Estamos entrando al mes de setiembre y la situación política y social del país está determinada por los alcances nefastos del plan económico y político del macrismo, por las consecuencias de los resultados electorales que colocan más a la ofensiva al gobierno y por la falta de una alternativa de izquierda con peso en franjas […]
Estamos entrando al mes de setiembre y la situación política y social del país está determinada por los alcances nefastos del plan económico y político del macrismo, por las consecuencias de los resultados electorales que colocan más a la ofensiva al gobierno y por la falta de una alternativa de izquierda con peso en franjas de masas, que no tenga que ver con el pasado ni con la vieja política. En ese contexto es que actúa el gobierno, que se siente en mejores condiciones tras los resultados obtenidos.
El balance de las elecciones arroja un triunfo del gobierno porque gana en distritos importantes como Caba, Córdoba, Mendoza y otras importantes provincias, y logró una elección cabeza a cabeza en Buenos Aires y en Santa Fe. El hecho de que más del 60% votará contra el gobierno no puede esconder la realidad de que, al menos ahora, el gobierno sale como la fuerza política más votada.
Que el gobierno sale mejor parado de las PASO se evidencia estos días en cada hecho de la realidad. Se siente fuerte y amenaza con cerrar ramales del tren, intenta más cambios a su favor en la justicia, polariza con un discurso reaccionario ante la desaparición forzada de Santiago Maldonado, responde a la marcha de la CGT echando funcionarios afines al sindicalismo. Nada de esto significa que el gobierno puede avanzar tranquilo y sin problemas, porque a la vez hay mucho descontento social. Pero es evidente que existe una fuerte franja de la sociedad, de sectores medios y sectores populares que por ahora lo acompañan, más el sostén mediático que le dan grandes medios de comunicación. Esa importante base social que vota a derecha y defiende el proyecto oficial aún en medio del ajuste y la crisis económica es la base de sustentación del gobierno y marca esta coyuntura pos elecciones PASO.
Tampoco hay que perder de vista que para llegar a esta coyuntura el gobierno vino trabajando para desmontar el proceso de luchas que marcó todo el primer trimestre de 2017. Aunque han pasado varios meses, es bueno recordar que el año arrancó con fuertes luchas, movilizaciones, paros sectoriales, movilizaciones democráticas, reclamos de paro nacional y una enorme lucha docente. Por entonces se discutía cuánto podía aguantar Macri así. Lamentablemente, por el rol traidor de las direcciones sindicales tradicionales, no ganó la lucha docente pese a la fuerza de las bases, y a nivel general no se avanzó al plan de lucha que hacía falta. La CGT hizo un paro para descomprimir y metió «violín en bolsa». Mientras, en el terreno político, el PJ y el masismo le votaban leyes claves al macrismo en el Congreso Nacional y en la estratégica Provincia de Buenos Aires. En acuerdo con la vieja política y la burocracia sindical, el gobierno logró desmontar su peor momento y entrar a elecciones en mejores condiciones. Este hecho explica también los resultados.
La crisis del kirchnerismo y el PJ
El PJ en todas sus variantes intenta, por un lado, ocultar su rol cómplice del macrismo durante este último año y medio, porque no quieren dejar en evidencia que son corresponsables de la situación actual. Y, por otro, frente a los resultados electorales buscan minimizar el triunfo del gobierno, porque necesitan demostrar que ellos tuvieron mejores resultados, o al menos no quedar tan debilitados para lo que viene.
Pero sucede que no se va a derrotar al macrismo falseando la realidad, sino comprendiendo a fondo donde estamos parados, partiendo de los hechos. Y el hecho, en términos electorales, es que hubo un triunfo del gobierno y una floja votación del PJ en general y del kirchnerismo en particular, que esperaba un triunfo claro de CFK que no ocurrió, porque terminó ganando por muy escaso margen y puede perder en octubre en una elección más polarizada. Veremos cómo se desarrolla esa contienda, pero de mínima vamos hacia octubre en la provincia de Buenos Aires con el kirchnerismo en peores condiciones de las que esperaba y con el gobierno mejor parado de lo que ellos mismos creían. Cuestión que a nuestro modo de ver confirma que sólo vamos a frenar y derrotar al macrismo peleando consecuentemente en la calle y construyendo algo nuevo en el terreno político, sin repetir viejas y frustradas experiencias.
El voto a izquierda y una propuesta para avanzar
Es en este contexto que la votación de la izquierda ocupó un espacio electoral pero sin emerger de las PASO como un actor ascendente ni un fenómeno notorio. El FIT mantuvo su votación en algunos lados sin avanzar, en otros retrocedió y de conjunto se estancó, poniendo en riesgo hacia octubre los cargos nacionales (trs diputados) que pone en juego. Por otra parte, nuestra Izquierda al Frente hizo una modesta elección en Provincia de Buenos Aires y Capital, y tuvo el mérito de superar las PASO en seis provincias, mientras nuestro partido también las superó en otras seis más, completando en total 12 provincias donde estaremos en octubre, más la ciudad de La Plata y otras tantas del Gran Buenos Aires y el interior de la provincia.
De estos números de la izquierda, podría sacarse la conclusión de que en esta coyuntura compleja y con un gobierno envalentonado por el fracaso de las variantes de oposición tradicional, la izquierda sacó dentro de todo, lo que más pudo. Nosotros no compartimos esa visión justificatoria y unilateral, que se expresa en algunos de los balances de las fuerzas del FIT. Frente al macrismo el gran problema es que el FIT es un obstáculo que rechaza hacer lo único que de verdad hace falta: superar la división y construir una gran unidad de toda la izquierda.
Nos referimos a la necesidad de ofrecerle a millones de trabajadores, mujeres y a la juventud, un gran movimiento político unitario de toda la izquierda, para que puedan optar por algo nuevo frente al macrismo. Esta propuesta que impulsamos y propusimos reiteradas veces desde el MST hubiera generado mejores votaciones para toda la izquierda y hoy estaríamos entre las principales fuerzas hacia octubre y a la vez generando mejores condiciones para las luchas que vienen. Pero el sectarismo criminal del FIT de creerse la única izquierda evita esta posibilidad y lo estanca como fuerza electoral. Es el precio que paga por su cerrazón.
De nuestra parte, creemos muy necesario después de las elecciones encarar a fondo un debate político profundo sobre los caminos para que la izquierda y las fuerzas populares avancemos a ser de verdad alternativa. Hay distintos ejemplos en el mundo de que esto puede ser posible. Uno de ellos es el PSOL de Brasil, un partido amplio de izquierda que contiene a diversas tendencias de distinto origen, y, con puntos fuertes y débiles, ocupa un lugar de importancia desde la izquierda en la política brasilera. A ese partido ahora se ha incorporado otra fuerza (el MAIS) fortaleciendo su ala izquierda. Un movimiento político así deberíamos impulsar en nuestro país. El positivo paso que dimos entre el MST y el Nuevo MAS conformando Izquierda al Frente por el Socialismo, podría jugar un rol importante, conduciendo y motorizando un proceso similar, con un programa anticapitalista y socialista y una apertura política a nuevos sectores que quieran ser parte. Este gran desafío que el FIT no asume y rechaza, es el que debiéramos asumir nosotros con audacia y sin ningún sectarismo. Invitamos a debatir, a intercambiar ideas y a dar pasos en este sentido.
Sergio García. Periodista político. Director de la Revista «Nueva Izquierda». Dirigente del MST en Izquierda al Frente.
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