M.H.: Vamos a hablar con Enrique Carpintero director de la revista y editorial Topía, entre otros temas, sobre la clínica psi en tiempos de pandemia. Los compañeros de la revista Topía han editado un Ebook de descarga gratuita, Contigo a la distancia, la clínica psi en tiempos de pandemia, vinculado con los nuevos dispositivos que se están utilizando para llevar adelante la clínica psicoanalítica.
Me gustaría abordar algunos temas del libro, Alejandro Vainer sostiene, en el prólogo, que los cambios en los dispositivos psi son los más importantes desde hace un siglo. Una afirmación fuerte y me gustaría que nos explicaras por qué.
E.C.: Vamos a ir un poco para atrás. En primer lugar, dentro del psicoanálisis, ha habido diferentes transformaciones en función de cada época histórica. Cuando comienza el psicoanálisis uno de los dispositivos que inaugura es el famoso, que todavía hoy se asocia, diván-sillón. Esta es una técnica de trabajo que empezó con Freud y siguió durante mucho tiempo.
Sin embargo, ya en esa época se hacían otro tipo de trabajos en las policlínicas de Berlín donde no solamente se trabajaba con mujeres y hombres de sintomatologías histéricas, en función a la represión de la sexualidad, sino había todo un tratamiento con un problema muy significativo en esa época, después de la Primera guerra mundial, que era la impotencia sexual.
Todo esto llevó a Freud a hablar de nuevos caminos en la psicoterapia psicoanalítica. Estamos hablando de principios del siglo pasado. Si recorremos velozmente todo el siglo hubo infinidad de dispositivos diferentes en relación al tratamiento con chicos, pacientes con características graves como los psicóticos, parejas, familias, grupos, etc. Todo esto fue cambiando y donde se mantenían las cuestiones determinantes donde uno puede definir hoy qué era algo psicoanalítico y qué no, en relación a trabajar con el inconsciente, lo reprimido.
En primer lugar, aparece un gran cambio en los 90, donde empieza a desaparecer como elemento determinante la represión de la sexualidad. Estoy poniendo una fecha relativa porque esto no se da de un día para el otro, es todo un proceso histórico; empieza a aparecer una época en donde predomina lo que llamamos desde el psicoanálisis, los efectos ya no de la represión de la sexualidad, sino los efectos de la pulsión de muerte. Esto se refiere a la violencia destructiva y autodestructiva.
Este es un elemento determinante en cuanto a los síntomas de época que siguen hasta la actualidad, violencia familiar, depresión, suicidios, diferentes tipos de adicciones, anorexia, bulimia, etc. Toda una serie de sintomatologías que nosotros denominamos en relación a la negatividad, aquello que lleva a situaciones graves y complejas. Esto llevó a que el dispositivo diván-sillón fuera quedando a un costado y se empezara a trabajar de otra manera.
En esa época es donde nosotros hablamos del giro del psicoanálisis, donde empezamos a trabajar con otro tipo de patologías, con otras cuestiones técnicas y otras sintomatologías.
Siendo este un recorrido muy breve y rápido, esto toma un giro de 180º con lo que podemos denominar la clínica a distancia, o sea la clínica a través de Skype y Zoom.
Acá tenemos que diferenciar dos cuestiones, esto lo dejo claro en un texto que está dentro de ese trabajo que compiló Alejandro Vainer. Debemos diferenciar la clínica a distancia, que ya se hacía antes de la pandemia con algunos pacientes que viajaban, o se enfermaban o por determinada cuestión tenían que mudarse a otro país, se trabajaba con clínica a distancia. Hubo gente que inclusive empezó a pensar clínica y teóricamente este tipo de trabajo que es útil, importante para poder sostener un vínculo a la distancia utilizando los elementos técnicos que hoy permite todo el desarrollo de la tecnología.
La pandemia nos impuso algo, que no fue una elección con algunos pacientes. Todos pasamos a la virtualidad.
El trabajo online llegó para quedarse
M.H.: Vos en tu trabajo decís “el trabajo online llegó para quedarse”.
E.C.: Claro. Todos los pacientes se fueron detrás de la pantallita, y nosotros también. Por eso hablo de cómo la clínica a distancia se transformó en teletrabajo, porque hay un punto también donde muchos terapeutas que trabajan para prepagas u obras sociales, tienen una actividad muy intensa en cuanto a este trabajo online.
Esto obviamente, entre poco y nada, poco es mucho. Esto es algo, en relación a cortar el tratamiento, pero no todo el mundo sirve para trabajar con este tipo de tecnologías. Y cuando digo “todo el mundo” no hablo de personas, hablo de síntomas, situaciones graves o de crisis, que son imposibles de abordar sin la presencia, sin el cuerpo del otro, que en este caso sería el cuerpo del paciente y el cuerpo del terapeuta.
