M.H.: Es inevitable preguntarte por tu opinión sobre el proceso electoral que vivimos el domingo 22 de octubre. J.G.: Creo que se resolvieron algunas incógnitas, principalmente en las Provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Las PASO las habían ganado Cristina Fernández de Kirchner y Agustín Rossi en Santa Fe y en estas elecciones, utilizando […]
M.H.: Es inevitable preguntarte por tu opinión sobre el proceso electoral que vivimos el domingo 22 de octubre.
J.G.: Creo que se resolvieron algunas incógnitas, principalmente en las Provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Las PASO las habían ganado Cristina Fernández de Kirchner y Agustín Rossi en Santa Fe y en estas elecciones, utilizando jerga futbolística, podemos decir que el macrismo dio vuelta los resultados y consolidaron de esa manera una hegemonía en 13 provincias argentinas, 5 de las cuales son las más grandes en población y en PBI, Capital Federal, Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Con lo cual aquel proyecto político de carácter provinciano o vecinal, como se decía que era el macrismo, ocho años gobernando la Ciudad de Buenos Aires hasta que llegó el 2015 y que basaba su poderío en la CABA, ha adquirido carácter nacional.
Estamos hablando de casi un 42% de los votos con las distintas formas que asume la identidad de Cambiemos, con lo cual hay un fenómeno nuevo en la Argentina. Yo vengo diciendo que hay dos fenómenos nuevos en el siglo XXI en la Argentina respecto de identidades políticas, uno es el macrismo que se acaba de consolidar como hegemónico, aún siendo primera minoría; el otro es el kirchnerismo que es la segunda minoría en esta oportunidad y que llegó a ser mayoría en la elección presidencial de 2011 con el 54%, por eso las dos grandes novedades son macrismo y kirchnerismo.
No hay que apurarse a matar al kirchnerismo, como muchos están haciendo a estas horas. Hace muy poquito habían subestimado al macrismo. Hay que pensar muy seriamente que tenemos un presidente que por primera vez desde 1916 no es ni radical ni peronista y que intenta construirse hegemónico de un nuevo régimen de representación política en la Argentina, que han estallado las representaciones políticas tradicionales en nuestro país. Hay radicalismo en Cambiemos, en la base de apoyo aunque es un socio menor, no muy tenido en cuenta a la hora de la toma de decisiones principales. Pero también hay radicales en el kirchnerismo e incluso por fuera, con Massa está Margarita Stolbizer que viene del Radicalismo y esto muestra que el Radicalismo está estallado, pero también el Peronismo. Hay Peronismo en el macrismo, en el kirchnerismo, por fuera de ambos, Randazzo ha sido la expresión más fiel pero también está la concepción de que Massa podría volver al Peronismo. Por lo tanto, me parece que es un elemento muy importante para el debate actual político en la Argentina, cuál es la representación política actual.
Hay mucho mesianismo, religiosidad si se quiere, cuando muchos se preguntan por qué gana Macri, hay mucho de mensaje religioso, evangélico, al amor, no muy distinto al que hacía Scioli cuando aludía a «Con esperanza», «Con amor».
En el discurso de Macri post electoral aparecieron estas concepciones y en la conferencia de prensa posterior o en todos sus discursos aparecen mensajes que uno puede considerar vacíos de contenido o incluso con una fuerte dosis de engaño. Por ejemplo, el lunes a la mañana explicando el aumento de los combustibles diciendo que ahora aumentan porque los precios argentinos son convergentes con el precio internacional del petróleo que ahora está subiendo pero él está convencido de que va a bajar en el futuro y que, por lo tanto, los precios de las naftas van a subir y van a bajar en la Argentina. Esto no está sustentado por ningún estudio.
M.H.: En la esperanza.
J.G.: Sí, esperanza, amor. Por eso digo, ojo con la mística en el discurso político, tanto del oficialismo como de la oposición. Esto expresa también lo que venimos conversando hace tiempo, la crisis de representatividad, de alternativa popular, de una izquierda que aglutine a todo el espectro; si ves solo la Capital, hay un 10% de votación a ofertas de izquierda pero no entró ningún diputado nacional porque hubo división, fragmentación y hay una parte de la izquierda que no votó a la izquierda. O sea que hay una amplia izquierda partidaria y movimientista que no pudo lograr expresar una voluntad, por falta de articulación, que existe, y eso habla también de las dificultades que hay para construir alternativa política en la Argentina. Con lo cual creo que estas elecciones son interesantes para pensar la realidad, que la realidad hay que pensarla más allá de las elecciones, que no solo existe manifestación popular a través del voto, sino también en la crítica y la protesta social.
