Emanuel Ginóbili y José Salamida (intendente durante la dictadura militar) fueron juzgados por la Justicia Mapuche por usurpar territorio indígena. En un caso emblemático, la ciudad de Villa La Angostura creció sobre hectáreas que el Estado Nacional había entregado a la comunidad Paichil Antriao en 1902. Crónica de una historia de despojos, racismo y, también, de autonomía y resistencia indígena.
Nor Feleal, palabras en mapuzungun que significa «sistema de justicia mapuche». En un hecho con pocos antecedentes, se implementó en Villa La Angostura, donde el Pueblo Mapuche aplicó ese principio por primera vez ante el despojo territorial que sufrió (y sufre) la comunidad Paichil Antriao. Se trata de un caso emblemático, con pruebas documentales e históricas que confirman que la ciudad está construida sobre hectáreas que el Estado Nacional otorgó, en 1902, a José María Paichil e Ignacio Antriao, ancestros mapuches.
Kvme akun: bienvenida
 Domingo por la mañana. La camioneta avanza cuesta arriba por el cerro  Belvedere, a pocos minutos del centro urbano. En la base del cerro se  ven algunas casonas de viejos y nuevos ricos que sobresalen entre otras  más humildes, cabañas de madera, de familias trabajadoras.
 Camino de tierra, rodeado de maitenes, cohiues, arrayanes, cipreses y  radales. A medida que el vehículo trepa, cada vez más árboles. La combi  sube con dificultad entre curvas y huellas más o menos profundas, por  momentos se sacude de una lado para otro. Cinco minutos de andar y una  claro entre tanto bosque. Unas banderas de organizaciones sociales y  otras Wenu Foye (bandera mapuche de color azul, verde, roja y amarillo).  Una tranquera abierta, un predio extenso, de unos cien metros de largo  por unos treinta de ancho. Espacio Pichunko (pluma de agua), lugar donde será el Nor Feleal y, en paralelo, un «juicio ético» a los usurpadores del territorio mapuche.
 Una jornada que, más allá de los nombres, será una acción política para  reivindicar un territorio en disputa y hacer presente una historia que  el poder intentó (e intenta) borrar.
La historia negada
 El gobierno nacional entregó en 1902 a los pobladores José María Paichil  e Ignacio Antriao el lote número 9 de la por entonces Colonia Nahuel  Huapi, en el sur del país. Sobre esa misma parcela indígena hoy se erige  el casco urbano de Villa La Angostura, la exclusiva y turística ciudad  neuquina, autodenominada «el jardín de la Patagonia». La ciudad creció  durante todo el siglo XX y, al mismo tiempo, les fue arrebatada la casi  totalidad de su territorio a las familias mapuches.
 Hay pruebas concretas. El mapa es antiguo, casi ilegible, y está fechado  en 1902. “Casa Paisil”, señala en letra antigua. Figura en el libro  «Historias de las familias Mapuche Paichil Antriao y Quintriqueo»  (compilado por la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer),  donde antropólogos, historiadores y pobladores locales abordan el  pasado negado de la región sur de la provincia. Según consta en la  Cancillería, el histórico mapa fue utilizado como prueba “por el  Gobierno de su Majestad Británica para considerar e informar sobre las  diferencias” en la frontera entre Chile y Argentina.
 No es la única prueba documental. La portada del expediente de la  División Tierras y Colonias es amarillenta, tiene olor a papel añejo y  data de 1903. Da cuenta de “Entrega lotes Colonia Nahuel Huapi”, lo que  décadas después sería la provincia de Neuquén. Los dos primeros  beneficiarios son “Don Ignacio Antriao” y “José María Paisil”. El  antiguo expediente confirma que son habitantes del lugar desde antes de  1899, “indígenas”, “argentinos” y ambas familias figuran sobre el “lote  9”.
 Nada de eso sirvió el 2 de diciembre de 2010, cuando setenta policías  (incluso efectivos del temido Departamento Especial de Servicios  Policiales –Despo–) llegaron a las 8 de la mañana al cerro Belvedere y  comenzaron a desarmar las viviendas de la comunidad. Los medios locales  filmaron el accionar. Se observaba a los uniformados, pero también a un  grupo de civiles que pateaban las paredes de las humildes viviendas,  cortaban con motosierras los tirantes y sonreían satisfechos cuando las  casas yacían destruidas. La orden había partido del juez Jorge Videla.
