El 26 de octubre de 1915 vio la luz el Manifiesto de la Nación. La versión manuscrita del documento fundacional del zapatismo recién fue encontrada por el periodista Mario Casasús en el archivo de la familia de Francisco Franco Salazar, primo hermano del caudillo del sur y al que tuvo acceso gracias a su nieta […]
El 26 de octubre de 1915 vio la luz el Manifiesto de la Nación. La versión manuscrita del documento fundacional del zapatismo recién fue encontrada por el periodista Mario Casasús en el archivo de la familia de Francisco Franco Salazar, primo hermano del caudillo del sur y al que tuvo acceso gracias a su nieta María Félix Aragón Franco.
Lo encontró traspapelado y tuvo la oportunidad de cotejarlo con el mecanuscrito ubicado en el Fondo Gildardo Magaña de la UNAM.
Tras verificar en archivos y libros como Escritos y documentos de Emiliano Zapata, de Ramón Martínez (1980), y Emiliano Zapata. Antología, de Laura Espejel, Alicia Olivera y Salvador Rueda (1988), el investigador constató que el texto estaba inédito.
Gracias al apoyo del historiador Francisco Pineda, de Laura Espejel y de Elvira Pruneda, quien en 2002 restauró y digitalizó las nueve cajas de documentos del Archivo Chico Franco del Museo Casa de Zapata, Casasús contrastó su hallazgo con las tres hojas del manifiesto que se encontraban en la carpeta dos de la caja dos del acervo.
Zapatismo movimiento visionario
Una vez que reventó la Soberana Convención Revolucionaria de 1914, en Aguascalientes, las sesiones se trasladaron a Cuernavaca ya sin la presencia del carrancismo, corriente a la que los zapatistas calificaron de traidora. En ese contexto nació la Ley Agraria el 26 de octubre de 1915, misma que es antecedida por el manifiesto.
Casasús sostiene que se trata del documento fundacional del zapatismo. En su interior, se lee una de las improntas del movimiento: «NADA MÁS GRANDE, NI MÁS TRASCENDENTAL PARA LA REVOLUCIÓN, que la cuestión agraria».
Además, hay alusiones a los derechos de la mujer y a una forma de entender al campo adelantada a su tiempo. «Sintetiza todos los debates de la Convención Soberana Revolucionaria», explica el periodista.
Plantea, por si fuera poco, la redención de los indígenas; una ley de divorcio -cristalizada en diciembre de 1915-; y la libertad de cultos católicos, protestantes, mahometanos y budistas. «Es un documento visionario que todavía necesita ser estudiado a fondo».
El investigador recuerda que el movimiento zapatista fue proclive a publicar manifiestos. «Cuando entraron a la ciudad de México hicieron otro un poco más panfletario donde invitaban a la gente a unirse a su causa. En la antología de Laura Espejel, Alicia Olivera y Salvador Rueda, se registran nueve entre 1911 y 1915. Después, entre 1917 y 1919 realizaron otros diez. Sería interesante reunirlos todos en un libro».
Los manifiestos, explica Casasús, reseñan el contexto de la lucha y lo que quieren comunicar.
Francisco Franco Salazar personaje en el olvido
Francisco Franco Salazar fue asesinado el 20 de diciembre de 1947. Casasús asegura que el entonces diputado, Nicolás Zapata -primogénito del caudillo-, fue quien pidió al Ejército y a la Policía Judicial de Morelos que cometieran el crimen. A pesar de haber sido el secretario particular de Emiliano Zapata, el encargado de curar las escrituras del ejido de Anenecuilco y de haber redactado el Plan de Ayala, su figura se mantiene en el olvido, añade.
Este desdén ha desmotivado a la familia para profundizar en su archivo e intentar recuperar su legado. No obstante, tras navegar por el acervo, el periodista destaca la existencia de una entrevista realizada a principios de este siglo a Esperanza Franco -hija de Francisco-, testigo clave en el homicidio. Así como la hoja de servicio de «Chico» Franco firmada por Genovevo de la O en 1945. «Es una hoja de la SEDENA donde se describen las diligencias en que participó. Ahí se habla de su papel como intelectual hasta el 28 de noviembre de 1911, día en que se promulgó el Plan de Ayala».
A través de diversos medios, Mario Casasús ha instado a las autoridades para que apoyen y promuevan la difusión del archivo de Francisco «Chico» Franco que en su momento digitalizó Elvira Pruneda. «Sería muy interesante poner todos estos documentos a disposición del público. Me he dirigido directamente a la Coordinación Nacional de Memoria Histórica, cuyo consejo encabeza Beatriz Gutiérrez Müller, pero hasta el momento no he recibido respuesta alguna».