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El asunto de Uber

Fuentes: Rebelión

It’s easier to ask forgiveness than it is to get permission. (Es más fácil pedir perdón que pedir permiso) Grace Hopper[1] Las amenazas de las asociaciones de taxistas de volver a bloquear a finales de este mes de octubre la Ciudad de México, hace necesario realizar una serie de consideraciones sobre las quejas que estos […]

It’s easier to ask forgiveness than it is to get permission.

(Es más fácil pedir perdón que pedir permiso)

Grace Hopper[1]

Las amenazas de las asociaciones de taxistas de volver a bloquear a finales de este mes de octubre la Ciudad de México, hace necesario realizar una serie de consideraciones sobre las quejas que estos realizan contra los servicios de pasajeros obtenidos por la vía de aplicaciones computacionales que pretenden facilitar el traslado de los pasajeros.
Que los taxistas de siempre llevan la desconfianza de los usuarios es algo tan evidente que se vuelve casi un anatema mencionarlo. Acusados de proporcionar un servicio pésimo, varias veces violento, en unidades vehiculares que parecen tener todo menos la seguridad y ni que decir de la limpieza, su protesta es la cereza del pastel que acaba por denigrarles socialmente. Y sin embargo, consideramos que lo interesante de este asunto es que la mayoría de la población y de los mismos trabajadores del volante, tanto los que trabajan de la forma tradicional como los que dependen de las aplicaciones, simplemente dejan fuera de la evaluación, por desconocimiento o por ideología, una serie de hechos que se hace necesario meter también en la evaluación del problema que se genera en torno al servicio de taxis en la Ciudad de México en particular, y en general en la nación.
Empecemos por el hecho de preguntarnos cómo fue posible que como habitantes de esta ciudad nos encontremos en la situación caótica del transporte público en la cual la saturación vehicular particular y los grandes y absurdos tiempos de traslado son la evidencia de la destrucción del sistema público de transporte. Estos hechos incontrovertibles y las diferentes políticas públicas llevadas a cabo por personas subordinadas a intereses particulares empresariales cuando no mafiosos que se beneficiaron de la destrucción del transporte público en la ciudad, simplemente son pasados por alto en las discusiones derivadas de la utilización de las aplicaciones que dicen pretender solucionar algo, lo que demuestra que la propaganda de los dictados del neoliberalismo duro de cuarenta años simplemente funcionan porque han dejado fuera de la discusión todo lo anterior de las consideraciones de la población, y lo que es peor: el neoliberalismo ligero del obradorismo-zen tampoco parece interesado en meter en el discurso algo de esa destrucción y sus beneficiarios, no al menos de manera evidente. La historia que nos ha traído a la catástrofe del actual sistema público de transporte es la historia de la destrucción del mismo sistema público del transporte en esta ciudad entonces el Distrito Federal, derivada básicamente de la desaparición de rutas, plazas de trabajo y unidades de la entonces conocida como Ruta 100, la falta de inversión y planificación adecuada del sistema Metro y trolebús, y el bloqueo de cualquier propuesta alternativa que beneficiara de alguna forma a la población, todo para privilegiar el transporte privado, negocio de unos pocos, de lo que en su momento fueron las peseras, primero con combis y ahora con unidades conocidas como micros, y cuyo deterioro, suciedad, posibilidades de violencia hasta perder la vida ya sea por accidentes viales o por atracos sucedidos en su traslado y precios abusivos que no corresponden a la porquería de servicio que prestan, son las mismas cosas que se acusó al sistema público de transporte para limitarlo sin que se atrevieran a desaparecer al mismo de manera definitiva, mientras también se privilegiaba, por no decir que se obligaba, a la población que podía hacerlo, sobre todo de las clases medias y altas, a la compra de vehículos particulares, dando el conjunto otro ejemplo de una historia común de como la ideología neoliberal, en sus justificaciones de privatizar y denigrar cualquier servicio público, termina, a la vuelta de los años, entregando la misma basura de servicio y a veces peor de lo que antes decían que existía, todo de la mano de los ideólogos empresariales y mafiosos a veces reconvertidos en funcionarios públicos. Hay que reconocer, ya lo hemos escrito, que la propaganda funciona, y funciona muy bien: en la actual pelea por los servicios de taxis entre los ya conocidos y las aplicaciones de Uber, Cabify y demás, simplemente nadie está dispuesto a preguntar, quizás porque no hay quien recuerde, cómo eran las cosas antes, y mucho menos se está dispuesto a preguntar porque no se construye un sistema de transporte público eficiente y viable económicamente para toda la población.
Y así como nadie está dispuesto a preguntar sobre los malos servicios públicos del transporte, tampoco parece haber disposición a preguntarse exactamente que es y cómo funciona la aplicación y las empresas que están detrás de esas. Sin embargo, antes de hablar de esto sería bueno plantear algunas consideraciones sobre las aplicaciones y sus propósitos.