 Como un emblema de la injusticia histórica, el desalojo se produjo para  beneficiar al ciudadano estadounidense William Henry Fisher. Incluso el rewe (sitio sagrado utilizado para ceremonias) quedó en manos del extranjero.
2025
 En esa parte de Neuquén no se trata de petroleras (como sí sucede en  Vaca Muerta), ni de mineras. El extractivismo tiene cara (y mucho  dinero) de grandes emprendimientos inmobiliarios. La comunidad mapuche  denuncia que en Villa La Angostura existen unos 40 agentes inmobiliarios  que se conectan entre sí, entrelazan negociaciones donde se reparten la  tierra, y actúan en articulación con el poder político y Judicial.
 De ese grupo surge, en 2004, la compra-venta de cien hectáreas que no  debieron venderse por estar en el territorio de la comunidad. El llamado  «Fideicomiso Lago Correntoso» se hizo de 87 hectáreas y la entonces  estrella de la NBA Emanuel Ginóbili de las trece hectáreas restantes. Y  se desató el conflicto.
 La comunidad Paichil Antriao,  mediante un documento distribuido el mismo día del Nor Feleal (el 8 de  diciembre pasado), explicó que el término «extractivismo inmobiliario»  es reciente pero que es una práctica que se viene cocinando hace años.  «Nuestro abuelos fueron estafados por ‘inversionistas’ que llegaban al  pueblo con ideas y formas de progreso muy diferente al que se tenía por  estos lados», denunciaron. Y ahí encuentran una de las causas de,  mediante dudosas escrituras y firmas con dígito pulgar, se apropiaron de  las 500 hectáreas que hoy son parte del ejido municipal de Villa La  Angostura.
 Afirman que durante la dictadura cívico-militar fue clave el rol del  intendente José Salamida. «El Intendente de facto se apropió de tierra  de la comunidad. A don José Paichil lo tenía en un lugar en condiciones  de esclavitud, le daba comida que le sobraba y con eso obligó a firmar  al viejito Paichil la entrega de tierras, le hizo firmar con la huella  del dígito pulgar. Eso está explicado en la relevamiento territorial de  la Ley 26.160», denuncia Lorenzo Loncón, werken (vocero) de la comunidad.
 Otro punto de inflexión fue en 2012, con la erupción del volcán Puyehue,  cuando el poder político local modificó el Código de Planeamiento  Urbano y habilitó un nuevo negocio. Loncón explica que se habilitó así  la construcción en zonas hasta entonces prohibidas. «Fue un gran negocio  para las inmobiliarias», sostiene el werken.
Nor Feleal: un día de justicia
 Unas 150 personas están presentes. Hay de todas las edades y variadas  pertenencias políticas y de organizaciones sociales. Lo más  identificables, claro, los integrantes del Pueblo Mapuche. Son los  anfitriones y quienes están en todos los detalles, desde dónde dejar los  vehículos, dónde hacerse de agua caliente para el mate y cómo  organizarse para cumplir los tiempos previstos en una jornada que  terminará recién por la tarde, en el centro mismo de la ciudad.
 La actividad inicia con un Wixa Xipan (ceremonia mapuche que  implica bienvenida, reconocimiento, gratitud y fortalece para lo  sucederá). Piden que se formen en parejas (la dualidad atraviesa la  cultura mapuche), por lo cual se hace una extensa doble fila. Suenan los  kulxug (pequeños tambores, de madera y cuero, que se sostienen con una  mano; instrumento musical sagrado mapuche) y las xuxuka, instrumentos de  viento, suerte de finos caños enroscados con forma de gran anillo y  pequeños cuernos en un extremo. El centro de la escena es un rewe (sitio sagrado de ceremonias), donde arden unos troncos que avivarán la llama durante toda la jornada.