Vamos a ver ahora cuando se expliciten las audiencias por el incremento de las tarifas, cuál va a ser la respuesta de la sociedad. Recordemos que Macri y su gabinete querían instalar una actualización de las tarifas sin anestesia a fines de 2015, principios de 2016 y la protesta social no lo permitió, la justicia salió al rescate del Poder Ejecutivo revirtiendo el proceso de actualización de las tarifas, pero la verdad es que sin protesta social no había intervención de la justicia y no había postergación de la actualización tarifaria. Con lo cual habrá que ver el tipo de respuesta que genera la sociedad ante el eventual aumento de las tarifas a corto plazo.
La inflación sigue desatada, hoy a dos días de las elecciones el Banco Central incrementó las tasas de las Lebac, en 150 puntos básicos o sea llevó las tasas de interés a más de 27,5% lo que muestra que en la Argentina hay una orientación y privilegio a la economía especulativa, es muy difícil que los bancos compitan con esa tasa de interés y van a preferir invertir en letras del tesoro, letras del Banco Central, activos financieros ofrecidos por el sector público en lugar de orientar préstamos al sector productivo privado de la economía.
Estamos lejos de un proceso de reactivación productiva, aunque hay algunas señales de las cuentas nacionales de cierta recuperación de la economía pero que no tiene impacto en la pequeña y mediana empresa, mucho menos en el sector mayoritario de la población consumidora de menores ingresos. Por lo tanto, esto genera condiciones para pensar en términos de aceleración del conflicto social. La reforma laboral por ejemplo. El gobierno está anunciando que viene una convocatoria al debate con empresarios, no hay duda que los empresarios van a privilegiar la rentabilidad de sus inversiones a costa de los derechos y beneficios de los trabajadores, por eso el eje es el costo laboral, nunca el costo financiero. Cuando hablan de costo fiscal se refieren a las contribuciones patronales para la seguridad social. La patronal coincide con el gobierno en afectar los derechos e intereses de trabajadoras y trabajadores.
La CGT ha hecho reuniones la semana pasada para prepararse ante el eventual triunfo del macrismo y generar condiciones de negociación con el nuevo gobierno. Estamos hablando del sector mayoritario y hegemónico de la CGT, podemos poner por fuera a los camioneros, a los bancarios, a los sectores vinculados a la Corriente Federal y obviamente a las CTA, la Autónoma y la de los Trabajadores que obviamente no van a ser convidados al debate y si lo son va a ser como actores marginales, de reparto porque lo que va a promover el gobierno a partir del consenso electoral será ir a buscar a los sectores sociales favorables a la política de ajuste y restructuración regresiva que es lo que anticipa la reunión de la OMC en diciembre o el ensayo que va a haber en noviembre en Bariloche discutiendo la agenda del G20 que pasa a presidir la Argentina en el 2018.
Tenemos un consenso electoral previsible acrecentado respecto de lo que pasó en las PASO y lo que aconteció en diciembre de 2015 y que le genera condiciones al gobierno para querer avanzar en su proyecto. El único límite va a ser la conflictividad y la protesta social, la capacidad de frenar el ajuste y la orientación de la política oficial.
No hay que subestimar el proyecto político publicitario propagandístico que representa el PRO
M.H.: Abordaste varios elementos en tu análisis, tarifas, reforma laboral, reforma previsional, y se me ocurre preguntarte por el impacto que significó el reconocimiento del cuerpo de Santiago Maldonado que no parece haber afectado electoralmente al oficialismo.
J.G.: Creo que todavía hay un impacto político muy fuerte de voto al macrismo por crítica al gobierno anterior y, por lo tanto, hay un bloque impactado por la desaparición forzada de Santiago Maldonado en el kirchnerismo y en la izquierda, no digo izquierda partidaria, sino izquierda social, intelectual, izquierda cultural; es una parte de la población que es difícil mensurarla en porcentaje.
Pensá que el macrismo rondó un 42% de aceptación, no me animaría a decir que el resto del 58% fue conmovido por el caso Maldonado, pero podríamos decir que si no se movió el amperímetro de los votantes al macrismo, uno puede pensar que del resto de la población una parte importante sí fue conmovida. Por lo tanto, tenés una sociedad partida en el punto de vista político donde las opciones electorales no se mueven.
