Resulta plausible que la cuestión del desarrollo aflore en algunos tramos de la campaña presidencial. Si bien no todos lo pre candidatos otorgan igual tratamiento a la cuestión, decididamente es positivo la múltiples intervenciones que Daniel Scioli ha efectuado al respecto. El concepto de desarrollo representa un objetivo, un punto de llegada, con lo cual […]
Resulta plausible que la cuestión del desarrollo aflore en algunos tramos de la campaña presidencial. Si bien no todos lo pre candidatos otorgan igual tratamiento a la cuestión, decididamente es positivo la múltiples intervenciones que Daniel Scioli ha efectuado al respecto.
El concepto de desarrollo representa un objetivo, un punto de llegada, con lo cual su sola enunciación nada nos dice sobre los caminos escogidos para alcanzarlo, por ello se requieren ciertas precisiones. No existe un camino unidireccional para alcanzar el objetivo del desarrollo, por eso luego de 12 años del proyecto nacional y popular las medidas diseñadas y ejecutadas primero por Néstor Kirchner y luego por Cristina son la referencia obligada, sobre todo los resultados incontrastables que dejan como saldo de la etapa.
La restauración neoliberal representada en el semblante de Mauricio Macri y el PRO como producto político ha hecho público un modelo de desarrollo expulsivo que conlleva un nivel de desempleo que se incrementará con salarios a la baja y la consolidación de la re primarización de la economía, solo con algunos nichos de producción industrial competitivos, tipo de cambio determinado por el mercado que busque representar la tasa de ganancia de los grupos concentrados de la economía, con perspectiva de endeudamiento fuerte sin atarla a un proceso de financiamiento para la re industrialización. Conocemos pormenorizadamente a los enemigos del campo popular, pero es una tarea impostergable indagar sobre el modelo de desarrollo impulsado por Sciolismo cuando la figura descollante de CFK no ejerza los resortes institucionales para continuar el modelo vigente. En ese sentido existe un debate abierto que exige cierta visibilidad pública, en el cual sin forzar un contra punto, obran líneas de acción que se relacionan con cierta tensión. Para graficar esto me gustaría subrayar las líneas expuestas por CFK en la última cena del día de la UIA y establecer un diálogo constructivo con un interlocutor válido del sciolismo en estas cuestiones, me refiero a los dichos de Miguel Bein, en entrevista dada a Página/12 el domingo pasado.
Cristina ratificó un posicionamiento teórico y práctico frente a la cúpula industrial al sostener que «la demanda es la guía de la inversión», de este modo se le dio dinamismo al mercado interno apoyando el consumo, a partir de honrar derechos postergados, el paradigma que guio la etapa fue: distribuir para crecer. De esta forma el crecimiento del 84% del consumo explica el crecimiento del 80% del PBI, sobre un Producto Bruto que creció durante el kirchnerismo el 122%. En sintonía con ese crecimiento se redujo la desigualdad, esto puede verificarse a través del Coeficiente de Gini, que es una medida global para medir la desigualdad, en la cual cuanto menor es el coeficiente más igualitaria es una sociedad; en 2003 era de 0,47 y se redujo al 2015 a 0,37, es decir una mejora de la distribución de la riqueza del orden del 22,3%, algo poco habitual. Por su parte Bein sostiene que «lo que viene es una agenda distinta», donde hay que dejar atrás la etapa de salarios y consumo para comenzar «la fase del desarrollo» donde «la condición necesaria es crecer para distribuir». El cambio cultural operado desde 2003 hace dificultoso sostener un paradigma de desarrollo que pueda disociar distribución y crecimiento, las concepciones que sostienen la necesidad de generar riqueza para luego repartirla quedan peligrosamente cercanas a la teoría del derrame.
A nadie escapa la restricción de divisas que sufre el país, la falta de dólares es un dato duro de la economía, las explicaciones sobre el fenómeno son diversas, e indudablemente se muestran como un escollo difícil de remover. Sobre este eje estratégico es que las aguas se agitan y se separan. El acento en la inversión se manifiesta como la respuesta a ese problema afirma el referente económico de Scioli, para lo cual aparecen dos líneas de acción muy definidas. En primera instancia la «recomposición de la rentabilidad» sobre el complejo agro exportador, llegando a sostener que los»impuestos a las exportaciones son completamente inviables». Estas afirmaciones no explican como podrá mantenerse los niveles de consumo que pivotean sobre esos dólares de las exportaciones, los cuales el gobierna direcciona a la demanda; Otro tema sobre el cual no propone solución es el riesgo que conlleva quitar el financiamiento en dólares (insumos) que requiere la industria, la cual es deficitaria respecto de las divisas, una industria que ha contribuido a alcanzar un nivel de desempleo inédito, solo el 6.6%.
