Hay mucho odio. Está de moda. Es contagioso. Muchos, muchísimos, aman odiar. Les encanta. La responsabilidad de los intelectuales (del que se sienta capacitado), ante estos fenómenos importantes, es analizar, aclarar de dónde vienen esos fenómenos. Yo alguna vez, si Dios me otorga las indispensables energías, tal vez intente algún libro sobre el tema. Una […]
Hay mucho odio. Está de moda. Es contagioso. Muchos, muchísimos, aman odiar. Les encanta. La responsabilidad de los intelectuales (del que se sienta capacitado), ante estos fenómenos importantes, es analizar, aclarar de dónde vienen esos fenómenos.
Yo alguna vez, si Dios me otorga las indispensables energías, tal vez intente algún libro sobre el tema. Una historia argentina desde ese punto de vista. No está escrito, todavía.
En este problema, como en todo lo que existe en este mundo, hay, habrá, por lo menos dos posturas. Dos teorías. Dos versiones. Dos explicaciones.
Según todo el aparato de guerra cultural política mitrista clarinista de la derecha liberal argentina el actual estado de división de la sociedad argentina se debe al kirchnerismo. Y antes al peronismo.
Yo no creo en esa teoría.
Ofrezco otra teoría. Una mucho mejor. Mucho más poderosa. Mucho más exacta. Mucho mejor probada. Usted evalúela. Piénsela. La discutimos en cualquier bar, en cualquier esquina.
Según mi investigación, según mi teoría, según mi reflexión, según mis análisis, la fuente interminable de odio en la historia argentina es Sarmiento.
Sarmiento es el maestro del odio en la cultura argentina.
Estos son mis argumentos, estas son mis pruebas.
Transcribiré, a continuación, opiniones, cosas que dijo Sarmiento.
Miren lo que dijo, y luego evalúenlo:
1. [Dijo que] «Los gauchos son bípedos implumes que de tan infame condición no sé que se gana con tratarlos mejor». (Diario El Nacional, 3 de febrero de 1857). «Se nos habla de gauchos… La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esta chusma de haraganes». «No ahorre sangre de gauchos…» le recomienda a Mitre.
2. «Tengo odio a la barbarie popular…» ( esta es la clave de la historia cultural política argentina que no osa reconocerlo, este es un comentario mío H.J.G)
3. «Cuando decimos pueblo [por ello] entendemos a los notables, activos, inteligentes… somos gente decente, patricios a cuya clase pertenecemos…»
4. «Llego feliz a esta Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires donde no hay ni gauchos, ni negros ni pobres».
5. «Por los salvajes de América [los indios] sentimos una invencible repugnancia…»
6. De los paraguayos dijo: «…es providencial que un tirano [se refiere a Solano López, aclaro] haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní… es preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana…»
7. Justificó el fraude en las elecciones, en 1857, cuando fue elegido senador: «Era menester que algunos hombres de talento y capacidad entrásemos en las cámaras…»
8. «Estoy convencido de que los norteamericanos son el único pueblo culto que existe en la tierra…». «Nuestra simpatía para la raza de los ojos azules…»
9. «Los americanos [Sarmiento habla en este párrafo de los latinoamericanos] se distinguen por su amor a la ociosidad…». «La raza latina está condenada en América a ir a la zaga de la raza sajona…»
10. «Aquí no puede haber más política que la del garrote y la macana».
Entonces, como podemos ver, lectores, es Sarmiento, fue Sarmiento el que enseñó a los argentinos a odiar a los gauchos, a odiar a los negros, a odiar a los pobres, a odiar a los paraguayos, a odiar lo popular, a concebir la democracia como un asunto exclusivo de la «gente pudiente».
O sea que la democracia es una cosa que pertenece nada más que a los que tienen guita (o campo, por ejemplo). Ellos son lo que tienen que dirigirla. Los demás «que la miren de afuera».
Como pueden advertir en la cita número 7 que transcribí fue Sarmiento el que justificó que los ricachones hagan fraude (en beneficio de los ricachones, hoy sería de los grandes grupos económicos, no de la Patria).
Fue Sarmiento el que justificó dar palos y palos y más palos todavía al pueblo, a lo popular. Fue Sarmiento el que enseñó a las elites dominantes (dominantes, no buenos dirigentes) a despreciar lo latino, a despreciar lo propio, a despreciar a nuestra gente, a subestimar nuestra cultura.
Fue Sarmiento el que enseñó a pasarse la vida y las horas admirando eternamente como pavos a Eurolandia y a Yanquilandia.
Fue Sarmiento el que adoctrinó a los argentinos en la admiración pava por los anglosajones, el culto idiota del yanquilandismo. O afrancesarse.
Es Sarmiento la fuente de la desgracia Argentina. De los enconos entre los Argentinos. De que algunos (por ejemplo porque tienen plata o tienen campo) se crean superiores. Con más derechos. Pueden tener la camioneta más grande, pero, ¿la cultura?
Este conjunto de ideas de Sarmiento es, fue, y sigue siendo la matriz cultural de la sociedad argentina.
Porque estas ideas pasaron después a todo el sistema de la prensa argentina. Al diario La Nación, del clan de los Mitre de Buenos Aires. Al diario La Razón del ultraristócrata clan de los Peralta Ramos. Al diario La Prensa del clan de los Gainza Paz, campeones nacionales de la fanfarronería oligarca. A El Litoral de Santa Fe, de la ¿»Patricia»? familia Vittori. A El Liberal de Santiago del Estero, a El diario de Río Negro de la familia Rajneri, a La Nueva Provincia de Bahía Blanca de la familia de los Massot, y así siguiendo con casi todo el sistema de la prensa argentina.
Salvo excepciones, toda la prensa argentina tiene las ideas culturales de Sarmiento. Todo el sistema de la prensa argentina cultiva esas ideas, las difunde, las defiende. En la versión y estilo adecuados a cada época, obvio. De ahí después esas ideas cuando se inventó la radio pasaron a la radio. Y cuando se inventó la televisión pasaron a la televisión. Desde ahí se desparramaron por toda la sociedad.
Luego, entonces, por lo tanto, toda la clase dominante argentina, fue educada, muy mal educada, en todas estas ideas estúpidas.
Luego, por imitación de comportamiento, estas ideas pasaron a un montón [no todos, felizmente a mi mente no] de sectores de las clases medias.
Porque las clases medias tienden a imitar la forma de pensar y opinar cultural de las clases altas.
Entonces, por medio de ese «mecanismo de transmisión de las ideas» uno puede encontrar hoy miles y miles de argentinos tarados de medio pelo que desprecian a los negros, que desprecian a los paraguayos y que están soñando, probablemente, algún día con estupidizarse con alguna vidriera de algún estúpido shopping de Miami, la capital mundial de la estupidez y la frivolidad. La capital mundial del susanajimenismo sarmientista.
Si los argentinos queremos crecer y superarnos ética y culturalmente tenemos que superar a Sarmiento. Tenemos que «desSarmientizar» la sociedad argentina.
Desafío a todos a encontrar una teoría del odio más exacta, más verdadera, más profunda, más poderosa que esta. A ver quién lo logra.
Nota a mis lectores: el que no esté de acuerdo con esto que critique mi teoría. No mi persona. Porque mi persona no es importante. Mis teorías sí son importantes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR