M.H.: Pila Garbarino, la compañera de vida de nuestro conocido Gerardo Bavio, que durante mucho tiempo fue protagonista de estos micrófonos contándonos la historia del peronismo que no fue. Pila fue dirigente de la Juventud Universitaria Católica en los 60 y conoció a quien después fuera el Obispo Angelelli. Estamos hablando del Obispo Angelelli, de […]
M.H.: Pila Garbarino, la compañera de vida de nuestro conocido Gerardo Bavio, que durante mucho tiempo fue protagonista de estos micrófonos contándonos la historia del peronismo que no fue. Pila fue dirigente de la Juventud Universitaria Católica en los 60 y conoció a quien después fuera el Obispo Angelelli. Estamos hablando del Obispo Angelelli, de Wenceslao Pedernera, Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, los 4 asesinados por la dictadura militar en julio de 1976 (Angelelli el 4/8) y que fueron beatificados el fin de semana pasado.
P.G.: Mi historia con Monseñor Angelelli se remonta a cuando nosotros, quizás un poco irrespetuosamente, los miembros de la Juventud Universitaria Católica, en los 60 le decíamos «el Pelado». Nosotros teníamos encuentros que les decíamos «regionales», nos juntábamos los universitarios católicos por regiones, de acuerdo a las características de las universidades y había también encuentros nacionales. Como yo estaba estudiando en la Universidad de Tucumán, compartíamos encuentros con los de Córdoba. Y como bien dijiste, en los 60 él dirigía y asesoraba los grupos universitarios católicos y coordinaba los pensionados universitarios. Eran casas donde se hospedaban estudiantes de otras provincias y que además de encargarse de la comida, realizaban otra serie de actividades. De ahí viene mi relación con Angelelli, que fue beatificado el sábado 27 en la Rioja, porque él llegó a ser Obispo de esa provincia.
M.H.: Entonces es nombrado Obispo de la diócesis de la Rioja.
P.G.: Se les escapó.
M.H.: ¿Por qué?
P.G.: Porque en general la Iglesia como institución milenaria tiene muy pocos que, con el ojo en las Escrituras y el oído en el pueblo, pueden llegar a esos cargos. Lo mismo que pasó con Romero y otros. Es muy difícil.
M.H.: ¿Qué hizo Angelelli en La Rioja que motivara su asesinato y el de los curas que colaboraban con él?
P.G.: La lectura que yo hago es que él a partir de la existencia de determinadas tierras fiscales a las que habían tenido acceso, comenzó a organizar una cooperativa de producción con campesinos. Yo creo que eso fue lo que de alguna forma, aparte de su homilía y su práctica, porque él era un pastor con olor a oveja, no iban a permitir que organizara y conformara algo que fuera económicamente redituable y además tocaba intereses de terratenientes de La Rioja con mucho poder. Aparte de lo que él venía haciendo más eclesialmente, se metió con estos sacerdotes a organizar algo que de alguna forma iba a afectar determinado tipo de intereses y abusos que hacían los propietarios de tierras en La Rioja. Yo creo que ese fue el detonante que hizo que el gobierno de facto y terrorista actúe.
M.H.: ¿Cómo era el ser humano Enrique Angelelli?
P.G.: Justamente hoy lo recordábamos con la «Turca» Ahualli. Era muy abierto, escuchaba mucho. Era muy transparente, no ingenuo, muy fuerte en sus convicciones, con muy buena formación teológica. Formaba parte de todo ese grupo de curas que tuvieron que ver con la Teología de la liberación. Él trabajo, además de con estudiantes universitarios, con los sindicatos, con trabajadores, en Córdoba, antes de llegar a La Rioja.
M.H.: Mencionaste la Teología de la liberación ¿cuáles eran sus principios?
P.G.: Surge en Brasil que es donde primero se empieza a hablar de esto. Tiene que ver con el planteo que desde lo político llamábamos «liberación o dependencia»; entonces era la posibilidad de pensar desde la teología, desde las Escrituras y los Libros sagrados, una forma que nos permitiera liberarnos, no solo del imperio, sino creando una sociedad más justa y mejor. No pensar que el fin de los tiempos es en el cielo, ni algo abstracto, sino que se puede construir desde lo terrenal. Simplificando, para que se entienda, se suele decir «salva tu alma» pero no se trata de salvar el alma propia, es salvar al conjunto de la sociedad y establecer la relación entre el pensamiento cristiano y los movimientos sociales.
