M.H.: Usted escribió que Manuel Belgrano fue el primer ecologista del Río de la Plata. E.B.: Manuel Belgrano estaba siguiendo ideas de su época, de fines del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX. Planteaba rechazar el modelo económico que identificaba a la riqueza con el dinero, que era la economía de los reyes. Planteaba […]
M.H.: Usted escribió que Manuel Belgrano fue el primer ecologista del Río de la Plata.
E.B.: Manuel Belgrano estaba siguiendo ideas de su época, de fines del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX. Planteaba rechazar el modelo económico que identificaba a la riqueza con el dinero, que era la economía de los reyes. Planteaba la economía de los pueblos, en la que la riqueza está basada en la producción de la tierra. Entonces si lo más importante es la tierra hay que cuidarla como fuente de alimentación, como fuente de riqueza para el pueblo. A partir de ahí los criterios de protección de suelos, de bosques y de fuentes de agua para riego y agua potable. Eso es coherente con su concepción económica. Para los reyes lo que había que cuidar eran las minas de oro y plata, y para hombres como Belgrano había que cuidar el suelo.
M.H.: Hubo un fallo de la Corte Suprema respecto de la Ley de glaciares.
E.B.: La Corte Suprema declaró lo que era obvio, que la Ley de glaciares es constitucional. Lo que pasa es que prohíbe que haya minería sobre un glaciar porque es destruirlo. La empresa Barrick hizo un amparo diciendo que la ley era inconstitucional y un juez de la provincia de San Juan, supongo que influenciado, lo aceptó para que Barrick siguiera sacando oro ahí y destruyendo glaciares.
Entonces la Ley de Glaciares quedó suspendida en la provincia de San Juan hasta que la Corte Suprema dijo lo obvio, que la ley es constitucional y se tiene que aplicar. Mientras tanto los de la Barrick ya destruyeron los glaciares, ya sacaron el oro. De modo que lo que la empresa quería no era voltear la ley, porque ya sabían que no podían hacerlo, querían ganar tiempo para sacar oro y seguir destruyendo glaciares el tiempo que pudieran. Que es lo que lograron.
El Presidente de la Nación dijo que había que cambiar o derogar esa ley porque impedía la producción. De modo que ya sabemos cómo viene la mano. Lo primero que hicieron fueron chicanas judiciales para demorar la aplicación de la ley y lo extendieron lo más que pudieron mientras se hacía lobby en el Congreso para que la ley fuera trabada. Así que no sé si ese cambio de ley va a salir antes de fin de año o si harán lobby sobre los próximos legisladores para cambiar la ley.
M.H.: El Premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, manifestó: «El cambio climático es la tercera guerra mundial».
E.B.: Tiene una analogía con lo que se hablaba de la Tercera guerra mundial como una guerra nuclear, porque es una guerra en la que no va a ganar nadie. O sea, la característica, cuando se hablaba de Tercera guerra mundial como guerra de bombas atómicas, se decía que iba a haber solamente perdedores. Con el cambio climático tenemos lo mismo, en el muy corto plazo puede haber ganadores, pero cuánto más se puede ganar si se destruye la base de sustentación de nuestra civilización, nuestra cultura, nuestra vida. Es una guerra en la que todos vamos a perder. Lo que pasa es que en un sistema donde lo único que importa es la rentabilidad de este año, hablar de 20 o 30 años es una fantasía. Los empresarios van a decir que no les importa lo que pase en 30 años, que lo que importa es que su empresa rinda dividendos este año, y que después verá qué pasa.
M.H.: Ese es el comportamiento de los sojeros en Argentina. Estaba viendo la situación que se vive en más de 5.000 escuelas rurales fumigadas por agrotóxicos solo en 4 provincias: Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires.
E.B.: Y no hay un registro completo de escuelas afectadas por las fumigaciones. Lo que sí hay son registros incompletos de la presencia de agrotóxicos en mi cuerpo, el suyo y en el de los oyentes. Lo que vale la pena destacar es que todos los argentinos tenemos agrotóxicos en el cuerpo pero no hay ningún servicio público de salud donde se puedan hacer los análisis.
