El viernes de noche Montevideo se vio conmovido por las marchas contra la visita de Bush. Los acusados por los destrozos en el centro fueron los argentinos de Quebracho, una organización que tiene mucha prensa y no para elogiarla precisamente. Un sondeo rápido entre amigos nos demostró que la mayoría, al igual que nosotros, no […]
El viernes de noche Montevideo se vio conmovido por las marchas contra la visita de Bush. Los acusados por los destrozos en el centro fueron los argentinos de Quebracho, una organización que tiene mucha prensa y no para elogiarla precisamente.
Un sondeo rápido entre amigos nos demostró que la mayoría, al igual que nosotros, no tiene la menor idea de qué es Quebracho y los prejuicios sobre ella abundan a derecha e izquierda.
Decidimos averiguar más y conversamos largamente con Fernando Esteche, líder de la organización, quien nos contó cuándo, cómo y dónde nace Quebracho; su ideología y su visión del mundo. Sus dichos entre polémicos y contradictorios, reafirman nuestra impresión de que no es fácil entender a la izquierda argentina.
¿Cuál es el origen del MPR Quebracho?
Quebracho es la confluencia de distintas organizaciones políticas que se juntan hacia el 96. Existe una identidad previa al 92 que es el MPU (Movimiento Popular de Unidad) Quebracho, de origen fundamentalmente estudiantil, de La Plata, Córdoba y Misiones. De hecho en el Congreso de fundación del MPR Quebracho tres compañeros de la dirección del MPU Quebracho estábamos presos y uno más estaba clandestino. La referencia a Quebracho era un capital político muy grande.
¿De qué experiencias provienen los militantes?
Somos todos de distintas experiencias. Hay organizaciones que vienen del PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo), compañeros que estuvieron en prisión hasta el 85, con un prestigio muy grande, principalmente del Gran Buenos Aires. Otra vertiente son los que vienen del peronismo montonero que tenían un grupo llamado Peronismo que Resiste y otros compañeros peronistas no montoneros. Hay otros compañeros que hicieron la experiencia de Nicaragua en la Columna Sur del Sandinismo. El MPU Quebracho venía de las nuevas generaciones que habíamos nacido en el marco de lo que eran los últimos años de la dictadura. Hay compañeros que habían abrevado en la Teología de la Liberación como marco doctrinario. También hay militantes jóvenes que vienen del trotskismo, de la Federación Juvenil Comunista, del Partido Intransigente. Es la época del surgimiento del menemismo, del neoliberalismo como cultura política y discurso hegemónicos, la caída del Muro de Berlín, Fukuyama hablando del fin de la historia. Los cuadros en Argentina, que sobrevivieron y tenían experiencia, se replegaron sobre lo social, las luchas reivindicativas. Había una tesis muy en boga que hablaba de reconstruir el tejido social, mucho brushing de por medio, mucha reconceptualización de la idea de la hegemonía, que sin bien nosotros la compartimos, de alguna manera desarmaba la idea del poder.
¿Cuál es esa tesis del tejido social?
Era una idea de trabajar de a uno, dándole clases a los pibes en los barrios, hacerse amigos de la familia, y ponerse a hablar de política mate por medio alguna vez, un auténtico trabajo de hormiga. Y la teoría decía que después de muchos años iba a dar frutos. Nosotros creemos que esto desarmaba a la organización social, y más aún saliendo de un proceso en donde las organizaciones populares habíamos tenido derrotas políticas, militares e ideológicas, y donde la salida de la dictadura, la reconstrucción democrática del período alfonsinista fue absolutamente negociada con los sectores del poder. El alfonsinismo, si no fue más entreguista, fue porque no pudo, porque no tenía consenso popular. El menemismo posterior, en cambio, tenía al peronismo, al movimiento obrero, y por tanto un control muy superior de la lucha de clases.
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Alfonsín no expresaba genuinamente las expectativas de reconstrucción democrática, aunque él después se encargó de hacerse una propaganda en la que pretendía ser el campeón de la democracia. Pero esa reconstrucción también obedece a muchos de los compañeros que lucharon contra la dictadura y algunas de las organizaciones que confluimos en Quebracho. Parece que en la Argentina la dictadura terminó porque perdieron la guerra de las Malvinas, y entonces dijeron: «Bueno, perdimos, no tenemos más nada que hacer, entonces nos vamos». Eso es absolutamente falaz y contar esa historia es también intentar desarmar al pueblo argentino. Esa historia la cuentan muchos políticos, y también lo que se llama izquierda en la Argentina, que nosotros decimos que no es izquierda.
¿Qué izquierda argentina?
La que se autodenomina izquierda, que puede ser el Partido Comunista, o el trotskismo en general.
¿A qué atribuís esa deformación de la historia de los motivos de la caída de la dictadura?
