Cuatro veces fue candidato a gobernador -en el ´83, ´87, ´95 y ´99-, lo que significa tener el raro privilegio de ser el político neuquino que más compitió con el partido provincial en el poder hace más de 40 años: el Movimiento Popular Neuquino. Enfrente tuvo dos veces al legendario Felipe Sapag, una al actual […]
Cuatro veces fue candidato a gobernador -en el ´83, ´87, ´95 y ´99-, lo que significa tener el raro privilegio de ser el político neuquino que más compitió con el partido provincial en el poder hace más de 40 años: el Movimiento Popular Neuquino. Enfrente tuvo dos veces al legendario Felipe Sapag, una al actual senador Pedro Salvatori y la última al gobernador de ahora, Jorge Omar Sobisch, sobre quien no ahorra adjetivos duros a la hora de calificar su manera de gobernar la provincia de Neuquén. Hace muy poco tiempo el mismo presidente Néstor Kirchner lo catapultó a ser el candidato principal para diputado nacional en las elecciones de octubre próximo por un frente político donde confluye su sector y el PJ neuquino, el radicalismo, el Frente Grande, Patria Libre, el MID, Participación Neuquina y el Movimiento de Unidad para los Neuquinos. Y el viernes pasado lo consagraron públicamente aquí en ese puesto el hombre de Kirchner en la provincia, el secretario de la Presidencia Oscar Parrilli y el ministro jefe de Gabinete Alberto Fernández. Lo curioso es que la hija de su casi eterno contrincante, la ex senadora nacional emepenista Silvia Sapag, finalmente dijo sí, aceptando ir en segundo lugar de una fórmula de tres en lo que se dio en llamar el Frente Cívico para la Victoria (FCPV) de Neuquén.
– ¿Cómo fueron los pormenores de su candidatura: se lo ofreció directamente el presidente Kirchner?
«El 23 de octubre próximo tiene importancia nacional pero también en lo provincial si se piensa en armar un proyecto político para el 2007. Máxime cuando aquí en la misma fecha se elige los convencionales constituyentes para reformar la Constitución, que no es un dato menor porque se definirá el modelo de provincia a futuro. Y cuando empezaron a reunirse diferentes fuerzas políticas, tengo que ser sincero y decir que el problema era consensuar a una persona que tuviera confianza el Presidente y que a su vez fuera aceptado por el resto de las fuerzas políticas. Yo en esa discusión no participé. Y tengo que reconocer que el primero que me llamó fue el intendente (radical Horacio) Quiroga, quien me preguntó si tenía intenciones de volver políticamente para ser la figura del consenso opositor en Neuquén. Le manifesté que la única forma que volvía era si había un gran acuerdo de todas las fuerzas para generar un frente opositor de alternativa al MPN, con vocación de poder apuntando a más allá del 2005. Luego me habló el doctor Parrilli y es el propio Néstor Kirchner quien dijo que le parecía que yo era la persona que podía encabezar esta lista. Viajamos a Buenos Aires y tuvimos el aval, porque no decirlo, del propio Presidente en la búsqueda de legitimar su gobierno con candidatos consecuentes con una política, no obsecuentes. Y Kirchner conoce mi pensamiento en ese aspecto porque nos conocemos desde hace rato».
– ¿Neuquén es una asignatura pendiente para Kirchner?
«La asignatura pendiente del Presidente es toda la Patagonia. Por lo que él siempre dice que nuestra zona fue el patio trasero de las políticas que derrumbaron las empresas nacionales, por la extracción de los recursos sin retorno y el olvido social y político. Y Neuquén es una asignatura pendiente en la medida que hay una confrontación con el actual gobernador de la provincia (Jorge Sobisch), quien se ha lanzado fuertemente a la candidatura presidencial del 2007. Y en función de eso Sobisch rehuye sentarse a dialogar con el Presidente para obtener las obras que otras provincias están logrando, como ocurre en Río Negro donde hay un gobierno radical. Esta actitud de Sobisch nos consta a los neuquinos y pienso que eso le hace mal a la provincia».
– ¿Qué cree usted que se pone en juego en la elección de Neuquén?