 Las vestimentas mapuches tradicionales están presentes. Los hombres con  ponchos hechos a telar (makuñ kvpan) y vinchas (xarilogko). Las mujeres  con vestidos negros y azules (kvpan), aros (caway) y adornos circulares  unidos por un cintillo que se se ata en la frente (xarilogko). Suenan  los kulxug.
 Todos los asistentes marchan en doble fila, despacio y en forma rítmica, alrededor del rewe.  Dos veces. En la segunda pasada, a un lado de los leños en llamas, tres  niños/adolescentes sostienen una bandeja de madera con semillas, hojas y  pequeños tallos de diversas plantas. Todos los presentes, al salir de  la ronda del rewe, toman un puñado de esa ofrenda y se van  turnando, siempre de a pares, para entregarlos al fuego. Resuena el  canto de mujeres y, cada tanto, el tradicional grito de marici wew («diez veces estamos vivos»).
 El Nor Feleal, como no podía ser de otro modo, inició con una ceremonia  mapuche, que une cultura y música, pasado y presente, religiosidad y  pluralidad.
 Mientras el sol comienza a colarse entre los árboles centenarios, le  sucederán quince minutos para rearmar el mate y compartir torta fritas,  mientras se acomodan en ronda unos largos bancos de madera. Será el  momento de la presentación de todos los participantes.
 Lejos de solo decir nombres, lugar de procedencia y el por qué de estar  allí, muchos y muchas hacen una larga presentación, incluso no falta  quién se explaya por demás en las formas de resistencia y hasta les dice  al pueblo milenario cómo debiera ser su lucha. También hay mucha  palabra compartida generosa, que entrelaza historias de organizaciones  sociales con otras de pueblos indígenas. Se explicita el rechazo al  extractivismo y la propuesta de otras formas de vida. «Para nosotros es  importante escuchar, saber lo que piensan, y que cada uno encuentro su  límite de tiempo», explicará luego una de las anfitrionas de la  comunidad.
 Casi tres horas dura la presentación.
 Una pausa para el almuerzo comunitario. El sol ya da de lleno sobre el  predio, aunque a los costados aún hay refugio de sombra por árboles  centenarios.
Una ciudad sobre territorio indígena
 En la Plaza San Martín, pleno centro de Villa La Angostura, había un  cementerio mapuche. Con la conformación de la ciudad, e intento de  borrar la historia, se realizó allí una plaza, pero quedaron los restos  del logko Ignacio Antriao, al pie de una gran maitén. Explica de forma  detallada Gerardo Ghioldi, de la Biblioteca Bayer y uno de los  impulsores de libros de historia sobre los antiguos pobladores de la  región.
 Luego de décadas de que —racismo mediante— les negaran su identidad, los  Paichil Antriao se reorganizaron en 2003, reafirmaron la pertenencia al  Pueblo Mapuche y comenzaron a defender los últimos espacios  territoriales que les quedaban. Iniciaron así una serie de reclamos  administrativos (ante el Estado nacional, provincial y municipal) y  acciones directas para la restitución de hectáreas que les fueron  quitadas en las últimas décadas.
 En 2007 tuvieron el reconocimiento del Estado a través del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, en 2011 tuvieron un fallo favorable de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos  y hace años se finalizó el relevamiento territorial de la Ley 26.160,  pero aún no les entregaron la carpeta final, donde constan los registros  de hectáreas censadas. La deuda es responsabilidad compartida del  gobierno de Alberto Fernández y de Javier Milei.
 El Concejo Deliberante de Villa La Angostura reconoció, en 1993, la  histórica presencia mapuche. La ordenanza 532 señala: “Ignacio Antriao  fue cacique (logko) de las huestes de Sayhueke y tenía sus dominios a  principios de siglo desde el Correntoso hasta la península de Quetrihué.  Cuando el gobierno nacional encomendó la mensura y subdivisión de la  Colonia Nahuel Huapi, se trazaron los límites del lote pastoril 9 de más  de 600 hectáreas, desde el actual Cruce hasta el lago Correntoso y  primeras estribaciones del Cerro Belvedere, dándole a este cacique el  título de propiedad de estas tierras, en recompensa por sus servicios de  baquiano ante la Comisión de Límites que actuó en la zona. Fue uno de  los firmantes del Acta de Fundación de Villa la Angostura en 1932 y  fallece en 1936”.
