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La lucha es una sola

Félix Díaz, cacique de la comunidad qom «La Primavera», habla sobre la problemática indígena

Fuentes: Rebelión

Félix Díaz, el cacique de la comunidad qom «La Primavera», visitó Zona Libre, en donde habló sobre la problemática indígena y manifestó su «bronca» por el caso de Luciano y la situación de los pibes de los barrios del Gran Buenos Aires. Dos historias similares que se cruzan a pesar de las diferencias culturales. Félix […]


Félix Díaz, el cacique de la comunidad qom «La Primavera», visitó Zona Libre, en donde habló sobre la problemática indígena y manifestó su «bronca» por el caso de Luciano y la situación de los pibes de los barrios del Gran Buenos Aires. Dos historias similares que se cruzan a pesar de las diferencias culturales.

Félix Díaz habla con una enorme tranquilidad, pero seguro de lo que dice. Su voz arrastra una vida de resistencias y despojos, y sus ojos reflejan cinco siglos de brutal invisibilización. El cacique de la comunidad qom Potae Napocna Navogoh (La Primavera) participó en Zona Libre, la radio que familiares y amigos de Luciano Arruga realizan en la puerta del exdestacamento de Lomas del Mirador, donde desapareciera el joven de 16 años, el 31 de enero de 2009.

-La desaparición de Luciano me genera mucha bronca, porque se ha luchado tanto para recuperar la democracia y estas situaciones son consecuencias de la democracia. Si toda la sociedad entiende ese dolor, creo que se multiplicarían en fortaleza, para que estas cosas no sucedan más. Lo que se está haciendo desde este espacio es una inyección espiritual anímica para saber que es posible hablar de la lucha y el compromiso que asumen nuestros jóvenes hoy en día. Tanto ustedes como los jóvenes indígenas también tienen esa mirada de que el país tiene que ser para todos y no para un solo sector.

A lo largo de dos horas (en las que también participaron Gastón Sardelli, de Airbag, y el titular de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza, Pablo Pimentel), Félix Díaz explicó el origen del conflicto territorial que mantienen con el estado formoseño, gobernado por Gildo Insfrán, y las constantes amenazas de desalojos.

-Para la construcción de nuestro país se necesita aceptar la diferencia de ideas. Pero hasta ahora los pueblos indígenas nos consideramos fuera, porque no nos respetan como debería ser, a pesar de los derechos constitucionales ya conocidos, de que el Estado es el garante de nuestra existencia y de poder proteger nuestro territorio, nuestra vida, y nuestras pautas culturales que nos identifican.

Leyes, despojo y resistencia

El conflicto entre el gobierno formoseño y la comunidad qom data de varios años. Félix explicó que la comunidad tiene una superficie de 5 mil hectáreas y fue producto de la lucha de sus ancestros, en 1936. Luego, el Gobierno Nacional otorgó esas tierras en el ´40, que fueron ratificadas durante la década del ´50.

-Al retorno de la democracia, el gobierno de la provincia hizo algo muy negativo: creó una asociación civil donde manipuló el límite territorial. El gobierno nos entregó tierras propiedad de parque nacional y le permitió a la familia Celía (muy cercana a Gildo Insfrán) quedarse con esas tierras. La asociación civil fue creada para justificar ese despojo. Y el parque nacional decía: no podemos entregar las tierras porque son áreas protegidas del Estado Nacional. Eso generó conflicto con la comunidad, porque ellos la usan para la pesca, la caza, la recolección y también para artesanías. Es un recurso importantísimo para nosotros, pero cuando alguien quiere sacar algo del parque, se sanciona una infracción: son 200 pesos de multa. Todas estas dificultades venimos soportando desde el `79 hasta el 2010.

-¿Por qué se inició la represión a la comunidad qom?

-El Gobierno de la Provincia no reconoce los decretos nacionales, y argumenta que la provincia es autónoma. Esa autonomía es la que legitima la violación de los derechos indígenas. Por eso, en el 2005 se trabajó una ley para resolver estos conflictos territoriales y se dictó la emergencia territorial, que tenía un plazo de 4 años. Denunciamos a la subsecretaría de Derechos Humanos, al INAI, al INADI y a todos los ministerios. El de Ambiente creó la Dirección de Pueblos Originarios, producto de este conflicto. Así, llegamos al 2010: ahí explota la situación. Esta lucha es para nosotros la imagen de todos los pueblos indígenas de la Argentina. Muchos no se animan a denunciar porque requiere mucho riesgo y costo de vida, económico, persecución oficial, amenazas judiciales, ataque a la familia y muchas adversidades. Pero, a su vez, estoy contento de poder contar estas cosas porque así todos se enteran de los que sucede en nuestro país y en la provincia de Formosa, aliada del kirchnerismo.

Una relación natural

Félix Díaz sigue sin entender la actitud de Insfrán. «El gobernador de Formosa también fue pobre, conoce a los indígenas porque él vivía entre ellos. Entonces, cómo puede ser que nos trate de esa forma. Él compartió su infancia con nuestros mayores», contó.

Seguramente, más de uno piensa que es producto de este sistema capitalista que propone todo el tiempo el individualismo, la falta de solidaridad, la propiedad privada, el consumo, etc. Cuando vos hablás del desmonte, estás hablando del despojo de las tierras, de privarlos de sus recursos naturales.

-Nosotros, durante muchísimos años, hemos convivido con nuestra madre tierra, porque la naturaleza tiene una relación directa con los pueblos indígenas. Esa relación no está escrita en los libros, es una relación natural, porque los indígenas, cuando entran en el monte en busca de miel, leña, medicina o de cualquier recurso natural, lo primero que hacen es pedir permiso. Es una relación directa con el agua, el monte, el campo. Hay espíritus que habitan esos espacios físicos, son espíritus que no se ven. El contacto con esos espíritus son nuestros chamanes. Son los que se comunican. Es una forma de orientar la vida de los pueblos originarios. Cuando se desmonta, esa comunicación se va cortando. Esa incomunicación produce enfermedad, hambre, debilidad. El Estado trata de cortar esa relación para que el indígena viva como un blanco.

La lucha predestinada

Félix cuenta que perdió a su padre de chico y que aprendió castellano a los 18, cuando se incorporó al Ejército. Recuerda que, de a poco, supo que tenía que reivindicar sus derechos. No podía soportar tanto maltrato. Por eso, buscó un espacio de militancia: comenzó en diferentes sectores sociales, partidos políticos, ONGs, religiones. Pero en ninguna obtuvo la respuesta que buscaba. «Con el correr del tiempo, me reencontré conmigo mismo y empecé a despojarme de esas banderas impuestas. Empecé a identificarme como indígena», revela.

En el 2000 comenzó con la lucha que lo trajo hasta el presente. Pero fue muy duro.

-El costo es enorme. Mis hijos crecieron con desnutrición y neumonía. Perdí a dos hijos por enfermedad. Y, encima de todo, la represión que sufrimos el 23 de noviembre por la policía y el Gobierno de Formosa, que quemó todo lo poco que teníamos. Ese dolor que uno siente es una carga que pesa mucho, es un dolor que viene desde adentro. Yo no me doy cuenta del proceso de desarrollo que yo venía adquiriendo, que fue muy bueno. Llegar hasta acá creo que es un logro importante. Cuando uno empieza a liderar tiene que ceder muchas cosas, eso nadie quiere hacerlo porque tiene costo económico, costo de vida, muchísimos costos, pero cuando fuimos predestinados a estar en esta lucha creo que lo entendemos perfectamente. Hay que avanzar a través de la paciencia, la tolerancia y a través de una mirada hacia el futuro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.