Hubo groseras intervenciones públicas de Carrió días previos a las elecciones, el propio gobierno la mandó a callar, hubo mucha especulación y temor de que las apariciones públicas de Carrió, envalentonada, ensoberbecida por lo que hablaban las encuestas podían hacerla perder votos, aparentemente no los perdió y si lo hizo fueron muy pocos porque el resultado electoral superior al 50% muestra que en la CABA ese discurso barrió y alguien que saca esa cantidad de votos no es sólo de los sectores de altos ingresos que cuanto mucho son entre el 15 y el 20% de la población, por lo tanto, hay muchos sectores medios y de bajos ingresos que han optado por el liderazgo que tenía Carrió en la lista de diputados para la Ciudad de Buenos Aires.
O sea que hay elementos políticos muy importantes que hay que mensurar. Lo dije al principio y voy a insistir en esto, no hay que subestimar el proyecto político publicitario propagandístico que representa el PRO, Cambiemos y Macri en particular, Vidal, el propio Larreta que está subido en la infraestructura desplegada en la Ciudad de Buenos Aires, hablo del Metrobus, la Ciclovía, ciertas inversiones en infraestructura que generan visibilidad a la política de gobierno y que los afirma en un discurso por la gestión que se presenta desideologizado, lo que no quiere decir que lo sea realmente, es un discurso favorable a la concentración del capital, a los beneficios a los sectores más concentrados pero me da la impresión que el tema Maldonado más allá de las elecciones, está vinculado a la capacidad de debate político que puede instalar el movimiento popular.
Todavía no se conoce la autopsia, sabemos la identidad, hay muchas hipótesis en torno de cuáles fueron las causas de la muerte de Santiago Maldonado, todo eso se va difundiendo, se genera acción psicológica, pero habrá que conocer los resultados oficiales, formales y luego las opiniones de un conjunto de técnicos y profesionales que están dando vueltas. Hay una especie de diagnóstico que hace la sociedad popular y todo eso va a construir elementos de configuración social que van a estimular el conflicto por la defensa de los derechos humanos en un sentido integral.
Estamos hablando de la vida de una persona, del sufrimiento de una familia, de una persona que fue muerta en circunstancias de protesta y represión con fuerzas de seguridad presentes, en este caso Gendarmería, con lo cual no hay un juicio cerrado por la sociedad. Los tiempos son largos, hay que pensar que en la Argentina hubo movimiento de DD HH contra la represión, hubo juicio contra las Juntas militares, hubo leyes del perdón y luego de varios años de protestas y movilizaciones hubo nulidad de las leyes de Punto final y Obediencia debida lo que habilitó a juicios y encarcelamientos que no han terminado. Todavía está pendiente la crítica del conjunto de la sociedad a los represores de la dictadura militar. Con lo cual el caso Maldonado no termina con que si impactó o no impactó en este proceso electoral. No está dicha la última palabra, es mucho lo que hay que continuar debatiendo y uno de los debates más importantes que va a haber en la próxima etapa es si se va a habilitar o no la política de la represión al conflicto social.
Se viene, como bien señalás, la reforma laboral, la reforma fiscal, la reforma educativa que hay que poner muy en el centro de la discusión. La reforma penal, la reforma de salud que empezó antes de las elecciones y que tiene que ver con el cambio de las funciones y prestaciones del hospital público, una restricción a los derechos de la salud muy fuerte. Eso es previsible que genere respuesta social de mayor o menor magnitud, pero lo que está puesto en cuestión es la defensa de los derechos humanos en sentido integral, de los derechos sindicales, sociales; mucho más de lo que aconteció el domingo hay un debate en el escenario político que tiene que ver con la calle, con la organización social y popular y, sobre todo, con la construcción de alternativa política, que me parece que es el gran desafío de la época.
En Argentina y a nivel mundial hay una crisis de alternativa política anticapitalista
M.H.: Mencionaste al pasar al G20, la OMC y las reuniones que ambas van a desarrollar en nuestro país, con la responsabilidad de asumir la presidencia de esos organismos. Quiero dejar este tema para una futura entrevista, porque tengo mis dudas de los resultados, no sé si Trump no va a terminar pateando el tablero de todo esto. Pero estuviste en Cuba en una importante reunión, la Tercera conferencia de estudios estratégicos y me imagino que habrás tenido oportunidad de compartir con otros colegas de distintas disciplinas la visión respecto de la situación mundial.