 Aunque el sitio oficial de la localidad no menciona a la comunidad  mapuche, no hay dudas: Villa La Angostura se fundó y creció sobre las  tierras de los Antriao. O, dicho en palabras de la comunidad Paichil  Antriao, los sectores del poder le robaron (y roban) las tierras al  Pueblo Mapuche. Y, en este caso, con el agravante de que existe prueba  oficial e histórica de a quién pertenece la tierra.
 De las 625 hectáreas otorgadas por el Estado argentino a la comunidad Paichil Antriao, sólo le quedan unas 125 hectáreas.
Voces para narrar la injusticia
 Los logkos Damián Olivero, Mañke Kinxikew, Lucas Kintupuray, Lucas Melo  (representantes de las cuatro comunidades de la localidad, Paichil  Antriao, Kinxikew, Kintupuray y Melo, respectivamente) y la Pijañ Kuse  (encargada de la ceremonia y conocedora de la cultura mapuche), Sofía  Antriao, están sentados detrás de una larga mesa de madera. Componen una  suerte de jurado del Nor Feleal, el órgano de justicia mapuche, son  autoridades también de la Zonal Lafkence de la Confederación Mapuche de  Neuquén.
 En el centro, el rewe y la leña que arde. Enfrente, otra larga  mesa, compuesta por: Diana Lenton (UBA), Laura Taffetani (Gremial de  Abogados) María Torrellas Liébana (Resumen Latinoamericano), Claudia  Korol (Feminista de Abya Yala), Ana Ambrogi (Colectiva Plurancional),  Alejandra Pérez (UBA) y Leo Santillán (de la organización Familiares y  Compañeros de Darío y Maxi), entre otros. Componen el Tribunal Ético  Popular que, en paralelo al Nor Feleal, también escuchará a los  testigos, analizará pruebas documentales y dictaminará una sentencia.
 Los «tribunales éticos» son una práctica que lleva décadas en Argentina.  Alguna vez lo implementaron las Madres de Plaza de Mayo y muchas otras  fueron impulsados por organizaciones sociales. Muy conocidos dentro de  la militancia socioambiental son los realizados por la organización Pañuelos en Rebeldía,  que —mediante investigadores y afectados— ha aportado pruebas para  confirmar el accionar contaminante de grandes corporaciones, desde  Monsanto (hoy Bayer) hasta Minera Alumbrera (Catamarca), desde Ledesma  (Jujuy) hasta Arauco (Misiones).
 Ya es media siesta y el sol se hace sentir, obliga a remera, gorras y  sombreros. Los que tienen refugio en la sombra están más frescos,  incluso con buzos y camperas livianas.
 Tanto el Nor Feleal como el Juicio Ético buscan realzar las voces de los  protagonistas y víctimas, escuchar tantos testimonios como se presenten  y que rara vez son escuchados por medios de comunicación, Poder  Judicial y gobernantes. Nor Feleal y Juicio Ético también reciben  documentos históricos que acompañen los relatos. Se focalizan en tres  segmentos: voces de pu kimche (gente sabía), pu pichikeche (niñeces) e ixofijmogen (naturaleza).
 El micrófono circula. Se escuchan testimonios que han pasado de abuelos a  padres e hijos. Se sabe que mucho de la historia y el conocimiento de  los pueblos indígenas es, sobre todo, oral. Se relató y detalló durante  décadas y siglos. No necesitaron de políticos ni jueces para saber cómo  fueron las cosas. Las vivieron en su cuerpo, en su sangre y la llevan  imborrable en su memoria. Un ejemplo de ello es que todos saben que don  Ignacio Antriao está sepultado en la plaza principal de Villa La  Angostura.
 Sofía Antriao es una referenta en recuperar la historia, denunciar los  abusos y exigir justicia. Toma el micrófono y relata historias de  discriminación, despojo de territorios y violencia, en especial contra  la mujeres. Es uno de los mementos más duros y conmovedores del día.  Ella sufrió en carne propia la violencia machista y wigka.
