«La izquierda que diferencia entre macrismo y kirchnerismo se equivoca profundamente, ganara el que ganara las últimas elecciones en Argentina aplicaría medidas similares». El historiador especializado en el estudio del movimiento obrero de Argentina y Estados Unidos, Pablo Pozzi, destaca que los asesores económicos de los diferentes partidos proponían iniciativas parecidas. Profesor titular de la […]
«La izquierda que diferencia entre macrismo y kirchnerismo se equivoca profundamente, ganara el que ganara las últimas elecciones en Argentina aplicaría medidas similares». El historiador especializado en el estudio del movimiento obrero de Argentina y Estados Unidos, Pablo Pozzi, destaca que los asesores económicos de los diferentes partidos proponían iniciativas parecidas. Profesor titular de la cátedra de Historia de Estados Unidos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, autor de libros como «La oposición obrera a la dictadura (1976-1982)» «Los setentistas. Izquierda y clase obrera, 1969-1976» o «Huellas imperiales. Estados Unidos de la crisis de acumulación a la globalización capitalista», Pozzi resalta la importancia del nuevo presidente, vencedor en las elecciones de noviembre de 2015, Mauricio Macri: «Es la primera vez en la historia argentina que una persona de derecha, con un programa y discurso de derecha, ha sido electa por la mayoría de la población».
-¿Qué aspectos de ruptura presenta el nuevo mandatario, Mauricio Macri respecto a la presidencia de Kirchner? ¿Van a revertirse poco a poco todas las «reformas» del gobierno anterior, así como sus alianzas internacionales?
Lo más simple primero. Macri representa la primera vez en la historia argentina que una persona de derecha, con un programa y un discurso de derecha, ha sido electa por la mayoría de la población. Hasta cobra relevancia porque los Kirchner tenían a su favor todo el aparato estatal y el clientelismo… inclusive el miedo de muchos a un gobierno derechista. En cuanto a las reformas Kirchner es discutible hasta dónde son reformas. Muchas de estas reformas están en consonancia con el neoliberalismo, y de hecho Macri ha repetido numerosas veces que no piensa modificarlas. Por ejemplo, no se nacionalizó REPSOL sino que se compró la mayoría del paquete accionario. O sea, la empresa sigue siendo privada, no estatal, y funciona en base a la ganancia y el pago de dividendos a los accionistas. Este es su imperativo, no el «desarrollo nacional». Lo mismo podemos decir de otras empresas «nacionalizadas» por los Kirchner. Otro tipo de reformas, la Asignación Universal por Hijo o los subsidios a los más pobres son más complicados. Primero porque sus fondos se derivan de impuestos a otros asalariados en blanco y estables, y no a los más ricos. Esto genera bastante conflicto entre trabajadores y desempleados.
Y segundo porque ha dañado severamente la cultura del trabajo. Gana más una familia de desempleados con cuatro hijos vía subsidios, que una maestra con cuatro años de estudios y perfeccionamientos. Asimismo, buena parte de las reformas fueron subsidios a empresarios que mantenían tasas de ganancia astronómicas. Razón por la cual, la burguesía si bien no les tenía mucho aprecio, tampoco se les oponía. Excepto en unos pocos sectores donde la disputa era sobre el poder, ya que los Kirchner, por ejemplo, buscaron quebrar el monopolio mediático del diario Clarín a favor del propio: de hecho, las partes progresistas de la Ley de Medios kirchnerista tuvo escasa, o nula, aplicación.
-¿Consideras, por tanto, que no hubo aspectos «salvables» en las reformas Kirchneristas?
Claro que sí. La Ley de Matrimonio Igualitario, por ejemplo. Pero estas no fueron acompañadas por medidas que protegieran a las parejas gay que salieran a luz. En Buenos Aires esto funcionó bien. ¿Y en pueblos chicos o en el interior donde la Iglesia Católica y la derecha tienen peso y están muy organizados? El derecho al aborto, curiosamente, se cumplía en la Buenos Aires de Macri, y no en la conservadora Córdoba peronista o en la Salta kirchnerista. Y el gobierno aprobaba la ley, pero no hacía nada por aplicarla. Otra cosa fueron los juicios a los represores de 1976. Muy bueno, pero también muy limitado: ningún oficial en actividad ha sido juzgado; los juicios contra Ford y Mercedes Benz por desaparecer obreros, o contra el sindicalista Hugo Moyano por paramilitar, o por el Plan Condor, no avanzaron mucho que digamos. Sobre todo porque estas cosas no las decide el ministro de Justicia sino los ministerios de Economía, de Trabajo y la Cancillería. Lo mismo las denuncias contra el General Milani, primero jefe de Inteligencia y luego de las Fuerzas Armadas. ¿Por qué no? Simple, era el hombre fuerte de los Kirchner en el Ejército. Digamos más allá del discurso, el tema de derechos humanos fue bastante limitado, si bien las políticas de rescate de «la memoria» han sido positivas. Mucho mejor que esto fue el tema cultural. La política cultural de los Kirchner (cine, televisión, biblioteca nacional, etcétera) fue realmente muy buena y progresista y aquí sí Macri la va a desmontar porque, como buen neoliberal, piensa que esto debería estar exclusivamente en el ámbito privado.
