En la actualidad los debates políticos mediáticos se muestran como únicos y verdaderos, se tensan las posiciones hacia un lado y hacia otro, sin dejar margen a otros modos de pensar la sociedad. A través de los discursos, se presentan las opciones más reaccionarias del campo político o la tabla de salvación que «San K» […]
En la actualidad los debates políticos mediáticos se muestran como únicos y verdaderos, se tensan las posiciones hacia un lado y hacia otro, sin dejar margen a otros modos de pensar la sociedad. A través de los discursos, se presentan las opciones más reaccionarias del campo político o la tabla de salvación que «San K» nos ha legado a los argentinos. La sanción del matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, la ley de medios, los juicios a algunos represores, son herramientas del progresismo capitalista que en el último tiempo le posibilitó consolidar un discurso que ubica a lxs que luchamos por el socialismo como fuera de juego cuando no peones de la derecha, autoproclamándose hacedores y hacedoras de un gobierno nacional y popular.
Los proyectos con «burgueses nacionales»
En nuestro país y en nuestra América las burguesías locales han sido históricamente parasitarias, cortoplacistas y con ausencia de una visión nacional. Claro que este planteo no es nuevo. Ya el Che al analizar si la revolución cubana era un caso excepcional en nuestra América (como lo sostuvo en aquel momento el PC) decía que si bien Cuba tenía características particulares, había un denominador común en nuestros países: una burguesía constituida a partir de los beneficios que el rey de España concedía a los «nobles» conquistadores, la conformación de los latifundios en base al robo de la tierra y del genocidio de nuestros pueblos originarios. La burguesía desde su origen se alía con el imperialismo. «El latifundio fue la base del poder económico de la clase dominante durante todo el período que sucedió a la gran revolución anticolonial libertadora del siglo pasado (…) Lo más alerta y esclarecido de esa clase latifundista advierte el peligro, y va cambiando el tipo de inversión de sus capitales, avanzando a veces para efectuar cultivos mecanizados de tipo agrícola, trasladando parte de sus intereses a industrias o convirtiéndose en agentes comerciales del monopolio (…) El latifundista comprendió, en la mayoría de los países, que no podía sobrevivir solo, y rápidamente entró en alianzas con los monopolios, vale decir, con el más fuerte y fiero opresor de los pueblos americanos.»[1]
Un proyecto de «capitalismo con inclusión», o un proyecto «neodesarrollista» involucra una alianza con la burguesía local. Esta burguesía hoy forma parte de las multinacionales, que invierte en soja, especula con el capital financiero y saquea nuestros bienes comunes. Estamos hablando de Techint, Pérez Companc, Grobocopatel, Aceitera General Deheza, Dreyfus, Roggio, etc. Estas propuestas encuentran estos límites y caen en el posibilismo como única alternativa. Entonces tejen alianzas de todo tipo para llegar a un espacio de poder, aunque se contraponen en el todo con los proyectos que predican. Muchos dicen «algunos sapos nos tenemos que comer» pero ¿hasta qué punto no es al revés?
Las alianzas que dan de comer sapos
Juez, el candidato de Pino Solanas en Córdoba, se autoproclama como representante de la ruptura del bipartidismo. Es el mismo Juez que buscó desesperadamente una alianza con el radicalismo y que proviene del riñón de De la Sota. Es el mismo Juez que ha demostrado ser férreo defensor de los intereses de los sojeros. Es el mismo Juez que en su paso por la municipalidad, en medio de los juicios a los represores, realizó convenios con el Tercer Cuerpo del Ejército para actuar en situaciones de emergencia. ¿Acaso esto representa un proyecto alternativo que va camino a la liberación nacional y social?