 Se visibilizado los testimonios de familias históricas del lof (los  Paichil, los Antriao y los Barría). Y las acusaciones recayeron sobre  dos personas: Emanuel Ginóbili y el ex intendente José Salamida. No son  los únicos, pero se los toma como referencia de la prepotencia e  impunidad del poder económico y político.
Textuales
El logko Damián Olivero tiene menos de 40 años. Es nuevo en esto de ser 
autoridad política de la comunidad, aunque era una propuesta que le 
llegó varias veces, pero siempre la esquivó. Hasta que, él mismo cuenta,
 sintió que ya estaba preparado para la responsabilidad. Evalúa la 
jornada: «Nos da fortaleza para seguir adelante». Aclara que no se trata
 de una lucha solo del Pueblo Mapuche, sino de toda la sociedad. 
Entienden que los territorios contaminados perjudican a todos. Y apunta a
 lo global: «En todos los territorios indígenas, con sus matices, pasa 
lo mismo. Se trata de la defensa del territorio ante el avance del 
capitalismo y sus políticas de muerte, de extractivismo y saqueo».
Vanesa Buchile es una joven mapuche que representó a ixofijmogen
 (naturaleza) durante la jornada. Y fue una de las voces presentes tanto
 durante la ceremonia de inicio como durante los testimonios del 
despojo. Explica que el Nor Feleal surgió también como respuesta a la 
inequidad del Poder Judicial, que siempre hace avanzar las denuncias 
impulsadas por Ginóbili y demás empresarios, pero que siempre cajonea 
las causas donde la comunidad mapuche planeta la violación de derechos 
que sufre. «Nos genera demasiada impotencia la justicia wigka (del no mapuche que discrimina a los indígenas) , que está al servicio del dinero de los poderosos», resume.
Diana Lenton es doctora en antropología, cofundadora de la Red de Estudios sobre Genocidio Indígena
 pero, sobre todo, es una académica muy respetada por el Pueblo Mapuche.
 Tanto en la academia como en los territorios, siempre denunció que el Estado argentino se fundó sobre un genocidio
 del que aún no hubo justicia. «Lo que sucedió en Villa La Angostura fue
 un hecho histórico porque por primera vez confluyeron en el mismo 
espacio y en el mismo momento dos sistemas de justicia popular», resalta
 Lenton. Y recuerda que el Nor Feleal es reconocido por el Estado 
neuquino (aunque no para resolver conflictos territorial, sí para hechos
 puntuales, infracciones menores, dentro de la comunidad).
Recuerda que los Paichil Antriao tienen título de propiedad y que, aún 
así, les robaron (y roban) el territorio. No tiene dudas de que no se 
trata de un problema de desalojos por falta de papeles, sino que se 
trata de racismo, en el que a algunas personas se les reconoce el 
derecho a tener una propiedad, «pero parece que cuando son indígenas 
esto no se les permite». Remarca el rol del Estado, que viola las leyes 
que el propio Estado sanciona.
«Si tengo que hacer una evaluación de lo que pasó: fue un hecho político donde los mapuches afirmaron su autonomía y su independencia de pensamiento frente a la idea, establecida por el Estado Nacional, de que solo puede haber una justicia, una economía, una sola nación y, en definitiva, una solo forma de vivir. El Pueblo Mapuche, como otros pueblos indígenas, resisten y dicen ‘no’ a esa idea hegemónica, planten sus diferencias. Entonces, lo que vivimos en Paichil Antriao fue un hecho político de reafirmación de autonomía e independencia».
Huellas del desastre
 Desde el sector Pichunko del cerro, donde suceden las  actividades, se puede tomar tomar un camino de montaña y, a pie, meterse  bosque adentro. El camino tiene unos tres metros de ancho, rodeado de  verde a ambos lados. Y, a poco de andar, se ven pilas de grandes  troncos, cortados a un costado del camino.
