El día 29 de noviembre se reunió en la Plaza del Congreso el Tribunal Ético Feminista contra las políticas de explotación capitalistas, racistas y patriarcales del G20, un día antes del inicio del encuentro del G20 en Buenos Aires. El Tribunal fue inaugurado por Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y un […]
El día 29 de noviembre se reunió en la Plaza del Congreso el Tribunal Ético Feminista contra las políticas de explotación capitalistas, racistas y patriarcales del G20, un día antes del inicio del encuentro del G20 en Buenos Aires.
El Tribunal fue inaugurado por Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y un Jurado integrado por mujeres dirigentes de diversas organizaciones políticas, académicas y movimientos sociales de Nuestra América.
A lo largo de distintas intervenciones se denunciaron casos emblemáticos de crímenes contra mujeres, lesbianas, trans, travestis, trabajadoras, campesinas, negras, originarias, migrantes. Crímenes que no son los únicos, pero que nos muestran los modos de actuación del poder mundial. La audiencia fue organizada a través de casos concretos, organizados en tres ejes:
- Avance del fascismo en América Latina
- Defensa del territorio y lucha contra el extractivismo
- Movimientos migratorios. Las mujeres y las disidencias sexuales en las migraciones.
En esta Sentencia, las integrantes del Jurado, como parte de este Tribunal Ético Feminista Popular, condenamos a las políticas del G20, luego de escuchar con el corazón la pluralidad de las voces de mujeres sabias, luchadoras, guerreras, que ponen el cuerpo en las resistencias y en la creación de un nuevo mundo, y con su cuerpo defienden el territorio, la comunidad, el barrio, la tierra, el agua, las semillas, la vida.
DENUNCIAS:
En la audiencia del Tribunal:
– Se denunció que estamos viviendo una fuerte ruptura de los Estados democráticos, negándoles a nuestros pueblos los básicos derechos políticos, sociales, culturales y religiosos.
– Se denunció que en Argentina y en otros países, la deuda con el FMI se inició en la dictadura. El dinero fue utilizado -entre otros destinos- para comprar las armas con las que torturaron a presos/as y desaparecidos/as. El neoliberalismo necesita de dictaduras para poder realizar sus negocios. Por eso en esta nueva etapa, vuelve a recurrir a los golpes de estado.
– Se denunció que una derecha fascista, racista, clasista, misógina, y ultraneoliberal viene asumiendo poder a través de golpes legitimados por los poderes legislativos, ejecutivos, judiciales y mediáticos. A través de estos poderes, mantiene una apariencia de legalidad que justifica y normativiza opresiones, explotaciones, asesinatos y un real terrorismo de Estado.
– Se denunció que el G20 es parte del «cuarteto del mal», formado junto al FMI, el Banco Mundial y la OMC. Sus negocios son una forma de hacer más pobres a nuestros pueblos. Quienes disienten de esta realidad son asesinadas, criminalizadas, judicializadas, por alzar sus voces contra las desigualdades estructurales que crea el sistema patriarcal, racista y clasista. Las políticas del G20 profundizan las diferencias dentro de nuestros países y entre nuestros países, reduciendo a las oprimidas y oprimidos a espacios periféricos de los centros urbanos, dejándolos en muchos casos sin vivienda, en las calles, militarizando nuestros territorios, nuestras vidas y nuestros cuerpos.
– Se denunció que las políticas del G20 no sólo afectan a las mujeres y a los pueblos en términos económicos, sino que son políticas de los estados que destruyen la vida en el planeta, la naturaleza, nuestros cuerpos de mujeres, afrodescedientes, indígenas, migrantes, campesinas, negras, trabajadores, lesbianas, travestis, trans. El crecimiento económico que salva bancos, desfinancia las universidades públicas, niega la comunidad, se concentra en el valor de cambio, se basa en la ausencia de empatía y en la naturalización de la violencia y muerte.
– Se denunció que los estados genocidas, aliados a las corporaciones transnacionales, dueñas de grandes capitales, masacran al pueblo negro y pobre de las periferias de las ciudades, en el campo lo expulsan de sus tierras, intentan aniquilar sus culturas, sus cuerpos, sus territorios. Se ha puesto como ejemplo en Brasil, el caso impune de Marielle Franco, joven feminista negra, lesbiana, socialista, defensora de los derechos humanos, el caso de cuatro jóvenes negros que fueron ejecutados en Rio de Janeiro, el caso de Claudia Silva (asesinada en el 2014) y el de Rafael Braga (preso por una causa armada). Todos y todas negros/as, jóvenes, habitantes de las favelas. En Colombia, el estado está llevando a cabo un genocidio contra el pueblo negro, al que le asignan el lugar de población desechable y descartable a través de políticas sociales. En Argentina se denunció el robo de niños/as recién nacidos/as de la comunidad negra, y la persecución sistemática a trabajadores/as ambulantes migrantes de África -por ejemplo de Senegal-.
– Se denunció la criminalización y el híperencarcelamiento de la juventud negra en Brasil y en todo el continente.
