«La riqueza de nuestro suelo nos daba antes gran ventaja sobre esos países. Hoy en día la ciencia y la técnica compensan el escaso rendimiento de las tierras, permiten producir a costos más bajos y obtener un provecho mayor de las parcelas. En esto, como en todo, desarrollo significa avance, y subdesarrollo equivale a estancamiento […]
«En el marco de acero de un capitalismo mundial integrado en torno a las grandes corporaciones norteamericanas, la industrialización de América Latina se identifica cada vez menos con el progreso y con la liberación nacional. El talismán fue despojado de poderes en las decisivas derrotas del siglo pasado, cuando los puertos triunfaron sobre los países y la libertad de comercio arrasó a la industria nacional recién nacida. El siglo XX no engendró una burguesía industrial fuerte y creadora que fuera capaz de reemprender la tarea y llevarla hasta sus últimas consecuencias. Todas las tentativas se quedaron a mitad del camino. A la burguesía industrial de América Latina le ocurrió lo mismo que a los enanos: llegó a la decrepitud sin haber crecido».
«Las venas abiertas de América Latina» (1971), Eduardo Galeano
«El cooperativismo es sinónimo de un país diferente, en donde importa lo que le pasa al otro» (2012).
Cristina Fernández de Kirchner.
La principal líder de la oposición política actual, Cristina Fernández de Kirchner, aludió en oportunidad de presentar su libro «Sinceramente» que el hombre clave del último gobierno de Juan Domingo Perón (1973-1976) fue José Ber Gelbard (ministro de Hacienda y Finanzas (1973-1974).
Cecilia Vitto en su artículo «Plan económico del tercer gobierno peronista. Gestión de Gelbard (1973-1974)» nos dice que «El tercer gobierno peronista (1973-1976) se proponía llevar a cabo una profunda reestructuración del capitalismo argentino, a partir de la puesta en práctica de un ambicioso programa estructural que buscaba fomentar el desarrollo nacional, establecía una planificación integral de la economía y abarcaba múltiples aspectos de la vida económica».
La pregunta que nos surge inmediatamente es ¿planteará ante la actual extranjerización de la economía argentina, «llevar a cabo una profunda reestructuración del capitalismo argentino» la dupla Fernandez-Fernandez? ¿Hacia dónde irá Argentina? Incógnitas del presente.
Todas las estadísticas que se pueden consultar evidencian índices de lo peor sobre desempleo, pobreza, deterioro de la educación, salud, estructura industrial, crisis de las pymes, etc. Ante este panorama desolador que impactará muy fuerte en las provincias, muchos analistas ponen sus dudas de que no se produzcan estallidos de insatisfacción.
«En el marco de esta situación estructural, el programa económico inicial del tercer gobierno peronista residía, fundamentalmente, en la implementación del «Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional». Este plan establecía una planificación integral de la economía que buscaba fomentar el desarrollo nacional y que abarcaba múltiples aspectos de la vida económica; el mismo se proponía obtener la plena vigencia de la justicia social, garantizar una alta calidad de vida, reconstruir el Estado, redimensionar las relaciones de fuerza en el agro y en la industria, y recuperar la independencia económica en lo que respecta al rol de la inversión y el financiamiento externo en el desarrollo del país», nos ilustra Vitto.
Lejos de pretender un examen exhaustivo sobre aquel plan y su consecuencia o desenlace negativo, nos interesa sí sostenernos en que la contradicción entre capital-trabajo debe ser superado en la etapa del capitalismo financiero, es decir, ahora, en la actualidad, con un plan que transforme la estructura económica argentina.
Rol del cooperativismo en un probable plan de desarrollo.
Resumiendo, desde el punto de vista de los intereses del pueblo trabajador y productor, el neoliberalismo ha demostrado su enorme capacidad de herir la posibilidad del buen vivir, esas políticas son responsables del infortunio y la calamidad de millones de seres de carne y huesos, por lo que es dable que los decisores políticos asuman esa realidad y modifiquen el rumbo de los planes económicos para bien de todos.
En nuestras recorridas por el interior profundo de la Provincia de Formosa, en contacto con aborígenes, pequeños productores y estudiantes, pudimos constatar la importancia que tiene el cooperativismo como resorte de ruptura de una economía perimida y agotada.
Hablar de desarrollo es hablar de cooperativismo, toda vez que es la herramienta más relevante en la modificación estructural de una economía estancada y oligárquica.
Henrique Cardoso decía que «el desarrollo como practica y como ideología constituye el desafío por excelencia del hombre latinoamericano». Sin embargo, el subdesarrollo es una malformación económica y social, producto de la dependencia externa y la ayuda de los cipayos.
Por eso y seguramente por otras cuestiones nos dice Ezequiel Ander Egg «No basta estudiar los problemas y necesidades que tiene la gente hay que comprometerse en acciones y actividades concretas que conduzcan a la solución de esos problemas y a la satisfacción de esas necesidades». De tal manera emerge con toda claridad que el cooperativismo promueve la mejor manera de solucionar los problemas del pueblo.
Todo lo que se necesita, en un probable plan de desarrollo que contemple un rol del cooperativismo es organizar en cooperativas a los pequeños productores en un nivel lo más amplio y profundo por medio de programas de educación y capacitación empresarial cooperativa, pues ahora ya sabemos que la mejor forma de defensa de la producción que hemos encontrado es la integración cooperativa.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.