 Son largos minutos de andar. Cristian Salinas, comunicador y ocasional  guía, cuenta que es al menos un kilómetro, que las topadoras ingresaron y  desmontaron en una zona que está prohibido por la Ley de Bosques. Son  las cien hectáreas que pretenden el Fideicomiso y Ginóbili. «Por la  pendiente, acá no se puede tocar el bosque. Y menos hacer un barrio de  lujo como quieren estos millonarios», avisa Salinas.
 No es casual el lugar. Cuando se gira la vista hacia la izquierda se  observa un paisaje de postal, con el lago Correntoso en lo bajo y, a lo  lejos, la Cordillera de Los Andes con sus picos nevados.
 La resistencia del Pueblo Mapuche, la judicialización e, incluso cierta mediatización, frenaron tanto desastre.
 Pero nada es seguro. Luis Virgilio, abogado de la Confederación Mapuche  de Neuquén, precisa que hay trece causas judiciales contra hombres y  mujeres mapuches por defender el territorio comunitario. Por si quedaran  dudas, envía un archivo con el detalles de causas, abogados, fiscales  y, claro, los acusados. Una de las causas está caratulada: «Ginóbili,  Emanuel David C/ Comunidad Mapuche Lof Paichil Antriao y otros».
 Por contraposición, no hay causas que avancen contra quienes son  denunciados por usurpar territorio indígena y por el delito de desmontar  el bosque nativo.
 Una figura de peso local, de derecha y con discurso racista, es la  organización «Comunidad Angostura», que creció a imagen y semejanza de  «Consenso Bariloche», integrada por empresarios, supremacistas  encubiertos y negadores de derechos. «Son empresarios hoteleros y  turísticos. Son fachos que niegan los derechos indígenas. En febrero de  2023 hicieron una marcha con gente de San Martín de los Andes, Bariloche  y de acá. No reconocen las leyes nacionales e internacionales que  reconocen nuestros derechos», afirma Lorenzo Loncón, werken (vocero) de la comunidad Paichil Antriao.
 En la ciudad también está el selecto barrio cerrado Cumelén, refugio  vacacional de Mauricio Macri y de las familias Roemmers, Blaquier y  Pescarmona, entre otros multimillonarios de Argentina.
Ixofijmogen: todas las vidas sin excepción
 Un lugar central en el Nor Feleal la tuvo el ixofijmogen, que en un intento de traducción sería «todas las vidas sin excepción».
 En la cosmovisión mapuche el cosmos está integrado por un sistema de relaciones entre los elementos de la naturaleza. El cielo, Wenumapu, donde habitan los espíritus de los antepasados (kuyfikeche) y energías (gen) transformados, con la tierra (Nag Mapu) donde habitan animales, plantas, humanos; y la gen  de todas las cosas que lo habitan. Se mantiene una constante relación  con los antepasados y la circularidad de la vida, y la convergencia de  las principales energías de vida: la tierra, el agua, aire y fuego.
 La naturaleza es considerada centro esencial para la vida y sin ella no son. Y existe una norma principal (ekuwun) de convivencia en la que se expresan responsabilidad, empatía, solidaridad, cuidados, reciprocidad y amor. La ekuwun implica mantener el orden y el equilibrio para que funcione la vida. Y, siempre según la concepción mapuche, la ekuwun  establece que no se tomará más de lo que se necesite (refiere a los  alimentos y al abrigo). Dice que el bienestar individual no debe afectar  negativamente a otros seres. Y, fundamental, en los lugares que se  habita se debe generar el menor impacto posible.
 «Se debe pedir permiso, ser respetuosos. Se debe wewpin (parlamentar), porque el ixofijmogen nos escucha. Por ejemplo, para hacer una ruka (casa) pedimos permiso a los gen  (energías) con las que van a habitar ese espacio. A las plantas, a los  animales, al agua, a la tierra y a los antepasados, ya que ellos serán  nuestros compañeros mientras estemos ahí», explica Vanesa Buchile.
 En conocido dentro de los sectores que acompañan a los pueblos  indígenas, pero nunca está de más: el Pueblo Mapuche (como tantos otros  pueblos originarios) no se consideran dueños de la naturaleza, sino  parte de ella.
