“Pensar será siempre hacerlo contra el terror”
“La Junta preparó la estrategia de su fracaso, que será de todo el país, desde que tomó el poder. Pero desde mucho antes: ¡desde que Perón apoyó la exclusión y liquidación de toda la izquierda nacional, de Cámpora para acá!” (León Rozitchner)
Presentación de Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia, Cristian Suckdorf/Diego Sztulwark
Muchos de los temas políticos que intenta reinstalar el mileismo en relación con la reivindicación de la última dictadura, Malvinas, la privatización de la economía y los reparos militares a participar en la represión interna, actualizan el pensamiento de León Rozitchner (LR) sobre estos temas.
Desde mediados de los 70 hasta fines del 2001, la mayoría de los argentinos acompañaron abiertamente o en silencio el genocidio perpetrado por las FF AA, alentaron la guerra de Malvinas y luego la privatización de nuestra economía.
La coherencia subjetiva como núcleo de verdad histórica
En Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia, LR polemiza con el Grupo de Discusión Socialista integrado, entre otres, por Olga Pisani, José Aricó, Emilio de Ipola, José Nun, Nora Rosenfeld y Juan Carlos Portantiero, que publicaron la declaración “Por la soberanía argentina en las Malvinas: por la soberanía popular en la Argentina”, donde sostenían que la dictadura militar había tomado en sus manos una reivindicación nacional justa y que su derrota era gravísima no ya para el gobierno sino para los sectores populares que la tomaban como propia.
LR les recuerda que esa posición ya la había asumido ante el triunfo de Perón en 1973: “Seguimos consecuentemente nuestra tarea de comprender el sentimiento de nuestra historia, y pese a que las masas reencontraron su destino con Perón, y pese a que algunos intelectuales arrepentidos de su deseo engrosaron este apoyo, fracasaron todos estruendosamente llegando a la implantación de la dictadura más feroz que Perón haya, con su fracaso y modalidad política, producido”.
Apoyar a las masas en cada decisión al estilo de “el pueblo nunca se equivoca” como criterio de verdad es lo que LR cuestiona a sus colegas. Y sostiene: “La contradicción de nuestro deseo, que desea el fracaso militar argentino, consistiría entonces en que no vemos ni comprendemos, como lo hace el pueblo, que en el lugar del mal está simultáneamente presente la consecución, aunque equívoca, del bien, y que el que retorna por la fuerza la soberanía de las Malvinas puede ser el mismo que destruye la soberanía efectiva del país”. (negritas nuestras)
Y agrega: “Así entonces hay también en nuestros militares un doble deseo: matar a los argentinos que se les opongan, liquidar -como lo han hecho- la soberanía efectiva del país pero, por otro lado, recuperarla en el otro deseo hecho evidente de recuperar la soberanía sobre las Malvinas”.
Y concluye: “Pero el origen de este planteo actual lo hemos visto, como un adelanto de su eficacia histórica, en la pasada adhesión a Perón de muchos amigos y compañeros, ahora muertos”.
Para LR el sentimiento popular no siempre tiene la razón, tampoco se la niega, habla de una experiencia histórica-subjetiva que no puede ser sustituida como pretendió la intelectualidad y la vanguardia política de izquierda en los 70. Recordemos que también Paulo Freire en Pedagogía del oprimido cuestionaba este comportamiento militante[1]. La declaración suscripta por los mismos protagonistas 6 años después reivindica la operación inversa.
LR señala que quienes apoyaron la recuperación de Malvinas cayeron en la fantasía abierta por los militares. La realidad eran la implementación e impunidad del terror, la destrucción de la soberanía nacional, la carencia de una política solidaria con las naciones oprimidas. Esas eran las premisas fundantes de la dictadura y, por lo tanto, la victoria era imposible de alcanzar. [2]
Para LR los militares quisieron desviar la vista del crimen fundante que cometieron y que también lo haga el país. Canjear la “guerra sucia” por la “guerra limpia”. Pero para LR ambas son “sucias”. Lo otro significaría excluir la realidad vivida: el terror.[3] Que es insoportable, intolerable. En Malvinas van a morir tantos jóvenes por la decisión de los mismos que los habían diezmado en el interior del país.
LR se pregunta: “¿Se puede decir: estoy contra de la Junta y apoyo el hecho de retomar las Malvinas? ¿No se ve que, con esa Junta, y con ese país que ella destruyó, y con su política, y con su dominación interior, y su aislamiento exterior, era imposible emprender la recuperación? ¿Hasta tal punto el terror y el hábito de la dependencia nos cegaron para impedirnos ver las condiciones materiales sin las cuales no hay política justa?”.
LR no tiene dudas: “Fue, y debemos tenerlo claro, un ejército de ocupación al servicio de la destrucción de la nación”. Aunque la causa era justa carecía de base material, de base humana y, por tanto, de base moral. Malvinas fue una continuidad de la represión ilegal, de la entrega nacional al imperialismo. Un resultado del origen de la Junta seis años antes. No un acto aislado.