«El modelo que tenemos en Neuquén tiene una expresión neoliberal, es autoritario, sin diálogo. Aquí no se reconoce al diferente ni al otro, a pesar que se lo diga oficialmente. Y yo no estoy cuestionando como llegó a la gobernación el actual mandatario, quien obtuvo el 57 por ciento de los votos. Esto es una realidad y nadie discute la legitimidad. Pero después hay que ver como se ejerce el poder. Su legitimidad no quiere decir que permita desenvolverse en un marco que atente contra la libertad de expresión, contra el diálogo y que todos los que opinamos en contra no servimos para nada… Esto está generando en Neuquén un chauvinismo que descalifica diciendo «qué tienen que recorrer las calles estos que han venido de afuera y nosotros les dimos de comer». Yo vine de afuera también, de Córdoba, y ya tengo dos generaciones de neuquinos y creo que al igual que muchos, hemos aportado y peleado mucho por la provincia. Y toda esa actitud se contradice con quien aspira a ser candidato a presidente de la República, con un chauvinismo que muy mal le hace».
– ¿Usted piensa que el mensaje del gobernador, como lo hizo esta semana frente a partidarios que vinieron a apoyar su gestión, es ese?
«Tenemos que terminar con este mensaje que se autoriza desde el gobierno provincial, el cual es producto de la cultura de los 90, menemista, donde se decía que yo me salvo con la ruptura de los vínculos y la solidaridad social. Y aquí este mensaje dice: «no dejamos que nadie nos quite estos cuarenta y pico años de gobierno». Esta es la más clara concepción autoritaria que a uno lo remonta a tiempos… (silencio) de otros países del mundo que ha significado guerra en este país y que yo no quiero ni mencionar, pero que creo que eso hay que eliminarlo de las mentes argentinas. Y fundamentalmente de los neuquinos, donde hay una población muy joven. Hay que luchar para obtener triunfos electorales pero no generando una cultura de odio de que sos vos o soy yo.»
– ¿Se refiere concretamente a lo que mucha gente cataloga al propio gobernador por usar métodos fascistas?
«Sí, por supuesto. Yo creo que eso responde a una concepción. Y eso no tiene nada que ver que uno llegue con la legitimidad de los votos. Porque también todos esos actores de aquella época llegaban con la victoria detrás, vivados por la gente… Ojo que hay dos pasos importantes: uno es el respaldo popular de la gente a través del voto en los actos ciudadanos como va a ocurrir en octubre. Y otra es creerse que la legitimidad del voto permite para hacer cualquier cosa. Eso no es así, por lo menos en las democracias que nosotros creemos y defendemos y que existen en el mundo.»
– ¿Cómo se entiende esta unión con el sapagismo?
«Yo que he sido uno de los candidatos que compitió con Don Felipe (Sapag) la gobernación, siempre he mantenido una relación excelente. Cuando ocurrió la pueblada de Cutral Có estuvimos presentes y fuimos críticos de su gestión. Pero yo siempre lo respeté porque es un hombre democrático. Y fundamentalmente su historia en defensa de la Patagonia. También hay que reconocer que luchó contra el menemismo en la provincia. Entonces la presencia de Silvia Sapag acompañando al Frente demuestra que, en el marco de la democracia, cuando hay cosas superiores que nos unen, debemos juntarnos. Y todo esto por lo que le dije antes del modelo que tenemos en Neuquén. Incluso hace pocos días, un dirigente importante del partido provincial como es Felipe «Pipe» Sapag dijo algo que no lo digo yo sino lo refleja él: la concepción del actual gobernador es «el que gana gobierna y el que pierde se jode». Esto no es un marco de la democracia. El que gana gobierna y debe gobernar con la oposición y con el resto porque así se construyen políticas de Estado. Y como acá no hay política de Estado, es imposible que se convoque a la oposición».
– Ante un posible triunfo en octubre y un fortalecimiento de su figura ¿usted se corre en la disputa por la gobernación del 2007?
«En esto quiero ser respetuoso: hoy soy un hombre de consenso para encarar esta pelea por la diputación nacional. Un triunfo posiciona a un proyecto político y a su fuerza. Pero yo creo que hay otros hombres y mujeres en la provincia que están en condiciones de acceder a puestos importantes en el marco de una renovación. Pero si hay que competir, uno compite. Pero mi aspiración hoy es cumplir con este mandato de octubre. Ojalá esto permita transitar por un camino de unidad».
– ¿Porqué cree que Oscar Parrilli, el hombre de Kirchner en la provincia, se ha corrido en esta ocasión?
«Yo creo que lo que hizo mi amigo y tocayo Oscar Parrilli puede ser que haya sido dar un paso en función de lograr esta unidad de las fuerzas políticas de oposición en Neuquén. Si así fuere me parece un gesto realmente importante de construcción que se debe mirar con una visión de más adelante y no en lo corto ni en el mediano plazo.»
– ¿Hay un pacto político entre Kirchner, Parrilli, Quiroga y usted?
«No. Lo niego totalmente y me hago cargo.»