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El pago al Club de París, cierre del círculo de la entrega y de la infamia

Fuentes: Rebelión

El kirchnerismo ha completado el circuito de la entrega y de la infamia: con el pago al Club de París, terminó de legitimar una deuda que la misma justicia argentina declaró, a través de un fallo del juez Ballesteros en el año 2000, ilegal, ilegítima y fraudulenta. Con sus acciones -más allá de sus bravuconadas- […]

El kirchnerismo ha completado el circuito de la entrega y de la infamia: con el pago al Club de París, terminó de legitimar una deuda que la misma justicia argentina declaró, a través de un fallo del juez Ballesteros en el año 2000, ilegal, ilegítima y fraudulenta.

Con sus acciones -más allá de sus bravuconadas- cumplió el objetivo de todo el sistema financiero imperialista (y de sus socios menores y mamporreros, la derecha, la oligarquía y la burguesía vernáculas). Y no sólo eso: legitimó lo ilegítimo; pagó como nunca nadie antes: (174 mil millones de dólares + los 10mil millones de ahora); acumuló una nueva deuda por 220 mil millones de dólares más; y estructuró nuestra economía para nunca ser soberana y naufragar en la dependencia permanente, al necesitar para desarrollarse de financiamiento e inversiones externas.

¿Dónde queda la soberanía si se depende del dinero de los poderosos del mundo?

Ningún gobierno le ha hecho favor más grande al Sistema Financiero Imperialista, en cantidad y calidad, como el kirchnerista.

Esto es lo que nos deja el kirchnerismo. La consolidación social del cipayismo como forma de «ser nacional» en amplios sectores de la población. La tergiversación total de los conceptos y valores que históricamente se asociaron a las palabras liberación e independencia.

Para miles y miles de argentinos que apoyan a este «modelo», «esto» es liberación.

Claro que la realidad no tiene nada que ver con eso.

EL KIRCHNERISMO: DE DERECHA POSIBLE, A DERECHA EXPLÍCITA

Los kirchneristas «antiimperialistas» festejan el pago al Club de París, el pago a Repsol, el pago de la deuda que no debemos; festejan la entrega de Vaca Muerta a Rockefeller, del petróleo en general a las corporaciones multinacionales; festejan la entrega de nuestra riqueza minera a la Barrik; festejan que Monsanto les haya escrito la nueva política agropecuaria; festejan que la producción del campo esté en manos de Dreyfuss, Bayer, Monsanto, Grobo y Cargill; festejan que los bancos tengan las ganancias más grandes de la historia; festejan que la economía esté aún más extranjerizada que en los 90; festejan la ley de ARTs a la derecha de la de Menem; festejan los acuerdos inmobiliarios con Macri; festejan el ascenso de Milani; festejan la Ley Antiterrorista, el Proyecto X, los 6500 luchadores políticos y sociales procesados durante este gobierno; festejan la oprobiosa condena a cadena perpetua a los inocentes trabajadores de Las Heras; festejan cada tiro que termina con la vida de un originario para entregarle sus tierras a las corporaciones multinacionales del petróleo, la minería y la soja.

Festejan esas decisiones políticas que indican que el «modelo» no cierra sin inversiones y financiamiento externos, lo que, más allá de sus cacareos histéricos, dejan bien en claro nuestra condición de país que NO es soberano, pues lo han hecho absolutamente dependiente.

Festejan sus consecuencias nefastas, que son la explotación, la precarización laboral, la pobreza estructural y la criminalización de la protesta.

Pueden decir lo que quieran sus militantes y adherentes, pero sus hechos, sus políticas, los definen.

Habrá que trabajar mucho para remontar el desastre que ha hecho esta corriente política, no sólo por el saqueo de nuestro patrimonio que ha propiciado, sino por el retroceso en la consciencia de masas que ha provocado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.