Capítulo «La masacre de Ezeiza» dento del libro El peronismo que no fue. La (otra) otra historia, de Gerardo Bavio y Mario Hernandez (Editorial Metrópolis, Buenos Aires, 2014)
M:- Vamos a estar abordando el 40º aniversario del 20 de junio de 1973, cuando se produce la Masacre de Ezeiza, lugar en donde vos estuviste.
G:- Yo estaba en Salta, me había incorporado al gobierno de Miguel Ragone, en el área nacional de Cámpora/Solano Lima, vivíamos una etapa de entusiasmo popular por el triunfo, y esperábamos con verdadera emoción la llegada de Perón después de 18 años de proscripción, porque había vuelto en noviembre de 1972 durante un breve período, que le permitió armar el Frente Justicialista de Liberación Nacional (Frejuli), que frustró la estrategia de Lanusse de lograr una segunda vuelta, y tuvo lugar ese triunfo popular el 11 de marzo.
Vivíamos ese entusiasmo todavía, pero ya pensábamos en una conspiración de la derecha, que para nosotros se puso en marcha el mismo día del triunfo popular. La derecha no podía tolerar una situación de un gobierno de Cámpora y Solano Lima, con Perón en el país. De lo que no teníamos conciencia era que esa conspiración estaba entramada directamente en las estructuras del gobierno, dentro de lo que llamamos el peronismo, con esa amplitud que siempre tuvo este movimiento. La derecha peronista fue el equipo que puso en marcha esto, que buscaba derrotar cualquier proyecto nacional y popular.
M:- Estaba leyendo el libro de Horacio Verbitsky, Ezeiza, y veía cómo se conformó la comisión que se ocupó de organizar el acto y allí, excepto Abal Medina, todo el resto eran personajes de la derecha política, Osinde, Norma Kenedy, Lorenzo Miguel.
G:- Todo eso lo organizó López Rega y la derecha peronista, puso a Osinde, a Rucci, a Miguel Angel Iñiguez, a Norma Kenedy y a Abal Medina, que casualmente el día anterior fue atropellado por un Ford Falcon. Se salvó porque lo esquivó, pero quedó con varias costillas rotas. Lo sacaron del medio. Además había una prohibición por parte del equipo que manejaba en ese momento López Rega, de que no intervinieran, ni las Fuerzas Armadas, ni la Policía Federal ni la de la Provincia de Buenos Aires. Debemos recordar que la Provincia de Buenos Aires con el gobernador Oscar Bidegain, tenía una posición ya cuestionada como de «la tendencia» por parte de la derecha.
M:- Y si no me equivoco el Subjefe de la policía de la provincia era Julio Troxler.
G:- Claro, sobreviviente de la masacre del 9 de junio de 1956. También lo sacaron del medio. El resto llevaron adelante el operativo de conspiración y masacre.
Recuerdo el entusiasmo que teníamos cuando salía el tren «Cinta de Plata» de Tucumán y pasó por varias provincias, estaba repleto. Lo llamábamos el Tren de la Liberación. Nosotros nos fuimos con un grupo de compañeros en auto, llegamos a Buenos Aires y fuimos caminando a Ezeiza porque no se podía llegar cerca del puente 12, por la avenida Richieri, era extraordinaria la multitud que avanzaba por esa avenida, muchachos con banderas, era un desfile de fuerza y optimismo que daba la idea de aquella Juventud Peronista que veía con emoción la posibilidad de estar cerca del palco.
Nosotros no pudimos llegar exactamente al sector del puente 12 donde estaba la foto de Perón, de Evita, las banderas y demás. Esa fue la emocionante llegada durante la mañana.
M:- Se comenta que fue la movilización más grande de la historia argentina con más de dos millones de participantes.
G:- Así es, y nos hacía recordar lo que fueron las manifestaciones del 25 de mayo días antes, cuando asume Héctor Cámpora en Buenos Aires, que fue imponente también, y la que vivimos en Salta con Ragone y Ríos como gobernador y vice, y con todo el peronismo más combativo.
M:- En un momento empiezan los tiros.
G:- Sí, empezamos a sentir síntomas de conflicto, y después tiros y la voz de Leonardo Favio, que era el que tenía el micrófono y dirigía todo, pidiendo que haya tranquilidad, que no avancen, pedía que se bajaran de los árboles. Y siguieron los ruidos y los tiros, pasaba alguna ambulancia por la avenida, y ahí tomamos conciencia de que algo muy grave estaba pasando. Y finalmente la voz de Favio anunciando que se había suspendido la llegada de Perón a Ezeiza y que el avión aterrizaría en otro aeropuerto que seguramente sería el de Morón.
