Un mundo artificial donde el valor de intercambio material es el dinero genera desigualdades, porque hay distintos tipos de clases sociales y costumbres por las cuales comienzan a aparecer sometidos/as y sometedores/as De la Libreta de Santiago Maldonado Donde quieras que estés, seguí siendo Santiago. Que nada te detenga, que sigas tu camino. Espero que […]
El tajo profundo abierto en la conciencia del país, profundizado con el asesinato del joven de origen mapuche Rafael Nahuel a manos de los Albatros de la Prefectura Naval Argentina en las costas del lago Mascardiel día exacto del entierro Santiago en la ciudad de 25 de Mayo,constituyó el comienzo dramático de un proceso regresivo para la democracia que terminó de cobrar forma un año después, el 23 de julio pasado, con la firma del decreto que le pega un hachazo a la concepción de Defensa Nacional, distinta de Seguridad Interior, parida por argentinas y argentinos después de la última dictadura cívico militar con su saga de 30.000 detenidos desaparecidos, miles de muertos y decenas de miles de prisioneros políticos, además de la quiebra del aparato productivo del país [2].
La represión antimapuche en la provincia de Chubut generó un estallido movilizador entre los argentinos, del mismo modo que lo provocó el intento de indulto encubierto de los jerarcas de la última dictadura cívico militar que intentó la Corte Suprema con su 2×1, el rechazo a los recortes jubilatorios, el desembarco del FMI, el NiUnaMenos de mujeres y hombres contra la violencia de género o el reclamo contra la clandestinización del aborto y por el derecho a una práctica legal, segura y gratuita o que el reciente decreto con botas.
Junto a las multitudes surgieron experiencias como las de «Arte por Santiago», coordinada por los pintores Rubén Borré y Rubén Sassano, que movilizó a un grupo de artistas tras la pregunta «¿Dónde está Santiago?» y expusieron su protesta gráfica en lugares como los Espacios de Memoria Virrey Ceballos de la Ciudad de Buenos Aires y «El Faro» de Mar del Plata, en las provincias de Corrientes y Tucumán y en las ciudades patagónicas de Trelew, Puerto Madryn y Esquel.
Un año después, el grupo reunió a más de 300 artistas a lo largo de su «recorrida nacional», le estamparon en rojo el «Un año sin justicia» sobre el esténcil que ya inmortalizó el rostro barbado de Maldonado, con los matasellos «Gobierno responsable» y «Gendarmería Nacional» flanqueando la acusación «Desaparición forzada» y desembarcaron la muestra itinerante en el Centro Cultural Paco Urondo de la Universidad de Buenos Aires.
Desaparición y Muerte de Santiago Maldonado. La película
La historia de saqueos y represión contra los pueblos ancestrales patagónicos, la tenencia de tierras y reservas estratégicas en manos de extranjeros y corporaciones transnacionales, la atrocidad represiva del gobierno actual con la consiguiente conmoción pública motivó a quienes quieren mostrar la verdad, analizar las consecuencias de los hechos y denunciar las injusticias, tanto la de los asesinatos como las que cometen terratenientes como el inglés Joseph Lewis o el italiano Luciano Benetton.
En ese marco, el director cinematográfico Tristán Bauer y los productores Jorge Topo Devoto y Osvaldo Papaleo realizaron una película contundente y de discurso irrefutable por el cúmulo de pruebas que presenta sobre los hechos protagonizados por las fuerzas de seguridad del presidente Mauricio Macri, que lidera Patricia Bullrich. Por esas «casualidades» de las que hablaba Julio Cortázar, como explicó Bauer, fue presentada a la prensa el día en que Maldonado hubiese cumplido 29 años, el pasado 25 de julio. Entre sus puntos más altos tiene el «escrache» al mismísimo Benetton durante una presentación junto al fotógrafo Oliviero Toscani, quien ilustró la campaña de los «colores unidos» del multimillonario hace ya tres décadas.
