Asistimos hoy a un plan diabólico del Contubernio1 que nos gobierna, ante una sociedad anestesiada, desarmada e inerme. El plan es diabólico porque está calculado y planificado con perversidad y capacidad de ejecución. Claro que, su complemento imprescindible es una sociedad que, mayoritariamente, está anestesiada, es políticamente ignorante, no tiene capacidad de reacción y se […]
Asistimos hoy a un plan diabólico del Contubernio1 que nos gobierna, ante una sociedad anestesiada, desarmada e inerme. El plan es diabólico porque está calculado y planificado con perversidad y capacidad de ejecución. Claro que, su complemento imprescindible es una sociedad que, mayoritariamente, está anestesiada, es políticamente ignorante, no tiene capacidad de reacción y se encuentra inerme, lo que quedó plasmado claramente en el resultado de las últimas elecciones, un espaldarazo a un gobierno cuyos intereses son completamente contrarios a los de esa mayoría que lo convalida en las urnas. Una mayoría que, nos sorprenda o no, vota a su verdugo. Es cierto que el modelo de la democracia liberal formal sirve hoy mucho más a la oligarquía que al pueblo, lo que nos hace pensar que si nos quedamos en el terreno político-electoral, la posibilidad de hacerle mella al Contubernio que nos gobierna, es cada vez menor pero, por otro lado, no debemos descuidar el tema político-electoral, porque el apoyo de la ciudadanía en las urnas le limpia el camino a este gobierno para hacer efectivas dos de sus grandes necesidades: 1) Obtener la legitimidad de la población, esto es, su consenso para realizar el ajuste brutal y 2) Darle una clara señal al mercado de que va a pagar la deuda inmensa que está contrayendo.
El apoyo electoral, que no fue mayoritario, porque más del sesenta por ciento de la población votante no respaldó al gobierno, sin embargo le dio el margen de legitimidad suficiente para sentirse fuerte para desatar su shock ajustador. Con un casi cuarenta por ciento de los votos, la hegemonía total de los medios monopólicos, una oposición fragmentada (el sesenta por ciento que no los votó), los jueces y la principal fuerza sindical disciplinados a partir del miedo a los carpetazos, están dadas las condiciones, por lo menos en una primera instancia, para imponernos el ajuste brutal.
El plan tiene claros contenidos mafiosos porque su eje es el disciplinamiento a partir del miedo. Es notable su efecto sobre el Poder Judicial. Los jueces se someten al servicio del Contubernio mafioso, con lo cual literalmente desaparece el Estado de Derecho, porque ya no podemos hablar de independencia de los poderes y, entonces, debemos decirle adiós a la República. Se vacían de significado los conceptos de Democracia, República y Estado de Derecho. Entramos, de hecho, en un régimen de «excepcionalidad institucional», el preámbulo de un sistema dictatorial.
Este disciplinamiento también es aplicado a los sindicalistas. Mediante todo tipo de amenazas, los burócratas sindicales son llevados -lo que no los disculpa de su traición a la causa de los trabajadores- a pactar y colaborar con los planes del gobierno. En este caso «acordando» los ejes del ajuste brutal: la mal llamada flexibilización laboral, el ajuste previsional y la reforma impositiva.
Para la población tienen la manipulación. Mientras se aplica el ajuste brutal, la sociedad es distraída mediante los shows mediáticos montados en la hipótesis del combate a la corrupción del gobierno anterior. A través de verdaderos linchamientos mediáticos, las principales figuras del gobierno anterior son juzgadas y encarceladas violando las normas establecidas por jueces sometidos a las órdenes del Contubernio. Estamos, sin duda, en la etapa del huevo de la serpiente2, esto es, incubando una verdadera dictadura con fachada democrática, Y no queremos más dictaduras, ya tuvimos suficientes. De nosotros depende, entonces, impedir el intolerable atropello del Contubernio al pueblo y a la Nación argentina.
Está más que claro, que el logro de los ajustes brutales requiere de la anulación del Estado de Derecho. Antaño, la oligarquía lo logró promoviendo los golpes cívico-militares, cuya primera acción siempre fue la suspensión del Estado de Derecho, cerrando el Congreso, prohibiendo los partidos políticos y guardando las urnas. Hoy, una sociedad que fue perdiendo su espíritu crítico y cultura política, mientras los medios de comunicación se concentraban hegemónicamente, le permite a la oligarquía anular el Estado de Derecho en el marco de una fachada democrática. Ayer nos robaban la democracia mediante golpes cívico-militares. Hoy nos la roban mediante contubernios como el que nos gobierna, con la colaboración de un conjunto de periodistas y comunicadores mercenarios hegemónicos, burócratas sindicales y legisladores y gobernadores pseudo peronistas y el silencio cómplice de una gran parte de la población.
La resistencia contra la opresión de la oligarquía que debemos organizar ya, no tolera el dique partidario y nos reclama a gritos la búsqueda imperiosa de la unidad de todo el bloque de los que ideológicamente estamos parados del lado de los dominados. Peronistas, kirchneristas, radicales, socialistas, izquierdistas, todos los que estamos parados en la vereda popular tenemos que unirnos en frente muy amplio para abortar la evolución del huevo de la serpiente. Esto es lo que nos reclama la hora, por lo que no hay cabida para los personalismos y las mezquinas luchas internas entre fracciones. Tenemos que trazar una línea muy clara entre los que están con la avanzada oligárquica, con los colaboradores del gobierno y los escurridizos dadores de gobernabilidad y los que tenemos claro que en esta jugada, si no reaccionamos a tiempo, volvemos a perder la democracia y, junto con ella, los derechos conquistados, el nivel de vida conseguido por las mayorías populares y la dignidad por la que venimos luchando todo el tiempo.
Notas:
1 El Contubernio está conformado por Cambiemos, el Grupo Clarín y los jueces de Comodoro PY.
2 El huevo de la serpiente es una expresión que se hizo popular a finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado y que aún hoy se utiliza. Proviene del título de una película de Igmar Berman estrenada en 1977. En ella, uno de los personajes, el Dr. Vergerus, dice «Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente . A través de la fina membrana se puede distinguir un inocente reptil ya formado». La película trascurre en los años 20 en Alemania, donde ya se intuía el auge de los totalitarismos nazis. Pero la paradoja estaba en que, a pesar de que todo el mundo era capaz de verlo, incluso con cierta simpatía, nadie imaginaba las terribles consecuencias finales. Hoy nos está pasando algo similar. Con la falsa hipótesis de que los funcionarios del gobierno anterior se «robaron todo», están logrando que la población sienta simpatía por un gobierno que, mediante métodos mafiosos está destruyendo el Estado de Derecho con fines inconfesables. La serpiente está tomando forma y si no abortamos su evolución a tiempo, crecerá y nos devorará. Lograrlo depende de cada uno de nosotros. No es posible eludir la responsabilidad que nos cabe en esta hora de nuestra Patria.
José Luis Lens Fernández es Doctor en Filosofía (UNED) y Profesor de Ciencias Políticas (Universidad Nacional de Buenos Aires)
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