M:- ¿Cómo llegaron las armas?
G:- Eso es un misterio.
M:- Porque me parece que la actitud de la Juventud Peronista, de Montoneros, de las organizaciones populares, y es una de las conclusiones que saco de la lectura de este libro de Verbitsky, da la impresión de ingenuidad en todo el manejo, inclusive las columnas de Montoneros, salvo revólveres, iban desarmados. Y la burocracia sindical, y quiero hacer una especial referencia a un personaje del que se viene hablando mucho, que es José Ignacio Rucci, que fue uno de los principales organizadores de esta masacre. Porque ahora se lo pone en el lugar de víctima porque fue asesinado. Fue uno de los organizadores prácticos junto con Jorge Osinde, porque López Rega venía con Perón en el avión, era el gestor intelectual. Y según cuentan, metieron las armas en las ambulancias de Sanidad.
G:- La forma de cómo llegaron las armas, no teníamos idea nosotros, pero es evidente que todo ese grupo las tenía a su disposición.
M:- Y habían copado el hospital de Ezeiza a través del Comando de Organización de Brito Lima, que después fue diputado en los ’80, ese es otro personaje que cumple un rol central en todo esto.
G:- Hay que recordar también el papel de Rucci en la CGT contraria a la CGT de los Argentinos, que fue un equipo de control del movimiento obrero y negociadores del mismo que intentaron sabotearlo y dividirlo. El papel de Rucci ha sido el de burócrata de la derecha, sencillamente funcional al sistema de dominio de las clases dominantes. Fue un mercenario, pero su asesinato fue un error político, hay que discutirlo, yo pienso que sí, porque asumiendo las palabras de Cooke, la burocracia es un sistema que tiene mucha historia y que es funcional a la defensa de los intereses del capitalismo. Evidentemente, no se puede eliminar a la burocracia matando burócratas, porque se reemplazan de la noche a la mañana. Lo que hay que hacer es dentro del movimiento obrero, superar a la burocracia. Ese es el papel que debieron desarrollar y que desarrollaron compañeros como Agustín Tosco, Raymundo Ongaro, Atilio López, Benito Romano, etc. Tantos compañeros que dieron su vida por la lucha obrera.
M:- Perón aterriza en Morón y luego da un discurso tremendo.
G:- Sí. Nosotros ya nos dábamos cuenta que estaban cambiando las cosas, que desde el mismo día del triunfo del 11 de marzo, la derecha, las clases dominantes, estaban preparando una conspiración que iría avanzando durante tres años hasta 1976, cuando tiene lugar el golpe que provoca la dictadura de Videla.
M:- Quiero volver al discurso de Perón, porque la «turca» René Ahualli, a la que entrevistamos para recordar a Paco Urondo, habla en el reportaje del cuento que les hace Perón a dos dirigentes de la Juventud Peronista (JP), del niño que quería alcanzar el dulce de leche, y el padre le saca el banquito.
G:- Dándoles la lección de que no tenían que confiar en nadie.
M:- Claro, no confiar ni en el propio padre. A mí me recuerda aquel discurso que da Perón luego de los incidentes de Ezeiza, porque parece que le hubiera «sacado el banquito» a la JP.
G:- El papel del último Perón; que no es tan así, porque siempre sostuvo la lucha a partir de mantener el sistema, que chocaba con las ideas revolucionarias de los grupos dentro del mismo peronismo y ahí es donde se da el antagonismo ideológico que cada vez se hizo más evidente. En el libro de Jorge Taiana padre, El último Perón, se hace un análisis sobre el hombre que impulsa cambios, que es reformista, pero que al mismo tiempo lo hace con control y frenando lo que él consideraba como un desborde. Es un tema para discutir el papel del «último Perón», ahí surge la teoría del cerco. Es cierto que existía una especie de «cerco», pero había sido constituido por él mismo, esos son los ejemplos y enseñanzas que nos da la historia para ver cómo es la derecha hoy mismo, cómo funciona conspirativamente tratando de sabotear cualquier cambio positivo que se lleve adelante por parte del gobierno y también con gente que posiblemente esté entramada dentro del aparato del gobierno.
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