El proceso electoral de este año se desarrolló en medio del inmenso reclamo popular por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Cuando terminamos de escribir esta declaración, hay una gran expectativa en nuestro pueblo por la aparición de un cuerpo que podría ser Santiago, cerca del lugar donde se reprimió a la comunidad mapuche […]
El proceso electoral de este año se desarrolló en medio del inmenso reclamo popular por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Cuando terminamos de escribir esta declaración, hay una gran expectativa en nuestro pueblo por la aparición de un cuerpo que podría ser Santiago, cerca del lugar donde se reprimió a la comunidad mapuche de Cushamen el pasado 1º de agosto. Más allá de todas confusiones deliberadas en este caso de desaparición forzada, hay dos cuestiones muy claras: que el Gobierno de Macri es responsable de la desaparición, y del hostigamiento permanente al pueblo mapuche y a los pueblos originarios; y que el peso del movimiento por los derechos humanos en el movimiento popular de nuestro país constituye un claro límite a los avances represivos de cualquier Gobierno.
Las elecciones del pasado 14 de agosto mostraron al proyecto derechista de Cambiemos cerca de un preocupante 35% de los votos a nivel nacional. Por otro lado, el peronismo atraviesa una fuerte crisis de identidad, que implica su falta de unidad política. Dentro de este peronismo, están desde la Unidad Ciudadana de Cristina Kirchner, con un discurso más «progresista» pero incluyendo a muchos viejos intendentes y gobernadores, hasta los sectores más conciliadores con el Gobierno nacional.
El espacio político de la centroizquierda continúa en decadencia desde hace varios años, tras sus fracasadas alianzas con radicales y peronistas. La izquierda trotskista del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) aparece como la principal referencia de izquierda en el plano electoral de alcance nacional, mientras que en forma incipiente en algunos distritos emergen también herramientas políticas impulsadas por algunas organizaciones de la nueva izquierda.
En este escenario, los de arriba pretenden profundizar el capitalismo en su faceta neoliberal, tal como lo anuncian a coro los medios de comunicación oficialistas. Luego de las elecciones de octubre, el Gobierno de Cambiemos prepara, con el guiño de sus aliados, arremeter con medidas de ajuste sobre conquistas históricas, condiciones laborales y derechos alcanzados por el conjunto del pueblo trabajador. Ensayan nuevos proyectos de flexibilización laboral, modificaciones en las leyes de ART, subas en la edad jubilatoria, flexibilización y privatización encubierta de los sistemas educativos y de salud. La profundización del saqueo de nuestros territorios ya no sólo es mediante la quita de retenciones al agro y a la minería, sino también imponiendo un pacto federal minero en alianza con los gobernadores, que va a consolidar una extraordinaria transferencia de riquezas hacia los sectores más concentrados y extranjerizados de la economía.
Es evidente que este Gobierno y el anterior no son lo mismo. Si bien la extranjerización de la tierra, la concentración de la economía y el modelo extractivo de bienes naturales indican fuertes continuidades entre el kirchnerismo y el macrismo, el actual Gobierno refleja un nuevo escenario político, signado por políticas nítidamente de derecha.
Nuestras organizaciones han sido históricamente críticas del kirchnerismo, tanto por las limitaciones estructurales del modelo neodesarrollista, que sostuvo la dependencia económica a través del pago serial de la deuda (incluyendo al Club de París, y a REPSOL), como por parte sustancial de su política represiva (reflejada por la multiplicación de efectivos policiales, la militarización de conflictos obreros, la Ley Antiterrorista o el proyecto X).
Pero actualmente, y además del ajuste en marcha por el macrismo, el Gobierno nacional impulsa una creciente represión de las luchas obreras, de las organizaciones sociales, de la limitación del derecho a la protesta social, así como de la criminalización de la pobreza. Existe también una militarización de los territorios que busca garantizar que pase el ajuste contra el pueblo pobre, los jóvenes y las mujeres, mediante un creciente control social por parte de las fuerzas de seguridad. Al tiempo que el ministro de defensa, Oscar Aguad adelanta un proyecto de reestructuración en el funcionamiento de las Fuerzas Armadas y en la definición del rol de estas, preparándolas para la «ciberguerra».
Ningún gobierno constitucional desde el 1983 a la fecha ha invertido más en reequipar a las fuerzas represivas que el macrismo. Este gobierno ha buscado mancillar la memoria histórica y los Derechos Humanos de ayer y hoy, con posturas que van desde el negacionismo del terrorismo de Estado y de los femicidios, hasta la persecución a identidades disidentes lesbianas, trans y travestis, conformando un escenario que como pueblo no estamos dispuestxs a tolerar.
