Recomiendo:
0

El paro indefinido en la FFyL de la UNAM y sus tristes actores interesados

Fuentes: Rebelión

A casi tres meses del paro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (FFyL), el futuro y las condiciones para que se libere la facultad son inciertas. Si a esto se suma que, en los últimos días, el conflicto ha escalado a raíz de algunos conatos de violencia en otros planteles que […]

A casi tres meses del paro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (FFyL), el futuro y las condiciones para que se libere la facultad son inciertas. Si a esto se suma que, en los últimos días, el conflicto ha escalado a raíz de algunos conatos de violencia en otros planteles que también están en paro por semejante razones, entonces, lo que se perfila es la reedición de una situación política crítica que, posiblemente, culmine en la reactivación y recrudecimiento de paros en otras facultades de la UNAM.

Como señalé en mi artículo anterior, las formas de operar del grupo que mantiene tomada la FFyL se han alejado de las formas históricas del activismo político estudiantil, caracterizado por su apertura y democracia en la toma de decisiones y en la exigencia de demandas puntuales a través del diálogo incluyente, y se aproximan más a las formas que usan ciertos grupos políticos de poder (como, por ejemplo y sin ir más lejos, el PRI) que buscan generar un conflicto institucional, en donde la correlación de fuerzas los ayude a negociar con el grupo de poder que actualmente controla la institución, para recuperar cotos de poder o defender intereses que han perdido o están por perder.

Si se hace un análisis de los tiempos, respuestas y propuestas que se han vertido durante la toma de la FFyL, por parte de las autoridades y las respuestas correspondientes de las paristas, puede observarse que se han cumplido casi cabalmente todas las demandas y las que aún quedan en el aire son demandas que apelan a otros tiempos y normas institucionales que no responden al capricho de unos cuantos. Sin embargo, en cuanto al tiempo, puede observarse que las paristas han buscado, en todo momento, dilatarse en la entrega de sus respuestas y han tardado, en promedio, 10 días entre respuesta y respuesta, al tiempo que se han negado a la posibilidad de llevar a cabo diálogos con mayor celeridad. Por ejemplo, cuando se negaron rotundamente, en el diálogo del día 15 de enero, a la propuesta por parte de la mesa negociadora de realizar un próximo encuentro el día 16 de enero. Voluntad de diálogo, por parte de las feministas paristas, hay poca, pero de monólogo hay muchísima.

Por otra parte, la falta de determinación y de perspicacia por parte de las autoridades, demuestra no sólo su incapacidad de enfrentar situaciones de orden político con actores que responden a grupos de interés antagónicos a los que ellos pertenecen, sino también la falta de capacidad para convocar a la comunidad estudiantil, a la que le aquejan no solamente los problemas de acoso sexual, y ofrecerles una solución digna e integral a las múltiples problemáticas que no se reducen a la violencia de género.

No fue sino hasta que corrió el rumor[1] de que los contratos de los profesores de asignatura de la FFyL (que son, aproximadamente, 1025 docentes y que no han dejado de cobrar en estos meses de paro) estaban en peligro, que algunos profesores, preocupados por no cobrar, pero no por no dar clases, comenzaron a convocar a asambleas para, por una parte, seguir respaldando a las paristas en su paro indefinido[2] y, por otra, para exigirle a las autoridades que, al margen de los procesos administrativos y de la legislación universitaria, se les renueve el contrato para que continúen cobrando aún sin dar clases. Al cabo de unos días, empezó a replicarse, por redes sociales, el discurso irrisorio de que, ahora, los profesores eran parte de un complot orquestado por las autoridades para usarlos de «esquiroles» y rompehuelgas, en vez de observar, como señalaron los Consejeros Técnicos estudiantiles de la FFyL, que la recalendarización que aprobaron en el Consejo Técnico del 25 de enero se hizo para no afectar a otros estudiantes que deben hacer de manera forzosa sus trámites administrativos para no perder becas, servicio médico, apoyo especial, etcétera.[3]

Por ello, aparece en el escenario la pregunta, ¿qué están buscando estos profesores al manejar de forma tan perversa la información?, ¿acaso tienen y defienden algún interés concreto o es simplemente la falta de capacidad de leer adecuadamente la realidad?

El papel de los profesores de «izquierda»

Otra de las cosas que llama fuertemente la atención es el papel que han tenido algunos de los «intelectuales» y profesores de «izquierda» de la FFyL que han salido a apoyar acríticamente este paro.

Resulta sorprendente que los mismos académicos que se jactan de manejar con destreza inigualable y crítica las fuentes bibliográficas, de las que echan mano para ejercer la práctica hermenéutica, proponiendo interpretaciones, muchas veces a contrapelo (o en franca contradicción) con lo dicho explícitamente por tal o cual autor, no hayan podido emplear la misma forma crítica de proceder, guardando distancia frente a los comunicados panfletarios y reflexionando de forma aguzada la diferencia entre el discurso con el que se presentan las paristas, sus supuestos o prejuicios y los intereses que se encuentran detrás de las mismas.

