Si los científicos de Arabia Saudita, o de Namibia, o de Afganistán, se dedicaran a estudiar la energía hidroeléctrica, al menos se diría que esos estudios no son compatibles con las potencialidades naturales de esos países (son desiertos), y con mucha lógica se pondría en debate la pertinencia y utilidad real de dedicar esfuerzos, tiempo […]
Si los científicos de Arabia Saudita, o de Namibia, o de Afganistán, se dedicaran a estudiar la energía hidroeléctrica, al menos se diría que esos estudios no son compatibles con las potencialidades naturales de esos países (son desiertos), y con mucha lógica se pondría en debate la pertinencia y utilidad real de dedicar esfuerzos, tiempo y recursos a una tecnología con poca o ninguna aplicación práctica en el entorno natural respectivo.
Cabe suponer que, salvo que la falta de contacto con la realidad sea muy acentuada, nada ni las fuertes presiones de las ONGs «ecologistas» transnacionales, lograrían convencer a las autoridades de esos países y a sus Universidades, acerca de la conveniencia o necesidad de aplicarse a «desarrollar» esas tecnologías, incompatibles con la geografía de dichas naciones. En cambio, con seguridad, deben aplicarse a perfeccionar tecnologías compatibles con sus recursos naturales, el respectivo entorno geográfico y sus necesidades.
Por traspolación, es válido comparar los casos citados (de los muchos que podrían mencionarse), con la al menos muy discutible visión acerca de las prioridades académicas de investigación, por parte de la Universidad Nacional de Misiones, y en particular de algunas de sus Facultades, así como de otros entes locales, respecto a la temática energética.
Misiones es la provincia con la mayor riqueza hídrica de Argentina, rodeada en casi todas sus extensiones fronterizas internacionales e interprovincial, por diversos cursos de agua, varios muy caudalosos y con pronunciados declives naturales, y uno de ellos, el segundo del continente por extensión y caudal.
Además de eso, dispone de casi incontables cursos de agua interiores, muchos de los cuales son verdaderos ríos interiores, con caudales y desniveles considerables; pese a lo cual, para nuestra idiosincrasia provinciana, son calificados como simples arroyos, tal vez por la comparación con los gigantescos y caudalosos Paraná, Uruguay e Iguazú, ante cuyas grandezas nuestros importantes cursos de agua interiores parecerían empequeñecerse.
Por otra parte, casi en cualquier lugar, a pocos metros de la superficie, se encuentra agua, y a mayores profundidades se extiende el gigantesco Acuífero Guaraní, que abarca grandes extensiones de Paraguay, Brasil, Uruguay, y otras provincias argentinas.
Es decir que resulta muy claro que la gran riqueza natural de Misiones, es la notable abundancia de agua, lo cual no parece ser valorado en su real dimensión, sobre todo en el contexto nacional, en el cual el 70 % del territorio continental es desértico o semi desértico.
Complementando y poniendo en contexto el tema, también debe considerarse que la topografía local nos favoreció con acentuados desniveles, los cuales significan que Misiones se ve beneficiada con poseer un enorme potencial hidroeléctrico, el cual en su conjunto es el más concentrado territorialmente y el mayor que una provincia posee en nuestro país.
Es decir que la riqueza hidroeléctrica debería ser parte de la agenda permanente de cualquier ente académico o de investigaciones científicas y/o tecnológicas de esta provincia de Misiones. ¡Es el oro blanco de Misiones, es nuestro «petróleo» bajo la forma de enormes masas de energía limpia y renovable, potencialmente aprovechable!
Si bien existe el Centro de Estudios Energéticos para el Desarrollo (CEED), creado hace varios años en la UNaM (Universidad Nacional de Misiones), no se sabe que haya publicado ningún trabajo de investigación, si bien organizó un par de disertaciones o eventos similares, o poco más. No trascendió que esté formando su base de datos, menos aún en lo hidroeléctrico, pese a los muchos trabajos dispersos existentes, incluso estudios completos de obras, los que dudosamente estén en los archivos de ese instituto.
Por su parte, la Facultad de Ingeniería, es público y notorio, ha tenido y tiene varios adherentes y/o militantes del ecologismo antirrepresas; se sabe que varios de sus egresados recibieron esa impronta, y son conocidas algunas acciones de investigaciones centradas solamente (en lo hidroeléctrico) en las microturbinas -que de tan pequeñas no fueron viables-, así como otras investigaciones en las «energías renovables» (solar, eólica, biomasa, hidrógeno), pero aparentemente nada en lo hidroeléctrico mediano, grande y gigantesco. Hasta donde es sabido, ni siquiera hacen acopio de informaciones sistematizadas acerca de los proyectos locales, nacionales y regionales, pues nunca publicaron nada al respecto, e incluso hace algunos años, con mucha amabilidad, el entonces decano, se presentó en mi oficina a pedirme antecedentes de obras hidroeléctricas para una disertación, pues en la propia Facultad no tenían nada.