Son muy pocas cosas en las que el orden de los factores que intervienen en un problema quizás no importen, quizás esto solo sea cierto en algunas partes de la aritmética básica. Y en las problemas sociales esto simplemente no es cierto: no es lo mismo crear una aplicación o usar un recurso tecnológico cualquiera, para pretender resolver un problema social[2], que crear una tecnología y después decidir en donde quieres que se aplique esperando no solamente resolver un problema que posiblemente existía pero no de la forma en que dicen, pretendiendo encima sacar beneficio económico particular de esto. Y esto último es exactamente lo que las empresas que han diseñado y usado las aplicaciones que ahora son tan populares han hecho.

«We’re in a political campaign, and the candidate is Uber and the opponent is an asshole named Taxi. Nobody likes him, he’s not a nice character, but he’s so woven into the political machinery and fabric that a lot of people owe him favors (…) We have to bring out the truth about how dark and dangerous and evil the taxi side is.»

(«Estamos en una campaña política, el candidato es Uber, y el oponente es un gilipollas llamado taxi. A nadie le gusta, es un personaje desagradable, pero está tan imbricado en la maquinaria y el tejido político que mucha gente le debe favores (…) Tenemos que poner de manifiesto la verdad sobre lo oscuro, peligroso y malvado que es el taxi»)

Travis Kalacnic, fundador de Uber[3]