La hegemonía de ese discurso obedece a que los partidos conservadores no intervinieron en la lucha contra la dictadura, y por eso para ellos esa lucha no existió. Pero el pueblo argentino intervino. Por ejemplo el movimiento obrero argentino, con todas las deficiencias que tiene, la prostitución de su dirigencia y todo lo que queramos ver, si tuvo una virtud que fue enfrentar a la dictadura desde lo orgánico, desde la CGT Brasil (Confederación General de los Trabajadores), aunque tenían la otra expresión que era la CGT Azopardo, que era la conciliadora. (NdR. La CGT estaba dividida en dos y ambas centrales tomaban el nombre de la calle donde estaban sus sedes.)
¿Y después de la dictadura qué sucedió?
En el marco de ese panorama hubo un proceso de búsqueda en el campo popular, con organizaciones incluso que intentaron reconstruir los 70`, pequeños grupúsculos que planteaban una lucha político militar…
¿El recordado episodio del intento de toma del cuartel de La Tablada por el grupo de Gorriarán Merlo en el 89?
Lo de La Tablada en realidad es un episodio que representa un estertor de todo ese proceso, pero el contenido ideológico es distinto. Incluso el concepto político militar de La Tablada es distinto al de estos grupitos que querían reconstruir una guerrilla al estilo de los 70´, como si no hubiera pasado nada en todo ese período.
¿El MPU Quebracho participa de ese intento de recrear las guerrillas de los 70`?
No, son distintos grupos, aunque muchos de nuestros compañeros participaron en ellos. Otros compañeros no; estuvieron en los partidos tradicionales intentando dar la pelea allí. Lo que encontramos después, hacia los 90`, es un panorama en que la política no existe más, está en manos de los partidos tradicionales. A nivel popular no hay propuestas ni vocación de poder. Y Quebracho surge como respuesta a todo eso. Nosotros siempre marcamos como hito el proceso de lucha de los jubilados, con la compañera Norma Plá, que estuvo en nuestro proceso fundacional. Imagínense cientos de jubilados, acampando durante meses en Plaza Lavalle, en pleno invierno, con una vaca que ordeñaban para tomar su mate cocido con leche, dando una muestra de dignidad. Ahí empezaron las señales de distintos sectores populares a los pretendidos sectores revolucionarios, diciéndoles: «basta de discusiones estériles e inconducentes». Y empezamos a dar todos la pelea contra lo que fue el proceso de privatizaciones, de desguace del Estado. Regalaron Aerolíneas, que tenía una flota de cuarenta Boeings, rutas comerciales que valen mucho, y se vendieron al valor de dos aviones. Y además después la quebraron Fue muy grotesco el proceso de entrega del menemismo. Si el neoliberalismo se instaló en la Argentina del modo en que se instaló, tiene que ver con que Menem viene con el peronismo. Menem accede al gobierno en el marco de un frente nacional, al que muchos de nosotros sostuvimos, donde el discurso de campaña era antiyanqui, por la recuperación de Malvinas, la dignidad nacional y la soberanía.
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Eso entra en una lógica de reivindicación de lo nacional y lo popular. Pero ya cuando Menem da su plantel de gobierno, y está el grupo Bunge y Born, la traición provoca desconcierto en las masas que empezaban a identificarse y reconstruir una identidad política. Pero de todos modos tuvo oxigenación por provenir del peronismo. Menem corría con esa ventaja y con la de que la única entidad política que estaba en condiciones de enfrentar tamaña traición era el movimiento obrero. Las grandes batallas en la Argentina contra la entrega las dio siempre el movimiento obrero organizado.
A pesar del peronismo…
Con muchos dirigentes peronistas incluso. LA CGT de los Argentinos, que da vida a esos programas son militantes peronistas.
¿Cómo definís al peronismo?
Ah, si a los argentinos nos cuesta eso, a cualquiera de afuera le va a costar mucho más. Hay compañeros peronistas que son formidables revolucionarios, marxistas leninistas, como Juan José Hernández Arregui o John William Cooke, que era guevarista.
Y en ese caldo entra Menem.
Que a la semana de asumir fractura a la dirección de la CGT. Y no piensen que era una dirección clasista y combativa. Gran parte de ella había participado en la batalla contra la dictadura y gran parte, como Saúl Ubaldini, había enfrentando a Alfonsín con los trece paros generales. Ubaldini era un burócrata, un gerenciador de sindicatos. Pero Menem, a pesar de eso, la fracturó, debilitando el peso que los obligaba por la presión de la masa a confrontar lo que Menem llamó la Reforma del Estado. Pero a pesar de eso hubo luchas. Los trabajadores telefónicos resistieron meses a la entrega de ENTEL. Los ferroviarios otro tanto. Y toda esa lucha no encontró una referencia nacional, una orientación que a partir de la lucha de resistencia al neoliberalismo, creara respuestas de poder.
Pero desde lo político también hubo algún enfrentamiento contra esa entrega.
