Recomiendo:
0

El Estado, reivindicación de la democracia

Fuentes: Rebelión

Por grandes períodos de los 90, hemos visto como se han ido destruyendo las economías y procesos industriales de los países de nuestra región. Se perdió la autonomía económica y política en manos del FMI y organismos internacionales. La marginación de grandes cantidades de habitantes se acrecentó y se cedieron recursos naturales. El poder del […]

Por grandes períodos de los 90, hemos visto como se han ido destruyendo las economías y procesos industriales de los países de nuestra región. Se perdió la autonomía económica y política en manos del FMI y organismos internacionales. La marginación de grandes cantidades de habitantes se acrecentó y se cedieron recursos naturales. El poder del Estado se fue diluyendo mientras fue aumentando el poder de las corporaciones capitalistas y comunicacionales. Como resultado de este proceso se obtuvieron países dependientes cada vez más pobres y países imperiales y compañías internacionales, cada vez más ricas. 

En los últimos años se puede observar en los países latinoamericanos, un camino contestatario a este proceso perverso. Lo forjan de distintas formas en los diversos países, pero con un mismo fin: combatir al modelo neoliberal, causante de esta depredación de nuestros países.

Se hace indispensable, en esta etapa de grandes crisis, fortalecer los gobiernos progresistas de los países latinoamericanos ampliando el Estado Nacional, cada uno defendiendo su economía, sus recursos naturales, rompiendo con la dependencia con los organismos económicos internacionales y desarrollándose con independencia industrialmente. Con buen criterio, se ha comprendido que la unión de los países que transitan esta transformación es imprescindible para lograr estos objetivos. Los acuerdos regionales como UNASUR, ALBA y CELAC, cristalizan esta idea de frente común opuesto a los intentos de los poderes dominantes.

Crisis internacional 

Estado Unidos y Europa, están viviendo la crisis proveniente de su propia avaricia neoliberal. Son cautivos de sus años economicistas dictando políticas. Los países dominantes tienen resto (por ahora), porque son los que han impuesto esta economía del privilegio. Los costos más fuerte lo llevan los países sometidos a esas políticas depredadoras.

No solamente muchos de los países latinoamericanos han reaccionando dando el ejemplo de cómo salir de la crisis ignorando los consejos del FMI, sino que muchos reclamos provenientes de Europa hablan de la radical crisis que atraviesan. Muchos ciudadanos de países como Grecia, El Líbano y España, también exigen un cambio de modelo.

El Estado Nacional 

Este gobierno se enfrentó a la dirigencia oligárquica rural con la resolución 125. Estos mismos son los que hoy están por el endeudamiento externo, en contra de la decisión soberana del país de no hipotecarse y cortar con la dependencia y en contra de la pretensión de desarrollar en el país todo lo que sea posible y de generar las condiciones para que esto así sea. El tratamiento de la deuda externa es un punto de la política del Estado Nacional.

Siempre estos sectores se han opuesto a la industrialización porque entienden que les haría perder ese primer lugar que se asignan y con el cual pueden extorsionar.

Desde que Kirchner comenzó a gestionar se impuso, como elemento saliente, la política de derechos humanos. Los avances en este terreno y los resultados obtenidos en estos 10 años que no cesan y la inclusión y compromiso de la sociedad en este tema, convierten a la política de derechos humanos en política de Estado.

La revaloración de la ciencia y su correlación con la tecnología y su derivación en producción y su correspondencia con la elaboración de productos con valor agregado, es otro salto producido en esta etapa.

La política exterior soberana es otra política de Estado impuesta en este período. Argentina decidió no pagarle a los fondos buitre más que a los que entraron en el canje en años anteriores. Si la justicia norteamericana, que aún no se expidió, dispone los contrario, Argentina no va a cumplir. Esta posición marca una línea soberana que es ejemplo en el plano internacional. Justamente por eso, se va a tratar de marcarla como nefasta porque la consideran un mal ejemplo. Los opositores de adentro dirán, como dijeron con la retención de la Fragata Libertad, que estamos fuera del mundo, que es un papelón. La política emancipatoria nacional, también es una política de Estado.

Democratizar el orden jurídico es otro paso en la transformación de mentalidad que se está produciendo en todo este proceso.

Construir la Gran Patria Latinoamericana en conjunto con los países progresistas de Latinoamérica y el Caribe, es política de Estado. La participación de Argentina en esta causa es permanente.

Obstrucción 

Todas estas políticas de Estado que se van instalando en el país son permanentemente obstaculizadas. Se oponen a este conjunto de decisiones contrarias a la etapa neoliberal, desde muchos ángulos. Están los que se sentían identificados con ese sistema de privilegios y están los que dicen que este camino adoptado por nuestro país, desde 2003 y por muchos países hermanos, es solamente «reformista» y desean ir por más. Están los que siguen bregando por la revolución socialista, y los que pretenden imponer el naturalismo oponiéndose al desarrollo. Dicen representar a los pueblos originarios y se niegan a la utilización de los recursos naturales aunque sean paliativos del hambre de esas mismas poblaciones. El modo en que se plasmarían estas ideas no es explicitado.

El proceso emprendido por países como Argentina, Venezuela, Bolivia, Brasil, Guatemala, Uruguay es nuevo en nuestra tierra y no por ser partícipes temporales del mismo, podemos no darle la importancia vital que tiene.

No esforzarse por interpretar las acciones de los pueblos es excluirse de quienes luchan por la emancipación. Certezas no hay. Pensar el futuro venturoso sin comprometerse en lo que positivamente sucede en cada uno de estos pueblos y gobiernos populares encendidos, es dejar pasar la historia.

La falta de ideas hace que para tener algún crédito, intenten debilitar al gobierno que puso límites a los empresarios, para poder redistribuir la riqueza con mayor equidad. Un estado fuerte no les sirve porque no es fácilmente destituible ni es manejable a favor de sus intereses. Tratan de conseguir el fracaso del gobierno, lo que implica el fracaso de todos.

Transformación 

La transformación está hoy en América del Sur. Cuando desde el ejecutivo se gesta la transformación y es corroborada por el Poder legislativo, el único poder que puede detenerla, es el poder judicial. Satisfactoriamente, la transformación de este poder está saliendo de su seno. No se podría proponer la democratización, solamente, desde afuera.

Latinoamérica está dando muestras de enfrentamiento a los poderes neoliberales teniendo claro que la unión de todos los países que están en este camino, deben actuar solidariamente. La izquierda que, para oponerse, se coloca con la derecha, no debiera identificarse con la que en los 70, llamaba «reformistas» a los tibios. Esa izquierda era «no parlamentaria», no peleaba por una banca, creía que iba a hacer la revolución y se jugaba. La llamada «reforma», si bien tenía buenos principios, no cambiaba nada, no se enfrentó a ningún poder monopólico, ni realizó actos de verdadera soberanía.

Este momento se diferencia de todo lo visto y de lo propuesto. No es utopía, esto se está haciendo y se ven las conquistas obtenidas aquí y ahora.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.