-¿Qué políticas va a revertir Macri?
Primero debería quedar en claro que ganara el que ganara iba a aplicar medidas similares. Todos los asesores económicos proponían más o menos lo mismo. El problema es que los Kirchner llevaron el país a la bancarrota con políticas desacertadas, poca inversión productiva y niveles de corrupción altísimos. Cuando incorporas 2.000 nuevos empleados al Congreso de la Nación, o tienes 1.600 empleados en la Fábrica Militar de Aviones sin producir nada durante 8 años, o entregas mil millones a una constructora de tu amigo para construir obras que no se construyen, eventualmente el presupuesto del Estado (por rico que este sea) se agota y las consecuencias económicas son terribles. Hoy en día la disputa política es quién paga los platos rotos. Encima los clientes Kirchner no quieren ser expulsados del Estado porque no solo no saben si tendrán otro trabajo, sino que se han acostumbrado a vivir con buenos salarios y poco trabajo.
-¿Consideras que hay políticas que defiende la burguesía en su totalidad?
Poner coto a la corrupción, eliminar el sobre empleo estatal, reducir los subsidios antes de que impacten sobre sus beneficios, y aumentar la tasa de ganancia a través de un mayor disciplinamiento laboral (o sea desempleo). Por eso si bien Macri es minoría en el Congreso, hasta ahora no ha tenido problemas en obtener los dos tercios de los votos necesarios para sus leyes. Peor aún, si bien está haciendo cosas horribles, todas las encuestas le dan una aprobación de la opinión pública entre 60 y 70%. Su argumento es que los Kirchner fueron tal desastre que esto es lo único que se puede hacer.
-¿Es eso cierto?
Yo creo que fueron un desastre pero que no es lo único que se puede hacer. Pero creo también que la izquierda ha sido incapaz de plantear una propuesta alternativa que trascienda al populismo conservador de los Kirchner. ¿Por qué? Y por lo que decíamos en una de las preguntas anteriores: es una consecuencia de la dictadura de 1976, el quiebre ideológico, la falta de experiencia. ¿Por qué no planteamos subir impuestos a los más ricos, bajar el IVA, dar un aumento salarial general del 50% y congelar precios, monopolizar el comercio exterior para que el Estado pueda redirigir las ganancias en divisas hacia sectores de desarrollo productivo? Estas son algunas de las medidas que aplicó el gobierno peronista de 1973. Hay muchas cosas que se pueden plantear sin que sean una revolución socialista, sino meramente un capitalismo reformista. La burguesía se va enfurecer igual con estas reformas que con una bandera roja leninista, pero el común de la gente se verá politizada por una alternativa posible. Al mismo tiempo, nosotros no podemos aceptar ningún tipo de corrupción, y menos aun si es de los nuestros. La ética y la moral es algo clave que siempre diferenció a la izquierda de la derecha. O debería haberlo sido. Nuestra insistencia es que se juzgue bien y transparentemente. De no hacerlo así la derecha no solo tendrá en sus manos una reivindicación popular sino también un arma poderosísima para decirle a todo el mundo que somos iguales, pero que ellos son más eficientes… y lo peor es que será cierto. Si el marxismo es una guía para la acción, esta acción es un comportamiento cotidiano en torno a principios. Y si entramos en la política burguesa no es para «tener laburo», sino para plantear cosas y organizar aunque eso nos cueste el cargo de diputado.
-¿Y en cuanto al cambio de alianzas internacionales?
