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El Partido Comunista de los Trabajadores niega el acuerdo con Refundación Comunista

El valor de la unidad

Fuentes: Rebelión

Es cierto que la palabra unidad fue pronunciada en vano muchas veces y culminó con mayor división y frustraciones. ¿Entonces, la unidad para qué y con quién? La unidad no es sólo un deseo voluntarista. Es un proceso de construcción en base de las teorías, experiencias y prácticas concretas. Para el proceso de unidad, tiene […]

Es cierto que la palabra unidad fue pronunciada en vano muchas veces y culminó con mayor división y frustraciones. ¿Entonces, la unidad para qué y con quién?

La unidad no es sólo un deseo voluntarista. Es un proceso de construcción en base de las teorías, experiencias y prácticas concretas. Para el proceso de unidad, tiene que haber amor a la verdad, sinceridad e integridad moral. No basta repetir retóricamente, sino una actitud y una conducta consecuentes al amor a la verdad.

Entonces algunos recurren a un «congreso unificador», gritando «¡unidad, unidad!» contra la dispersión y fragmentación, e imponen un modelo de unidad: muestran el mal ejemplo del valor de la unidad.

Algunas veces apelan a un hecho político y, ¿a qué apelan?: A los regionales, a las células que no tienen nombre ni rostro. Apelan a la forma y no al contenido, en aras de la dirección central o a pedido de la dirección superior, en nombre del «centralismo democrático», mientras que los militantes con sentimientos, con contradicciones, con dudas, son convidados de piedra.

El que disiente, o tenga dudas, o cuestione el «congreso unificador» se le sanciona o se le separa. Porque en última instancia queremos militantes que no piensen con cabeza propia, que no pongan en duda, que no cuestionen, que solamente sirvan para levantar la mano a los dirigentes iluminados, los que saben todo, los que tienen todo claro.

Tampoco estoy de acuerdo con algunos que dicen: «esto está todo contaminado, yo me voy», o «yo me llevo los medios y los militantes», en aras de la «verdad absoluta». No sienten plena confianza en las ideas y en los militantes. No ayudan a la reflexión.

Es importante que a nosotros, como militantes, nos movilice cada acto de injusticia sea donde sea. Porque consideramos que los militantes no somos objetos sino sujetos activos para transformar, con iniciativa creadora, y el ser parte del colectivo.

Ante los hechos desgraciados de dos organizaciones quiero manifestar mi plena solidaridad con los compañeros del Partido Comunista de los Trabajadores, que aún con las diferencias, ponen un marco de respeto. Por eso me opongo al canibalismo, a la intriga, a la mentira, al aparatismo, al pensamiento único, al dogmatismo. No con retórica, sino con práctica, hay que poner los intereses y las necesidades del pueblo, las necesidades de la revolución, por delante de las necesidades nuestras. No confundir al enemigo.

Esa es la tarea de los militantes que nos consideramos revolucionarios.