Son muchos los sectores políticos que al hablar de inversiones le dan un tratamiento solo asociado a la confianza, endilgando la falta de inversión privada, a que a la administración kirchnerista no es previsible y por lo tanto no genera confianza. Sin embargo, cuando el Estado aseguró un demanda sostenida, invirtió en infraestructura el capital privado de origen extranjero dijo presente, véase los casos de Chevrón (U$S 1.200 millones), Toyota (800), Renova (480), Axion Energy (1.200), Nestlé (120), Unilever (246), Ford (550), Gerbau (194), o véase las inversiones que efectuaran China y Rusia en el marco de los acuerdos firmados para la construcción de tres centrales nucleares que van a generar 2.700 megavatios más, es decir un 153% de incremento. De esta forma queda en evidencia que confianza en la Argentina existe, en consecuencia la discusión transita otros andariveles lo cual se vincula con el segundo eje propuesto por Bein. En segundo término una clara voluntad de acceder al financiamiento externo, es decir, endeudarse. En la política real nadie cierra la puerta a la oportunidad de financiamiento para el crecimiento, lo que se debate son los términos de acceso al crédito y los niveles de endeudamiento. El referente económico del sciolismo sueña con una tasa de cinco puntos para tomar deuda, digamos, un número razonable, pero aquí comienza parte del debate. El acceso a créditos baratos no existe, la causa es la disputa con los Fondos Buitres. Miguel Bein sostiene que para acceder al mercado de créditos hay que negociar con los Buitres «obteniendo una quita significativa y un estiramiento de los plazos».En otras palabras, proponen pagarles a los Buitres negociando una quita del 30% y hacerlo en cuotas a largo plazo. Esta búsqueda por recuperar liquidez, nos hace preguntar porque CFK no optó por esta salida? La respuesta, nace, quizá de la comprensión que la economía es política concentrada, con lo cual cuando CFK expresa que «reindustrializamos sin recurrir al mercado de capitales» se pone de manifiesto la pelea con los Fondos Buitres no es solo por plata, sino que, al igual que las corridas financieras y las consecuentes fugas de divisas al exterior se han instaurado como instrumentos de presión política, de reducción de soberanía económica, de condicionamiento de la política de un proyecto nacional y popular, puesto que lo que está en el fondo de la discusión es sostener el nivel de empleo (pleno empleo), sabiendo que un 33% es informal, con niveles altos de salarios y sin re primarizar la economía. Toda la discusión se allana cuando se recuerda la reciente intervención de un economías abanderado de las derechas, Miguel Ángel Broda, quien sostuvo que «los salarios de los trabajadores argentinos en dólares son insostenibles», interprétese: altos; esta afirmación es el complemento de la creencia que el capital tiene que recuperar rentabilidad para forzar una tasa de re inversión.
La discusión sobre la inversión de los dólares que ha generado la economía argentina y han sido fugados, no es una discusión de confianza, sino política y de especulación, la cual esta vinculada a la puja distributiva, en ese contexto parte del empresariado argentino no esta dispuesto a re invertir ampliando la capacidad instalada porque cree que en el actual estado de cosa puede generar una tasa de ganancia sideral sin invertir.
La ecuación propuesta por el kirchnerismo lleva como abanderada a la inversión del Estado, direccionando la inversión privada en puntos estratégicos, sosteniendo un modelo de crecimiento basado en la sustitución de importaciones de las cuales las de consumo están consolidadas. El desafió de la etapa que viene debe estar signado por la apuesta a sustituir importaciones de bienes de capital e inducir el desarrollo de tecnología de frontera, estos desafíos solo pueden concretarse con un Estado fuerte que tutore el proceso, en consecuencia, esa es la responsabilidad que deberá encarnar el próximo presidente.
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