Los restantes 25 días hasta la elección efectiva por representantes legislativos no son la verdadera meta de un Gobierno que nació con dificultades previas y que se vio envuelto en quizás una de las mayores tragedias de los últimos 100 años.
La conjunción de ambos factores y un electorado exigente en pos de una mejora –y justa– condición de vida dieron lugar a los resultados hartamente conocidos por todos y de los cuales merodea la llamada oposición que impulsa endulzarse ya no solo con el pronto triunfo sino con el posterior relativo al cambio presidencial.
La casi necesaria apelación al reflejo político de Cristina Fernández de Kirchner ejerció el efecto buscado que era politizar y peronizar a un Gobierno de carácter frentista pero que carecía de modos y actitudes capaces de dar vuelta la página pandémica y desde allí desplegar las políticas necesarias de despliegue.
La visera económica vuelve a ser el hilo conducente de las ultimas medidas gubernamentales que tendrán tanto efecto mediato como a plazo pues probablemente la estrategia tomar como horizonte los próximos 24 meses antes del próximo round electoral.
El establecimiento de una serie de políticas bases que puedan trascender los periodos de gestión es otro de los desafíos pendientes estableciendo un mecanismo claro de rotación de los gestores a lo largo de los próximos 20 años.
Para ello y por mas de la predica duhaldista lograr un acuerdo político general con todas las fuerzas políticas es casi una quimera.
Las posiciones son tan distantes sumado a las enemistades conocidas y no por parte de la dirigencia y de los celos de un éxito en esta estrategia dista de poder ser algo compartido por todos.
Quizás elementos de la sociedad civil puedan participar y sumarse en dicha gesta dando un carácter mas suave a la iniciativa pero que puede involucrar otros actores.
Los acontecimientos recientes traen nuevamente a colación las negociaciones con el FMI donde si es uno u otro el actor el resultado sería distinto.
Bueno realmente este organismo casi no ha variado con respecto al tratamiento de los países periféricos por lo que quizás no se deba descartar un alargamiento incierto en ellas a la espera de una genuina recuperación en la capacidad argentina de generar divisas.
Los argentinos conocemos largamente las políticas de ajuste y de acortamiento del gasto publico por lo que no debieran ser los caminos alternativos por parte del equipo económico.
Por otra parte, la potencial monetización de las llamadas «Lelic s» y de otros pasivos del BCRA abren un nuevo interrogante del manejo de esa voluminosa deuda interna y de sus efectos en la economía real.
Los preceptos monetarios de Don Silvio Gesell están presentes en el debate del mundillo económico mundial actual y si dicha emisión es la generadora de inflación o es el instrumento de motorización productiva y del consumo al interior de un territorio.
La restricción de la demanda local y la aplastante masa salarial pueden ser el destino de ese instrumento económico que podría aliviar la «lelicuacion» de los pasivos pero previamente debe existir un férreo control de precios que evite la conocida avivada del aumento «por las dudas».
La aceleración del proceso de sustitución de importaciones disminuyendo la demanda de dólares y generando puestos de trabajo genuinos es deber de esta y de las próximas gestiones.
La imposición de la Política por sobre el «economicismo» es un deber que nos involucra a todos como sociedad.
La región se esta expresando muy lejos de dichas políticas ya probadas y fracasas pero que ahora son re descubiertas por nuevos flautistas de Hamelin.
A 126 años del nacimiento de Juan Domingo Perón su vigencia está intacta.
Ezequiel Beer. Geógrafo UBA y analista político.
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