Las que confluyeron en Quebracho fueron muchas de las organizaciones que dieron esa pelea. Otra pelea que dimos fue la de no decir que los desaparecidos fueron treinta mil. No, eran Juan, Pedro, Miguel, que eran de esta organización, pensaban esto o esto otro. La cifra de alguna manera desideologiza. Nadie volvió a hablar nunca más de la guerrilla en la Argentina, y nosotros empezamos a hacer homenajes a Santucho (NdR. Roberto, líder del ERP), homenajes a compañeros montoneros caídos en combate. Nosotros queremos reelaborar la historia de los argentinos y nos queremos enganchar como otro eslabón en la continuidad de la lucha del pueblo argentino. Nosotros decimos que hay que hacer política pública y decir abiertamente que tenemos vocación de hacer la revolución, porque creemos que el socialismo se puede construir y también se puede vencer al imperialismo.
Las leyes de la historia, del materialismo histórico, nos decían que los imperios se vuelven más bestiales cuando están débiles. Ningún imperio usa la fuerza si no lo necesita. Y esa lógica también se daba en la Argentina. Cuando la gente dice basta, el menemismo empieza con la represión. Ahí nace el MPR Quebracho, en una situación altamente represiva.
¿Surge a nivel nacional?
Al principio no teníamos mucha capacidad de despliegue nacional. En el Congreso Fundacional tendríamos unos doscientos compañeros de Córdoba, Misiones, Rosario y Buenos Aires.
¿Y por qué la situación represiva hacia ustedes?
Se dio un proceso de demonización muy grande hacia nuestra organización. Había empezado a parecer el tema de los piqueteros. Y nos reprimen porque el proceso político de unidad de organizaciones populares que estábamos desatando tenía una potencialidad muy grande. Capturarnos a nosotros y decir: «Estos son los que quieren hacer la revolución», sirvió para construir la idea mediante el discurso mediático hegemónico, de que había un grupo chiquito dando vuelta por el país como si fuera una patrulla de mercenarios profesionales rompiendo bancos por ahí. Eso pretendía deslegitimar el proceso político que se estaba gestando a nivel de masas. Y aparece una pueblada muy grande en La Rioja y después en Santiago del Estero, que queman la Casa de Gobierno. Los tipos estaban podridos de vivir de un modo que ustedes los uruguayos ni se pueden imaginar. De repente te daban una zapatilla y la otra después de votarlos, someter a las chiquitas a la prostitución de los hijos de los ricos, algo muy perverso.
¿Y la fuerza de ustedes se incrementa con las puebladas?
Empiezan las puebladas, empiezan a surgir los piqueteros, el neoliberalismo empieza a desmoronarse.
Qué fenómeno difícil de clasificar el de los piqueteros…
Sí, tenías desocupados, chachareros, ex empleados de fábricas, comerciantes quebrados, había de todo. Hasta ahí la oposición tradicional burguesa estaba absorbida por el menemismo, pero empieza aquí a legitimar la lucha de la gente. Antes la negaban o decían junto al Gobierno que era el Grupo Quebracho. Si nosotros hubiéramos tenido la capacidad de desatar todo eso, hoy estaríamos discutiendo de otra cosa. Esa política de demonización nuestra perseguía como objetivo decir que no era el pueblo el que luchaba.
¿Ustedes no colaboran con su demonización?
Nosotros nunca negamos lo que hacemos. Si en un piquete viene un auto y nos quiere pasar y termina con un vidrio roto lo admitimos. Podemos tener errores pero nuestra política es pública. Es muy fácil echarle la culpa a los servicios o a los lúmpenes, pero las organizaciones nos podemos equivocar. La idea de la infalibilidad es perversa para la construcción política genuina porque no permite la crítica. ¿Vamos a romper algún banco? Claro, porque como dijo alguna vez un uruguayo: «Es más inmoral fundar un banco que robarlo». La violencia irrumpió de las masas. La violencia quiere decir: «no aguantamos más». Es de algún modo pelearle al Estado el monopolio del poder, de la fuerza. Aunque la represión a que nos han sometido abona todo esto de que somos violentos. La cotidianeidad de la militancia de Quebracho no es andar con capucha, un palo y una piedra. Eso es lo excepcional.
¿Qué es lo cotidiano?
Es levantar la organización que construya el poder popular. Compartimos la conducción en gran cantidad de centros de estudiantes universitarios y a nivel sindical. En lo territorial está la CTD (Central de Trabajadores Desocupados) Aníbal Verón, que es lo que construyó Puente Pueyrredón (NdR. Protestas en que fueron asesinados los militantes Santillán y Kosteki) y los cortes en Buenos Aires y en el interior. De alguna manera es lo que tomó la posta del 20 de diciembre del 2001 (NdR. Manifestaciones populares multitudinarias que terminaron con la renuncia de De la Rúa), que fue esa pulseada contra Duhalde (Luis Eduardo) de los seis meses de ingobernabilidad. La CTD Aníbal Verón tuvo ahí un papel preponderante que nadie puede negar. La CTD tiene despliegue en las principales provincias de la Argentina.
