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El ejemplo de Carlos Fuentealba

Fuentes: Rebelión

El 24 de marzo de 1976 Francisco Arancibia, uno de los fundadores de CTERA (1), caía asesinado en Tucumán por los esbirros de la dictadura genocida. El 5, 7 % de los desaparecidos en esos años de terror, exilio y torturas fueron docentes. 1.710 docentes desaparecidos, según la CONADEP. Desde la Operación Claridad al Plan […]

El 24 de marzo de 1976 Francisco Arancibia, uno de los fundadores de CTERA (1), caía asesinado en Tucumán por los esbirros de la dictadura genocida. El 5, 7 % de los desaparecidos en esos años de terror, exilio y torturas fueron docentes. 1.710 docentes desaparecidos, según la CONADEP.

Desde la Operación Claridad al Plan Maestro… y en el medio un «cabo» (Poblete) que asesina a otro docente: Carlos Fuentealba (2). De Pedro Bruera a Alejandro Finocchiario, pasando por Carlos Alconada Aramburú, Susana Decibe, Daniel Filmus, Alberto Sileoni: siempre se educó con el mismo fin, la pedagogía del capital.

Desde los «Manuales antisubversivos» al «Operativo Aprender»: controlar y vigilar que se «internalice» la doctrina empresarial es el objetivo plusvalor que los gobernantes pretenden que enseñemos en las escuelas públicas.

¿Puede un Estado y sus funcionarios burgueses -que asesinaron y desaparecieron 1.710 docentes, hace 42 años atrás- transformarse con el simple procedimiento de las «elecciones republicanas» en una democracia sustancial y solidaria? Desde ya que no. Ahí está el crimen de Carlos Fuentealba como evidencia, y miles de docentes y alumnos compartiendo igual presente: pervivir en la pobreza. Según un artículo periodístico publicado el pasado cinco de abril de 2018-basado en índices de la Organización de Estados Iberoamericanos y el Diálogo Interamericano (3) – sólo en 5 provincias, de las 24 del país, los docentes superan el umbral de la pobreza: 17.537, 88 pesos (4). Peor aún, un relevamiento del Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (CIPPES) del 2017 señalaba que 46 de cada 100 niños y adolescentes sobrevivía debajo de la pobreza (5). ¿Cómo educar -entonces- en medio de este contexto y sus emergentes? ¿Por qué tanta insistencia en las Tics y la currícula digitalizada? ¿Acaso el código cibernético va nutrir esos cuerpos empobrecidos? ¿Qué valor se le da al conocimiento y al pensamiento crítico bajo esta realidad? ¿Qué tarea le corresponden a los sindicatos y sus afiliados docentes en este «panorama»?

Quizás el ejemplo (y no «receta») de Carlos Fuentealba siga vivo y coherente: enseñar, enseñar «para romper las cadenas del embrutecimiento» y luchar contra la burocracia y la plutocracia.

Si hay algo que Carlos sabía es que un maestro o profesor educa desde su «clase»: manos y cerebro de trabajador. A no olvidarlo.

Notas:

  1. Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina

  2. Neuquén, 4 de abril de 2007.

  3. https://www.elonce.com/secciones/politicas/542906-ranking-de-los-salarios-docentes-en-el-pans-entre-rnos-en-el-puesto-15.htm

  4. https://www.laizquierdadiario.com/Una-familia-necesito-en-febrero-17-537-88-para-no-ser-pobre

  5. https://www.infobae.com/sociedad/2017/05/18/casi-la-mitad-de-los-ninos-y-adolescentes-de-la-argentina-son-pobres/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.