M.H.: Eso le pasó a «Pino» Solanas cuando filmó su última película. Le propusieron hacer unos estudios en Mar del Plata.
E.B.: Tuvo que ir a un laboratorio privado, porque no hay ningún hospital público ni obra social que haga el análisis sobre cuáles son los plaguicidas cancerígenos que tenemos dentro del cuerpo. Lo lógico sería prevenir antes del cáncer.
M.H.: A «Pino» le dio un alto nivel y se preguntaba cómo podía ser si él come un bife y una ensalada todos los días y le contestaron que justamente por eso.
E.B.: Que es lo mismo que podemos comer nosotros. Cuando fui a hablar con la gente de Mar del Plata y les pedí hacerme el estudio me contestaron que no hacía falta, que ya sabían lo que tengo en el cuerpo, y me dijeron las sustancias y más o menos la cantidad que tengo sin necesidad del análisis. Porque es lo que tenemos todos.
M.H.: Quiero correrme hacia la ciudad de Buenos Aires, donde advierten que la polución del aire es muy alta. Los integrantes de Greenpeace midieron el aire que respiramos en distintas partes de la Ciudad, una fue en pleno barrio de Once donde midieron elevados niveles de contaminación por dos tóxicos: dióxido de nitrógeno y el material partícula 2.5 que provienen de la combustión del uso de derivados del petróleo como el gasoil utilizado por camiones y colectivos principalmente.
E.B.: Agreguemos que París acaba de prohibir los vehículos gasoleros para que la gente pueda respirar. El que esto lo haga una ONG como Greenpeace está mostrando la ausencia del Estado, en cualquier otro lugar del mundo el Estado hace análisis diarios de la calidad del aire y los puntos contaminantes y se publican en los diarios, y esto pasa no solo en París, también en San Pablo, México y Santiago de Chile, por ejemplo. Lo que necesitamos es un Estado que se haga cargo, hay un problema y si la única manera de hacerse cargo es negando, seguiremos respirando porquerías y seguiremos enfermándonos de los bronquios.
M.H.: Se ha dado a conocer un estudio del INTA y Vida Silvestre sobre la eco-región chaqueña que afirma que se podría perder una porción de bosques equivalente a 167 veces la Ciudad de Buenos Aires.
Antes de votar a alguien yo le preguntaría qué va a hacer con el medio ambiente
E.B.: El tema es que para nosotros eso se perdería pero para los sojeros sería una superficie ganada. Lo que nosotros lo vemos como pérdida, otros lo ven como una ganancia. Ya hemos visto al Presidente de la Nación lamentarse porque no se pueden fumigar escuelas y por la producción que se pierde.
M.H.: Lo manifestó en la provincia de Entre Ríos.
E.B.: Por eso digo, son intereses diferentes, para qué queremos bosques si lo que queremos es hacer dinero. Después habrá inundaciones aguas abajo. Otra vez, hacen falta políticas públicas y que estas políticas públicas estén en el debate político. Antes de votar a alguien yo le preguntaría qué va a hacer con el medio ambiente.
M.H.: Otra vez han vuelto a la carga con la Ley de semillas, ya hay una media sanción en el Congreso y me gustaría que nos comente cómo ve esto usted.
E.B.: La Ley de semillas es un invento de las multinacionales y de la presión de los EE UU para que se puedan patentar organismos vivos. Esto significa que el agricultor cuando siembra no puede reservar la semilla que él mismo produjo y volverla a sembrar, porque la semilla es de la multinacional para toda la eternidad. Cuando uno piensa que el maíz es una planta desarrollada por los aborígenes de América Latina, se podría plantear si habría que pagarles a ellos. ¿Si sembramos soja le pagamos a Monsanto y si sembramos maíz a los indígenas?
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