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Estos tres años que vienen

Fuentes: Rebelión

Tras los resultados electorales del 5 de julio del presente las opiniones en terreno político siguen apuntalando a la confrontación por la conducción presidencial que encabeza de forma visible el PRI y su abanderado Enrique Peña Nieto. El declive panista por la infumable administración de Felipe Calderón Hinojosa, mas llena de promesas que otra cosa, […]

Tras los resultados electorales del 5 de julio del presente las opiniones en terreno político siguen apuntalando a la confrontación por la conducción presidencial que encabeza de forma visible el PRI y su abanderado Enrique Peña Nieto. El declive panista por la infumable administración de Felipe Calderón Hinojosa, mas llena de promesas que otra cosa, exponen un periodo visible de tres años donde el PRI condicionará todo acuerdo político, política social, y acción social al apuntalamiento de su regreso a los pinos, para eso se valdrá de la mayoría en el congreso que tan circunstancialmente ha obtenido por los desatinos panistas, pero principalmente por el hartazgo del pueblo traducido en abstencionismo. Este es el escenario de los análisis, que con profundidad o superficialidad, sólo tocan estos márgenes de política, y a los cuales el pueblo trabajador tendrá que atenerse abnegadamente. Bueno, esta es la opinión de la clase dominante y en las altas esferas de nuestro país.

Estos son los sonetos a los que se acoplan los acordes de la música con los que la orquesta liderada por la oligarquía financiera mexicana quiere se entretenga y baile el pueblo mexicano. Aspectos de supra estructura política que endiosados y embriagados del falso triunfo y decisión popular que ha trepado una vez más al PRI al control reformulado un nuevo reparto del poder con el PAN, adolecen, por propia lógica de las clases en el poder, del desprecio de un mundo abajo, que manifestado por la indiferencia de la baja participación electoral, ofrece en realidad una lectura distinta.

En efecto, desde la noche del 5 de julio el cacareo de los voceros del régimen abarrotó las planas principales y los noticieros nocturnos con el anuncio del regreso del PRI al poder. Soslayando el análisis del comportamiento de la población ante las urnas los monopolios de la información, los eruditos en opinión política y los grupos intelectuales que les hacen guarnición, además del clero, sectores empresariales, artistas y dirigentes populares ensimismados con el poder, pasaron por alto el repudio plebeyo a las formas electorales que resultaron ser infructuosas para la voluntad popular tal como ocurrió en 2006, olvidaron en una tarde y una noche que la legitimidad no les acompañó en este proceso intermedio de 2009 y que, entonces, este regreso es tan cuestionable como la misma permanencia del PAN en la presidencia.

En esos mismos días, en no más de una semana, los otrora incondicionales del gobierno usurpador de Calderón, empezaron a cambiar de fila y a pronunciarse ante el nuevo impostor (no se le puede llamar de otra manera a quien arriba al poder con un 15% de votos de procedencia corporativa, condicionada e inconciente en su gran mayoría) como han exclamado siempre las clases allegadas al poder: «… ¡el rey ha muerto, viva el (nuevo) rey!

El asunto central es que Calderón ya no gobierna. Quien lo hace es el PRI y Salinas de Gortari detrás de la cortina. Calderón tendrá que pactar previamente cualquier iniciativa de ley y someter el poder ejecutivo al aval del congreso sin confrontar la batuta priísta y sus aspiraciones presidenciales. El PRD no es factor, si acaso mediará por posiciones y pagará con dejar de ser una fuerza con capacidad de dirigir la nación, se convertirá con poca duda en uno más de los partidos que sólo aspiran a ser votos más y a conservar el registro. Este es el escenario actual.

¿Pero que pasa abajo en el mundo real de la mayoría gobernada por estos serviles de los grandes monopolios? Mientras arriba se hacen estas conjeturas, abajo ¿la crisis económica que azota al pueblo y le hunde en la desesperación encontrará alivio? ¿Estará resuelto el divorcio del pueblo con las instituciones, entre ellas con las electorales, por el simple hecho de que el PRI sale al «relevo» del PAN? ¿Podrá el pueblo mantenerse en la pasividad durante estos tres años mientras las prebendas y los golpes bajos entre los partidos definen la configuración a imponer en el 2012?

Para empezar existe una contradicción real entre gobernar para atender la agenda social y el especular con ella a costa de mantener la batuta política hacia el relevo presidencial. Y no estamos hablando de resolver siquiera los problemas que exigen solución inmediata para la población, como lo son el empleo, el control de la inflación, vivienda, salud, educación y seguridad social, entre otros; nos referimos a que ni siquiera las pretensiones del gobierno neoliberal podrán ejecutarse de manera dinámica, que dicho sea de paso esto dista mucho de beneficiar al pueblo, pero estamos hablando de que la especulación reinará sobre los planes de gobierno, si es que estos se pudieran armar.

Por ejemplo, aludiendo a la reciente propuesta fiscal hecha por Calderón (2% como impuesto general), ya ha sido vetada por la opinión de variados sectores aparte del PRI y el PRD, entre ellos el empresarial y el clero. Así, aunque quien determina si procede o no es el PRI, ya se perfila el primer golpe de la oligarquía, misma que impuso a Calderón en la presidencia, a las aspiraciones de resarcirse por el calderonismo y de menguar el desprestigio actual.