J.G.: Sí. Es muy interesante lo que preguntás porque ahí participaron intelectuales chinos, por ejemplo, estadounidenses, sin perjuicio de una cantidad de profesores, académicos e intelectuales cubanos y de toda América Latina, de países europeos, asiáticos, africanos, donde se generó un debate sobre la situación mundial.
Hay un nivel de incertidumbre a nivel mundial importante, lo que representa el liderazgo de Donald Trump que de alguna manera ha pateado el tablero con sus críticas a la globalización y donde pone por delante un programa nacionalista «First America», «Primero EE UU» y, por lo tanto, rompe con una tradición de un EE UU promotor de la globalización capitalista, de la globalización neoliberal, al punto que hoy China es quien levanta la bandera de la globalización.
China viene tomando una serie de medidas que son trascendentes y muy poco discutidas, por ejemplo, viene tomando decisiones muy concretas para instalar el Yuan como moneda mundial, es un gran comprador de petróleo y viene formalizando contratos que en vez de pagarlos con dólares lo hace con yuanes, que es la moneda nacional china. Esos yuanes con que China paga el petróleo que importa pretende que sean cambiados por dólares a través de la venta de los bonos del Tesoro de EE UU y China es un gran atesorador de esos bonos. Esto le genera problemas a EE UU y su política de dominación mundial.
Digamos que China ya desplazó a EE UU como el territorio de la fabricación mundial y pretende competir y desplazarlo como el país que define la divisa a escala mundial, que discute cuál es la moneda hegemónica en el sistema mundial. Con lo cual estamos asistiendo a un momento de confrontaciones, discusiones que son fundamentales y que América Latina tiene que mirar con mucha atención porque históricamente ha estado vinculada a Europa, al imperialismo británico, y más recientemente y en los últimos años, sobre todo en el siglo XX, pensando en la dominación estadounidense y ahora China se ha convertido en el primero, segundo o tercer socio comercial y prestamista de varios países de América Latina.
Macri pretendió que llegaran inversiones externas de EE UU, Europa, Japón y, sin embargo, terminó negociando con China contratos que había empezado a negociar el kirchnerismo. A falta de inversores estadounidenses y europeos, bienvenidos sean los chinos. Lo que pasa en la economía y en la política mundial en la Argentina tiene mucha importancia y por eso la apuesta del gobierno Macri a esta reunión de la OMC y a lo que representa la agenda del G20 liderada por la presidencia de la Argentina.
M.H.: Inclusive había una expectativa respecto de que en estas reuniones se iba a poder anunciar la firma del acuerdo del Mercosur con la Unión Europea y ya los negociadores de la UE han adelantado que posiblemente esto no va a ser así. O sea que hay que ver en qué terminan estas reuniones.
J.G.: Me parece que lo importante es, como decíamos para lo local y nacional, la respuesta del movimiento popular en la Argentina, también el tema de la liberalización mundial depende de lo que hagan los pueblos. Hay una jornada de acción global contra la OMC que representa el desembarco en la Argentina de varias redes y articulaciones de movimientos populares, obreros, campesinos e intelectuales que van a intentar mostrar una discusión del movimiento social popular latinoamericano y mundial contra la ofensiva liberalizadora del gran capital. Con lo cual también en el plano mundial hay que ver los niveles de resistencia.
Hay una discusión de quién lidera el capitalismo mundial si EE UU, la UE con Alemania a la cabeza, Japón, o China y sus articulaciones con Rusia, India, Irán lo que en su momento se denominó los Brics o la perspectiva de un proyecto alternativo. Así como en el país hay una crisis de alternativa política a nivel mundial desde que cayó la URSS no hay una perspectiva clara anticapitalista como construcción, pero en ese plano Cuba es muy importante.
Este encuentro en el que estuve también se hacía en conmemoración de los 50 años de la muerte del Che. En Cuba se están reabriendo los debates económicos y políticos que generó el Che en su momento y entre muchas de las cuestiones que se discuten el Che planteaba la perspectiva de lucha contra la mercantilización de la economía. Pensar una economía productora de bienes de consumo y no de bienes de cambio, bienes de uso y no de cambio, no pensar en producir para vender sino para satisfacer necesidades. Esa es una concepción cultural que está muy lejos de ser hegemónica en ningún país del mundo, pero es una idea sustentada por el Che a comienzos de los ´60 y que es importante ponerla en discusión en la agenda contemporánea como una forma de resolver los problemas de la vida cotidiana, de la población más perjudicada por el orden capitalista contemporáneo.
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