Nosotros pensábamos que quizás el primer cura del Tercer Mundo que hubo fue Fray Bartolomé De las Casas porque defendió a los pueblos originarios. Era pensar el mensaje evangélico no como algo a lo que llegar, sino algo para construir a diario y que tenía que ser en este mundo, incorporando los bienes terrenales. Hacer una relectura de los Textos que generan la posibilidad de pensar a la humanidad como algo que puede mejorar su calidad de vida para luego tener una mejor forma de vida, de organización, de relación con los hermanos. Que nos permita vivir mejor.
En este momento Leonardo Boff incorpora la cuestión ecológica también. El estudio de los Textos sagrados permite acercarse a una visión del otro, de la humanidad y de la tierra de una mejor manera.
M.H.: Hace unos días en Buenos Aires conversábamos sobre Juan Ferrante, que expresaba este movimiento en Tucumán.
P.G.: Así es, estaba dentro de ese grupo de curas. Juan estuvo preso, tuvo que exiliarse. Y tiene dentro de su historia el hecho que en uno de los tucumanazos que sucedieron antes de los 70, asesinaron a un estudiante, Villalba, de la misma manera que asesinaron a Fuentealba, tiraron una granada de gas muy cerca de él y le reventaron la cabeza. Juan Ferrante hizo la misa de cuerpo presente en los mismos terrenos de la Universidad y dio una homilía, una prédica dentro de la misa siendo sacerdote, que fue un proyecto de cambio social en el marco de los ingenios cerrados de Tucumán. Posteriormente lo detienen y los estudiantes cercan el lugar donde lo tenían prisionero y tienen que liberarlo. Fueron momentos de mucha tensión y mucha lucha. Juan Ferrante fue y será en el recuerdo un modelo de cristiano y de luchador. Después de esa vez que estuvo preso tuvo que pasar a la clandestinidad y exiliarse.
M.H.: Lo estamos recordando porque hace unos días atrás falleció. Lo conocí como parte del Frente del Pueblo (FREPU) en 1985 y realmente era una gran persona. Por eso el recuerdo de Juan Ferrante. De todos modos, para ubicarnos un poco más, era un sector minoritario de la Iglesia.
P.G.: Sí. Muy minoritario. Sobre todo en la Iglesia argentina, la brasilera era distinta.
M.H.: Digo para que no se crean que todos los curas de los 60 eran como Angelelli o como Ferrante.
P.G.: Claro. También estaban los dos hermanos Dip (David y Amado) que eran hermanos de Juan. Pero sí, era un sector muy pequeño. Mis amigos brasileros decían que no es que la Iglesia de Brasil sea más popular que la argentina, sino que en Brasil los pobres son tantos que entraron a la Iglesia y la Iglesia los tuvo que ver. La misma presencia de Paulo Freire tuvo influencia. Acá no tuvimos una figura así.
M.H.: No quiero dejar pasar la oportunidad porque sé de tu compromiso con los juicios por la verdad en Tucumán. ¿Cómo marchan?
P.G.: Hasta ahora no han comenzado. Lo que nos han informado al Equipo de Psicólogos de Tucumán, a través de una carta, es que nos van a citar. Pero no hay fecha ni especifican para qué juicio. Pero, parece que algo se está por mover
M.H.: ¿Qué juicios están pendientes?
P.G.: La segunda parte del Operativo Independencia y otros juicios por campos de concentración, que algunos son de ingenios, entonces se van a empezar a tocar sectores civiles.
M.H.: ¿Alguno que puedas mencionar?
P.G.: El de «La Fronterita», por ejemplo. Yo no creo que se toque ningún civil, más que nada después de la experiencia del juicio a los Blaquier del ingenio Ledesma en Jujuy. Ojalá, no hay que ser pesimista, pueden pasar muchas cosas todavía.
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