¿Cuánta gente tiene hoy Quebracho?
Habría que dividir lo que es Quebracho a nivel de su vida orgánica, lo que es Quebracho en la calle que son miles y miles. Y después los que mantienen comedores también son miles de compañeros. Pero eso no redunda en la calle ni en la vida orgánica de Quebracho; es solo capacidad de despliegue. Son las áreas de influencia.
¿Quebracho funciona como partido o como federación?
Creemos que no puede existir una herramienta política revolucionaria sin doctrina revolucionaria. Creemos que los hombres se organizan en función de las tareas que se imponen, y en ese sentido sí somos leninistas.
Una organización de cuadros en definitiva.
Creemos eso, lo que no significa que Quebracho sea eso.
¿Es el objetivo a crear?
No necesariamente. Creemos que es necesaria una estructura de cuadros, y queremos abonarla, pero creemos que también es necesario que exista una organización como Quebracho, con compañeros con un nivel de identificación, pero que puedan dar el debate sobre la revolución públicamente y sin vergüenza. Y tienen que existir otros dispositivos, los sindicatos…
¿Hay una definición ideológica?
El marxismo es materia de estudio permanente. Cuando nos preguntan si somos de izquierda o derecha, decimos que eso hay que dejarlo para la revolución francesa o las categorías de Europa. Eso en Argentina no sirve para definir políticas. En América Latina sí sirve porque su izquierda tuvo otro comportamiento. En Argentina los que dijeron que eran de izquierda siempre estuvieron enfrentando a la gente, en los procesos históricos determinantes la izquierda estuvo ausente, nunca tuvo vocación revolucionaria, siempre fue elitista. Hoy, el Partido Comunista está llevando de candidato a Intendente de la ciudad al banquero del Credicoop, que es el banco del PC, el banco privado más grande de la Argentina. La izquierda en la Argentina tiene bancos; nosotros comedores populares, y no saben definirnos si somos de izquierda o derecha. Sí decimos que somos patriotas revolucionarios.
¿Qué significa eso?
Estudiamos mucho la experiencia revolucionaria de todos los pueblos, y por como vemos que está el mundo hoy, el discurso hegemónico, la globalización -que es la manera de decirle ahora al imperialismo-, creemos que lo nacional, es el enemigo mortal del imperialismo, lo frena. Desde ahí defendemos los procesos islámicos. No puede haber estrategia revolucionaria sin mirar en tu propia historia. Además hablamos de la Patria Grande Latinoamericana. Por eso estamos hoy en Uruguay.
Lo de patriotismo revolucionario hace pensar en cuestiones nacionales.
El problema es que hay falencias doctrinarias en la izquierda. Se olvidan de leer a los que han hecho procesos revolucionarios en América. Santucho habla claramente de patriotismo revolucionario en Argentina, Shafik Handal (NdR. Líder histórico comunista salvadoreño e integrante de la Dirección del Frente Patriótico Farabundo Martí) lo hace en El Salvador, los sandinistas, más allá de lo que haya pasado después, las FARC en Colombia. A veces las palabras las absorbe el enemigo y se las terminamos regalando. Pero porque algún milico facho diga «patria», no podemos regalarle la palabra.
¿Ustedes se plantean una concepción socialista de la sociedad?
Cuando hablamos de la revolución en esta etapa de desarrollo del imperialismo, inevitablemente la respuesta es el socialismo. La discusión sobre qué socialismo, o mismo el socialismo Siglo XXI, nos dicen que en América Latina hubo un gran fenómeno de exclusión de masas y las masas se rebelaron, se metieron a prepo haciendo volar por los aires los Estados nacionales. Entonces, al margen de un Chávez, el pueblo de Venezuela tiene un destino histórico del que va a ser muy difícil sacarlo. Lo mismo que al margen de Evo Morales los bolivianos tienen un objetivo muy claro. Ecuador es otro ejemplo. Hay una insurrección, lo meten a Gutiérrez, Gutiérrez traiciona y ponen a Correa, Y si los llega a traicionar meterán a alguien, que no importa quién sea, porque los ecuatorianos están metiendo a las masas en el Estado. Cambia todo el concepto de democracia. Se está construyendo una democracia donde el pueblo delibera y gobierna. Eso no es el socialismo pero está bueno, lo saludamos y apoyamos. Pero el objetivo estratégico es el socialismo, los pueblos haciéndose cargo de la democracia, socializar el poder.
En América Latina hoy se ven gobiernos con matices pero mayormente con signo de izquierda. ¿Qué pensás de eso?
