En el Valle de Chilecito, la empresa nuclea a 500 productores vitivinícolas y olivícolas. Vino torrontés orgánico, jugo de uva y aceites de oliva son algunos de los productos que comercializan. Beneficios y desarrollo para la comunidad.
El valle de Chilecito es la zona vitivinícola más importante de La Rioja. Allí se encuentra el 75% de los establecimientos etnológicos de la provincia. Uno de los más destacados es la Cooperativa La Riojana, nacida en 1989. Con unos 500 asociados, brinda trabajo a casi el 80% de los pequeños y medianos productores vitivinícolas y olivícolas de la región, que venden su producción para la elaboración de vino torrontés orgánico, jugo de uva torrontés y aceites de oliva.
«Producimos más del 50% de la cosecha total de uva de La Rioja, estamos entre las 10 bodegas que más exportamos de Argentina y además somos la primera organización de pequeños productores con certificación fairtrade (comercio justo) del país», cuenta Mario González, presidente de la entidad. A pocas cuadras de la plaza principal de Chilecito, está la bodega central de La Riojana, donde se fraccionan sus vinos y jugo de uva torrontés orgánico. «La actividad de la cooperativa se ha vuelto fundamental en la economía de la zona ya que somos una fuente de trabajo permanente para más de 350 empleados en relación de dependencia más el personal temporario en épocas de poda y cosecha», dice González. A la par, la cooperativa garantiza a los asociados la compra de la cosecha total de uvas y, según su presidente, se pagan los mejores precios de plaza, además de hacerse cargo del costo de transporte desde finca a bodega y ofrecer acceso a créditos, entre otros servicios.
La vedette de las cepas de La Riojana es el torrontés, pero el malbec y el syrah también figuran en su producción. Los vinos orgánicos se consumen en Inglaterra, Suecia, Alemania, los Países Bajos, Finlandia y, desde el año pasado, comenzaron a vender al mercado chino.
Más que un sello
El comercio justo (fairtrade, en inglés) representa una alternativa al comercio tradicional y se basa en la cooperación entre productores y consumidores para alcanzar un precio justo. En el año 2006, La Riojana se convirtió en la primera bodega de Argentina en obtener ese sello. «Con ese aval pudimos ampliar la oferta exportable de vinos convencionales que se había iniciado en 1995 y eso nos posicionó en el mercado internacional», dice González. Hoy, la mitad del volumen que comercializan -entre 40 y 60 millones de kilos de uva anuales y 4 millones de kilos de aceitunas- se genera a través de este sistema. Esta política determina que por cada litro de vino que exporta la cooperativa, 6,5 centavos de euro quedan en un fondo para desarrollo de la comunidad. De ese modo, recaudaron 7 millones de euros entre 2006 y 2015 que destinaron a obras. «Hemos ampliado la red de agua potable en una parte de Orán, Salta, que aunque no es de nuestra provincia tenemos asociados allí, también de la localidad de Tilimuqui que pertenece a Chilecito; construimos el colegio agrotécnico Julio Martínez, un centro de rehabilitación para jóvenes, una biblioteca», enumera el presidente.
La Riojana también apuesta a evitar entre sus asociados el uso de agroquímicos para la producción de vinos y aceites orgánicos, lo que le ha valido un reconocimiento a nivel internacional. «Son unas 400 hectáreas entre fincas propias y de asociados que fueron certificadas como orgánicas donde, además de cumplir con las leyes internacionales, ponemos énfasis en el mantenimiento y aumento de la fertilidad del suelo», cuenta González.
A pesar del crecimiento constante, La Riojana no es ajena a la crisis que afronta la industria vitivinícola. Su presidente dice que «la producción ha mermado en un 30%, porque ha caído el consumo per cápita a nivel nacional. Encima, nosotros estamos a 1.200 kilómetros de Buenos Aires y todo se nos hace más difícil». Más allá de esto, los vinos pueden adquirirse en el barrio porteño de Puerto Madero, más precisamente, en Olga Cossetini 182.