La pregunta acerca de «¿Dónde termina el camino de Santiago?» que se formula la obra deja de ser retórica frente al cúmulo de respuestas que genera, no menos rotundas que sus 80 minutos de duración y que, incluso, van más allá del drama en sí de la desaparición y muerte del joven Maldonado:
El «Camino de Santiago», junto a la «trepada de Nahuel» a orillas del Mascardi, constituyó la puesta en escena de la primera fase de la política represiva violenta del gobierno de Mauricio Macri con inclusión del uso de armas letales e ignorancia de las leyes bajo el paraguas falso del concepto de «flagrancia» (el allanamiento del Pu Lof en Resistencia del departamento Cushamen en cuyo marco desapareció Maldonado fue sin autorización del juez). Esa etapa finalizó un año después, en el momento en que el gobierno dio un salto cualitativo de esa política con la firma del decreto 683/18 que, contra los mandatos de las leyes de la democracia, autoriza a las Fuerzas Armadas a participar en acciones de «seguridad» interior. En ese lapso de un año, la ministra Patricia Bullrich y su jefe de Gabinete, Pablo Noceti, fueron los encargados de desarrollar el experimento de construcción de un «enemigo interior» que «justificase» el despliegue militarizado de Gendarmería y Prefectura y le diese los elementos a Macri para intentar desplazar a los efectivos de esas fuerzas hacia las zonas de conflicto social y ubicar en su reemplazo a tropas de las Fuerzas Armadas junto a zonas de reservas hidrocarburíferas, mineras o acuíferas.
El gobierno de la Alianza Cambiemos pretende actuar como el cine continuado, que «empieza cuando usted llega»; así como trató de convertir en «mérito» propio la «autorización» del FMI para el uso de parte del préstamo acordado recientemente en «políticas sociales» destinadas a contener el malestar que generan sus medidas de hambreamiento, empobrecimiento y desocupación, también pretende que los «nuevos objetivos» de la «defensa» acaban de definirse, cuando en realidad lo que hace es seguir al detalle el libreto escrito hace ya más de una década por el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos.
Desde allí y con un marco más ideológico que legal, se pretende enfocar los problemas regionales como situaciones de «seguridad», cuyas «soluciones» incluyan la posibilidad de dar respuestas militarizadas a problemas ajenos al ámbito tradicional de la responsabilidad castrense [3].
Las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, Lula de Silva, Evo Morales o Rafael Correa rechazaron ese enfoque y construyeron espacios políticos y americanistas de resolución de conflictos. Mauricio Macri se abrazó a los tanques, los helicópteros y las armas que propone Washington. Los mapuches fueron el modelo de «enemigo interior» usado para instalar, primero la idea, luego los fierros de esa política. Alude a un grupo de existencia jamás probada en el país -lA RAM- y a una población del 0,0033% total viviendo en comunidad, del que apenas un puñadito habita desde marzo de 2015 en el Pu Lof en Resistencia del noroeste de Chubut, haciendo uso del reconocimiento como «propiedad originaria» de esas tierras documentado desde finales del Siglo XIX, que ahora el Estado reconoce como propiedad del grupo Benetton, donde está enclavada la estancia Leleque, aunque pesa sobre el mandato de «no innovar» hasta zanjar el conflicto con los derechos de los pueblos originarios reconocidos por la Constitución. La construcción oficial ya roza el formato de la «doctrina de seguridad nacional» utilizado por la última dictadura para masacrar el pueblo. También engendrado en Washington y su complejo militar-industrial, consistió en «constituir» en «enemigo», «aliado de la Unión Soviética», el «comunismo» o los «intereses foráneos» a cualquier expresión organizada opuesta a la entrega de las riquezas y la soberanía nacionales y a las políticas de empobrecimiento de las mayorías; calificarlos de «terroristas» y proceder a su persecución, encarcelamiento, desaparición, tortura y exterminio.
Los decretos inconstitucionales de Macri incluyen conceptos calcados de aquella etapa repudiada por el conjunto de la Nación y se esmeran en aludir al factor «extranjero» o «externo», como el párrafo que señala que «Las Fuerzas Armadas, instrumento militar de la defensa nacional, serán empleadas en forma disuasiva o efectiva ante agresiones de origen externo contra la soberanía»
Los aniversarios, por doloroso que sean tienen esa virtud, empujar a los creadores, como Borré y Bassano, como Bauer, Devoto y Papaleo, como el periodista Sebastián Premici y su libro implacable «Santiago Maldonado: un crimen de Estado», a agudizar el ingenio, escarbar donde los poderosos no quieren y sacar a luz, tantos datos como preguntas que la sociedad deberá responder.
Santiago y Nahuel, permitieron transparentar todo esto, denunciar con sangre las verdaderas intenciones de la nueva política represiva, mostrar que «esto, recién empieza» y constituye un modelo de despliegue represivo integral que complementa una política socioeconómica no incluyente que solo puede sobrevivir en base a represión.
Este primero de agosto, aniversario de la desaparición de Santiago, solo pasará desapercibida para quienes se nieguen a mirar la realidad, la que reflejan esta película, estos, cuadros, estos libros y centenares de notas periodísticas.
Notas:
Carlos A Villalba. Psicólogo y periodista. Investigador argentino asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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