Pero el Estado, en su mayor acepción neoliberal, requiere de finanzas públicas sanas que le permitan reactivar sectores económicos y su propia actividad si es que se aspira a desmarañar la crisis y «recomponer el rumbo». Esta prioridad estatal, capitalista en sí más allá del calderonismo, está sujeta a la voluntad priísta que a la vez está determinada por los intereses arriba mencionados, pues para el PRI es la primera oportunidad para decir «ahora yo mando», rechazar por completo la propuesta paquete en su primera presentación dará un mensaje directo a FCH. Esto conllevará sin dudas a ahondar el quebranto funcional en el que está sumergido el gobierno federal, independientemente de su inviabilidad para resolver la agenda social.

Así las cosas en materia de política económica se ejecutarán a cuenta gotas, requerirán del aval priísta y se ejecutaran mas tarde que temprano, desaceitaran aún más la maquina estatal y el régimen se verá semidesnudo de paliativos a la crisis que desembocará con mayor bravura sobre la sociedad. El oportunismo más vil de la lucha por los espacios, cargos públicos y de representación en el congreso y en los distintos niveles de gobierno, agudizarán mas esta situación.

Pero nada puede parar el ciclo del capital, de la estructura económica. El desempleo sigue en aumento, la inflación no se detiene, la crisis de los EEUU no encuentra salida, los mercados mundiales se siguen constriñendo, en fin, que mientras arriba se siguen imponiendo los ritmos de los intereses oportunistas de los partidos, su función de gobernar, con solvencia o sin ella, es postergada y la dinámica económica aprieta el cinturón de los proletarios generando las condiciones materiales mas propicias para futuras explosiones sociales y levantamientos cada vez con mayor potencialidad política, y porque no, con perfiles revolucionarios.

Ahora bien, como elemento sustancial, debemos sumar los elementos de orden subjetivo, de conciencia. Por más que el panorama este empotrado en las nuevas definiciones partidarias, en el usufructo del poder por los ahora victoriosos, la mayoría de la población, en particular las clases trabajadoras, afectadas por la crisis no están viendo en estas nuevas reformulaciones de poder la salida satisfactoria a su situación. Es cierto que va a regresar el PRI, y sin contar que esto no pasa por sus manos, la realidad es que hay un enorme trecho con el mejoramiento económico de las capas en la miseria y de las que están por caer en esta, eso lo sabe el pueblo y los de arriba se están cegando ante ello.

Hay otro elemento no contabilizado: los procesos de desencanto con el régimen político y sus instrumentos e instituciones no guardan una relación lineal, aportan experiencias de un caso al otro, maduran y los acervos de memoria en las masas no dan marcha atrás, no al menos en un periodo tan corto. Queremos decir esto en el sentido de que la credibilidad en las instituciones, en sus aplicadores y en sus defensores se ha vulnerado terriblemente después de los sucesos fraudulentos de 2006. El caso de Iztapalapa, independientemente de su desenlace, lo constata.

Si somos precisos lo más posible es que el proceso electoral intermedio de 2009 no se encuentre formalmente en la conciencia popular como un momento o proceso de su lucha contra el régimen, debemos contabilizar tanto la apatía en su sentido de preferencia política como la misma exclusión de esta jornada de los tiempos que se configuran por el propio movimiento popular, es decir, los tiempos del relevo electoral institucional están dejando de ser los tiempos de las clases populares, se están quedando en el registro como los tiempos de la alternancia en el poder de los de arriba, de las clases en el poder, de sus castas políticas, de los explotadores.

De ahí de la cerrazón de la burguesía y de sus partidos políticos, obtusamente siguen manejando los tiempos institucionales y los periodos electorales como el espacio de participación democrática popular, más allá de querer hacerlo creer.

La soberbia de las clases dominantes no les ha permitido medir los resultados reales de este último proceso electoral, convencidos de que la cifra record de abstención no fue rota en esta ocasión, y esto por supuesto se debe en parte a la campaña por el voto nulo promovida desde la misma derecha, se auto convencen con sus mismos discursos de que la participación política electoral, poco mayor al 30% del padrón electoral, es la que marcó el nuevo rumbo político en la composición del congreso. Completamente hacen de lado a su peor catador: una abstención cercana al 70% del padrón en contra de un 30% de voto duro (voto de militantes y simpatizantes, condicionados y manipulados)de los partidos oficiales.

Hoy es muy temprano para hacer vaticinios correctos. Las aguas se mueven de manera calmada y los voceros del régimen se confunden ante el aquietado desarrollo de los acontecimientos. Se comete un gran error si el divorcio entre lo que pasa arriba y lo que pasa abajo se sigue profundizando. Estos tres años son de incertidumbre política, son de vacío en propuesta, son de testarudez oficial, son tres años de un calendario que quizá, sin atreverse uno a asegurarlo, ya ha dejado de ser el formato de los tiempos políticos en el que las masas vean esperanzados sus objetivos de cambio. Posiblemente no sea la fecha fatídica el 2010 pero seguramente no es la fecha esperada el 2012, el año del estallido si puede ser ya cualquiera.