Dictamen y cierre
Ya son las 16, el sol siempre estuvo presente y las palabras de cierre 
corresponden a las autoridades de las cuatro comunidades y a la pijañ kuse
 Sofía Antriao. Realizan un repaso de la vulneración de derechos y una 
reafirmación de la presencia histórica en el lugar. Y remarcan la 
decisión de permanecer y defender el territorio.
Toda la jornada se vivió en un clima de encuentro fraterno, con momentos
 de tristeza por la padecido durante décadas pero también de alegría, de
 almuerzo compartido, música y sonrisas. Se presentaron —de parte de sus
 protagonistas y víctimas— múltiples testimonios, relatos y denuncias 
por parte de kimche (conocedores de un tema específico), niñeces, ixofijmogen (naturaleza) y documentos técnicos sobre la violación de ley de bosques y tratados y normas nacionales e internacionales.
Hay quienes, para intentar desmerecer el Nor Feleal y el Juicio Ético, 
lo sindicaron como una «puesta en escena». Sin dudas, existe un 
componente teatral, como de forma similar sucede en el Poder Judicial, 
en el «honorable» Congreso y en la Casa de Gobierno. La diferencia es 
que éstos tres poderes-teatros están impuestos desde arriba y 
naturalizados abajo. Presidentes y gobernadores, jueces y fiscales, 
diputados y senadores (salvo excepciones que confirman la regla) son 
millonarios. Y aún hay quienes creen que de esos ámbitos derramará algo 
parecido a la justicia.
En el Nor Feleal no se habla de «sentencia», como suele ser en el Poder 
Judicial tradicional, pero sí hay un dictamen final. La lectura sucede 
en pleno centro de Villa La Angostura, en la Plaza San Martín, donde 
está enterrado el logko Ignacio Antriao, frente a la Municipalidad.
«Se ha evidenciado que las acciones de desalojo y violencia no son 
aisladas, sino que forman parte de un sistema estructural avalado por un
 Estado permisivo y medios de comunicación que tergiversan la verdad. No
 habría Ginóbili ni Salamida si el Estado no fuera permisivo. El Estado 
permite y promueve un sistema que despoja y silencia», leen como 
introducción.
El Nor Feleal y el Juicio Ética determinaron:
- Ginóbili y Salamida son culpables de los actos de despojo, violencia y daño al lof Paichil Antriao. Ambos deben retirarse inmediatamente del territorio, quedando prohibido su retorno.
 - Los acusados deben realizar un acto de reparación comunitaria: deberán financiar la reforestación del territorio con especies nativas equivalentes a los árboles talados; en el espacio violentado por los atacantes se establecerá una escuela de educación mapuche; y se destinarán fondos para la puesta en funcionamiento de la Ruka Intercultural en salud.
 - Se exige al Estado Nacional, al gobierno provincial y municipal y a los estamentos judiciales: la regularización inmediata de los derechos territoriales, en favor de las familias descendientes de Paichil, Antriao y Barría. La urgente implementación de servicios básicos (luz y agua) en nuestro propio territorio. Y la inmediata de nuestra carpeta técnica por parte del INAI, cumpliendo con sus deberes legales y constitucionales.
 
 La Plaza San Martín es testigo de un eslabón más en la larga historia  del Pueblo Mapuche. Los ocasionales transeúntes y turistas miran de  lejos al grupo de que lee el dictamen. La Wenu Foye (bandera mapuche)  flamea. Se escuchan los marici weew La jornada está cerca del fin, pero antes dos menciones fundamentales: se exige que  el Estado (Nacional, provincial y municipal) expresen una disculpa  pública por los «crímenes históricos» contra el Pueblo Mapuche.  Y se hace un anunció que une pasado y futuro: «Reafirmamos que la  comunidad mapuche siempre estuvo y siempre estará defendiendo lo que nos  fue prestado para cuidar».
 Cae la tarde en Villa La Angostura. Y un rayo de sol se filtra entre los  árboles de la plaza. Un claro día de justicia acaba de suceder.
*Asesoramiento de mapuzungun a cargo de Pety Piciñam, kimeltufe (educadora) y Logko de Lof Puel Pvjv.
Artículo publicado el 22 de enero de 2025 en Agencia Tierra Viva.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


