La derecha mundial está dispuesta a no darle respiro a la Revolución Bolivariana de Venezuela. Esta semana que termina ha sido un ejemplo claro de que la guerra de cuarta generación lanzada en su momento desde las usinas del Occidente imperial, no escatiman esfuerzos para utilizar todos los métodos a su alcance con tal de […]
La derecha mundial está dispuesta a no darle respiro a la Revolución Bolivariana de Venezuela. Esta semana que termina ha sido un ejemplo claro de que la guerra de cuarta generación lanzada en su momento desde las usinas del Occidente imperial, no escatiman esfuerzos para utilizar todos los métodos a su alcance con tal de desprestigiar, acorralar e intentar (siempre fallidamente) derrocar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro.
El caso de los repetidos y conocidos instrumentos desestabilizadores utilizados por los terroristas mediáticos de la CNN, fueron otra vez puestos sobre la superficie, de la misma manera que la Cadena operada por Time Warner actuó en su momento como buque insignia en la invasión a Iraq y Afganistán, o un poco más atrás en el tiempo, creando el clima desestabilizador para voltear al gobierno socialista de Salvador Allende, en Chile.
CNN es como la Coca Cola, símbolo y logo de la brutal invasión cultural estadounidense, y como tal utiliza sus argumentos injerencistas en el marco de tergiversar la información para buscar el desgaste y el desaliento de la opinión pública. Cuando no puede manipular, directamente inventa situaciones, crea víctimas donde solo hay provocadores o delincuentes, y termina convirtiendo en próceres a quienes deberían estar entre rejas el resto de sus días. Así jugó el canal en estos últimos días al «lanzar la primicia» envenenada sobre «la venta de pasaportes venezolanos» a supuestos terroristas de Medio Oriente.
Desde el punto de vista de la aviesa intencionalidad de la cadena estadounidense, creó el clima para presentar un cóctel más que explosivo: un presunto ex funcionario venezolano en la embajada de su país en Iraq, Misael López, se ofreció de testigo para contar lo que persigue la campaña de demolición del Gobierno Boliviariano. Así, como en las malas series gringas, aparecían terroristas del ISIS comprando pasaportes y visas a 15 mil dólares, mientras un «periodista» cenenista preguntaba con voz cadavérica: «¿le sorprendería si un día de estos en cualquier parte del mundo se comete un atentado y el ejecutar es el portador de un pasaporte venezolano». Por supuesto, que para darle mayor condimento a la ensalada también se volvía a involucrar en esta tramoya al vicepresidente venezolano, Tarek El Aissami, al que en las últimas horas Washington también había sido colocado en las listas de los que tienen vinculaciones con el narcotráfico.
Lo que CNN no decía lo puso blanco sobre negro la canciller bolivariana Delcy Rodríguez, señalando que el tal Misael López es un farsante que intentó sacar ilegalmente dinero de Iraq usurpando la identidad de funcionario venezolano, además tramita nacionalidad española, y si faltara algo tiene fama de acosador sexual, explícitamente denunciado por una empleada de la embajada en Bagdad. O sea, que se trata de un dilecto compinche de su tocayo Leopoldo López puesto que acumula en su Facebook fotos posando con la esposa del golpista, Liliana Tintori y con la abogada del preso de Voluntad Popular, Ana Argotti. No le falta nada para que cualquiera que quisiera tipificarlo, lo muestre como un «agente» al servicio de los de siempre, y por ello ahora se refugia en Miami, dónde si no. Pero, claro, todos estos datos no entran en los cánones «morales» e «informativos» de la cadena con sede en Atlanta.
Desde otro andarivel parecido pero en este caso europeo, el genocida José María Aznar y el creador de los Escuadrones de la Muerte para asesinar a militantes vascos (el famoso GAL), Felipe González, se sumaron a la campaña exigiendo que la OEA suspenda a Venezuela por «mantener presos políticos». Estos dos caraduras que deberían ser juzgados por asesinos seriales por el Tribunal de La Haya, se rodearon de lo peor de cada casa para vociferar tal exigencia,: allí estuvieron arropándolos, el líder del partido derechista «Ciudadanos», Albert Rivera, el presidente del consejo de administración del Grupo PRISA (editor de EL PAÍS español), Juan Luis Cebrián, el ex alcalde derechista de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, el ex jefe de la OTAN Javier Solana (alias «el carnicero de Bagdad») y Leopoldo López padre, quien gimoteó por «la mazmorra» en que tienen a su hijo los «déspotas» de Caracas. El gran problema de estos «demócratas» es que desesperadamente buscan un protagonismo que ya no tienen en sus países, donde Aznar y González, son considerados símbolos explícitos de corrupción, tortura y muerte.
A pesar de todos estos ataques, es indiscutible que en Venezuela manda el pueblo y no los amigos de Obama y de Trump, dos caras de la misma moneda de la agresión imperialista. Por un lado, la CNN ya no está en el aire por decisión gubernamental, algo que los que realmente defendemos la libertad de expresión lo celebramos alborozados, para que no se siga ensuciando la profesión periodística con franquicias del terrorismo mediático. Así es que se gobierna cuando un plan subversivo de envergadura se abate día tras día contra un país.
Por más que los grandes dueños de medios hegemónicos nucleados en la SIP pongan el grito en el cielo, o que el bocazas de la Casa Blanca amenace con más sanciones si Nicolás Maduro no pone en libertad a Leopoldo López, a «Venezuela se la respeta» como bien sentenciaba Hugo Chávez. En ese camino de actuación contundente, la Patria de Bolívar y Zamora seguirá recogiendo la solidaridad de los que en el continente no se dejan intoxicar por las mentiras ni retroceden ante las amenazas. Contra esa hermandad indestructible no podrán ni la CNN, ni Aznar y González, y mucho menos Trump.