Político tradicional en campaña, se decidió a mostrar los colmillos a un sector relativamente débil de la protesta social. El costo político hubiera sido otro con los 1.100 policías y gendarmes del viernes violentando a las enfermeras del Garrahan. Haber impedido a los desocupados hacer su acto en el Puente Pueyrredón y llegar a Plaza […]
Político tradicional en campaña, se decidió a mostrar los colmillos a un sector relativamente débil de la protesta social. El costo político hubiera sido otro con los 1.100 policías y gendarmes del viernes violentando a las enfermeras del Garrahan. Haber impedido a los desocupados hacer su acto en el Puente Pueyrredón y llegar a Plaza de Mayo fue un giro a la derecha. ¿Mera táctica o una política de mediano plazo?
Cuesta reconocerlo
Cuesta reconocer en este Kirchner a quien en 2003 declaró en la ONU ser hijo de las Madres de Plaza de Mayo, o al que en marzo de 2004 se peleó con varios generales y gobernadores justicialistas para recuperar el predio de la ESMA.
Este es el mismo Kirchner pero a la vez otro. De las peleas de ayer, pasó a codearse con mandatarios como Felipe Solá, José Manuel de la Sota y Jorge Obeid, a quienes supo enrostrar estar divorciados de los derechos humanos. Si hasta sumó a su equipo renovador un 30 o 40 por ciento de intendentes ‘mafiosos’, de esos que jugaban al poliladron en conurbano bonaerense más pesado, al decir del oficialista Luis D´Elía.
De las promesas a los piqueteros y familiares de los asesinados en Avellaneda, el presidente mudó a saturar de policías, prefectos y gendarmes el Puente Pueyrredón para impedir a aquellos recordar a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. La orden fue cumplida, gustoso, por alguien que fue prófugo de la justicia durante su intendencia de Quilmes, el ‘comisario’ Aníbal Fernández.
La campaña contra los piqueteros en rigor había comenzado hace tiempo y adopta diversas formas, desde condenarlos a ser el único sector que no recibió ni una moneda en sus planes hasta criminalizar sus reclamos, previo linchamiento mediático ante la volátil clase media urbana. Pero en estos días adquirió mayor virulencia, al molerlos a palos en el ingreso a la Sociedad Rural donde los manifestantes querían repudiar a los dueños de supermercados por el alza de precios y los salarios de hambre abonados a sus empleados. Y el 26, un impresionante dispositivo policial frustró el tradicional acto que pide justicia por Kosteki y Santillán, amén de vallar la Plaza de Mayo y hacer una provocación extra (el ‘comisario’ no recibió en Interior a los dirigentes de desocupados).
Pero tanto o más grave que este cambio de actitud gubernamental fue la justificación política hecha por el presidente y su esposa. Ambos acusaron a los piqueteros de ser parte de un ‘plan oculto de desestabilización’ como ala de izquierda del eje duhaldista-menemista-pattista. Que el presidente, justicialista al fin, decida apalear a díscolos desocupados, se puede llegar a entender. Pero que encima los denigre como socios de la mafia, eso roza la indecencia política. Debe ser por eso que la lid electoral aún no mueve el amperímetro.
El menor esfuerzo
Aunque el patagónico guste de imaginarse en roles épicos y en las antípodas de Fernando de la Rúa, hay algo en que lo imita bastante. Uno y otro hicieron la diferencia en votos con la táctica de poner al menemismo insepulto como enemigo. El desprestigio del hombre de Anillaco era tal que, por descarte, sus oponentes recogían el favor popular. Esto fue así en 1999 y sigue siéndolo hoy.
Las neuronas oficialistas tendrían que trabajar más si, en cambio, tuvieran que debatir con el centro de Elisa Carrió, la derecha de Ricardo López Murphy-Mauricio Macri y los sectores progresistas del Encuentro Amplio, Izquierda Unida y otros partidos.
Al menos en Capital Federal los candidatos del presidente no podrán decir que no discuten con esas agrupaciones ‘por su nula representatividad’. El kirchnerista Rafael Bielsa marcha tercero cómodo en ese distrito, detrás de Carrió y Macri. O sea que necesita confrontar y ganar el debate.
Pero esa tarea requeriría pensar y elaborar estrategias. Más fácil es ponerlos a Duhalde y Menem como centro de ataques retóricos y a los piqueteros como pasto de la policía. En simultáneo, ambos gestos demostrarían que el oficialismo es ‘progresista’ contra el pasado y ‘enérgico’ contra los vagos y mal entretenidos, que en estos tiempos no serían los gauchos sino los marginados de la producción.
Ya dijo Carlos Marx que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como comedia. El antimarxista Mariano Grondona lo recitó el domingo pasado en su programa de TV, cuando llamó abiertamente al Estado ‘a poner orden’, por lo que seguramente hoy estará feliz pero reclamará algo más. Volviendo a las repeticiones, el pacto sindical-militar denunciado por Raúl Alfonsín en 1983 fue trágico, con algo de verosimilitud. El menemista-piquetero, dibujado por el señor y la señora Kirchner, es farsesco.
Y hay algo más, que está a la vista. Como esos cónyuges tuvieron excelente trato con la derecha del PJ, por caso para vender YPF en 1991, entre ellos no hay cornadas ni siquiera en este momento de crispación.
En cambio a los pobres piqueteros, los otros supuestos socios del ‘pacto desestabilizador’, los golpearon y los llevaron presos a la comisaría o al hospital. Una cacería peor hicieron los uniformados en Pico Truncado, en el pago chico del jefe del Ejecutivo. ¿Acaso perseguían a peligrosos delincuentes? No, como sucede desde hace años, el palito de abollar ideologías -según Mafalda- buscaba moler la carne de gente pobre. El petróleo está a 68 dólares el barril pero los habitantes de una provincia hicrocarburífera pasan hambre. ¿Después de tantos reclamos en Caleta Olivia, Las Heras y Pico Truncado, K no va a romper su pacto con Repsol?