Como si los comunicados panfletarios escritos por las paristas fueran la realidad expresada de manera clara, distinta y aproblemática y sin reveses en sus discursos y prácticas, no se autoconvocan a hacer un análisis de actores ni, mucho menos, a problematizar desde qué perspectiva y discurso ideológico se está abordando el problema de género en la facultad o a quién termina beneficiando. Pareciera existir un binomio autoexcluyente a priori, muy pedestre y de cuño anarquista, que se impone en la forma de pensar de estos profesores y es: autoridades universitarias vs. estudiantes, en cuya fórmula la autoridad, por principio, es «mala» en y por sí misma, y las estudiantes, por su parte, víctimas [4] y «buenas». De esta forma, el análisis se decanta por legitimar a la parte «buena» del binomio y en legitimar a ultranza todo lo que de ella emane, aun cuando sea evidentemente incoherente, autoritario y excluyente.

De aquí, entonces, que tampoco puedan comprender que lejos de fomentar una visión crítica, y por ende de ofrecer respuestas acordes, lo que están haciendo estos profesores es legitimar un tipo de feminismo muy reaccionario, cuyas raíces se encuentran en el puritanismo conservador norteamericano, que basa su práctica y sus soluciones en el punitivismo moralizante y carcelario, producto de una forma sumamente retrógrada y ultraconservadora de entender la relación entre géneros y que es acorde con la visión del mundo impuesto por el neoliberalismo y su política carcelaria, laboral y contrainsurgente.[5]

Además, resulta muy curiosa la forma de reaccionar de estos profesores de «izquierda», mismos que en otras coyunturas políticas dentro de la UNAM no tenían empacho en condenar los paros de 24 o 48 horas, exigiendo «cordura», «diálogo» y «democracia» en la toma de decisiones (algunos exigiendo incluso la credencialización de las asambleas). Casualmente, y esto resulta aún más extraño, los mismos profesores adscritos a posiciones de derecha y extremadamente conservadores, han aceptado, sin reparos, la toma de la FFyL y no han llamado, como en otras ocasiones, a reabrir instalaciones, a llevar a cabo expulsiones de activistas y/o a emplear mano dura en contra de las paristas. ¿Qué inversiones han ocurrido en la realidad mexicana, en los últimos tiempos, para que la otrora izquierda académica hipercrítica y la derecha ahora se comprendan y retroalimenten?

¿Qué podrán contestar los profesores, que se dejan llevar por este juego perverso, el día de mañana, cuando el disciplinamiento laboral y las medidas punitivistas propuestas por las paristas e impulsadas por estos profesores, sirvan como herramientas de control político y se eliminen, de esta forma, a las voces disidentes que no encajen con el conservadurismo feminista autoritario impuesto? ¿No sería mejor prevenir dichos escenarios y luchar por una verdadera democracia incluyente que asuma que sólo comunitariamente se pueden resolver los problemas colectivos?

Notas

[1] https://www.elsoldemexico.com.mx/metropoli/cdmx/mas-de-mil-docentes-de-filosofia-y-letras-en-riesgo-de-perder-su-trabajo-4737737.html

[2] Paro indefinido que, además, como condición para ser levantado y hacer entrega de las instalaciones de la facultad exige que no se recalendarice el término y el inicio del semestre hasta que ese mismo paro indefinido sea levantado (¡¿?!).

[3] Esto se puede consultar en la infografía realizada por los mismos consejeros en: https://www.facebook.com/813287099013821/photos/pcb.1082714838737711/1082714658737729/?type=3&theater

[4] Pues, como sostiene Daniele Giglioli, «Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable, o responsable de algo?» Daniele Giglioli, Crítica de la víctima, Herder, Madrid, 2017, p. 11.

[5] Sobre este punto pueden verse, por ejemplo: Nancy Fraser, «How feminism became capitalism’s handmaiden, and how to reclaim it» en https://www.theguardian.com/commentisfree/2013/oct/14/feminism-capitalist-handmaiden-neoliberal y Elena Larrauri, Criminología crítica y violencia de género, Trotta, Madrid, 2007; Kristin Bumiller, In An Abusive State. How Neoliberalism Appropiated the Feminist Movement Against Sexual Violence, Duke University Press, Durham, 2008; Lucía Núñez, «Contribución a la crítica del feminismo punitivo», en Huacuz Elías (coord.), La bifurcación del caos. Reflexiones interdisciplinarias sobre violencia falocéntrica, UAM-Xochimilco / Ítaca, México, 2011.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.