Poco para agregar a las imágenes de la brutal represión a los jubilados, de la que participé como hincha de fútbol y como “adulto mayor”, al que el gobierno de Javier Milei –como a todos- pulverizó su haber y le arrebató la gratuidad de los medicamentos.
Si, en cambio, voy a responder un par de infamias que, al igual que con la dictadura, medios y periodistas colaboracionistas vuelven a contaminar a quienes no participaron en la marcha, en perfecta sintonía con el gobierno represor, ya en franca deriva predictatorial. Si, predictatorial, pues no solo avanzan sobre la institucionalidad liberal, sino que violan todas las leyes internacionales que salvaguardan los derechos humanos y forman parte de la Constitución.
También, intentaré adelantar algunas conclusiones políticas sobre la etapa que se abre en el país.
El 12 de marzo de 2025, para bien y para mal, marcará una fecha ineludible para los argentinos. Ese día, como cada miércoles de protestas gaseadas y castigadas a bastonazos y balas de goma, marchamos al Congreso para decir basta al ajuste y la represión.
Esta vez no estuvimos solos: de la mano de la valiente decisión de las hinchadas de casi todos los clubes de fútbol, muchos de ellos también jubilados, decenas de organizaciones convocaron a rodear la protesta, a impedir que sigan golpeando, como lo vienen haciendo, una y otra vez.
Días antes, comenzó la campaña del gobierno y los medios de prensa adictos, así como centenares de “trolls” del oficialismo.
En un caso, asegurando que la convocatoria pertenecía a las “barras bravas” del futbol, conocidas promotoras de la violencia en el deporte y anticipando “provocaciones”; en otros, lisa y llanamente llamando a “golpear sin piedad” e, incluso, “meter bala” a los manifestantes.

Los primeros nos saturaron con notas escritas y televisivas en la que por ignorancia, o abierta mala fe, trataron de confundir a los que tienen pocas jornadas de “tablón” en las tribunas. Suponen que no sabemos diferenciar “barras” de hinchada. Hinchadas que nada tienen que ver con la violencia en el fútbol. Todo lo contrario. Son animadores de las comisiones de cultura, género o derechos humanos de los clubes, las que organizan penas y agrupaciones, o la solidaridad en sus barrios.
Ser hincha de Boca, Ríver, Independiente, San Lorenzo, o cualquier otra de las centenares de instituciones deportivas, es mucho más que ir a una cancha de futbol.
Si investigaran, vieran sus propias filmaciones, podrían comprobar que, en más de un caso, quienes marcharon, jubilados e hinchas, fueron los mismos que día y noche aportaron y ordenaron, desde sus sedes, la ayuda para Bahía Blanca, sumergida bajo las aguas, víctima de la mayor catástrofe de su historia.
La provocación organizada
Como ya es habitual, la verdadera provocación fue la de las fuerzas de choque de Patricia BullShit y los trolls de Milei, que ya había llamado impunemente a reprimir, a barrer a los manifestantes con garrotazos y balas, mucho antes de que miles de manifestantes llegaran a la cita.

Es la represión, no la justa autodefensa popular ante la agresión, la que brinda el escenario necesario para la acción de los provocadores, que-como tantas veces- quedaron en evidencia.
Horas antes del despliegue de más de mil efectivos de todas las “fuerzas de seguridad” -y lo comprobaron fotos, filmaciones y testimonios- repartieron piedras en esquinas, contenedores y hasta debajo de algunos autos.
En plena represión, planificada previamente por BullShit con la consigna de “golpear primero”, una cámara captó el intento de un gendarme de plantar un arma para facilitar la provocación: sencillamente la arrojó –y dejó, para que no queden dudas- al césped de la plaza… El mismo libreto tuvieron los incendios de patrulleros y motos policiales, curiosamente abandonados previamente por sus ocupantes, en el primer paso con sus puertas sugerentemente abiertas.

