Muchos argentinos consideran que tanto las «oscilaciones ideológicas» como el difuso manejo del poder, que caracterizan al gobierno de su país, colocan a la República Argentina en un errático camino. Nuevo siglo, viejas amistades Hacia fines del siglo pasado Néstor Kirchner, que por entonces era gobernador de la provincia de Santa Cruz, estaba en «sintonía […]
Muchos argentinos consideran que tanto las «oscilaciones ideológicas» como el difuso manejo del poder, que caracterizan al gobierno de su país, colocan a la República Argentina en un errático camino.
Nuevo siglo, viejas amistades
Hacia fines del siglo pasado Néstor Kirchner, que por entonces era gobernador de la provincia de Santa Cruz, estaba en «sintonía ideológica» con el ex presidente argentino Carlos Menem que, junto con su Ministro de Economía, Domingo Cavallo, puso en marcha una serie de políticas liberales que, entre otras cuestiones, favorecieron el desmantelamiento del Estado (ya que todas las empresas que estaban bajo su órbita fueron vendidas/obsequiadas a grupos privados) ; y promovieron el desempleo y empobrecimiento de gran parte del pueblo argentino.
En efecto, a principios de la década del `90 Néstor Kirchner defendió la privatización de la compañía petrolera estatal argentina YPF, hecho que le posibilitó recibir a su provincia 480 millones de dólares (en concepto de regalías «mal liquidadas» por la Argentina) que fueron depositadas en el exterior del país. También por aquella época, en un acto político en el que estaban Cristina Kirchner y Carlos Menem, Néstor Kirchner sostuvo : «Hoy, honrado por vuestra presencia y por la inauguración que es un verdadero sueño para nosotros, por el honor que significa la presencia del presidente Menem, acá está el pueblo de Santa Cruz acompañando el proceso de transformación en la periferia de la Patria argentina. Hemos saludado a nuestro presidente y al pueblo de la República siempre con el corazón en la mano».
Pero una década después Néstor Kirchner, quién ya no era mas gobernador sino presidente argentino, realizó un profundo giro ideológico y, por ejemplo, en agosto de 2005 sostuvo -en alusión a Carlos Menem- «Los que gobernaron en el pasado dejaron al país con una deuda de casi 180 mil millones de dólares -y- levantaron los ideales del Fondo Monetario». Así mismo en febrero de 2007, omitiendo su clave participación en la privatización de YPF, afirmó «Sabemos el genocidio que pasó nuestra industria petrolera, la increíble privatización (…) Si YPF hubiera quedado en manos nuestras estaríamos recaudando con seguridad, porque hubiéramos explorado, entre 20 y 25 hasta 30.000 millones de dólares por año».
Legislador liberal y Jefe progresista
Una de las personas mas influyentes dentro del gobierno argentino es el actual Jefe de Gabinete de Ministros, Alberto Fernández, quién desde el año 2003 hasta la actualidad -por el cargo que ocupa- es el encargado de ejercer la administración general del país; hacer recaudar las rentas de la Nación; ejecutar el Presupuesto; y coordinar, preparar y convocar las reuniones de gabinete de ministros.
Ahora bien, la carrera política de Alberto Fernández no comenzó en estos años sino que, por el contrario, se inició en el año 1989 cuando, siendo presidente Carlos Menem, se desempeñó como Superintendente de Seguros de la Nación Argentina. Así mismo, en junio del año 2000 fue elegido legislador de la Ciudad de Buenos Aires «gracias» a que integró la lista de Acción por la República que, además de ser un partido político fundado por el Domingo Cavallo, estaba integrado -entre otros- por la Sra. Elena Cruz quién sin sonrojarse defiende públicamente, por ejemplo, al ex militar y dictador argentino Jorge Rafael Videla.
Pero con el paso del tiempo, que todo lo borra y/o transforma, Alberto Fernández se convirtió en un acérrimo enemigo de las políticas liberales que años atrás había defendido. Así, por ejemplo fue en junio de 2006 cuando el actual Jefe de Gabinete de Ministros del gobierno argentino, que se autodenomina «nacional y popular», expresó : «Cavallo generó una de las mayores crisis de la Argentina».
Un gobierno con «vocación artística»
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) fue fundado en el año 1968 y «es el organismo público, de carácter técnico, que unifica la orientación y ejerce la dirección superior de todas las actividades estadísticas oficiales que se realizan en el territorio de la República Argentina».