Nosotros vemos que hay dos grandes tendencias, una de democracia de masas que tiene que ver con Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador que avanzan en ese sentido. Perú tiene un proceso de masas desatado, más allá de Alan García, y Paraguay también en un proceso más sordo. Y después está la otra vertiente, que llamamos la de las democracias funcionales, Bachelet y el TLC, o Uribe en Colombia y Panamá. Y tenés un gobierno como el de Lula, con su pretensión subimperial, olvidado de los postulados fundacionales del PT, o en Uruguay, que con lo del TIFA nos parece que tiene más que ver con construir un gobierno funcional al sistema de dominación que con no hacerlo.
¿Y Kirchner?
Kirchner es distinto. Kirchner era de los que se tenían que ir con el «Que se vayan todos». Pero Kirchner queda condicionado por la lucha del pueblo. Lo que hace con los Derechos Humanos es porque la lucha del pueblo se lo impone. Su gobierno es el que más deuda externa pagó en la historia pero no hace ese discurso contra el FMI porque sea un loco paranoico. Aunque después festejen en los diarios que le pagan la deuda al Fondo. Lo hace porque el pueblo lo empuja, porque en la Argentina está la idea de que el FMI nos quebró.
¿Kirchner es permeable entonces a las presiones populares?
Todos son permeables, Kirchner, Bachelet, Tabaré y Lula. El tema es después en qué nivel están las masas y las organizaciones populares para profundizar los procesos. Hay que ver cómo el Gobierno absorbe las marchas contra la llegada de Bush, una de ellas muy grande, la del PIT CNT llena de banderas del Frente Amplio.
Para entender a la Argentina, Kirchner sube sin una organización detrás.
Tiene al PJ (Partido Justicialista). Subió con el poder del PJ bonaerense que no es una organización política; es una mafia, dedicada a secuestros y venta de drogas. Kirchner produjo un vaciamiento de la política. Los dos grandes partidos, la Unión Cívica Radical y el PJ están destrozados. Son cooperativas de intendentes y gobernadores sin nada más. Vació la política y lo hace desenfadadamente. Es su política de dominación. Y lo otro es esa idea que anda por ahí de que está armando lo propio. Lo propio es él, su mujer y sus amigos. Entonces me preguntan: ¿Pero cómo Chávez es amigo de Kirchner sí esto es así? Chávez está haciendo política internacional y trata de que Kirchner no se vaya a abrazar con el imperio, lo trata de contener.
¿Ustedes ven a Chávez como un revolucionario?
Entendemos que Chávez está haciendo tareas revolucionarias. Nunca hablamos de los hombres, creemos en las masas. Ahora, depende qué queremos decir con eso de revolucionario. Si lo ponemos como proceso de tareas, Ahmadineyad (Mahmoud, Presidente iraní) es revolucionario. Ahora si me preguntás por mi modelo de sociedad no es de la República Islámica de Irán. Pero objetivamente la idea de crear dos, tres Vietnam, que decía el Che, no era creémosle guerrillas; era creémosle Vietnams. O sea, Estados nacionales enfrentados al imperio. Eso para nosotros es soberbio. Después no tengo ni idea, o tengo algunas ideas. De Corea del Norte hay cosas que me parecen que están buenas y después hay cosas que dicen los yanquis que en verdad son terribles, y si son mentiras no sé cómo las construyen. Pero no sé, aunque está bárbaro que exista. Desde ese punto de vista, sí, hay Estados nacionales que están haciendo tareas revolucionarias.
¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo? Mao la planteó así y Pinochet era un aliado porque estaba contra la Unión Soviética.
No estrictamente así, porque esa generalización provoca que si el enemigo de EE.UU. es Hitler, nosotros terminemos apoyándolo.
¿Por qué entendés que esa enorme energía del 20 de diciembre del 2001 no se canalizó en una unidad de la clase popular y sus organizaciones?
Nosotros podemos hablar solo por nosotros. Lo que sí hay es responsabilidades históricas de cada uno. Un dirigente del PC argentino dijo el 20 de diciembre: «Nos agarraron con la montura abajo del caballo». Nosotros decimos: Pongámosle la montura al caballo. Porque no puede ser que los que dicen que tienen una línea estratégica insurreccional esperen que la cosa venga sola. El poder no se cae si nadie lo tira. Hay que prepararse. Y sino no hablés boludeces. Nuestra estrategia tiene que ver con la insurrección popular de masas, pero el 20 de diciembre nos agarró débiles. No teníamos demasiada fortaleza y hoy aún no la tenemos.
Si la táctica del enemigo es consolidar los resortes de la dominación, la nuestra debe ser debilitarlos. Si ellos gobiernan contra el pueblo no hay que dejarlos gobernar. Son cosas que suenan antipáticas pero sería distinto si todos los que se dicen revolucionarios las estuvieran ejerciendo. Acá todos tienen vocación de vanguardia pero esa vocación es la de dar una orden y que los demás los sigan. A la izquierda se la conoce por la cara de sus dirigentes y no por su política. A Quebracho se le conoce por su política. La política de Quebracho es el enfrentamiento, con todo lo que eso significa.
