«Una sociedad que decide organizarse sin una ética mínima, altruista y respetuosa de la naturaleza, está trazando el camino de su propia autodestrucción» Leonardo Boff En mi condición de educador social y cooperativo y ex maestro rural, contando con experiencias en la enseñanza teórico-práctica del «trabajo-producción y educación organizada en grupos», estoy interesado en las […]
En mi condición de educador social y cooperativo y ex maestro rural, contando con experiencias en la enseñanza teórico-práctica del «trabajo-producción y educación organizada en grupos», estoy interesado en las nuevas Escuelas Provinciales de Educación Secundaria Agrarias Formoseñas, interés que fue el disparador de esta entrevista por un medio periodístico.
Tales escuelas, entendemos, están en proceso de diseño de su creación, según informan los medios periodísticos, y para ello, desde la cartera educativa se «han delineando las pautas pedagógicas y de funcionamiento institucional para estas EPESAF.» De tal modo que aún no conocemos cabalmente su esquema organizativo, sin embargo, consideramos pertinente exponer algunas de nuestras ideas.
El discurso neoliberal a través de los agro-negocios, es altamente engañoso, puesto que promete prosperidad económica y alta rentabilidad, pronto recupero de inversión de proyectos, sin embargo, está claro que su mayor producción implica expulsión de campesinos de sus chacras, incremento de la pobreza rural y desánimos en los que se resisten a emigrar, pero también empobrecen y envenenan los suelos.
En nuestras experiencias de trabajos en alianza con el Pro-Huerta del INTA pudimos comprobar los beneficios que resultan de la agricultura ecológica o de la agricultura-bio, en que los técnicos brindaron talleres a los campesinos, educandos y personas interesadas sobre técnicas y métodos para producir más y mejores alimentos sobre suelos sanos y vivos.
Nos referimos sobre la tendencia de la transformación actual del «sujeto rural» afirmando que es menester tener en cuenta los factores negativos actuantes sobre las familias rurales y en base a esa circunstancia planificar la educación y capacitación empresarial que permita enfrentar esas negatividades con grandes probabilidades de éxito.
En estudios realizados con seriedad se demuestra claramente que la actual situación de extensión del agro-negocio no soluciona el hambre, al contrario, incrementa la situación de inseguridad alimentaria.
Por ejemplo, en innovadoras producciones agro-ecológicas en que se aplican técnicas de sistemas de fertilidad de suelos y de desarrollo del control biológico de plagas en parcelas de familias que poseen huertas se logran alta productividad sanas, es decir, producir de ese modo es rentable socialmente.
Es imperativo, a nuestro modesto entender, un cambio de paradigma productivo y educativo, de los propios campesinos a tenor de lo expuesto, ello implica el despliegue de didácticas de «aprendizajes con otros»-ACO- que es una dinámica de grupos cooperativos que ayuda a estudiar y trabajar en equipos, puesto que el individualismo y la mezquindad son desviaciones de la conducta que actúan negativamente contra el desarrollo de capacidades, habilidades y competencias humanas positivas.
A propósito de estas líneas, José Luis Coraggio en su artículo «Potenciar la Economía Popular Solidaria: una respuesta al neoliberalismo», nos convoca a «potenciar la Economía Popular mediante una acción compleja, sistémica, cultural y política, abriendo otras formas de relación social, otras formas de ser consumidor y productor, otros modos de formación de las identidades, recuperando el valor de lo colectivo, lo democrático y lo comunitario. Este llamado a emprender solidariamente no debe confundirse con el discurso emprendedorista individualizante propio del neoliberalismo, y quienes actúan en nombre de una economía social y solidaria tampoco pueden reducirse a la promoción de microemprendimientos mercantiles autogestionados. En lo económico y en lo político, se trata de ganar en autarquía sostenible, construyendo un archipiélago de territorios sociales, solidarios, complementarios, autogestionarios y «libres de neoliberalismo».
Sin dudas, una agricultura sana es un imperativo civilizatorio, pero también lo es una educación sana y cooperativa.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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