El pueblo se organiza para construir una alternativa
Pero también existen resistencias. En masivas movilizaciones el pueblo trabajador le viene exigiendo a la cúpula sindical llamar a paros y medidas activas de lucha; se le exige al Estado frenar los tarifazos. Multitudinarias marchas del movimiento de mujeres y el paro internacional conquistado este año, sumado a la permanente denuncia contra la violencia de género, muestran que la lucha de las mujeres y del pueblo trabajador está viva. Las resistencias también se dan contra el extractivismo y el modelo agroindustrial e inmobiliario, que envenena y saquea a la madre tierra. Esto también se observa en la activa lucha de los pueblos originarios con la que se solidarizó Santiago Maldonado, motivo por el cual fue secuestrado por la Gendarmería en un operativo monitoreado por el Ministerio de Seguridad. Y por supuesto en las multitudinarias movilizaciones por su aparición con vida, en las que (como también contra el 2×1 a genocidas) el empuje popular y la política de nuestras organizaciones y muchas otras, unió a prácticamente todas las organizaciones del campo popular comprometidas con la defensa de los derechos humanos.
Pero también es importante mencionar que los resultados electorales no muestran un revés para el Gobierno en las urnas, lo que indica que este proyecto de derecha cuenta con un importante consenso en amplias capas de la sociedad. Esto nos debe ocupar, y llevar a mejorar nuestras herramientas de intervención, para que no prospere un proyecto excluyente e individualista en nuestro país.
En este sentido es que creemos necesario acompañar a todas estas luchas de resistencias con un proyecto político integral encarnado en nuestras prácticas, que pueda constituirse en un horizonte de transformación para nuestro pueblo en Argentina y en toda América Latina. Un proyecto que se piense como superador al macrismo y que logre enamorar a grandes capas de la población.
En nuestra izquierda independiente, la «nueva izquierda», aun tenemos pendiente la tarea de construir un proyecto político nítido e integral, que dispute en todos los planos contra la hegemonía de los proyectos capitalistas, en un marco de unidad y de disputa dentro del campo de la izquierda en nuestro país. Al respecto, es importante señalar que se avanzó mucho en la comprensión común de intervenir el terreno de la lucha electoral, aunque las PASO evidenciaron la notoria dispersión de criterios acerca de cómo hacerlo. En algunos casos, se impulsaron nuevas herramientas locales, algunas con valorables resultados como Ciudad Futura en Rosario o el FROP en La Rioja, pero sin mayor proyección nacional. Otras expresiones implicaron un apoyo explícito o implícito al kirchnerismo, o a fuerzas más pequeñas de centroizquierda. El Frente de Izquierda (FIT) también recogió apoyos entre la nueva izquierda, algunos de manera más o menos crítica, y otros incorporándose en sus listas.
Es que las diferencias que nuestras organizaciones (con buena parte de las cuales coincide todo el abanico de la «nueva izquierda») hemos tenido históricamente con los partidos del FIT son conocidas y no merecen ser subestimadas. Desde los métodos de intervención en diferentes conflictos, hasta la instrumentalización de determinadas luchas y sus concepciones sobre las coyunturas nacionales -y sobre todo internacionales-. Las caracterizaciones que desde dicho espacio presentan sobre los procesos de lucha popular en nuestro continente latinoamericano, principalmente en Venezuela, Bolivia y Cuba, son opuestas a las nuestras.
Pero el FIT también contiene elementos positivos: expresa, con mayor claridad, un programa anticapitalista y de clase; y representa a una parte destacada del activismo en el movimiento obrero y popular. Precisamente, la presencia nacional del FIT es un aspecto sumamente valorable en tanto representa una opción anticapitalista que logró superar el piso de las PASO en casi todos los distritos, y que hoy ha logrado un reconocimiento nacional como frente que expresa intereses de las trabajadoras y los trabajadores.
Ese reconocimiento, aún con muchas críticas, al FIT, de una parte, importante de las masas populares y en especial de quienes luchamos por transformar esta sociedad, nos lleva a impulsar la mayor unidad de la izquierda en estas elecciones, en las que llamamos a acompañar con el voto a las listas del FIT, para fortalecer la organización y la lucha del pueblo trabajador contra la derecha reaccionaria de Macri y el oportunismo de quienes le garantizarán la gobernabilidad.
Nuevamente, el panorama político del país y la difícil situación que vive el pueblo trabajador nos reafirman la necesidad de avanzar en la construcción de una alternativa de la nueva izquierda que recupere identidades y experiencias de las y los de abajo, para unirnos, para organizarnos y para avanzar hacia un movimiento político anticapitalista, antiimperialista, antipatriarcal, latinoamerican
- Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional
- Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social
- Frente Popular Darío Santillán
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