Los engaños, las mentiras y la saña no funcionaron ni amedrentaron, al menos a una parte importante de nuestro pueblo, que desafió la trampa del miedo que intentaron sembrar, ahora y en el futuro: hacia la medianoche, miles de ciudadanos atronaron las calles con cacerolazos de repudio. Otros miles marcharon, ahora a la Plaza de Mayo, sumando voluntades al pasar por cada barrio.
Sin vergüenza, en conferencia de prensa el jueves 13 de marzo, la ministra de Inseguridad denunció un “intento de golpe”, al parecer con “barras” que, como se respondió en voz alta, eran “peligrosos golpistas como una señora de 87 años armada con un bastón (Beatriz Bianco, derribada y herida con un garrotazo), un fotógrafo con su cámara (Pablo Grillo, en grave estado, luchando por su vida) y un niño de 12 años” (Lautaro Cuevas) que, de regreso de clases, portaba su amenazante mochila escolar para desestabilizar al gobierno, por lo que le precintaron las manos por detrás de la espalda.
¿Qué es lo importante en estas horas?
Con la bronca popular y personal a flor de piel, intento responderme esta pregunta.
Entiendo que, en primer lugar, la masividad y amplitud de la convocatoria: un centenar de organizaciones, artistas, motoqueros, futbolista profesionales, las centrales sindicales, entre tantas.
Por otro lado, un dato más que significativo: los puentes que se tendieron con otras luchas, hasta ahora casi siempre aisladas. Gremios y trabajadores en pleno conflicto se hicieron presentes, hasta donde les permitió la represión: estatales, aceiteros, docentes, algunos de ellos en huelga general, otros con fecha para iniciarla.
También los profesionales del Hospital Bonaparte, muchos de ellos cesanteados, pero que instalaron las postas sanitarias que atendieron a los heridos. Emocionante, hasta llegó una delegación de los trabajadores de la gráfica Anselmo Morvillo, que hace 14 días ocupan la fábrica luego del cierre patronal.
Otra conclusión, tal vez la más importante, es que con los jubilados, como sucede en Bahía Blanca, quedó en evidencia la responsabilidad de este gobierno autoritario y destructor del Estado, salvo para utilizarlo en beneficio del privilegio.
Ajuste y represión a los jubilados, en un caso, cruel indiferencia y abandono en el otro.
En Bahía Blanca hicieron oídos sordos a los trabajos de dos científicas del CONICET que advirtieron de la posibilidad del impacto climático. Oídos sordos que también ostentaron anteriores gobiernos, pero éste también vació en forma criminal áreas claves del área de Emergencias, como lo hizo con la del Fuego, decisión que ya acumula victimas que eran evitables.
No exageramos. Pocos saben que, en la ola de cesantías en el estado nacional mandaron a sus casas a personal altamente calificado: mecánicos, maquinistas, topógrafos y laboratoristas de Vialidad, profesionales claves para la prevención de las inundaciones; ahora, para hacerle frente y, luego, emprender la reconstrucción de la ciudad.
Cinco días pasaron desde que las aguas arrasaron la ciudad para que Javier Milei se dignara a una fugaz visita. Por algo los insultos que recibió, al igual que sus ministros Guillermo Francos, Patricia BullShit y Luis Petri.
Un cuarteto que dice que solo puede enviar 10.000 millones de pesos en esta emergencia, cuando se necesitan 400.000 millones, y solo en esta etapa. Francos, que sabe bien que hace 15 meses que frenaron las partidas de educación, vivienda y seguridad a la provincia de Buenos Aires, tiene la caradurez de decir que eso es todo lo que puede el gobierno nacional, pues se trata de un problema de la provincia y el municipio. Jefe de Gabinete de Ministros, este caradura debería saber que todos los años Bahía Blanca aporta millones de dólares al Tesoro, casi un 1% del total de la riqueza que producimos los argentinos.
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en cambio, y aunque todo es poco, da la cara y viaja varias veces con todo su gabinete para comenzar a implementar 10 medidas de emergencia por 273.000 millones de pesos. 400 mil, 273 mil, 10 mil… que cada uno saque sus conclusiones.
El pueblo debe cuidar al pueblo. Los dirigentes, dirigir
En la masiva solidaridad con el pueblo de Bahía Blanca –largas jornadas a lo largo y ancho de país, recolectando centenares de toneladas de ayuda de los ciudadanos de pie—se comprueba que la solidaridad sigue vigente en nuestro pueblo, que es una de la sus más hermosas tradiciones.
En el acompañamiento a los jubilados, en su defensa física, pues no todo es el cacareado apoyo a Milei o la resignación ante su ajuste.
Algunos analistas hablan de un “fin de ciclo”, que ojalá lo fuera. Por lo pronto me animo a definirlo como un momento bisagra.
Por lo pronto vivimos un auge de luchas contra el ajuste, los despidos, los golpes a la educación, la ciencia, la salud pública. Pero aún aisladas y dispersas, pese a los signos alentadores que se perciben en las últimas jornadas.
Mientras tanto, el régimen se apoya en la sensación de estabilidad que genera la baja de la inflación, claro que a costa de una destrucción del aparato productivo cuyas consecuencias se verán en el mediano y largo plazo. Se apoya, también y quizá principalmente, en la ventaja de una oposición que solo realiza críticas tan altisonantes como abstractas.
Lamentable, pero muchos dirigentes del campo popular especulan con que la crisis, por si sola, reduzca la base social de este gobierno y son incapaces de generar propuestas viables, visible y comprensibles para el pueblo trabajador.
En estas horas, e incluso cuando fueron gobierno, se muestran incapaces de asumir su verdadera responsabilidad, que es coordinar todas las luchas que van creciendo y darles una dirección política, unificarlas e impulsar la organización de la resistencia en cada barrio, lugar de trabajo o de estudio, a lo largo y ancho de todo el territorio.
No es la primera vez en nuestra historia que una parte de la sociedad y la política toma la delantera ante la inoperancia de la partidocracia. Tampoco es novedad que fútbol y política están entrelazados, ya que muchos clubes nacieron y llevan su nombre en homenaje a luchas y gestas obreras, nacionales e internacionales.
Es un buen momento para dar un paso más y convertir el repudio a Milei y sus secuaces en himno de todas las hinchadas, en cada fecha, en cada tribuna de la Argentina.
Tal vez escuchen quienes deben escuchar.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.