Yo digo “esto llegó para quedarse” porque cuando termine la pandemia vamos a ir a un sistema mixto, muchos pacientes que antes viajaban una hora o dos, van a elegir quedarse. Yo atiendo un paciente que vive en Montevideo y otro que vive en Colonia. Ellos venían una o dos veces por mes con el barquito a mi consultorio. En ningún momento se nos ocurrió establecer un trabajo por Skype, con esto de la pandemia empezamos a hacerlo. Y sé que por más que volvamos a la situación de que se pueda viajar, estos pacientes van a continuar trabajando por Skype. Con estos pacientes se puede, con otros no.
M.H.: ¿Qué efecto tienen los tratamientos vía Skype sin un encuentro cuerpo a cuerpo?
E.C.: Evidentemente el no estar el cuerpo del otro implica un límite, esto es muy claro. Pero en algún tipo de paciente esto se puede trabajar, en especial en aquellos con los que uno tuvo un encuentro previo.
Yo tengo pacientes que estuvieron años conmigo de manera presencial y ahora en Skype ni a mí ni a ellos nos resulta raro. Porque nos conocemos. Hay otros pacientes que los conocí directamente a través de la pantalla y que todavía me siguen diciendo ‘alguna vez nos vamos a ver y conocernos’.
Algunos efectos producen, hay posibilidad de que del otro lado, cuando uno establece determinado tipo de señalamientos e interpretaciones, puedan significar lo que se le está diciendo. Pera otros pacientes no. Muchos ejemplos los cito en este artículo, como el de una paciente que me decía que tenía miedo de entrar en crisis porque yo no estaba. Y es cierto, yo no estaba, y si a ella le ocurría alguna situación de crisis, yo no estoy como cuerpo para contenerlo.
O, por ejemplo, una pareja que yo atendí algunas sesiones vía Skype, en un momento la pareja se empieza a pelear, y yo desde la pantalla veía una situación bastante peligrosa que podía llegar a los golpes. Los pude parar. Pero ellos me dijeron que en su casa se pelean así. Y es así. Yo estaba de visita ahí, ellos no estaban en mi consultorio donde yo podía manejar esta situación. Estoy dando dos ejemplos claros en situaciones en los que la pandemia no nos dio la oportunidad de hacer un diagnóstico, por eso hay pacientes con los que se puede trabajar de esta manera y otros que no.
M.H.: Pude leer el artículo de Cristophe Dejurs y él dice que el psicoanálisis por Skype es una degradación de la práctica psicoanalítica.
E.C.: Es un planteo. Yo no lo pienso así. Es como si hubiera una especie de esencia de la historia psicoanalítica y todo lo que vaya en contra de esta esencia implica degradarse. Yo creo que no, que la práctica del psicoanálisis, como cualquier otra práctica, está ligada a procesos de cambios sociales, políticos, económicos, de época, etc.
M.H.: Me gustó mucho la frase de Otto Fenichel: “El destino del psicoanálisis depende del destino del mundo”.
E.C.: Totalmente. El asunto es que determinadas prácticas no hacen que se pierda algo básico, que es por lo que define el psicoanálisis. Tampoco quiere decir que esto dure toda la vida. Porque nada puede durar toda la vida. Es probable que en algún momento el psicoanálisis pase a otra cosa porque aparecen cosas superadoras. Sino pensaríamos que hay algo esencial en él. Pero igual yo pienso que el psicoanálisis cambia en función de situaciones políticas, históricas y sociales.
M.H.: El sábado van a estar dando un seminario junto a Alejandro.
E.C.: Son tres clases en esta primera instancia, luego haremos tres clases más. En estas primeras vamos a trabajar sobre esto que estamos hablando, el giro del psicoanálisis. No solamente es para público psicoanalista, sino también para otro tipo de profesionales, educadores, y quienes trabajan con otras técnicas. Tratamos de dar ciertas cuestiones para entender cómo está afectando la pandemia, el encierro y todo esto que estamos viviendo; de qué manera podemos trabajar y cuáles son las posibilidades y los límites de este tipo de trabajo que se llama clínica a distancia.
M.H.: Toda la información al respecto en www.topía.com.ar. Ahí también pueden descargar gratuitamente el Ebook Contigo a la distancia, la clínica psi en tiempos de pandemia donde intervienen no solo Alejandro Vainer, Enrique Carpintero, a quien entrevistamos, el mencionado Cristophe Dejurs, Susana Toporosi, Carlos Alberto Barzani y otres.
Te quiero llevar a dos temas. Me sorprendió porque creí ya superado a esta altura del partido que hicieran una declaración sobre el ataque a los peritos que intervienen en casos de violencia sexual sobre niñes. Y lo que más me sorprendió es que haya Colegios de psicólogos que avalen esas persecuciones.
