Problemas de seguridad nacional, regional y continental Puede ser costosísimo el vicio tozudo, de no pocos, que insisten en reducir las ofensivas golpistas del «Grupo Clarín»(1) a un asunto sólo de argentinos y sólo en Argentina. Aunque ya muchos investigadores y muchos luchadores por la democratización de los mass media se han desgañitado en denuncias […]
Problemas de seguridad nacional, regional y continental
Puede ser costosísimo el vicio tozudo, de no pocos, que insisten en reducir las ofensivas golpistas del «Grupo Clarín»(1) a un asunto sólo de argentinos y sólo en Argentina. Aunque ya muchos investigadores y muchos luchadores por la democratización de los mass media se han desgañitado en denuncias y diagnósticos de todo tipo; aunque es obscena y peligrosísima la alianza mafiosa de los monopolios trasnacionales contra toda iniciativa democrática latinoamericana… aunque se ha gritado a los cuatro vientos el plan desestabilizador de «Clarín», y sus redes, ayudado por los monopolios mediáticos burgueses de toda América Latina… quedan aun muchas limitaciones y confusiones que pueden volverse muy amargas si dejamos que reine el sectarismo, el chauvinismo y «europeismo» de muchos. Es desesperante perder el tiempo y desperdiciar oportunidades.
Hay que abrazar con decisión y coraje el ejemplo del pueblo venezolano para profundizar, desde él y con él, una lucha unificada y continental que sepa derrotar las ambiciones magnicidas y golpistas emblematizadas por los monopolios mediáticos de las oligarquías. Nunca será suficiente que instamos a toda hora. Hay que impulsar la unidad de nuestras fuerzas comunicacionales revolucionarias ahí donde exista un espacio, así sea «pequeño», ahí donde se fermenta un poder de expresión emancipada, ahí donde brillan las luces de la conciencia nueva que se niega a seguir siendo victimada por las maquinarias de la mentira burguesa. No con proclamas epidérmicas ni con desplantes mesiánicos. Necesitamos acción comunicacional directa y organizada desde un frente único latinoamericano contra la ofensiva del imperio que se arma también con armas de guerra ideológica. Como «Clarín», por ejemplo.
Contamos con miles de trabajadores, con miles de estudiantes, con miles de obreros y campesinos… pero no contamos con un programa de lucha unificada que nos ponga en sintonía y nos potencie la fuerza comunicacional que requerimos a estas horas. Contamos con herencias teóricas, contamos con diagnósticos impecables, contamos con algunas herramientas… y no contamos con un acuerdo político y cultural que nos comprometa a trabajar con líneas consensuadas para el trabajo minucioso de la batalla cotidiana. Contamos con voluntades extraordinarias, contamos con talentos ejemplares, contamos con la creatividad de miles que han forjado sus luchas particulares en la fragua de la revolución… pero no contamos con un espacio democrático de unidad que permita sumar y multiplicar nuestras fuerzas en la medida en que vienen haciéndonos falta para librar y ganar el combate simbólico para la emancipación. Contamos con un potencial magnífico pero estamos desorganizados.
El «Grupo Clarín» se desmoronaría en horas si fuésemos capaces de levantar un clamor continental que evidenciara sus ofensivas imperialistas ante los ojos de todos los pueblos. Si fuésemos capaces de sumar y sumar fuerzas críticas en oleadas sistemáticas de información verdadera… a todas horas y en todas partes. Si fuésemos capaces de impulsar el análisis y el debate rumbo a la expropiación de los instrumentos de comunicación, rumbo a un referéndum continental sobre los nuevos rumbos de la información emancipadora… rumbo a un nuevo orden socialista y mundial de la comunicación. El «Grupo Clarín» y sus siervos lenguaraces serían derrotados, en horas, si fuésemos capaces de repetir el ejemplo del pueblo venezolano que revirtió el golpe de estado de las oligarquías y que resiste heroicamente las amenazas magnicidas más monstruosas. Caerían derrotados los monopolios capitalistas de la comunicación genocida si fuésemos capaces de organizar y sostener un movimiento continental emancipatorio que ponga todas las herramientas de la comunicación al servicio de las luchas revolucionarias de nuestros pueblos. Pero estamos desorganizados.
Podemos ser víctimas sempiternas de nuestros propios vicios sectarios y de nuestras manías auto-proclamatorias. Podemos ser víctimas eternas de nuestras ineficiencias y nuestras vanidades. Podemos ser esclavos mansos acurrucados en el individualismo y la tozudez de nuestros peores métodos burocráticos. Esas han sido nuestras derrotas más longevas. Por eso los monopolios mediáticos de las oligarquías operan con toda libertad de empresa e impunidad alienante. A esta hora es necesaria una autocrítica dinámica y eficiente que nos ponga de inmediato a organizar un Frente Único, una batalla de las ideas revolucionarias en contra de la ofensiva criminal que tiene alas oligarquías mass media por ariete de muerte. Los tenemos a la vista, están ahí con sus Micheletti y sus bases militares en Colombia, por ejemplo. Los tenemos todos los días en los expendios de diarios, en los altoparlantes de sus radiodifusoras y en las pantallas de la tele. La náusea misma.
Si a estas horas, por ejemplo, una red de redes en comunicación revolucionaria y continental ya estuviera trabajando, minuto a minuto, haciendo visible la ofensiva burguesa del «Grupo Clarín» -y de sus cómplices- para darnos alternativas organizadoras de pensamiento y acción emancipadores. Si fuese posible que, de sur a norte y de norte a sur, una ola de repudio continental recorriera nuestras cabezas y nuestras vidas, si fuese posible hacer sentir con toda su potencia el clamor del malestar que habita en los pueblos y eso nos diera riqueza simbólica contra todo escepticismo y toda depresión. Si fuese posible acelerar y multiplicar el tránsito del fantasma que recorre al mundo… la hegemonía de los fascismos mediáticos duraría nada. Hora de organizarnos. ¿Probamos? Por una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo.
Notas
1.- http://www.grupoclarin.com/
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.