La introducción de Uber y su aplicación, y se puede decir que el de las demás empresas que proporcionan servicios de taxis semejantes, es el ejemplo de un negocio corporativo que no tiene límite alguno[4], que cree que tiene derecho a pasar por encima de cualquier reglamentación vigente en la visión del depredador empresarial que considera que las reglas morales, lógicas y legales son para los demás más no para ellos[5], porque solo su propia lógica debe imperar incluso si esto deriva en privación de la libertad[6]. En todo este asunto de los transportes privados que pretenden sustituir a los taxis, vuelve a quedar claro algo que el marxismo siempre ha mencionado: no es la tecnología la que impulsa al capital, sino que la necesidad de plusvalía del capital, aunada a la necesidad de la ganancia inmediata, orientan los caminos que la ciencia aplicada y la tecnología posiblemente recorrerán. Como el propósito principal de la empresa Uber, así como la de las demás que ofrecen los ya conocidos servicios, es la de obtener la mayor plusvalía y maximizar la ganancia a costa de minimizar al conductor[7], la tecnología en realidad o es usada para acosar y/o atacar a quienes pongan en duda las bondades del negocio[8], o es vendida como la solución (muy apresurada) de la anhelada automatización, aunque esto significa que muera gente[9]. ¿Y el cliente? Que se joda, que tiene su teléfono que además posiblemente esté intervenido.
Si los taxistas tradicionales son mafias movidas por la necesidad de seguir viviendo de lo que las mismas autoridades han tolerado cuando no fomentado, sus opositores y presuntos sustitutos son mafias corporativas de corte transnacional que se comportan de la misma forma que cualquier empresa transnacional en cualquier negocio particular, y ambos, en la defensas de sus intereses, no dudan en manipular trabajadores y consumidores mientras, para no variar, las autoridades simplemente siguen siendo cómplices del capital en contra de quienes supuestamente deberían defender: cualquiera que no pertenezca a las elites. Ciertamente, esta generalización debe ser tomada cum grānō salis: no es el mismo nivel de explotación en Finlandia [10] que en México, y si bien no tiene sentido alguno pelearse con la tecnología ni desconocerla ya que cuando quieren las empresas si pueden garantizar seguridad [11], y como trabajadores no ganamos algo en avalar actitudes luditas , lo cierto es que los negocios son la verdadera causa de las actividades de las empresas como Uber que van en la búsqueda de la plusvalía y la ganancia: si el cliente (que hace mucho dejó de ser ciudadano para las elites empresariales y/o mafiosas, así como para las autoridades que los encubren: puro bolsillo de expropiación) se beneficia, sigue siendo circunstancial mientras el capitalismo sigue anhelando terminar con el trabajador para no tener que angustiarse de las consecuencias de su explotación.
Y como quiera que sea, los trabajadores que dependen de las empresas que crearon y supuestamente se benefician de las aplicaciones, ya se dieron cuenta que su presunta libertad se ha vuelto una condición laboral peor que la del trabajo formal que tenían antes o que siguen sosteniendo ; el cliente se va dando cuenta, por la vía de los cobros abusivos y la falta de responsabilidad de la empresa para con ellos en caso de atracos y incluso de violaciones, de que el servicio empieza a distar de ser lo que originalmente se prometió [12]; y las empresas siguen ganando a costa de todo lo anterior, y no poco [13], y las autoridades y los medios de propaganda se esfuerzan, un día sí, y otro también, en evitar que los clientes recuerden que, dentro de la legalidad burguesa, también son ciudadanos.
Notas:

[1] Es considerada de las primeras programadoras de los Estados Unidos, Oficial Naval, y dueña de una inteligencia difícilmente comparable, y de un cinismo parecido. Tomado de https://en.wikiquote.org/wiki/Grace_Hopper.

[2] Suponemos que no está sucediendo aquello que Bruce Schneier mencionó muy bien en situaciones similares como las que nos ocupa y que parafraseamos: si crees que la tecnología es la solución de todos tus problemas, ni entiendes de tecnología ni sabes cuales son tus problemas.

[3] Tomado de https://www.enriquedans.com/2017/03/la-cultura-corporativa-como-fuente-de-problemas.html, de donde sacamos lo básico de lo aquí comentado.

[4] https://www.nytimes.com/2017/02/22/technology/uber-workplace-culture.html?_r=0.

[5] http://www.vox.com/new-money/2017/3/21/14980502/uber-toxic-culture-rule-breaking-explained.

[6] https://techcrunch.com/2015/06/29/uber-france-leaders-arrested-for-running-illegal-taxi-company/.