E.C.: Esto no está superado. Hay dos circunstancias, una general, las psicólogas, porque en general son mujeres las que trabajan en violencia y abuso sexual, se encuentran permanentemente en situaciones de apretadas, no solamente por jueces, por la policía, sino inclusive hay una asociación que se llama APADESHI que es una asociación de padres que defienden a los padres abusadores planteando que lo que dice el niño es falso. Hablan de lo que se llama “Síndrome de alienación parental”, dicen que la mujer convenció al chico de decir estas cosas para sacarle la tenencia al padre.
Aquellas psicólogas que trabajan en este tipo de casos están acostumbradas a recibir amenazas por teléfono, o que los jueces las ninguneen en situaciones terribles que están a la orden del día. Además ahora, ocurre este hecho, algunos Colegios de psicólogos no defienden a estas psicólogas sino que todo lo contrario, dejan que esto siga adelante.
Hablo de Colegios de psicólogos, en CABA no hay y nosotros nos oponemos porque son negocios, cajas en las que hay que pagar un canon. Y en general los Colegios de psicólogos están con el poder de turno. Hoy es el peronismo y básicamente el kirchnerismo con lo cual ciertas cosas hoy no se pueden hablar. Por ejemplo, los efectos de la pandemia y el encierro en la salud mental se han transformado en una especie de tabú porque si uno habla de esto se transforma en un anti cuarentena. Todo lo referido a la salud mental que es un elemento central a tratar está prácticamente detenido.
M.H.: Justamente a raíz de lo que mencionás, leí que Facundo Manes sostiene que la salud mental también es esencial. “Necesitamos urgente una campaña masiva para mitigar el impacto de estas nuevas restricciones”, afirma y dentro de la misma nota, Martín Etcheveres, a cargo del Observatorio de psicología social de la UBA llevó adelante un estudio en donde dice que más del 45% reportó ansiedad entre alta y severa después del alta epidemiológica, más del 56% síntomas de depresión clínica, casi un 40% cambió su tendencia a pensar en la muerte y el suicidio y el 64,4% reportó fallas cognitivas, leves moderadas y severas. La verdad que son cifras que impactan.
E.C.: Además hay cifras que ahí no aparecen, el altísimo aumento de suicidios especialmente en adolescentes, además del obvio aumento de depresión y otros tipos de patologías. Como esto se ha politizado, Manes como macrista puede decirlo, el kirchnerismo lo tapa y estamos en esta fantástica y fenomenal estupidez de negar cosas que son evidentes. Pero además donde hay una Ley nacional de salud mental que está hace más de 10 años y no se aplica, porque tendría que haber equipos permanentes que puedan trabajar con las familias en situaciones críticas. Porque también ha aumentado la violencia familiar, han aumentado los abusos, etc.
M.H.: Dan cuenta de esto los femicidios.
E.C.: Tal cual, el femicidio es un hecho que aparece con una claridad absoluta, hace varios años acá se empezaron a tomar datos concretos en relación al femicidio, que antes no existían, no estaban estos datos, no podíamos encontrarlos; podemos ver situaciones tremendas.
En 2020 se registraron 298 femicidios, es decir un femicidio cada 29 horas. Y 184 ocurrieron dentro del período de aislamiento social.
El informe destaca que el 44% de estos crímenes fueron practicados por la pareja de la víctima. El 20,5% por la ex pareja. Lo que da un total de 64,5%. Y podemos seguir con las estadísticas, pero es un elemento central.
Esto no significa que antes no sucediera, sino que no había registro, y además no se le daba relevancia. Hay un ejemplo muy claro, hay un grupo de tango muy conocido, que se llamaba “34 puñaladas”. “Sencillamente le di 34 puñaladas”, decía la letra de un tango. Lo cambiaron al nombre ahora, con Topía los hemos llevado a tocar a varios eventos, nadie decía nada de esto. Ha habido un claro giro en relación a la violencia de género.
Estaban los casos pero no se les daba la importancia que se merecen. Por supuesto ocurre en el resto del mundo también, el patriarcado sigue transformando a la mujer en la sometida del hombre, ya lo decía Engels, planteaba que en la familia patriarcal la mujer era el proletariado del hombre.
Y hay un texto de Marx sobre el suicidio donde hace un extraordinario desarrollo a mediados del XIX sobre el suicidio en mujeres y no lo adjudica a causas naturales, sino como consecuencia de las condiciones del sistema capitalista.
Cuando hablamos de femicidios no solamente hablamos del asesinato de una mujer de parte de un hombre sino también hay situaciones que llevan a que la mujer se suicide. Y ahí aparece todo un sistema, que sigue funcionando, para cerrar lo que hablábamos al principio, este sistema es patriarcal desde la policía que no da bolilla, jueces, etc., que no se va a cambiar a través de las leyes existentes, por eso es muy importante que suceda un movimiento que implique cambiar. De hecho está cambiando, pero estamos en un período de transición.