El lunes 25 de junio está convocado un Paro Nacional por la CGT y acompañado por las dos CTAs, más organizaciones sociales y populares diversas. La medida recoge la tradición histórica de lucha del movimiento obrero y popular local para expresar desde la dinámica del conflicto el descontento ante la realidad socio-económica. Esta se manifiesta, […]
El lunes 25 de junio está convocado un Paro Nacional por la CGT y acompañado por las dos CTAs, más organizaciones sociales y populares diversas.
La medida recoge la tradición histórica de lucha del movimiento obrero y popular local para expresar desde la dinámica del conflicto el descontento ante la realidad socio-económica. Esta se manifiesta, entre otras cuestiones, en el crecimiento del desempleo, la reducción del consumo popular y las expectativas negativas por el mayor endeudamiento y la perspectiva de ajuste que supone el acuerdo con el FMI.
Desde otro enfoque, por su parte, el gobierno de Mauricio Macri y el poder económico local y mundial destacan la satisfacción por la aprobación del acuerdo de asistencia del FMI, y en simultáneo, la calificación de «mercado emergente» para la Argentina resuelta en estos días por Morgan Stanley Capital International, MSCI.
Se trata de una calificación, un índice, otorgada por un proveedor de índices e informaciones para inversores internacionales, caso principal de los bancos de inversiones estadounidenses. La banca J. P. Morgan es el organizador inicial del índice, ampliado con la absorción de empresas de información económica en estos últimos años.
La decisión de MCSI está en clara asociación y sintonía con los intereses hegemónicos del sistema financiero mundial, el FMI y la especulación que identifica el rumbo criminal del capitalismo contemporáneo.
Datos para el descontento
Informa el INDEC para el I° trimestre del 2018 un crecimiento del desempleo al 9,1%, con trabajadores ocupados demandantes de empleo por el 15,3% y sub-ocupados demandantes de empleo por 6,8%.
Son todos valores superiores a los registrados en el trimestre anterior y que por lógica no incluyen aún el impacto de la crisis cambiaria de mayo y junio.
La situación se agrava si consideramos que un 29,9% de la población económicamente activa (PEA), o sea, en edad de trabajar, «presiona sobre el mercado de trabajo» según informa el INDEC.
Además, un 35% de los trabajadores se encuentra en situación irregular, sin seguridad social.
Son datos que reflejan la situación de trabajadoras y trabajadores, agravada en las zonas de mayor concentración de población y pobreza, caso del Gran Buenos Aires, el Gran Córdoba o el Gran Rosario.
Al mismo tiempo explica la caída del consumo popular, situación agravada con la perspectiva inflacionaria del 2018, que según relata el acuerdo con el FMI podría llegar al 32%, muy lejos de las actualizaciones negociadas en paritarias, aun las más exitosas.
Por su parte, el comercio internacional profundiza el saldo negativo y confirma la dependencia argentina del ingreso de capitales.
Según el INDEC, entre enero y mayo el déficit comercial alcanza los 4.691 millones de dólares, contra 1.866 millones del mismo periodo en 2017.
Si el déficit externo del 2017 alcanzó los 8.400 millones de dólares, bien puede proyectarse un valor entre 11.000 y 12.000 millones para el 2017, lo que evidencia la necesidad de financiar ese saldo negativo.
La situación es más compleja aun si consideramos que las tasas de interés ofrecidas esta semana para la renovación de las Letras del Banco Central, las LEBAC, alcanzó el 47%, agudizando el carácter usurario del crédito, lo que impide cualquier horizonte de repunte de la actividad económica vía préstamos.
FMI y MSCI
Todo se concentra en la capacidad de captar inversores externos.
Allí radica la satisfacción del gobierno local y el poder económico por el ingreso del primer tramo del acuerdo FMI por 50.000 millones de dólares a desembolsar hasta el 2021.
Por ahora, ya ingresaron al país 15.000 millones de dólares, los que acrecientan las reservas internacionales, ahora por encima de los 62.000 millones de dólares.
Al mismo tiempo que ingresa el primer desembolso del FMI, MSCI devuelve a la Argentina la categoría de mercado emergente que fuera perdida en 2009.
La expectativa es el ingreso de divisas para inversiones productivas y/o especulativas.
Claro que MSCI señala que se mantendrá la calificación siempre y cuando se mantenga el rumbo económico y no se presenten restricciones al movimiento internacional de capitales.
Es una clara alusión de respaldo político al sentido de las medidas de ajuste que intenta el macrismo y aliados en el gobierno y una advertencia si crece la crítica y el descontento social ante el rumbo del ajuste.
Resulta evidente la apuesta del poder mundial expresada en el Directorio del FMI con el gobierno de la Argentina, con capacidad de sostener financiera e ideológicamente la política de ajuste y reestructuración regresiva.
En el ámbito local, el Gobierno Macri avanzó en modificaciones del elenco ministerial para buscar nuevos argumentos en la disputa del consenso social, alejando a responsables visibilizados por sus resultados regresivos en el tarifazo (Aranguren) y la promoción de las importaciones (Cabrera).
Con los nuevos ministros busca recomponer imagen y consenso y con Caputo en el BCRA tienta a los banqueros globales y al FMI a dirigir cotidianamente la política monetaria y financiera.
Dos miradas
Todo lo mencionado constituye dos miradas sobre la realidad.
Una es la del poder local y mundial para afirmar el rumbo reaccionario de la política y la economía en el país.
Otra se manifiesta en creciente descontento y aliento a la conflictividad para evidenciar la necesidad de un rumbo que modifique la ecuación de beneficiarios y perjudicados.
En el horizonte aparece la renovación de la gestión presidencial del 2019, que hasta hace muy poco parecía inducir una segura reelección de la gestión Macri y que ahora, de cara a la situación en curso y el descontento que se organiza en protesta puede augurar una disputa con resultados imprevisibles.
Un problema no menor apunta a desentrañar el tipo de cambio político y económico necesario, que no se agota en el cambio de gestión del mismo rumbo, sino en la perspectiva de construcción de una alternativa que incluye la confrontación con el orden capitalista.
La sola mención de la cuestión anticapitalista remite a profundos debates en curso en el movimiento social e intelectual en el país y más allá.
No se trata solo de una cuestión coyuntural, sino estratégica en el ámbito mundial.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.