A la derecha de Joseph
Cristina de Kirchner lanzó su candidatura en Rosario con la denuncia del ‘plan desestabilizador’, en uno de los pocos resquicios en que su marido le cedió el micrófono. En ese distrito también se aprecian dificultades del oficialismo para llegar primero y debió apelar a la polifuncional legisladora por Santa Cruz, candidata por Buenos Aires y con actos a orillas
del Paraná. La producida senadora, como María Julia Alsogaray, no repite vestido, cartera ni zapatos cada vez que sale al ruedo a imitar, con voz impostada, los discursos de Evita. Resulta patético oírla dirigirse a su esposo, diciéndole ‘usted, señor presidente, ha cambiado el escenario de la
La senadora Cristina Fernández de Kirchner en el acto de Lanzamiento de la campaña nacional del Frente para la Victoria. (Foto gentileza PRESIDENCIA DE LA NACION)
política’ y otras perogrulladas. ¿Quién baja línea a este equipo? Si dan ganas de decir, ‘volvé Duda Mendonca’, el brasileño que asesoró a Menem, Duhalde y De la Sota, y en su tierra a Lula da Silva, y reconoció la semana pasada haber recibido pagos desde cuentas en paraísos fiscales. Cristina reproduce las pautas de machismo en sus mítines. Se dirige a su esposo como ‘señor presidente’ y éste la llama por su nombre de pila, como tiene que ser. Es evidente que esa mujer no hará campaña en Rafael Calzada ni Berazategui. Se siente más a gusto haciendo homenajes a Evita como el que recientemente concretó en Estados Unidos, todo un contrasentido.
Siguiendo su target, la mujer que gusta autodenominarse ‘primera ciudadana’, compartió una conferencia con el premio Nobel 2001 y ex directivo del FMI, Joseph Stiglitz. La cita fue en Sheraton de Pilar, como correspondía a un auditorio selecto de empresarios y funcionarios.
Ese evento académico-político registró la ausencia de Roberto Lavagna, que a esta altura del partido ha dejado bien en claro que no se sumará a la caravana presidencial. Pegó el faltazo en Pilar a pesar que estaba anunciada su presencia. Esa silla vacía repitió la borratina de Rosario, donde tampoco pudieron subirlo al palco oficial de la senadora. El círculo estrecho que rodea al presidente ha sufrido en este punto un fracaso, preludio de otras polémicas con el jefe del Palacio de Hacienda una vez que se hayan contado los votos del 23 de octubre.
La otra lectura de lo sucedido en el Sheraton fue que Stiglitz se ubicó a la izquierda del gobierno. Es que le aconsejó reclamar al FMI una quita de la deuda, hacerle entre tanto pagos mínimos y no usar las reservas. El patagónico hace todo lo contrario: paga al Fondo al 100 por ciento, atiende todos los vencimientos y usa las reservas del Central. Néstor está a la derecha de Joseph.
Un viejo adversario
De todos modos, aunque el jefe del Ejecutivo no llegue a aplicar los consejos de Stiglitz, eso no significa que aceptará el programa de máxima enunciado por la dirección-gerencia del organismo de crédito.
El multimedios Clarín ya instaló la versión de que el gobierno no firmaría con el Rodrigo Rato ningún acuerdo a lo largo de 2006. La postura de Lavagna estaría en un escalón debajo de intemperancia respecto a Kirchner, aceptando elevar el superávit fiscal para atender pagos de la deuda.
Una parte de esa nebulosa empezará a develarse el 15 de setiembre, cuando el proyecto oficial de presupuesto 2006 aterrice en el Congreso. Decimos una parte porque el PEN cuenta con superpoderes como para manejar algunos destinos de partidas: la letra del proyecto no lo es todo.
Aunque el discurso oficial antipiqueteros haya oscurecido el escenario, no vaya a creerse que la pulseada con el Fondo y otros reales enemigos del país ha concluido. Esa contradicción fundamental sólo aguarda un momento propicio para tensarse al máximo, como cuando el patagónico pidió escrachar a la Shell y Esso que habían aumentado los precios.
En ese tema de la deuda externa otro que está listo para correr al primer mandatario desde ‘la izquierda’ es el conservador obispo primado.
El escandalete que sacó a Juan Carlos Maccarone de una eventual competencia por la presidencia del Episcopado, dejó libre ese cetro para Jorge Bergoglio. Todo indica que en noviembre próximo, cuando se reúna la asamblea del casi centenar de obispos, el cardenal tomará formalmente el mando de ese factor de poder, que hoy ya tiene en la práctica.
Kirchner habría querido verlo allí a Maccarone, con quien compartió el tedéum del 9 de julio último en la ‘Madre de Ciudades’. No pudo ser porque la orientación sexual de ese obispo no coincidía con los dogmas eclesiásticos, más de una vez arremangados por los hombres de sotana. Maccarone sonaba como posible obispo de Rosario en reemplazo de Eduardo Mirás, de salud deteriorada, pero esa promoción de una figura de centroizquierda murió junto con el video llegado a Roma.
Para el presidente será una mala noticia que su viejo adversario, Bergoglio, unifique el mayor poder de la Iglesia argentina detrás de un proyecto netamente conservador. No podrá criticar al cardenal tan fácilmente como lo hace con los vilipendiados Duhalde y Menem.