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El kirchnerismo ya tiene quien lo vote

Fuentes: Rebelión

El kirchnerismo necesita la aprobación de la «ley de medios» para recuperar la ofensiva política en el plano interno y estar en condiciones de disputar el próximo turno electoral en una posición distinta a la que logró en junio pasado. La ley, para el gobierno, se transforma así en el reverso de la 125; si […]

El kirchnerismo necesita la aprobación de la «ley de medios» para recuperar la ofensiva política en el plano interno y estar en condiciones de disputar el próximo turno electoral en una posición distinta a la que logró en junio pasado.

La ley, para el gobierno, se transforma así en el reverso de la 125; si esta vez logra una amplia victoria en diputados y hace un papel relativamente «digno» en senadores, se le abre la posibilidad de medir fuerzas en diciembre que viene con el debut de la nueva cámara.

Ni bien terminada la elección de junio pasado, la derrotada Cristina Fernández computó como suyos los votos que tuvieron expresión en el centro izquierda, no le faltaban razones.

Todas las modificaciones que a último momento se implementaron a la nueva ley de medios, tienen desde el punto de vista político la orientación de ganar a los diputados del progresismo crítico a una votación masiva junto al oficialismo; la denuncia de la incorporación de las telefónicas al espectro mediático caló hondo en la opinión pública y hacían intragable la ley desde el punto de vista centroizquierdista, las modificaciones hacen apenas digerible, pero basta con que la opinión pública las crea.

Kirchner, quiere ganar esta pulseada como una forma de revertir la demolición política que representó la derrota de la 125 y su expresión electoral en las elecciones del 28 junio pasado, pero además, intenta anotar al conjunto de la centro izquierda en un proyecto a futuro, un frente único que le permita balancear las cosas con vistas a la nueva conformación del parlamento que, como se sabe, en teoría le resultaría hostil.

Las cosas en el plano externo para el oficialismo están más o menos garantizadas.

La política de acercamiento al fondo va viento en popa, los mercados han reaccionado al canje de bonos dispuesto por el ministro de economía en forma exultante, «el financiamiento» – eufemismo que oculta una verdadera política de endeudamiento y entrega con los organismos internacionales- está al alcance de la mano.

Así, la suerte de un gobierno que hasta hace apenas unas semanas se sentía en caída libre puede llegar a cambiar a partir de esta nueva estrategia de relaciones carnales y de la orientación de los negocios capitalistas más rentables (triple play) al grupo de nuevos «amigos».

La ley kirchnerista de medios, va a ser una más de las leyes que han despertado la pasión progresista, sin embargo, esta pasión va a ser de corto alcance por la simple razón de que va dar lugar la aparición institucionalizada de la figura del testaferro y una profundización de la corrupción y la captación de organizaciones intermedias que aun no han definido su participación política en el campo del oficialismo.

No es esta la primera ley que se discute con tanto apasionamiento «progresista». En el pasado la pluralidad política acompañó al kirchnerismo en otras leyes, con la diferencia, de que en esos momentos el gobierno atravesaba por etapas de gloria y el acompañamiento a sus políticas no tenía tanto cuestionamiento social.

La recordada «Ley nacional de educación», y sus compañeras provinciales, fue foco también de una gran propaganda que con la intención de acercar al kirchnerismo a las más progresistas leyes educativas en el mundo, «ganó» al centro izquierda y a sectores progres de entre «la gente».

También en ese momento se hacia uso del recurso negativo para su sanción: no sólo se votaba por lo que era sino, y fundamentalmente, por lo que no era: menemista.

También hubo abrazos entre empresarios y sindicalistas. Filmus y Puiggrós, Yasky y Baradel del Suteba; pero también Moyano, Pagani, Clarín y la iglesia dieron su apoyo a lo que ahora aparece como un engendro olvidado. Los resultados de semejante «revolución educativa» están a la vista, tanto en Nación como en provincia de Bs As.

El kirchnerismo corre en esta oportunidad con una fuerte variedad de apoyos que no logró en épocas de la 125. Inspira a los diputados de la centroizquierda en la vocación de que pueden mostrarse ante la sociedad como luchadores anti monopólicos, los «edulcora» con 215 modificaciones al proyecto original, entre ellas la proscripción de las telefónicas para entrar en el negocio; la posibilidad de adecuar bandas para emisoras sindicales, barriales etc.