Provocar la crisis…
Claro, provocar la crisis. ¿Cómo se entiende que un grupo chiquito haya superado las represiones que superamos? Hace dos años teníamos setenta presos. Siempre tuvimos compañeros en cana. La negación hacia nuestra organización tiene que ver con no querer ver lo que está creciendo. Si después del 20 de diciembre no fuimos capaces de construir una alternativa política es porque no tenemos capacidad. Hemos hablado con todo el mundo, y el fracaso tiene que ver con esto perverso de los dirigentes, que se creen que son distintos que la gente. Y la gente es mejor que nosotros. Por eso el 20 de diciembre no se clausuró. Es probable que Kirchner, él o ella ganen las elecciones. Pero hay que ver que en Argentina hay una proscripción política muy grande, los que votan son una porción muy chica. Hay millones de argentinos que no tienen documentos.
Kirchner no era la expresión de los anhelos de la gente. Traiciona tranquilo, y siempre fue así. En Argentina las frustraciones no provocan grandes catástrofes porque vos ya sabés de antes que te van a traicionar.
¿Cómo ves al gobierno del Frente?
Nosotros siempre prestamos mucha atención al proceso del Frente Amplio. No compartimos mucho del ejercicio del gobierno que está haciendo, pero quién va a negar que el Frente Amplio tenía raigambre popular. ¿Y qué se va a generar si el Frente Amplio frustra y traiciona las expectativas de la gente? Se podrá manifestar de una u otra manera pero los uruguayos tienen su destino en la cabeza, entonces de alguna manera lo van a resolver.
¿Cómo viste las marchas contra Bush?
Como una muestra de dignidad en la calle. Había habido una operación de prensa con lo cual parecía que quince o veinte argentinos iban a condicionar una manifestación de miles de uruguayos. Eso fue en la prensa, después el aparato represivo no estuvo en la calle y eso no fue casualidad. ¿Por qué? Porque no pueden enfrentarse con la gente, porque es toda la gente la que está en contra de Bush, no ya la izquierda, cualquier tipo normal sabe que Bush es un degenerado. Y la demostración fue formidable.
¿Qué pensás del conflicto de las «papeleras»?
Nosotros pasamos justo por Gualeguaychú…
¿Los dejaron pasar a ustedes?
Es difícil que los de Gualeguaychú nos digan que no pasemos porque nosotros veníamos a pasar. Ahí ellos hubieran tenido un problema. Pero nos dejaron pasar sin problemas.
En Catamarca hay una mina, la Barrick norteamericana, que hace explotación a cielo abierto, que deja un nivel de contaminación de cianuro pesado terrible. El aire se ve de otro color. Se llevan el oro, y el Gobierno además los subsidia. Después tenemos las lluvias ácidas en la Patagonia, el Acuífero Guaraní, que el dueño es un yanqui que vino ahora con Bush. Si el problema fuera por problemas ambientales realmente, se debería mirar antes las consecuencias ambientales terribles que han permitido los gobiernos de nuestro país. Y no solo ambientales, también consecuencias terribles productivas y sociales. Y los argentinos nunca logramos construir una respuesta de la contundencia de la que está construyendo la gente de Gualeguaychú. Creemos sí que esto ya se tergiversó; en Argentina han empezado a aparecer afiches contra los uruguayos. Y en Uruguay al revés. Creemos que eso es una política de miedo. Para nosotros es toda una discusión si tiene que estar o no Botnia. Sabemos que para los uruguayos es un proyecto estratégico, que no es de ahora, viene de hace años. Fue manipulado por algunos sectores políticos en Argentina por intereses creados. Y creemos que es muy poco feliz el enfrentamiento que se ha generado.
¿Y en esa discusión sobre si Botnia debe estar o no, que conclusión sacás?
Que no, pero porque tendrían que tener una papelera del Estado. Pero antes de decirte que vos no instales Botnia tengo que ver primero lo que pasa en casa. Tengo que mirar que Argentina avanza en un proceso de monoproducción sojera que nos está haciendo mierda la tierra.
Vos has sido perseguido por el famoso juez Galeano, el mismo del escándalo por el proceso del atentado a la AMIA, que le costara su destitución. ¿Qué pensás de ese proceso que termina hace poco con el pedido de captura de nueve dirigentes iraníes, entre ellos el es presidente Rafansjani?