Primero lo primero. El gobierno Kirchner tenía una política exterior tan ecléctica que no solo generaba desconfianza hasta en los amigos (basta ver los conflictos con Uruguay o Bolivia), sino que habría que cuestionar si era realmente una política exterior. El neoliberal Macri, igual que el peronista Menem, prioriza las relaciones con Estados Unidos, entre otras porque necesitan de su apoyo para salir del atolladero económico. Los Kirchner trataron de hacer lo mismo (al fin de cuentas pagaron deudas, hicieron declaraciones, etcétera) pero con bastante menos habilidad. En síntesis, mi punto es el siguiente: ante una ausencia de alternativas revolucionarias y progresistas, todos los candidatos mayoritarios (Scioli, Massa y Macri) planteaban hacer lo que se está haciendo. La pregunta es por qué no hay alternativa viable, y por qué toda propuesta alternativa tuvo un colapso en caudal electoral, sean estos el Frente Progresista o el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Mi hipótesis es que los Kirchner secuestraron las banderas de la izquierda para hacer una política socioeconómica que era una extensión del neoliberalismo menemista. Y en el proceso desprestigiaron el ideario de la izquierda.
-¿Cuáles es la esencia del litigio con los «fondos buitre» y en qué términos ha alcanzado Macri un acuerdo con estos? ¿Es el anticipo de una política económica al servicio de los grandes intereses financieros?
Los así llamados «fondos buitre» (como si estos se pudieran diferenciar de los otros) maximizan sus ganancias a través de comprar deuda de países en cesación de pago, por una fracción de su valor y luego recurrir a las cortes del Primer Mundo para hacer valer su reclamo de pago más intereses y multas por no cumplimiento. Digamos, es una versión modernizada (y trasnacionalizada) de la «diplomacia de la cañonera» que implementó Estados Unidos hacia 1900. Esto ha sido facilitado por dos cuestiones. Una es que Estados Unidos se ha convertido en un «monarca absolutista» que defiende a sus «nobles» capitalistas donde sea que estén. En este sentido, el estado norteamericano revela una contradicción interesante, y de consecuencias imprevistas, ya que es un estado nacional que desempeña funciones supranacionales. El segundo problema es que los distintos gobernantes del Tercer Mundo son tan corruptos que aceptan cualquier condición por parte de los capitalistas, sean estos externos o internos. Así, el gobierno de Menem aceptó que los diferendos en torno a la deuda fueran juzgados en tribunales de Nueva York, bajo leyes norteamericanas.
Esto, que es un problema para todas las naciones, se ve agravado por la incompetencia y lo venal de nuestros gobernantes. El tema «buitres», en el caso argentino, es una mezcla de legislación norteamericana (diseñada específicamente para proteger a la propiedad privada), de la corrupción de los gobernantes argentinos y de su absoluta incompetencia. Una vez en «el baile» la Argentina levantó un discurso «resistente» pero sin voluntad de real enfrentamiento. Dicho de otra forma, Cristina Kirchner planteó una retórica antibuitres, pero nunca se retiró de las cortes neoyorkinas, o repudió los bonos, o efectivizó su amenaza de que no iba a pagar. El resultado es que la presión de los «buitres» fue efectiva y la Argentina no tomó medidas para lidiar con ellas.
-¿Qué medidas se hubieran podido adoptar?
Por ejemplo, si se hubiera repudiado esa deuda hubiéramos tenido las mismas sanciones, pero el peso de problema hubiera sido traspasado a los fondos que ahora se encontraban con bonos de una deuda sin valor alguno. Obvio que hubieran reclamado medidas «contundentes», pero la realidad es que las presiones diplomáticas y económicas ya existían. Ahora, en una situación donde la Argentina estaba quebrada, la base social de Macri (o sea la burguesía) reclamaba medidas urgentes, el imperialismo presionaba, y la única solución que avizoraban era recurrir al endeudamiento externo, ¿qué podía hacer Macri? Tenía que acordar con los «buitres» a como diera lugar. De hecho lo hizo, firmando un pésimo acuerdo que le costará carísimo a la Argentina. Pero lo hizo con el voto de la oposición (incluyendo buena parte de los kirchneristas) y una opinión pública favorable.
Ojo, no lo estoy excusando. Mi punto es que hacía falta una propuesta alternativa real, y la izquierda (o sea, nosotros) nos limitamos a denunciar y reclamar que Macri hiciera otra cosa. Y éste no lo iba hacer porque no puede, porque no quiere, y porque es parte de la burguesía neoliberal. A veces parece que esperamos algo que es imposible: los denunciamos por lacayos de los grandes intereses financieros, y luego les reclamamos que hagan una política en contra de esos intereses. Macri está al servicio de esos intereses, como lo están todos los políticos argentinos, incluyendo al peronismo kirchnerista. A no engañarse, el gobierno de los Kirchner jamás lesionó los intereses de los grupos financieros; al contrario, los favoreció tanto que han crecido muchísimo. Y la izquierda que diferencia entre macrismo y kirchnerismo se equivoca profundamente.
