La pérdida de memoria que nos persigue y se ha instaurado como una de las enfermedades más importantes de nuestra época, no es tan solo aquella a la que la ciencia médica dedica innumerables estudios y toneladas de papel en revistas especializadas. La desmemoria es también una práctica que la ideología dominante ejerce sobre millones […]
La pérdida de memoria que nos persigue y se ha instaurado como una de las enfermedades más importantes de nuestra época, no es tan solo aquella a la que la ciencia médica dedica innumerables estudios y toneladas de papel en revistas especializadas. La desmemoria es también una práctica que la ideología dominante ejerce sobre millones de seres humanos que plácidamente consumen la información y los hábitos sin cuestionarse en lo más mínimo de donde proceden éstos. Es así como se reproducen las versiones, que ellos, el 1% más rico de la población impone al resto como lo normal, lo cotidiano. Por ello, no es raro que desde las primeras horas del 8 de marzo, de éste como desde hace muchos años, sean los medios masivos quienes nos recuerden la celebración del Día Internacional de la Mujer – así, eliminando la palabra «trabajadora»- que en la casa, la oficina o la escuela, está ávida de recibir felicitaciones, flores y regalos en su día; para perpetuar la imagen sumisa y encantadora que se repite hasta el hartazgo en los programas de revista del duopolio televisivo en México.
En 1914 se realizó por primera vez la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora en un día 8 de marzo. Un año después de que Clara Zetkin ante el Congreso de Mujeres Socialistas en Copenhague propusiera ésta conmemoración internacional como la bandera a enarbolar por todas las mujeres trabajadoras, que en aquellos años peleaban por el derecho al voto. Ligándose desde su origen a la lucha de las trabajadoras por el pleno reconocimiento de sus derechos. Fue así que un 8 de marzo del año 1917 que dieron inicio las revueltas de mujeres en las fábricas textiles de Petrogrado, hecho que también desembocaría en la revolución de Octubre y el primer estado socialista de la historia. Dato histórico que Televisa difícilmente recordará.
Durante la quinta y última mesa, «Mujeres en el combate contra el crimen organizado, el paramilitarismo y la violencia de Estado», son María de la comunidad p’urhépecha de Cherán,Michoacán y Nancy Flores, autora del libro «La farsa detrás de la guerra contra el narco» y articulista de la revista Contralínea, quienes en la mesa exponen.
Nancy Flores, quien ha desarrollado una profunda investigación sobre la guerra contra el narco, nos comparte más de un argumento que nos lleva a pensar -y a dudar- sobre la legitimidad de las decisiones políticas que en años recientes han sumido a nuestro país en un baño de sangre, y que parecieran no tener fin. Con el característico espíritu de todo periodista, Nancy ha desmenuzado una madeja de omisiones y complicidades, que evidencia a los principales políticos de los regímenes panistas, como personajes centrales en la gran escenificación teatral que representa la guerra del gobierno contra el crimen organizado. Con particular minucia nos describe la forma en que operan las grandes redes de lavado de dinero, las cuales «misteriosamente» no han sido tocadas por ninguna instancia judicial en el país. La labor de Nancy se aleja mucho de ser asunto de interés para el Estado mexicano, pues al igual que ella, decenas de periodistas denuncian todos los días una realidad, que en México es cada vez más difícil de ocultar. Y se presenta a nosotros con la pregunta: ¿Existe en realidad una guerra del Estado contra el crimen organizado?. Nancy arriesga su vida ejerciendo el periodismo en uno de los países más peligrosos para este oficio.
En su alocución, María, joven mujer de la comunidad indígena de Cherán K’eri -esposa y madre- nos relata la manera en que su vida cambio por completo luego de que su esposo fuera agredido por los tala montes, quienes desde hace años operaban en la comunidad de manera ilegal con la protección de grupos paramilitares al servicio del crimen organizado. Con su esposo herido de gravedad por el impacto de las balas, María tuvo que hacerse cargo de su familia y sobrellevar los costosos tratamientos de recuperación ante la invalidez que a su marido le habían provocado las heridas.
Y es que en el contexto de María se ha privilegiado la corrupción y el libre mercado a ultranza. Acto seguido, se ha propiciado la devastación de enormes extensiones de bosque, ya sea para sembrar huertas de aguacate [11] o como actividad ilícita aprovechada por la corporación del narcotráfico, cuyas áreas de inversión se extienden en un amplio abanico que va desde la trata de personas, extorsión y cobro de «cuotas» hasta la exportación de estupefacientes, el financiamiento de campañas políticas y la lucrativa tala clandestina, en la cual Michoacán ocupa el primer lugar nacional [12]. Al año deja ganancias por más de 100 millones de dólares, de los cuales grandes sumas van para el escritorio de funcionarios corruptos y cuentas de banco en todo el mundo. Mientras las migajas del negocio sirven para mantener la histórica pugna entre las comunidades por los recursos forestales que cada año se reducen dramáticamente. En el afán de lograr sus objetivos, los «empresarios» de la tala clandestina han eliminado a todos aquellos que se interponen a su gran objetivo.
Por la noche no todo es oscuridad, en cada rincón de este país brillan con luz propia las mujeres que han de forjar el mañana. En Cherán K’eri, a más de un año del gobierno autónomo, se ha logrado reducir la violencia con un sistema de gobierno comunitario que ha consolidado su propio sistema de autodefensa, lo cual hubiera sido imposible sin el valor de mujeres como María quienes fueron las responsables de encender y mantener el fuego de la resistencia. Mientras que en Guerrero, Adelaida Hernández fue nombrada coordinadora regional de la CRAC-PC, al mismo tiempo que Paula Silvia fue electa como la primera comandanta de la Policía Comunitaria.
José Aureliano Buendía. Militante del Partido Obrero Socialista – Movimiento al Socialismo México
Ver también:
La histórica lucha de género en México (I)
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