Los fantasmas de los asesinados
Todavía persiguen a los “viejitos” que la vicepresidenta y el mileismo quieren liberar echando un manto de olvido sobre el genocidio, cuestionando el número de detenidos-desaparecidos por las FF AA del Estado y reivindicando la “gesta” de Malvinas en un desfile subidos a un tanque militar.
Los militares pensaron que la “reconquista” de las Malvinas les permitiría reconquistar el corazón popular, encubriendo los crímenes y la entrega cometidos. Entonces, emprendieron una guerra que simulara ser de verdad que encubriera la “guerra sucia”. Ligar el deseo popular con su propio deseo, con “los justos intereses populares” dejando de lado el terror interiorizado en la carne y la imaginación.
Los militares habían comenzado a comprender la capacidad de resistencia de nuestro pueblo que alcanza un punto culminante el 30 de marzo, dos días antes de la ocupación de Malvinas, y que llevaba más temprano que tarde a su caída. Recurrieron entonces a la única reivindicación nacional que los unía simbólicamente con el pueblo. Pero cuando comenzó la guerra lo simbólico se hizo real y la realidad mostró las limitaciones de un ejército de ocupación del territorio nacional que trataba al pueblo como si fuera un enemigo.[4]
La subida de la resistencia popular determinó Malvinas. Pero no solo la búsqueda de impunidad guió su accionar. Para LR también la cobardía del asesino que se hace el valiente porque cuenta con la impunidad del poder que le permitió asesinar a miles de compatriotas. LR se asombra que no sientan vergüenza de llamar guerra a un “asesinato a sangre fría, homicidio agravado por indefensión, alevosía y satisfacción en la tortura: abyección”.
Pero presentían que el poder del pueblo se uniría a los fantasmas de los asesinados, de los muertos en el reclamo de memoria, verdad y justicia. Tarde o temprano estarían sitiados por el pueblo en el interior de la nación por el poder que creían haber vencido. Entonces emprendieron la “guerra justa” que creían tener ganada de antemano por el apoyo que suponían de EE UU como había ocurrido a partir del 24 de marzo de 1976. Pero afuera los esperaba un enemigo de verdad.
Pero al ser vencidos los esperaba aquello de lo que pretendían huir: el poder popular que ahora sabía que, aunque leones adentro contra un pueblo indefenso, eran en realidad tigres de papel. Lo cual quedó inscripto definitivamente en la historia nacional. La única guerra justa que emprendieron la perdieron prácticamente sin combatir. Un caso paradigmático será la entrega del capitán Astiz sin combatir en las Georgias. El mismo que delataba madres indefensas, torturaba y asesinaba, aterrado, solo piensa en salvar su vida cuando se enfrentó por primera vez a una fuerza de verdad. Y una vez más la mayoría de los muertos son los jóvenes del interior, porque es contra el pueblo argentino que siempre combatieron.
Adiestrados por los norteamericanos para la seguridad interna fueron contundentes en la cacería interior, pero derrotados en la guerra real, el poder con respecto a la población se debilita y se retiran del gobierno un año y medio después.
Notas:
[1] En un texto anterior, La educación como práctica de la libertad (1969), Freire señalaba: “Lo que importa, realmente, es ayudar al hombre a recuperarse. También a los pueblos. Hacerlos agentes de su propia recuperación. Es, repitamos, ponerlos en una posición conscientemente crítica frente a sus problemas. El asistencialismo, al contrario, es una forma de acción que roba al hombre condiciones para el logro de una de las necesidades fundamentales de su alma: la responsabilidad”. Agregaría el asistencialismo político.
[2] “Decíamos que no se podía ganar esta guerra por las mismas razones por las cuales decíamos antes que con el peronismo no podía haber revolución. Porque en ambos casos estamos nadando en la ilusión”. LR en Malvinas.
[3] “Yo sé como ustedes que el terror es terrible, y cómo cala en cada uno, cómo sigue mordiendo, y gruñendo en todo intento de liberarnos para ir más allá y poder enfrentar la densidad de la realidad; cómo muerde y gruñe en cada amor, en cada amistad, en cada hijo, en cada afecto, y qué difícil es vivir con él, creyéndolo vencido. Peor es olvidar, porque seguirá de todos modos estando presente, solo que en adelante con nuestra complicidad”. Ídem ant. Pág. 87
[4] “Fueron todos los niveles de la realidad los saqueados, sin límite ni ley, en la medida que expresaran una capacidad siquiera implícita de resistir esa ocupación militar… Pero en esta destrucción los militares se sabían y se sentían responsables: en algún lugar, pese a todo su poder, seguían temiendo la reacción, la resistencia”.
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