de la tibieza y la «pacatería» tenemos nuestros principios, muchas veces incomprendidos. Que algunos somos conscientes de nuestra historia y que la generación de la cual formamos parte, vive como puede la realidad creada por pequeñas porciones de generaciones anteriores…

No será la indefinición la que caracterice nuestro tránsito, sino la mal afamada sensibilidad transformada en pensamiento crítico, en ímpetu diligente. Desenmascararemos las mentiras mientras podamos, a nuestra manera. Y seguiremos mirando los escritos a trasluz. Molestaremos entre las capas bajas. Y la suma de estos actos se convertirá en vapor que algún día, más tarde o más temprano, se abrirá paso entre las rocas de esta vieja montaña.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.