Tampoco tienen copias -en la Facultad de Ingeniería de la UNaM-, de los antecedentes muy completos que existieron, de siete proyectos hidroeléctricos, en su momento realizados por la Dirección General de Electricidad de Misiones (DGEM), y de un anteproyecto financiado por una Cooperativa Eléctrica.
Para peor, los detallados estudios, muestras de suelo cuidadosamente clasificadas y analizadas, pliegos licitatorios y demás abundantes antecedentes, se perdieron totalmente, después que la DGEM se transformara en la Dirección General de Construcciones Eléctricas, se disolviera, y todo su patrimonio fuera transferido a EMSA (Electricidad de Misiones S.A.). Consta que EMSA no posee esos antecedentes, pues por escrito me contestaron a una pregunta mía también hecha por escrito. ¡Claro, sucedió en la larga noche neoliberal de 1976-2001, en la cual también a nivel nacional se disolvió Agua y Energía Eléctrica, cuando irracionalmente se perdieron todos sus valiosos archivos y se dispersó a su invalorable cuerpo de capacitados profesionales!
El caso es que las grandes y medianas hidroeléctricas parecen «fuera de agenda» en la Facultad de Ingeniería, e incluso varios egresados salen con la fuerte impronta antirrepresas a ultranza -de muy cuestionables basamentos-, por años inculcada por el amigo Erico Barney y algunos de sus discípulos, lo cual es sencillamente lamentable.
En la Facultad de Ciencias Económicas, no trascendió que se haya realizado ningún trabajo de investigación acerca de los aspectos económicos de la hidroelectricidad, a posteriori de los que realicé cuando tuve una línea de investigación específica; la cual por cierto fue bastante resistida por los «ortodoxos» de la economía, e incluso dio lugar a un par de improvisados artículos por parte de algunos «referentes» de Economía de esa Facultad. Parecería la vieja metodología de la conspiración del silencio, para temas «políticamente incorrectos», o demasiado candentes como para asumir posturas claras, por parte de algunos «grandes economistas» de temas pequeños; los mismos a los que molestaba que mi discurso no fuera «políticamente correcto» neoliberal.
Humanidades, es la Facultad del ultraecologismo antihidroeléctrico por antonomasia, tal como lo demostró sobradamente el accionar institucional y de muchos de sus componentes. ¡Si hasta le hicieron incurrir en una insostenible postura política a una frustrada candidata a diputada provincial, tal como lo reconoció públicamente esa buena mujer en una conferencia múltiple de tres especialistas energéticos, realizada en la sede del Colegio de Abogados de Misiones, en 2014! Fue en esa Facultad en la cual presentaron el mamarracho del ecologismo cavernario, pomposamente llamado «Escenarios Energéticos Argentina 2030», el cual diseccioné cuidadosamente en mi libro «Los Profetas del Caos», desmintiéndolo parte por parte. Es en esa Facultad donde algunos antropólogos y/o sociólogos explayan una cerrada visión «antirrepresas», pero no dan ninguna alternativa concreta válida para el desarrollo…¿o acaso el desarrollo socio económico es «descartable»?
Hace casi dos décadas, en el curso de un acalorado debate realizado en el Aula Magna de la Facultad de Ingeniería Forestal, el entonces Vicedecano pretendió terciar en el debate, con insostenibles argumentos, que refuté inmediatamente. Recuerdo el contundente respaldo explícito que recibí, que nadie se atrevió a refutar, por parte del Dr. Enwald, Médico y Pastor, además de incuestionable referente de Eldorado, su ciudad. Por cierto no trascendió que en esa Facultad se hayan hecho cuestionamientos a los perniciosos venenos usados en las plantaciones de tabaco, con nefastas consecuencias para la población.
En síntesis, contra toda lógica, en la provincia hídrica e hidroeléctrica por excelencia, la propia Universidad Nacional no solo no estudia el tema, sino que en varios casos se deja llevar por posturas cargadas de dogmatismo, que nada tienen que ver con el rol científico que debe primar en las Casas de Altos Estudios.
Claramente, el subdesarrollo socio económico mucho tiene que ver, en algunos casos, con el subdesarrollo conceptual de los pensamientos vigentes.
Carlos Andrés Ortiz. Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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