Primero que nosotros somos amigos de la Revolución Islámica Iraní, tenemos una relación muy estrecha con ella. Tenemos incluso algunos compañeros islámicos. Nuestra organización nunca participó de los actos que se hacen todos los años de repudio al atentado de la AMIA. Porque decimos dos cosas: Si el atentado a la AMIA fue un hecho de guerra, producido por alguna organización islámica o árabe, como tantas masacres que produce el sionismo en territorio árabe islámico -nosotros ni lo justificamos ni lo aprobamos- pero lo entendemos como un hecho de guerra y no nos metemos en esas discusiones por más que nos haya afectado en territorio nacional. Porque sino tendríamos que cuestionar una cantidad de atentados de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) que hicieron que apareciera en la opinión pública el problema palestino, y sobre los que nadie nunca ha dicho nada. Claro que la OLP era laica. Esto no significa que nos parezca bien el terrorismo como método político, ni en los orientales ni en los occidentales. Y después hay cosas curiosas, el atentado previo a la Embajada de Israel nunca fue investigado. Nadie sabe que pasó con la Embajada. Y en la causa AMIA responsabilizan a Hezbollah, de quienes también somos amigos, quienes tienen como doctrina no operar militarmente fuera del Líbano. Esto los diferencia de Hamas, que sí hace incursiones en Israel. Pero Hezbollah nunca.
A Irán los únicos que lo acusan de terrorista son Estados Unidos, Argentina (a nuestro pesar) y el sionismo. Irán comercia con toda Europa y nadie dice que sea terrorista. Entonces esta causa es un hecho funcional a la estrategia política para fundamentar las incursiones unilaterales y el dictamen de Nisman (Alberto, fiscal de la causa AMIA) llega en un momento en donde una semana antes Cristina Kirchner va a Nueva York y se junta con un grupo de vecinos que es nada menos que con el Comité Judío Mundial. Se junta con el sionismo internacional y la cagan a pedos. Le dicen tres cosas: que salga el dictamen de Nisman, que pongan presos a los fachistas de Quebracho, que somos nosotros, y que rompan relaciones con Venezuela.
A ustedes los judíos los acusan de «fachistas».
Sí los judíos nos llaman así. Bueno, no «los judíos»; de hecho nosotros tenemos compañeros judíos. Y las primeras firmas de la solicitada de reivindicación que publicamos son de 50 intelectuales de renombre de Argentina como Germán Schiller, Jorge Wettstein, Rosita Galeston, Pedro Brieger, que a él, que es judío, le dicen «judiofóbico», porque dice que Israel hace actos terroristas. Todo el que denuncia el terrorismo de Israel es judiofóbico.
Te prohibieron la entrada a Chile…
Sí y veníamos con miedo de que prohibieran la entrada en Uruguay porque me quedaría encerrado en Argentina. A Chile íbamos en el marco de un encuentro del Cono Sur en noviembre del año pasado donde se juntaban compañeros que venían de Colombia, Venezuela, Ecuador, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Los compañeros anfitriones eran del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, nosotros estábamos invitados por Argentina. Y en Chile el proceso de construcción de democracia es bastante complejo y está signado por la derecha reaccionaria. Hubo una campaña terrible a la que Bachelet fue permeable. Pretendió ilegalizar la reunión y como no pudo hacerlo terminó prohibiéndole la entrada a determinados dirigentes latinoamericanos. Muchos compañeros nuestros entre los que me incluyo estuvimos participando directamente en la lucha antidictatorial en Chile. por lo que nos duele mucho y más viniendo de una mina como Bachelet. con la historia personal que tiene, aunque ahora traicione los postulados de su viejo.
¿Con quién coordinan en Uruguay?
En primer lugar tenemos un agradecimiento muy profundo con los compañeros del MPP, que en momentos de nuestro nacimiento se comportaron con mucha dignidad sin conocernos demasiado. Fue como decir: vos peleás, te persiguen; yo te banco. Con los que tenemos una relación política más estrecha es con los compañeros Fogoneros, del 26 de Marzo y con los del MRO (Movimiento Revolucionario Oriental). Esto no por una cuestión antojadiza sino porque son los compañeros con los que nos hemos ido conociendo cada vez que hemos venido. Y de hecho el acuerdo para venir acá a Uruguay fue con compañeros del 26 de marzo y de Fogoneros para un encuentro preparatorio del 2do Encuentro del Cono Sur que se va a hacer en Caracas a fin de año.
Están generando una coordinación latinoamericana…
Sí, exactamente. Una coordinación con organizaciones antiimperialistas revolucionarias.
¿Cómo se bancan financieramente?
Ahí tenemos grandes problemas. No tenemos resuelta la posibilidad de tener cuadros rentados. Pero el financiamiento surge por lo general del aporte de los mismos compañeros.
¿No tienen ayuda internacional?
No, no tenemos y no creemos que exista.
Vos hablaste de que ustedes son de reconocer «errores». ¿Qué errores creen que han cometido?
Hacer una lista ahora sería interminable. Una cosa que sí tenemos muy claro es que en el nacimiento de nuestra organización, cuando el gobierno hizo esta maniobra de demonización, vimos la maniobra, pero nos quedaba cómodo. Eso de creernos los más bravos de la Argentina, fue un pecado de soberbia y tenía que ver con la inmadurez de la organización.