-¿De qué modo va a pesar sobre la economía argentina la caída de los precios de las materias primas en los mercados internacionales? ¿Es apreciable ya esta influencia?
No soy economista, pero mi impresión es que es apreciable. En parte por la caída de los precios, pero también porque las limitaciones al comercio exterior impuestas por el anterior gobierno implicaron que la Argentina ha perdido muchos mercados. De todas maneras, Macri viene aplicando medidas para favorecer a la agroexportación y la minería. ¿Eso favorecerá a la Argentina o solo a los agroexportadores? Me temo que esto último. Vivo en un pueblo rural, gran productor de soja, maíz y trigo. Una buena cosecha no quiere decir que la situación general mejore, sino que los productores locales (que no son grandes terratenientes pero que tienen mucha inversión de capital y por ende gran rendimiento por hectárea) gastan en consumo suntuario, en compra de inmuebles, y en buscar depositar la plata en el exterior. No invierten en crear nuevas fuentes de trabajo. Los que si hacen esto son comerciantes y pequeños empresarios. Pero a ellos no los favorece este gobierno, como tampoco los favoreció el anterior.
-¿Consideras que el nuevo ejecutivo ha marcado, con sus primeras medidas, la línea de los sectores empresariales en los que va a apoyarse? ¿Y en su relación con el movimiento obrero?
La respuesta simple es que si. Más complejo es que el nuevo gobierno representa la política del gran capital, como lo hubiera representado Scioli si ganaba el frente kirchnerista. El conjunto de la burguesía ha decidido que este es el camino, no sólo Macri: por ende se trata de racionalizar el empleo, aumentar precios bajando el salario real, hacer «eficiente» el Estado eliminando lo peor de la corrupción y el sobre empleo. Lo notable es Macri ha planteado que él fue «ingenuo» en creer las declaraciones de los empresarios en cuanto a inversiones productivas. Lo que en realidad quiere decir es que tendrá que hacer lo que le dicen, sin mucha capacidad de maniobra frente a la rapacidad capitalista; aunque eso le pueda costar la renuncia, como le ocurrió al presidente Fernando de la Rúa (1999-2001).
-¿Y en cuanto a la clase trabajadora?
En torno al «movimiento obrero», diferenciemos éste de la clase en sí. Los sindicatos hasta ahora insisten en ser «responsables». Como dijo el secretario general de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba: si algún afiliado no está contento con su salario es libre de buscarse otro trabajo. Honesto y transparente el hombre, y también un hijo de mala madre. Lo notable es que los techos salariales que los sindicalistas demandan son los mismos que en época de los Kirchner, y son los que ofrece el gobierno de Macri; y siempre inferiores a la inflación. Por debajo hay todo un descontento bastante profundo entre los trabajadores, que hoy por hoy sólo llega hasta las conducciones burocráticas, y no al gobierno, aunque puede pegar el salto. Un limitante serio es el tema del desempleo y bajos salarios. Muchos trabajadores tienen miedo de quedar desempleados porque saben que no hay red de seguridad alguna. Eso les ha permitido a los empresarios desatar una ofensiva importante, sobre todo en empresas privadas, apuntando a racionalizar, flexibilizar, y elevar la tasa de explotación. En algún momento Macri y sus ministros tendrán que ver si estos burócratas les sirven, como control social, o si los pueden reemplazar. Y si no controlan a sus bases, lo que ocurrirá es que los niveles represivos aumentarán sensiblemente en los lugares de trabajo, sobre todo para poner coto a la izquierda que viene creciendo notablemente en esos sectores.
-Por último, ¿opinas que Macri impulsará un viraje respecto a las políticas de la memoria del gobierno anterior? ¿Ha dado algunas señales de ello?
Aún no hay cambios apreciables en cuanto a presupuesto o fechas conmemorativas, lo cual no quiere decir que no los haya. Creo que no es un frente que le importe mucho abrir hoy por hoy (tiene cosas más complicadas). Sí creo que es algo que está reñido con su base social y con los sectores de poder que lo apoyan. Lo que yo espero no es una ofensiva abierta sino que vaya lentamente ahogando y modificando estas políticas. Por ejemplo, que no sólo se conmemoren a las víctimas de la represión sino también a las víctimas de subversión, equiparando la represión a la resistencia, el poder del estado al de aquellos que lo desafían.
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