– Se denunció que en Brasil se criminaliza el ejercicio de las religiones de origen africanas.
– Se denunció que las políticas del G20 desarrollan un nuevo genocidio contra los pueblos originarios, sus comunidades y líderes.
– Se denunció la criminalización del feminismo y de las luchas sociales, la naturalización de la violencia contra las mujeres, el crecimiento de los feminicidios, el racismo estructural institucionalizado.
– Se denunció que se castiga a las víctimas -especialmente cuando son mujeres, lesbianas, travestis, trans- hasta después de la muerte. La impunidad que decretan los tribunales para los criminales -como en el caso de Lucía en Argentina-, está acompañada y pretende ser «justificada» a través de la difamación y la exposición real o fraguada de la vida de las asesinadas.
– Se denunció que cientos de defensoras de la tierra y las comunidades han sido obligadas a desplazarse de sus territorios y comunidades, a través de amenazas a su vida y a su integridad (como el caso de Lolita Chávez en Guatemala).
– Se denunció que el sistema capitalista patriarcal está destruyendo la vida en el campo. Las transnacionales han destruido los territorios y los sembradíos. Se dio el ejemplo de Brasil, donde no se permite el aborto legal, pero se permite usar 12 litros de agrotóxicos por habitante, lo que provoca malformaciones fetales, abortos espontáneos, cáncer, etc. Se criminaliza la cosecha agroecológica y la producción campesina para autosustentación.
– Se denunció el papel criminal de Bayer – Monsanto, Benetton, y otras transnacionales que privatizan las semillas, ocupan territorios, contaminan ríos y tierras, y son cómplices de la militarización y represión de comunidades indígenas y campesinas.
– Se denunció que las fronteras son herramientas geopolíticas. Se presentó el ejemplo de la caravana migrante que busca de forma colectiva una vida digna. Son los/las despojados/as, precarizados/as, sobrevivientes a las políticas extractivistas y a los estados terroristas. Las migraciones no sólo ocurren, sino que son producidas por el sistema capitalista racista y patriarcal. Ahora quienes caminan son las mujeres y niños/as/es. El andar colectivo les permite salir de la clandestinidad y cuidarse. El éxodo cristaliza la perversión del sistema excluyente. A pesar de la criminalización de la caravana, se mueven por el amor a la vida.
– Se denunció los cambios en las políticas migratorias en Argentina, que han afectado de manera negativa a la comunidad migrante en especial a las mujeres, y han limitado sus posibilidades de tener una vida digna. Se han vulnerado derechos tales como el derecho a tener una identidad, a un sistema de salud, a la educación, los derechos laborales y el derecho a la libertad de expresión.
– Se denunció el Decreto de necesidad y urgencia, DNU 70 de 2017 en Argentina, que asocia a la migración como delito, criminalizando la migración. Se advirtió sobre el auspicio para el desarrollo de nuevas tecnologías, utilizadas para perseguir y expulsar migrantes.
– Se denunció al G20 porque promueve procesos que resultan en el despojo, que dan más valor a la mercancía que a la vida, por militarizar fronteras, por la represión que vive el éxodo migrante, por promover procesos que demonizan a las personas que en su caminar borran fronteras. Las políticas del G20 permiten la libre circulación de mercancías, pero no la libre circulación de personas. Los estados se reservan el derecho de «dar ciudadanía» como si no fueran derechos humanos. Se estimula el resurgimiento del nacionalismo, la xenofobia y el cierre violento de las fronteras.
– Se denunció a la política intervencionista de los EE.UU. en Venezuela, su amenaza permanente, el bloqueo que le imponen a su pueblo, en la búsqueda de ahogar a la revolución bolivariana.
– Se denunció que la ilegalidad del aborto promueve muertes de mujeres en distintos países del continente. Se denunció el caso de Imelda, de El Salvador, víctima desde los 12 años de violencia sexual sistemática por parte de su padrastro de 70 años. Imelda será juzgada, acusada de un aborto clandestino. Se denunció también el caso de las 22 mujeres presas, acusadas de abortar en El Salvador.
– Se denunció al gobierno fascista de Erdogan, responsable de la masacre de las mujeres y el pueblo kurdo, de los ataques militares a ciudades que eran habitadas de forma soberana por los pueblos kurdos, particularmente en la ciudad de Afrin desde principios de este año. Se denunció las masacres realizadas, la persecución y muerte de líderes kurdas y kurdos, la esclavización de las mujeres de esos pueblos y su explotación sexual.
– Se denunció la expulsión de Nicaragua de la feminista Ana Quiroz, luchadora por los derechos de las mujeres y educadora popular.
– Se denunció la falta de justicia en Honduras, y en particular la obstaculización realizada por el Tribunal y por el Gobierno, para que sean juzgados y condenados los autores intelectuales del crimen de Berta Cáceres: la familia Atala, dueña de la empresa DESA.
– Se denunció la impunidad consagrada en el fallo por el crimen en Argentina de Santiago Maldonado, y se expresó la solidaridad con su familia.