¿Qué percepción tienen de ustedes en Argentina?
Es muy variada. Hay gente que está de acuerdo a veces y otras no. Pero no somos una expresión política que pueda contener a todos los revolucionarios argentinos. Nosotros no somos ni la vanguardia ni nada. Somos un pedacito que tiene que construir algo más grande.
¿La ruptura de vidrieras de Mc Donald’s por ejemplo, no termina siendo instrumental al sistema asustando gente que aún no ha tomado conciencia de lo que ustedes denuncian?
Quebracho no anda rompiendo vidrieras por la calle. Eso es mentira. Es más, nosotros vemos a un compañero saqueando un comercio y lo cagamos a palos nosotros mismos. Tratamos de sacarlo bien y si no lo conseguimos lo sacamos a los palos. No como policías de la gente sino para tratar de no desvirtuar los significados políticos. Nosotros no hacemos saqueos. Y nos parece lamentable que estén discutiendo acá el saqueo de una óptica y no se hable del saqueo de Irak o de nuestros países.
Por ejemplo Mc. Donald’s, si está lleno de pibes, entramos y avisamos: Mirá te vamos a hacer mierda las vidrieras, sacá a la gente. Por lo general y más si saben que vamos a pasar nosotros cierran, como hacemos con los hoteles. Nosotros por donde marchamos siempre decimos que no haya banderas norteamericanas. El acuerdo que hay ahora con la Policía es avisar por dónde vamos a ir, y ellos se encargan de decirles a los hoteles que saquen las banderas. Ya tuvimos enfrentamientos por colgarnos y quemar banderas. Pero nosotros no rompemos vidrieras, no rompemos autos…
¿Pero no nos acabás de decir lo de Mc. Donald’s?
No, por eso, esa es una excepción. De hecho nosotros nunca rompimos un Mc. Donald’s, salvo cuando vino Bush el 4 de noviembre. Nuestro objetivo son los bancos y los hacemos mierda.
Si vos me preguntás de qué sirve romper un banco, bueno, tiene que ver con una estrategia nuestra y con nuestra concepción de poder que es la insurrección popular. No podemos lograr un proceso de lucha contra el imperialismo pacífico. Es mentira eso. En la marcha contra Bush yo vi unas quinientas personas avanzando. Gente común. Mis compañeros Fogoneros dicen que eran todos anarquistas. Yo no estoy de acuerdo. Yo vi algunos de negro y con tachas, pero no eran quinientas personas de negro. Muchos tal vez eran pibes de la calle, muchos tal vez encontraron el escenario y desvirtuaron la naturaleza del hecho, todo lo que quieran, pero lo que quedó claro es cómo está el clima político en el Uruguay. Estos personajes de negro nos parecen muy pintorescos pero son medio histriónicos en cuanto a la forma. Me parece que exageran un poco.
¿Y ustedes no exageran?
Si es por la dinámica que hay en Argentina, a nosotros se nos dice que viene Bush y quemamos todo, cortamos rutas, que explote todo, que se entere un mes antes. Esto es así, pueden compartirlo o no, pero es así. Ahora, no podemos venir a Uruguay a decirles qué es lo que tienen que hacer. Primero sería una falta de respeto y segundo que ya venimos con cola de paja porque somos argentinos, sabemos que los hemos maltratado, somos muy soberbios con esto de las papeleras. Y venimos también sabiendo que la estrategia de ellos es «no los uruguayos somos todos buenos, todos civilizados». Y con eso están diciendo que la política es paz y esto no es así. La política es guerra.
Conociendo la tradición histórica de la izquierda en Uruguay, yo decía: cómo es posible que viniendo Bush se queden quietos porque el gobierno dice. Porque no creo que el FA esté de acuerdo con esto. Y el Frente Amplio es la gente, no la estructura organizativa.
Y para mí es tan combativa una señora que va con una cinta negra como otro que tiró una valla. Todas las expresiones son para nosotros combativas en una marcha. Una persona que te ponga la bandera uruguaya en la casa, eso es muy valioso. Y los Fogoneros no destrozaron nada. Nosotros vimos bien quiénes eran. Los Fogoneros tiraron las vallas de la Plaza Independencia al final de la marcha, pero nos habían dicho que el acuerdo político era durante la misma solamente hacer graffitis. Nosotros no estábamos de acuerdo, habría que haber hecho más cosas, pero respetamos la postura de los compañeros.
Perfil.
Tiene 39 años y nació en La Plata. Es licenciado en comunicación social pero trabaja como peón de albañil. Casado, tiene 3 nenas y es hincha de Estudiantes. Actualmente tiene varias causas abiertas con la Justicia argentina.
Fue procesado por el delito de Prepotencia Ideológica y permaneció seis meses en el Penal de Caseros. También estuvo un tiempo clandestino.