Con De la Sota (hoy candidato K) podríamos hacer el mismo recorrido, quizás aun más aberrante. Entonces, ¿quién se come los sapos? La realidad es que no se los come ni Juez, ni Pino, ni De la Sota, ni Cristina. Se los comen los 50 niños que siguen muriendo de hambre por día en Argentina por causas prevenibles, los desnutridos del norte argentino y de nuestra Córdoba, los Qom, los sin tierra de Villa Soldati, los Mariano Ferreyra. Es que el proyecto del capitalismo es claro: su existencia implica excluidxs, explotadxs, violaciones a los derechos humanos y destrucción de nuestros bienes comunes. Esto puede variar en intensidad y forma pero mientras haya capitalismo la política de fondo será la misma.
Un proyecto socialista argentino
Entendemos que nuestro proyecto de sociedad es otro muy distinto, partiendo de la convicción de que es fundamental realizar cambios radicales en la economía y las políticas públicas en general que faciliten un desarrollo social, económico y cultural que nos libere y nos sea útil al conjunto y no a unos pocos. Es necesario un cambio en la concepción del trabajo y en nuestra relación con la naturaleza. Las relaciones sociales no deben estar determinadas por el mercado. Es necesaria la planificación de nuestra economía en función de los intereses de las grandes mayorías del pueblo. Priorizar la producción agrícola-ganadera tendiente a nuestro autoabastecimiento (y no soja para chanchos chinos, como sucede actualmente), la defensa de nuestros bienes comunes mediante la nacionalización de los mismos, el desarrollo de la industria nacional entendida como propiedad colectiva del pueblo trabajador, el establecimiento de relaciones comerciales entre los pueblos basadas en la solidaridad y no en la especulación. La educación debe ser liberadora, y para eso deberá ser accesible, pública, gratuita, crítica, del pueblo y para el pueblo. Cada familia debe contar con su vivienda y trabajo digno pero además con tiempo y recursos para encontrarse y desarrollar sus potencialidades creadoras, hacer suya y transformar la cultura, el arte, la ciencia. Reorganizar el sistema público de salud, eliminando el negocio privado que lucra con la necesidad de la gente a partir de la planificación de la atención primaria interdisciplinaria que promueva la salud integral con participación activa de la comunidad rural y urbana. Cada persona debe tener la libertad de elegir libremente el modo de vivir su sexualidad, en la expresión sexo-genérico que desee promoviendo para ello el Estado una política antipatriarcal, no heternormativa más allá de lo que cada persona quiera «ser» y «hacer».
Es aquí y ahora
La falsa dicotomía progresismo o derecha invisibiliza otras lógicas de construcción de una sociedad donde podamos vivir de nuestro trabajo y sin necesidad de estar bajo el yugo del patrón, del milico o de la iglesia. Las invisibiliza o en algunos casos las considera como complementarias e incluso secuenciales. Como si aportaran a un mismo objetivo final. Como si fueran pequeños escalones de «lo posible». Nada más ilusorio y antihistórico que considerar que un buen burgués, renunciando a sus privilegios, nos llevará consigo al Socialismo. El Socialismo no viene de la mano de ningún mesías o salvador. No proviene del apoyo (crítico o no) a algún candidato «posible». No es el resultado de pequeños avances democráticos ni de una retórica de izquierda. Pero tampoco es utopía, ni romanticismo, ni futuro lejano, ni destino incierto. Depende de cada unx de nosotrxs. La construcción del Socialismo es aquí y ahora. La revolución no es un acto único sino la consumación de una serie de iniciativas que deben empezar a tomarse en el presente. La lucha contra el capitalismo comienza mucho antes de la revolución. Es caminar con la certeza de la necesidad y la posibilidad del Socialismo. Es la decisión de transformar nosotrxs mismxs la sociedad de pies a cabeza. Es la militancia activa de pensar y hacer a cada paso el largo plazo, la estrategia. Construir un proyecto colectivo de país. Es hacer desde abajo otras reglas de juego que hagan real un gobierno nuestro cimentado en el poder popular. Se trata de organizarnos para concretar una herramienta política que exprese una verdadera alternativa política.
Paola Gaitán es Miembro de la Cátedra Che Guevara Córdoba.