La oposición derechista, por el contrario, no tiene argumentos para seguir defendiendo una ley videlista, sin denunciarse como secuaces de los grupos económicos monopólicos. Nadie les cree a los representantes de Macri, De Narváez, Carrió o Cobos cuando dicen que encaran una lucha por la libertad de expresión en nuestro país, es demasiado larga la lista de medidas antipopulares y reaccionarias de estos sectores como para que haya alguien tan ingenuo.

El debate sobre la ley de medios, le ha servido al kirchnerismo para obtener un resultado colateral favorable, sacarse del medio el debate con «el campo», los Biolcati, Buzi, Llambias a este debate lo ven correr, sin que los micrófonos apelen a sus opiniones y sin que nadie se acuerde de los «chacareros» que dicen representar.

Los sojeros ya pusieron a uno de los suyos en el gobierno y con Alarcón por ahora alcanza.

La «mesa de enlace» apostó con fuerza al triunfo de la derecha en las elecciones de junio, pensando en una alternativa distinta después del escrutinio; sin embargo, la acumulación de fracciones que surgió en seguida del triunfo opositor, demostraron que no están en condiciones de «destituir» ni en una sociedad de fomento, sin destituirse como frente oportunista.

En definitiva, la «gente de palabra» no puede sostenerla ni 24 hs después de haber ganado una elección.

El kirchnerismo se frota los colmillos el 2011 todavía puede ser.

La centro izquierda apoya la ley porque «los que la enfrentan» son los monopolios formados por Clarín y La Nación, para estos sectores el «dime con quien te enfrentas y te diré quién eres» es una única estrategia política valida y casi la única a disposición. Comparten con el kirchnerismo la preocupación por la gobernabilidad y precisamente por eso no están dispuestos a denunciar el fraude que significa la nueva ley para las aspiraciones populares, incluso para aquellos que tendrían la oportunidad de verse beneficiados con alguna migaja de lo que quede del negocio.

El kirchnerismo, por el contrario, no ha desautorizado a las telefónicas más que como una maniobra para que la ley pase.

La presidenta Cristina Kirchner le ha dado un carácter «inexorable» a la participación de las telefónicas, declarando que pensar en medios sin las empresas multinacionales «sería tapar el sol con la mano», cosa que se sabe, no se puede hacer.

Pero el oficialismo le sobrán las razones para sentirse ganador, ya que a último momento le han salido nuevos aliados de peso para el tratamiento de esta ley.

La iglesia ha salido con fuerza a marcar el terreno, pidiendo una votación masiva en el parlamento a favor del proyecto gubernamental. El director de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina, presbítero Jorge Oesterheld, afirmó que el proyecto de Ley de Medios presentado por el Ejecutivo en el Congreso es «un paso adelante para los que hoy no tienen voz», pero sostuvo que «no sería bueno que se apruebe por diferencia de un par de votos». La defensa espiritual de la jerarquía católica nunca es gratis. La iglesia está tan interesada en la comunicación con sus fieles como en la educación de los mismos.

¿Es mejor aliado a la libertad de expresión el oscurantismo religioso que el monopolio mediático? Bueno, por ahora, aparece haciendo menos ruido lo que lo hace más digestivo para la opinión pública «progresista».

Por último lo que salga de diputados, lo que modifiquen o rechacen los senadores todavía no puede considerarse una ley.

La presidenta ha conservado, gracias al accionar de sus aliados progresistas, la capacidad de vetar parcialmente las leyes; con lo cual, lo que aparece como «inexorable» – la participación de las telefónicas- puede cobrar materialidad una vez que la ley atraviese por el momento de reglamentarse y revisarse en sus articulados.

Así que muchachos, a no cantar victoria, pronunciándose tan rápidamente por la mejor ley de radiotelefonía posible y la más antimonopólica de la historia argentina.

Las maniobras de los monopolios son de largo alcance, sobre todo cuando sus inspiradores espirituales han metido las sotanas en juego.

Mientras tanto, Bouduo y los gobernadores provinciales afilan el lápiz para seguir adelante con los ajustes y los trabajadores continúan con su resistencia.