– Se denunció la impunidad en Argentina del crimen de Lucía Pérez, y se convocó al Paro de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans para el próximo 5 de julio.
Este tribunal, manifiesta:
Condenamos al G20, a sus políticas y a sus líderes. Hoy, los jefes de esos países se juntan para reafirmar las estrategias y políticas de muerte del G20. Es una cumbre que busca imponer un modelo y formas de vida que beneficien con superganancias a estos sectores del poder mundial, a costa de la mayoría de los pueblos, precarizando aún más la vida de las personas, y destruyendo la naturaleza.
El saqueo de los bienes comunes de los países subordinados, la expulsión de las comunidades originarias de sus tierras, la contaminación de los ríos, la tala de los bosques, las lógicas degradantes y destructivas del agronegocio, junto a la precarización de la educación, de la salud, de las tareas de cuidado que por la división sexual del trabajo recaen prioritariamente sobre las mujeres, la invisibilidad del trabajo doméstico que se incrementa por todas las razones antes mencionadas, son algunas de las lógicas de las políticas del G20, y también lo son la militarización de todas las dimensiones de la vida, la criminalización de la pobreza, la judicialización de la protesta.
Condenamos la alianza criminal, perversa, de muerte, entre el capital, el patriarcado y la colonialidad, que se expresa en el G20 y los TLC, el FMI, la OMC, que tiene como correlato a las empresas transnacionales, y la complicidad y responsabilidad de la mayoría de los gobiernos en el continente. Se trata de un nuevo pacto colonial que perpetúa el ecocidio, el genocidio y el feminicidio. Es un nuevo pacto de los grandes capitales globales que promueven más extractivismo y despojo de todo aquello que habilita la vida digna, y que amenaza los proyectos de esperanza, territoriales y colectivos de pueblos y nacionalidades, y campesinos.
Condenamos la desinformación que generan desde los medios masivos de comunicación, y desde las acciones de gobiernos y empresas que generan y difunden falsas promesas con el nombre de «desarrollo». La generación de superganancias, la acumulación ampliada del capital, nada tiene que ver con las necesidades de la población, y menos de las poblaciones locales. Lo que buscan es que perdamos autonomía de nuestros cuerpos, y soberanía de nuestras semillas y territorios ancestrales.
Para hacerlo, militarizan comunidades y fronteras, e instauran la guerra sobre los cuerpos de las mujeres, lesbianas, travestis, trans. Envían un mensaje de miedo, amenaza, disciplinamiento, amedrentamiento y muerte a quienes resisten y luchan, buscando que las mujeres, campesinas, indígenas, estudiantes, afros, trabajadoras todas, que son quienes posibilitamos la soberanía y el sostenimiento de la vida, veamos erosionados nuestros vínculos comunitarios, colectivos y con la naturaleza, alterando los síntomas vitales en nuestros territorios.
Nosotras los desconocemos, y resistiremos desde nuestras propuestas ancestrales de defensa de la vida. El feminismo es una propuesta ética, política y de vida. Elegimos vivir, y vivir bien. Sabemos cómo hacerlo. Hace más de 500 años las mujeres de los pueblos que habitan este territorio del Abya Yala, lo venimos haciendo. Afirmamos nuestra reexistencia. No somos víctimas: sabemos cómo resistir y derrotar al fascismo, y lo haremos. Ellos realizan una guerra contra las mujeres, lesbianas, trans, travestis, comunidades, naturaleza.
Nosotras declaramos nuestra decisión de lucha por la vida en contra del capitalismo transnacional. Nos declaramos cuidadoras de la vida del planeta: ningún cuerpo ni territorio se vende. Se cuidan y se defienden. Exigimos que se reparen los daños hechos a nuestros pueblos, a nuestras mujeres, a nuestras niñas, colocando al frente de las políticas públicas el cuidado de la vida. Queremos un mundo sin fronteras, con una ciudadanía universal.
Ningún ser humano es ilegal. Somos cuerpo, territorio y comunidad. Nuestro feminismo tiene memoria de todas las luchas. Tejemos redes internacionalistas desde distintos territorios. Estamos pensando y buscando alternativas, pensando en los caminos para una justicia feminista popular efectiva. En esa búsqueda, saludamos el ejemplo de la revolución de las mujeres kurdas, la creación de una aldea de mujeres, Jinwar, y les decimos que estamos hermanadas. El feminismo es popular, anticapitalista, antipatriarcal, antirracista.
El feminismo es revolución. Este feminismo del desborde, que camina por el Abya Yala, y que revoluciona nuestras vidas, nuestras comunidades, nuestro continente, será plurinacional, soberano, territorial, o no será. Porque nos quieren con miedo, sumisas, obedientes, sometidas, precarizadas, explotadas, empobrecidas, y en silencio. Pero esta revolución feminista llegó para quedarse, y no hay marcha atrás.
Buenos Aires, 30 de noviembre, 2018
Tribunal Ético Popular Feminista, contra las políticas de explotación capitalistas, racistas y patriarcales del G20