EL VOTANTE Y LA PARTIDOCRACIA El popular Frente Unido por la Dignidad, organizado para estas elecciones a constituyentes, logró un amplio triunfo que demuestra el ocaso de los partidos políticos como representantes del pueblo. Esta situación, ya fue manifestada de diversas maneras antes de la reforma constitucional de 1994, en particular a partir de diciembre de […]
EL VOTANTE Y LA PARTIDOCRACIA
El popular Frente Unido por la Dignidad, organizado para estas elecciones a constituyentes, logró un amplio triunfo que demuestra el ocaso de los partidos políticos como representantes del pueblo. Esta situación, ya fue manifestada de diversas maneras antes de la reforma constitucional de 1994, en particular a partir de diciembre de 2001, con la gente en la calle, lo que produjo la fuga de los integrantes de uno de los poderes del estado. Con la reforma de la Constitución nacional que se hiciera en 1994, aparte de asegurar la reelección del entonces presidente de la nación, los legisladores para no ser impedidos en el disfrute de sus canonjías partidarias, incluyeron el artículo 38 en su nueva redacción (que completaba el concepto del artículo 22: «El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes. . .): «Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático… El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades (¡¡¡) y de la capacitación de sus dirigentes (¡¡¡¡¡)». Sorprendente ¿no?. Y en igual sentido la constitución bonaerense, en su artículo 59 ap. 2.
Todas estas disposiciones, técnicamente hablando, harían muy difícil establecer cualquier otro tipo de representatividad en materia política, al margen de los partidos políticos. La partidocracia en pleno estuvo de acuerdo, ya que así asegurábase su dominio de la cosa pública y las rentas que llegara a producir la misma.
Pero el pueblo, en general y en particular, insatisfecho, salió y sale igualmente a la calle a defender sus derechos. De otra manera no se siente representado. Como actualmente los entrerrianos en defensa de su medio ambiente, ante la falta de energía del gobierno nacional y la cobardía del provincial.
Volviendo a Misiones, la sociedad se organizó, al sentirse defraudada por su gobierno. El sentir popular repudió a la partidocracia. Y así se produjo un hecho verdaderamente democrático. Y pudo afirmar el obispo Joaquín Piña, creyendo en la capacidad de los votantes «la gente no vota con el estómago». Ello tiene que ser cierto y estos hechos parecen demostrarlo. Como afirmara en igual sentido en la década de 1930 Raúl Scalabrini Ortiz, en su libro «El hombre que está solo y espera».
Todo lo cual, nos lleva a la conclusión de que la democracia igualitaria sigue vigente, que el argentino es fiel adepto a la misma y que lamentablemente la partidocracia es más que nada, para los inmersos en ella, una fuente de recursos y de influencias. Salvo cumplidas excepciones, que desde luego las hay.