[7] Esto de minimizar al conductor, al grado de pretender eliminarlo por la vía de la automatización, como veremos inmediatamente, es vendido a los mismos choferes, y a los usuarios del servicio de la aplicación, como un derecho y, para colmo, como libertad, ya que se le dice a los mismos que bajo los medios en que se ofrecen los servicios, el chofer tienen la libertad del tiempo, y la libertad de la forma en la que se proporciona el mismo. A la vuelta de los años, se ha visto que esa supuesta libertad no es más que un cuento: los choferes de la aplicación pagan impuestos en México y en muchas partes del mundo mientras los gobiernos siguen buscando, casi al infinito, como cobrar a las empresas los impuestos de servicios respectivos, aparte de que empiezan a tener que cubrir un horario, todo sin prestaciones sociales. En términos marxistas volvemos a encontrarnos con el problema del trabajo productivo y el trabajo improductivo: el chofer cree que trabaja para obtener dinero que le permita satisfacer sus necesidades inmediatas derivadas del valor de uso (trabajo improductivo), mientras que lo que realmente sucede es que la empresa explota al trabajo de aquel obteniendo plusvalía (trabajo productivo). Que se haga ideológicamente este corte sin que el trabajador sea consciente de esto es un triunfo de la ideología de la derecha tanto como un fracaso de la izquierda en evidenciarlo, pero desgraciadamente esta parece en general estar perdida en idioteces posmodernas (Harry Braverman. Trabajo y Capital Monopolista. La degradación del trabajo en el siglo XX. Páginas 470-484). Este ocultamiento es, por cierto, un ejemplo de lo que sucede cuando se mezclan los asuntos tecnológicos directamente con los problemas sociales sin la existencia de una conciencia en sí y para sí de clase: o la tecnología (y con ella la ciencia en general) es la panacea que nos sacará a todos de la catástrofe, o es la desgracia que nos impedirá seguir siendo seres humanos, sobre todo por el trabajo que nos quitará, ya que se confunde trabajo (transformación de la realidad) con trabajo capitalista (explotación del trabajador para la obtención de la plusvalía capitalista). Y si todo lo anterior no le parece suficiente, querido lector, los usuarios, al menos en México, y al parecer en muchas partes, están totalmente solos en caso de que en el servicio se presenten agresiones o accidentes ya sea a cargo del mismo servicio, o por incidentes de terceros. Véase para España https://www.facua.org/es/noticia.php?Id=13594 y para México https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/cdmx/uber-se-deslinda-de-seguridad-de-usuarios-en-las-unidades.

[8] https://gizmodo.com/uber-and-lyft-finally-bankrupted-san-franciscos-favor-1751426970 para destruir oposiciones, https://arstechnica.com/tech-policy/2017/02/waymo-googles-self-driving-car-division-sues-uber-over-patent-infringement/ para realizar espionaje corporativo.

[9] https://www.enriquedans.com/2017/03/la-cultura-corporativa-como-fuente-de-problemas.html. En el accidente de automatización de Arizona en el que murió una persona, esto derivó en que el proyecto fuera parado por las autoridades de seguridad del transporte: https://www.bloomberg.com/news/articles/2017-03-25/uber-autonomous-vehicle-gets-in-accident-in-tempe-arizona y http://www.recode.net/2017/3/24/14737438/uber-self-driving-turmoil-otto-travis-kalanick-civil-war. Tal como se ve actualmente las cosas, es posible que no se pueda realizar las automatizaciones hasta que la 5G esté totalmente funcional. Ahora bien, es conocido que el problema actual entre los Estados Unidos y China tiene una de sus bases en el pleito que traen por la hegemonía tecnológica, en la que al parecer los chinos siguen llevando la ventaja, al grado de que serían los dueños de la 5G.

[10] https://www.enriquedans.com/2018/07/ciudades-movilidad-y-friccion-el-caso-de-helsinki.html

[11] https://newsroom.uber.com/curb-your-enthusiasm/

[12] Los ejemplos cada vez son más frecuentes: https://www.sinembargo.mx/18-08-2019/3630926, https://www.sinembargo.mx/12-10-2019/3660628, https://www.sinembargo.mx/16-10-2019/3662436, https://www.sinembargo.mx/16-10-2019/3662436, https://luisgyg.com/polemicas-de-uber-violacion-secuestro-robo/, https://www.excelsior.com.mx/comunidad/detienen-a-chofer-de-uber-acusado-de-asaltar-a-espanola/1228982. Sobra decir que la víctimas (usuarios, a veces conductores y las familias de los anteriores) se encuentran por lo general salvo casos, solos, por la omisión de las autoridades tanto para regular el servicio, su negativa a investigar los delitos y su tendencia por la re-victimización de los afectados. Lo único que importa es garantizar la ganancia de las empresas, y es posible que los sobornos que se pagan a esas mismas autoridades omisas.

[13] https://www.nytimes.com/es/2019/05/09/uber-bolsa-de-valores

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