Pero este instituto, que siempre contó con un gran prestigio internacional, empezó a «caer en desgracia» cuando a comienzos del año 2007 el ex presidente argentino, Néstor Kirchner, tomó la decisión de «intervenir» el mencionado organismo técnico colocando en él a personas de su confianza con el propósito, según el parecer de muchos analistas políticos, de que los datos que elabora el INDEC fueran favorables a su gobierno.
Ahora bien, por este hecho -que viola la necesaria independencia que deben tener los organismos estadísticos de un país democrático- la población argentina considera que el gobierno de su país «dibuja» los datos de la realidad ya que, por ejemplo, mientras que el INDEC afirmó que la inflación en el 2007 había sido del 8,5%, los trabajadores del citado organismo público -que se encuentran enrolados dentro de la Asociación de Trabajadores del Estado- sostuvieron que en el mismo período la inflación había ascendido al 26,2%, estimación que se acerca mucho más que la oficial a la percepción que tienen los argentinos.
Cristina al gobierno, Néstor al poder
Son muchos los analistas políticos que sostienen que, mas allá de que Cristina Kirchner sea la presidenta argentina, el verdadero poder político continúa estando en las manos de su esposo, y ex presidente argentino, Néstor Kirchner ya que, por ejemplo, los mas importantes funcionarios que lo acompañaron durante su reciente gestión presidencial siguen ocupando destacados cargos en el actual gobierno argentino. Así mismo la mencionada «influencia política» también quedó claramente demostrada cuando se produjo, semanas atrás, el nombramiento de un nuevo Ministro de Economía en la República Argentina.
En efecto, a fines de abril, el por entonces Ministro de Economía, Martín Lousteau (quién había sido elegido por la presidenta argentina pero no contaba con la simpatía de su esposo), contrariamente a lo que pensaba Néstor Kirchner, planteó que resultaba imprescindible para «revitalizar» la economía del país aumentar las tarifas de gas y electricidad para los consumidores de mayores ingresos ; reducir el gasto público ; ejecutar una política anti monopólica ; normalizar el INDEC ; y establecer un acuerdo de precios y volúmenes con la industria de la carne y liberar el saldo exportable.
Al escuchar estas medidas Néstor Kirchner, en un acto público, planteó que «estamos transitando el sexto año crecimiento en la Argentina, pero aparecen los de siempre, los que generaron el ’55 y el ’76, que piensan nada más en ellos … En la Argentina no vivimos 300 mil o 400 mil habitantes ; somos 40 millones que queremos tener la posibilidad de crecer -y concluyó- para bajar los precios no hay que enfriar la economía como nos dicen algunos que fueron responsables del bonex en los 90, del corralito y del 30 por ciento de desocupación ; para bajar los precios hay que terminar con los sinvergüenzas».
Ante esta «discrepancia» en materia económica Martín Lousteau presentó su renuncia a la presidenta Cristina Kirchner quién, luego de aceptarla sin realizar objeción alguna, nombró en su lugar como nuevo Ministro de Economía a Carlos Fernández que, «casualmente», es una persona en quién Néstor Kirchner confía ampliamente ya que ha estado a su lado desde el año 2006.
Prestigiosa «oscilación ideológica»
En líneas generales puede decirse que la República Argentina es un país en el que, como bien lo expresa León Gieco -no con rigor estadístico sino con «profundo dolor vivencial»– del total de su población el 1% quiere cambiar la realidad; el 9% tiene el poder; de lo que queda solo el 50% come; y el resto se muere sin saber porqué.
Ahora bien, mientras los integrantes del gobierno argentino continúen manejando «difusamente» el poder e incurriendo -sin ruborizarse- en numerosas «oscilaciones ideológicas», gracias a las que han logrado mantenerse en el poder a lo largo de las últimas décadas, en la República Argentina difícilmente se podrá modificar la existencia de quienes apenas pueden comer todos los días del mes, o salvar la vida de quienes cotidianamente se encuentran al borde de la muerte por tener sus necesidades básicas insatisfechas.
Pero a pesar de los pesares que tiene la población argentina, por las cuestiones anteriormente citadas, el gobierno de su país continúa gozando de un gran prestigio internacional quizás porque, como lo expresó recientemente el Subcomandante Marcos, Cristina Kirchner «es la prueba de la política como fenómeno mediático. Ella representa la imagen que quieren los de arriba para el gobierno de toda América Latina. Mientras no se alteren las políticas económicas, está bien. Lo que ellos buscan es gobernantes que a diferencia de las dictaduras de los setenta controlen y reorienten la movilización social, y que se siga adelante con el proceso de destrucción, en este caso en Argentina».