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El ajuste en tiempos de Massa

Fuentes: Rebelión

La crisis en la coalición de gobierno viene de lejos, y se visibilizó en estas semanas con cambios en el gabinete ministerial.

El trasfondo de la situación se expresa en las remarcaciones de precios que deterioran la capacidad de compra de los ingresos populares y se proyecta a los tres dígitos en el año. También en el ajuste derivado de los acuerdos con el FMI y una corrida cambiaria estimulada desde el poder económico concentrado. El resultado es un creciente descontento popular que abona al descrédito en la “política”, y una ampliación de la resistencia con articulaciones nuevas, entre sectores de la izquierda y de quienes, aun insertos en la pertenencia a la coalición de gobierno, se movilizan en defensa de reivindicaciones a contramano de la política oficial.

No alcanzó con el cambio de Matías Kulfas y la entrada de Daniel Scioli al Ministerio de Desarrollo Productivo, como no alcanzó con la salida de Martin Guzmán y el ingreso de Silvina Batakis, que no solo se comprometió a seguir la ruta del acuerdo con el FMI, sino que visitó en Washington, como último acto de su gestión, a las autoridades económicas del gobierno de EEUU, a las del FMI y ratificó todas las metas suscriptas con el Fondo Monetario Internacional en marzo 2022. Ahora se incorpora al Poder Ejecutivo a Sergio Massa, con un operativo clamor de muchos gobernadores alineados con el Frente de Todos, cerrando filas en el oficialismo y con el aval de distintos sectores del poder económico.

Aun antes de la designación de Massa se generaron algunos movimientos en el mercado de cambios, haciendo bajar la fortísima presión cambiaria de la corrida. El nuevo funcionario del ejecutivo asumirá la semana próxima y la cotización de la divisa estadounidense bajo desde 350 a 290 pesos por dólar, achicando la breca cambiaria, el “riesgo país” y dejando acciones y bonos en alza. La fusión de tres ministerios: “economía”, “desarrollo productivo” y “agro, ganadearía y pesca” en uno solo, bajo el mando de un personaje amigable con el poder económico local y global, fue garantía suficiente para empezar a frenar la furiosa corrida.

Faltan las designaciones de equipo y las primeras medidas para definir las tendencias y los rumbos de los poderosos. Parece haber satisfacción en el poder económico vinculado al modelo productivo de inserción subordinada en la economía mundial; de extractivismo para la exportación; de ensamble industrial y fuertemente vinculado a la especulación financiera. Estos sectores querían una señal más allá de las que dio Guzmán para tranquilizar la economía argentina, pero también, más allá de las señales que dio Silvina Batakis. No alcanzaba con la continuidad de la política de ajuste y cumplimiento con los acuerdos del FMI pronunciados por Batakis, e incluso del renunciado Julián Domínguez, cuyos dichos eran bien receptados por los grandes propietarios de la tierra. El poder reclamaba un interlocutor más afín a los objetivos liberalizadores de la economía.

Por todo ello, la designación de Sergio Massa fue receptada con entusiasmo por los principales beneficiarios del modelo productivo y de desarrollo. Habrá que ver si puede congeniar con el área energética, sector apuntado para ejecutar el ajuste suscripto con el FMI, tanto como el vínculo del nuevo funcionario con la AFIP y el BCRA. Hay que registrar que, en simultáneo al anuncio de Massa, el BCRA incrementó las tasas de interés. Una disposición en sintonía con la nueva suba de la tasa de interés dispuesta por Reserva Federal de EEUU, el Banco Central de EEUU, del mismo modo que lo hizo el Banco Central Europeo. Las subas de tasas preanuncian un tiempo de desaceleración y/o recesión de la economía mundial. En ese sentido, el FMI pronostica menores expectativas de crecimiento de la economía mundial para el presente y el próximo año. De hecho, ya existe una recesión técnica en EEUU, con dos trimestres en baja, cerrando un primer semestre del 2022 con caída de la producción, que se suma a una tendencia similar en Europa, e incluso, una desaceleración de la economía en China.

Argentina creció en el 2021 respecto a la fortísima caída del 2020, pero el crecimiento del 2022 viene desacelerándose. Es muy probable que con esta suba de la tasa de interés del Banco Central, que con seguridad no será la última, y con las medidas de ajuste que se esperan para el segundo semestre de este 2022, las perspectivas no son halagüeñas, menos para los sectores populares de ingresos fijos.

Lo que podemos suponer para los primeros anuncios, apuntados a desarmar la corrida cambiaria y la presión del poder económico, pasarán por acelerar la devaluación del tipo de cambio oficial, acompañado de nuevas subas en las tasas de interés. La intencionalidad será creer en reservas internacionales para atender los acuerdos con el FMI. El sendero de la economía a futuro en tanto y en cuanto se cumple con los acuerdos con el FMI, es de un ajuste que va encaminado a una perspectiva de reformas estructurales en materia previsional y laboral. No hay horizonte de medidas a favor de los más perjudicados, salvo alguna disposición compensatoria, al estilo de los bonos por “única vez” a lo que nos acostumbró la política de distribución regresiva del ingreso. Tampoco resulta esperable políticas antinflacionarias aplicación de la ley de abastecimiento, o controles de precios, ni medidas de reforma tributaria que afecten a los grandes ingresos. Nada de eso es esperable bajo un ministerio con el perfil asociado al poder económico y político local y global del funcionario designado.

Este es un tiempo de profundización del ajuste, por lo que resulta esperable un avance la conflictividad social. La novedad de los últimos tiempos presenta a los movimientos sociales populares vinculados a la izquierda articulando con otros que mantienen su adhesión a la coalición gobernante. Esta es la novedad política en la movilización callejera de los últimos tiempos y es de esperar que la protesta social se canalice como conflicto para generar condiciones para una alternativa política, que es la asignatura pendiente para la Argentina de nuestro tiempo.

Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP

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